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El título del tratado de Juan de Espinosa Medrano, repetido con distinta matriz
tipográfica en la cartela con volutas de la portada y, en la página siguiente, dentro de
una orla floral, dice así: «Apologético en favor de don Luis de Góngora,
príncipe de los poetas líricos de España, contra Manuel de Faría y Sousa, caballero
portugués». Viene después, en ambos lugares, la dedicatoria «al
excelentísimo señor don Luis Méndez de Haro, duque conde de Olivares, etc.», y el
nombre y cargos de «su autor el doctor Juan de Espinosa Medrano, colegial
real en el insigne seminario de San Antonio el Magno, catedrático de artes y sagrada
teología en él, cura rector de la santa iglesia catedral de la ciudad del Cuzco,
cabeza de los reinos del Perú en el Nuevo Mundo». En ambos casos destacan, por
encima de los demás renglones y tipos, los nombres de Luis de Góngora, Luis Méndez de
Haro y Juan de Espinosa Medrano. El nombre de Manuel de Faría y Sousa, menos visible,
completa la nómina de los citados. El propósito polémico de El Lunarejo queda claro
desde el título: el nombre de Espinosa Medrano llega precedido de los de Góngora y del
Duque Conde de Olivares, valido de Felipe IV, mecenas de Salcedo Coronel y enemigo del
Portugal independiente; el nombre del contrario aparece, por su parte, aislado. Junto a
estos cuatro nombres, podía esperarse el de Camões, puesto que Faría ataca a Góngora en
su comentario de este poeta. Pero aunque no se le mencione, Camões es aludido en el
apelativo «príncipe de los poetas líricos de España», que Espinosa Medrano dedica a
Góngora respondiendo directamente al título del comentario del portugués: «Lusiadas de Luis de Camões, príncipe de los poetas de España. Al rey nuestro
señor Felipe Cuarto el Grande. Comentadas por Manuel de Faría y Sousa, Caballero de la
Orden de Cristo y de la Casa Real»
Desde la portada, con un título construido sobre el de Faría, Espinosa Medrano exhibe
el carácter polémico del Apologético. Este género especializado en la
controversia tiene ilustres modelos antiguos: la oratoria forense o judicial y la
literatura polémica de los primeros siglos de la cristiandad. En origen, una apología es
una pieza de elocuencia forense cuyo objeto es defender a un acusado: se compone de una
refutatio de los cargos, seguida por una breve defensa basada en un
examen de la vida del acusado, argumentando la nulidad de la inculpación a partir del
probabile ex vitarefutatio o defensio, para describir una literatura polémica
que defiende el cristianismo refutando las calumnias y burlas de los gentiles. Para
Eusebio de Cesarea, el primer criterio genérico de la apología es su contexto
enunciativo: los tratados que define de esta manera están dedicados y dirigidos a alguna
autoridad, emperador, príncipe o senadoDe viris
illustribus y en la Epístola 70, renuncia a este criterio
genérico así como al término mismo de apología, refiriéndose a este género como libri contra o adversus gentes. Así culmina un proceso
de transformación en el que la apología en sentido estricto, entendida como discurso de
un abogado en defensa de su cliente, pasa a abarcar textos dispares de autores
cristianos en contra del paganismo (contra gentes): libros que pueden
tener forma de defensa o de invectiva, o ser exhortaciones a la conversión, pasando pues
del género judicial al deliberativo
El Apologético cita varios testimonios de la vertiente cristiana del
género, empezando por el Apologeticum de Tertuliano, del que traduce
directamente el título, siguiendo un uso muy extendido. Más significativo es el
epígrafe, de Gregorio Nacianceno, que pertenece a un texto polémico del santo. En la
sección primera del libro, Espinosa Medrano calca un lugar de la apología de San
Jerónimo contra Domnio, para dirigir un argumento ad hominem contra
Manuel de Faría (sección I, § 2). La máscara de San Jerónimo sirve para que El Lunarejo
la emprenda contra el portugués, nuevo Domnio, rebatiendo su acusación hacia Góngora
como «Mahoma de los poetas». Esta comparación entre Góngora y Mahoma, quizá por situarse
en un plano fronterizo con la religión, da ocasión al cuzqueño de exhibir su cultura
teológica y de situar su opúsculo en la gloriosa tradición de los padres de la Iglesia.
Para rebatir tal comparación, cita de hecho a Tertuliano y su Apologeticum, asimilando esta vez a Faría con Nerón (sección VII, § 57). En esta
misma línea van los ataques de Espinosa Medrano contra la herejía del portugués así como
la reivindicación de la ortodoxia y del tomismo, que de nuevo permite apelar a
apologetas y padres de la IglesiaApologético, véase Rodríguez Garrido 2010 y Ruiz Soto 2016.Apologético, el título recalca la pertenencia de Espinosa Medrano a esta
tradición, como corresponde a un profesor de Teología renombrado por sus sermones y
dedicado a escribir aquí, como lo subrayan los preliminares, una obra menor que vale,
sobre todo, como botón de muestra de una futura obra de mayor aliento. Así, el hecho de
poner en el epígrafe un texto de Gregorio Nacianceno supone ponerse bajo el patronazgo
de aquel que fuera maestro de San Jerónimo, y por tanto maestro por antonomasia de
predicadores
La vertiente profana de la apología sitúa por otra parte este texto en un ámbito
inequívocamente literario. A juego con el epígrafe tomado de Gregorio Magno, la
conclusión de El Lunarejo es una reescritura de la recapitulatio de la
Apología de Apuleyo (XI, § 120). Abundan en el tratado entero las
referencias a polémicas literarias, de las que Espinosa Medrano retoma el tonoApologético conecta
directamente con el propio Góngora, que en 1615, en una de sus letrillas sobre la
polémica de las Soledades, escribe: «Por la estafeta he sabido / que
me han apologizado»Discursos apologéticos de Díaz de Rivas, el
Examen del Antídoto o Apología por las Soledades de don Luis de Góngora y
Argote contra el autor del Antídoto, de Francisco Fernández de Córdoba, Abad de
Rute, la Apología por una décima del autor de las Soledades del mismo
abad, o la Apología a favor de don Luis de Góngora de Francisco
Martínez de Portichuelo
El Apologético es por tanto una cita textual de varios títulos en
defensa de Góngora así como del doble modelo genérico anticuario, cristiano y profano,
de Tertuliano y Apuleyo. El Lunarejo emplea el término en el doble sentido de defensa y
ataque, como primera muestra de erudición filológica y de conocimiento de Góngora en un
tratado que las exhibe por doquier. Es una defensa de Góngora y un ataque contra Faría y
contra el lusitanismo, como lo comentamos en la sección 7.2. Por todo ello, el título
del tratado es un arma de doble filo.
Tres son las fuentes principales para establecer la biografía de Espinosa MedranoDon Juan de Espinosa Medrano o sea el doctor Lunarejo. Estudio
biográfico, de 1887, que constituye una visión novelada del escritor
cuzqueño.La novena maravilla (Valladolid, Joseph de Rueda, 1695), colección de
sermones publicada por Agustín Cortés de la Cruz, discípulo de El Lunarejo y autor de un
elogio en el que refiere los múltiples talentos de Espinosa Medrano y da cuenta de sus
escritos, cargos y relaciones con la intelectualidad cuzqueñaLa novena maravilla
por Cisneros y Rodríguez Garrido (Espinosa Medrano 2011b).Noticias cronológicas de la gran ciudad del Cuzco, donde aporta datos
sobre su nacimiento en Juliaca o con mayor probabilidad en Calcauso, en la provincia de
Aymaraesinfra.
Espinosa Medrano nace entre 1628 y 1630, en Calcauso. En torno a 1645, a los 15 años,
se documentan sus estudios en el colegio seminario de San Antonio Abad de Cuzco, donde
debió de entrar un año antes. Al cabo de siete años como colegial, en 1651, pasó a ser
catedrático de este mismo colegio seminario. Antes de obtener su cátedra, a finales de
la década de 1640, tiene escrito su auto sacramental en quechua, El robo de
Proserpina y sueño de EndimiónPanegírica declamación. También escribió en sus
años de colegial su comedia Amar su propia muerteApologético
enumera estos cargos: el autor, que ronda en 1660 la treintena, se presenta como antiguo
«colegial real en el insigne seminario de San Antonio el Magno», «catedrático de Artes y
Sagrada Teología en él» y «cura rector de la santa iglesia catedral de la ciudad del
Cuzco», en la parroquia del Sagrario. En 1664 publica su Discurso sobre si
en un concurso de opositores a beneficio curado debe ser preferido caeteris paribus el beneficiado al que no lo es en la promoción de dicho
beneficio (Lima, Juan de Quevedo y Zárate) y la
El Apologético es uno de los testimonios más tardíos de la polémica
gongorina. Su primera edición salió de las prensas de Juan de Quevedo y Zárate, en Lima,
en 1662. La segunda es una edición pirata, con el mismo pie de imprenta, pese a que Juan
de Quevedo llevaba años difunto cuando se publicó, en 1694, probablemente en España.
Esta segunda edición se hizo con una intención que no tiene relación directa con la
controversia literaria, sino que deriva de un conflicto jurisdiccional entre jesuitas y
clero seglar en Cuzco, centrado en la titularidad universitaria o no del colegio
seminario de San Antonio AbadApologético sirve a todas luces, en 1694, para probar en
la Corte metropolitana la valía intelectual de dicho colegio seminario, del que El
Lunarejo fue alumno y profesor. Entre 1662 y 1694 no hay pruebas de que el tratado fuera
leído en EspañaJornada de
los coches de Madrid a Alcalá o Satisfación al Palacio de Momo y a las apuntaciones a
la carta del Maestro de Niños, obra en la que se muestra enterado de los ataques
de Manuel de Faría a Góngora sobre el hipérbaton y en la que se inspira directamente de
los párrafos 16 y 17 del Apologético en su «Tercera división», §28-29,
además de citar a nuestro autor en una enumeración de letrados ilustres:
[...] don Diego de Mendoza, Martín de Roa, el autor del Guzmán de Alfarache, el doctor Juan de Espinosa y el rector de Villahermosa, varones insignesVéase Salazar y Castro 1714 (179 y, para la reescritura del .Apologético: 265-266).
En Lima, el libro de El Lunarejo se encuentra en varios inventarios de bibliotecas
coloniales del siglo XVIII
La escritura del tratado es anterior al mes de junio de 1660. El Apologético es por tanto uno de los últimos coletazos que da la controversia
literaria iniciada en 1613 en torno a las SoledadesAntiFaristarcho de Martín de Angulo y Pulgar, fechado en
torno a 1641-1645
El camino del Apologético de la pluma de Espinosa Medrano a las
prensas limeñas de Juan de Quevedo y Zárate cubre un periodo de año y medio, y transita
entre las ciudades de Cuzco, Arequipa y Lima. Las fechas de los preliminares dibujan dos
etapas claramente definidas en la preparación de la princeps, en la
primavera de 1660 y el otoño de 1661:
1 de junio de 1660: censura de frey Fulgencio Maldonado, en Arequipa
8 de junio de 1660: aprobación de Alonso Bravo de Paredes y Quiñones, en Cuzco
10 de junio de 1660: censura de fray Miguel de Quiñones, en Cuzco
14 de junio de 1660: licencia del ordinario, en Cuzco
20 de septiembre de 1661: aprobación de Juan de Montalvo, en Lima
16 de octubre de 1661: aprobación de fray Gonzalo Tenorio, en Lima
18 de octubre de 1661: licencia de Herrera, en Lima
23 de diciembre de 1661: licencia del ordinario, en Lima
20 de febrero de 1662: dedicatoria de Juan de Espinosa Medrano a Luis Méndez de Haro, en Cuzco
El texto del tratado estaba acabado en la primavera de 1660, cuando Espinosa Medrano
moviliza a literatos y hombres de iglesia cercanos para establecer las licencias y
aprobaciones. Dos de los firmantes de los preliminares afirman haber sido encargados de
la lectura del Apologético por Francisco Henríquez, la mayor autoridad
de la diócesis de Cuzco entre 1658 y 1663; casi todos son allegados y conocidos de El
Lunarejo, como el propio HenríquezApologético sea leído en Lima, seguramente con los
primeros preliminares, si tenemos en cuenta la coherencia temática del conjunto de las
aprobaciones. El 23 de diciembre de 1661, el tratado recibe su licencia limeña. Dos
meses median aún entre esa fecha y el momento en que Espinosa Medrano firma su
dedicatoria a Luis Méndez de Haro. Desconocemos la fecha exacta de impresión, posterior
a ese 20 de febrero de 1662 en el que El Lunarejo concluye su libro. Curiosamente, falta
la tasa en los testimonios que hemos podido consultar, aunque sí hay fe de erratas. La
advertencia de la fe de erratas, que hemos editado, es una de las singularidades de este
paratexto, como lo es el número de censuras para un libro que, no siendo religioso ni
político, no requería quizás tantas precauciones.
El Apologético se compone de doce secciones que, salvo la primera y
la última, responden a diez citas del comentario de Manuel de Faría a los Lusiadas de Luis de Camões. Las citas pertenecen todas a la glosa de un
hipérbaton de CamõesLusíadas, canto III, estancia
94, v. 751-752: «que em terreno / nao cabe o altivo peito tam pequeno»
(1639_lusiadas).Apologético». Esta estructura retoma un
modelo de las polémicas literarias humanísticas, basado en la forma canónica del
diálogo: la polémica sobre la primacía épica de Ariosto o de Tasso, entre Camillo
Pellegrino y la florentina Academia della Crusca, toma esta forma en la suma Lo 'Nfarinato secondo (Florencia, Anton Padovani, 1588), que inventa un
diálogo a partir de dos textos pro-Tasso de Pellegrino y de otro pro-Ariosto de la
Crusca
El Apologético sigue de cerca la estructura del comentario de Faría
al hipérbaton camoniano, o mejor dicho la de sus ataques contra Góngora, salvo en las
secciones IX y X. Estas, por una parte, responden como las demás a la cita anterior de
Faría. Por otra, toman como pretexto las palabras del portugués para buscar en el resto
del comentario a Camões más leña para echar al fuego de su descrédito: así, El Lunarejo
ataca a Faría con sus propias palabras y aparenta conocer su comentario en toda su
monumental extensión. Para exagerar la ignorancia del portugués, estas dos secciones se
siguen sin que se intercale texto alguno de Faría, dando a entender que las pocas frases
de su cita VIII dan pie a un catálogo de errores de cuarenta y seis párrafos, ordenados
en dos secciones.
La sección XII, por ser la conclusión del tratado, tampoco responde a texto alguno de Manuel de Faría.
En resumidas cuentas, la estructura argumental del Apologético es la
siguiente:
Sección 1: §1 a 2: 2 párrafos
Faría 1
Sección 2: §3 a 6: 4 párrafos
Faría 2
Sección 3: §7 a 13: 7 párrafos
Faría 3
Sección 4: §14 a 32: 19 párrafos
Faría 4
Sección 5: §33 a 45: 13 párrafos
Faría 5
Sección 6: §46 a 56: 11 párrafos
Faría 6
Sección 7: §57 a 59: 3 párrafos
Faría 7
Sección 8: §60 a 67: 8 párrafos
Faría 8
Sección 9: §68 a 90: 23 párrafos
Sección 10: §91 a 113: 23 párrafos
Faría 10
Sección 11: §114 a 120: 7 párrafos
Sección 12: §121 a 124: 4 párrafosApologético y loa al poeta
El trabajo de anotación ha consistido fundamentalmente en identificar las fuentes
manejadas por el autor. Como resultado de esta investigación, y siguiendo las pautas
generales del proyecto Góngora, se ha intentado reconstruir parte de
la bibliografía que manejó Espinosa Medrano para escribir el Apologético. En el apartado correspondiente a la bibliografía hipotética del
autor, los datos consignados permiten identificar tres tipos de fuentes. Cuando se cita
un título sin datos de imprenta, se está remitiendo a un texto que El Lunarejo manejó;
cuando se cita un título y se propone entre paréntesis una edición, se está indicando
que por coincidencia del texto y otras circunstancias, la edición citada pudo ser la que
manejó el autor, sin que sea posible asegurar que sea la única; cuando se indica una
edición con todos los datos de imprenta, se postula que fue la edición manejada por
Espinosa Medrano. Puesto que la anotación se afana en identificar las fuentes y que la
bibliografía recoge los resultados de esta investigación, presentamos brevemente a
continuación los distintos materiales a los que acude Espinosa Medrano para escribir su
tratado así como la estrategia de prestigio que supone su selección de «escritores que
autorizan este Apologético». Esta presentación no aspira por tanto a
ser exhaustiva, sino a mostrar cómo Espinosa Medrano emplea la erudición para atacar a
Manuel de Faría y para autorizar su tratado.
Las fuentes a las que acude El Lunarejo son de gran variedad. Ante su contrario,
historiador y poeta, hace valer en varios lugares su cultura en lo que se refiere a
física, lógica o teología: tres ámbitos que estudió en el colegio San Antonio Abad y en
la universidad San Ignacio de Loyola de Cuzco, y que él mismo enseñó. Aristóteles y
Santo Tomás son capitales en este sentido, pero también San Agustín, San Juan
Cristóstomo, Gregorio Magno y Gregorio Nacianceno, San Jerónimo, Juvenco, Lactancio o
Teodoreto de Ciro así como Agustino Barbosa, Martín del Río, Cesáreo de Heisterbach,
Alfonso de Mendoza, Luis de Molina, Callistos Nicephorus, Juan de Pineda, Ruperto de
Deutz, Hugues de Saint-Cher o François Vatable. San Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, es otra referencia ineludible. Los conocimientos de física
o lógica de El Lunarejo provienen de manuales y de su enseñanza en el colegio seminario
de San Antonio Abad, lo cual complica la tarea de identificación de fuentes: los Selecta circa octo libros physicorum Aristotelis subtilioris doctrinae
de Francisco Murcia de la Llana pueden ser una de ellas (véase VI, § 52). Alusiones a la
polémica sobre las manchas del sol abierta por las observaciones de Galileo a partir de
1611 muestran sus conocimientos en ciencias naturales (VII, § 57), un campo en el que en
ocasiones cita a Lucrecio, De rerum natura, que alaba como poeta y
como filósofo (VI, § 54). Todo ese alarde de erudición le permite desmarcarse de su
adversario para denostarlo, como en la sección IX, § 89:
Linda ignorancia, pues a ser esto así, no habrá negación ni privación que no sea causa positiva del efecto formal de su hábito contrario (bien sé que esto es hablarle en griego a él y a los ignorantes de filosofía, con ser lo más fácil y humilde de ella).
Su cultura humanística proviene de varios tipos de fuentes. Ante todo, de sus lecturas
abundantes y variadas de los clásicos latinos y de comedias, novelas y poesía modernas:
hemos procurado identificar estas fuentes con ayuda del mencionado catálogo de autores
del propio Espinosa Medrano, así como del de su biblioteca, establecido en el inventario
de su testamento
Mención aparte merecen sus lecturas de historia, pues le permiten enfrentarse a Manuel de Faría en su faceta de historiador, al punto de desacreditarlo como crítico y poeta (X, § 111):
Negole el cielo felicidad para los versos, aunque le concedió el genio de historiador con dicha: para esto es, y no más.
A este campo pertenecen autores como Bernardo de Aldrete, Valerio Máximo, Pausanias, Gonzalo de Illescas, Tácito o Tzetzes.
Las fuentes de poesía y poética son las más abundantes y ricas del Apologético y permiten reconstruir la fábrica de algunas secciones del tratado,
en especial la sección IV. Para definir el hipérbaton, Espinosa Medrano acude a Isidoro
de Sevilla: en las Etimologías encuentra de esta manera ejemplos
virgilianos de hipérbaton que consulta a su vez en los comentarios canónicos del autor
mantuano. En Servio y Juan Luis de la Cerda recaba otros lugares que alimentan su
argumentación: toma de estos comentarios de Virgilio citas de poetas y autores como
Varrón que no consulta directamente, aunque pueda haberlos leído en algún momento. Es
por lo demás una constante de Espinosa Medrano la consulta de los poetas en ediciones
comentadas, de Merlín Cocayo a Garcilaso, de Virgilio a Ovidio o Catulo. Los
comentadores como Marc Antoine Muret, Joseph Scaliger, Servio, Fernando de Herrera,
Teofilo Folengo, Pietro Crinito, Georg Sabinus, Adrien Turnèbe o Juan Luis de la Cerda
son una de las fuentes principales de su cultura humanística y poética, a la que se
suman gramáticos como Ambrosio de Morales, Antonio de Nebrija o Nicolas Clénard, además
de Baltasar Gracián, señaladamente el de la Agudeza y arte de ingenio.
Los comentadores de Góngora son por descontado fuente ineludible y Espinosa Medrano lee
al poeta con comentos. Además de esa lectura informada, Espinosa Medrano recurre a otros
materiales en algunos lugares del tratado: polianteas y florilegios como el Parnassus poeticus de Nicolas de Nomexy, los Dicta notabilia et in
thesaurum memorie reponenda Platonis, Aristotelis, etc. de Sebastianus Vicentinum
o el Florilegii magni seu Polyantheae de Jano Gruter.
Por último, hemos de mencionar dos fuentes que cumplen un importante papel en el Apologético: la oratoria sacra y los testimonios de la polémica
gongorina. Los predicadores antiguos (San Jerónimo, Gregorio Nacianceno y otros autores,
algunos de los cuales autorizan el título de Apologético) y modernos
(Hortensio Félix Paravicino y Juan Caballero de Cabrera, véase VIII, § 61), autorizan
directamente a Espinosa Medrano, predicador renombrado desde mediados de la década de
1650. Su conocimiento de Góngora está claramente determinado por los tres comentaristas
impresos: Pellicer, Salcedo Coronel y Salazar Mardones, aunque también maneja la Circe de Lope de Vega y es probable que conociera la polémica entre
Francisco del Villar y Cascales, o el Discurso de Vázquez Siruela,
pues el Apologético se asemeja en varios lugares a una reescritura
puntual de estos autores (IV, § 24, VIII, § 64). El hecho de silenciar algunas de estas
fuentes se explica por motivos estratégicos: al callar el anti-gongorismo de Lope de
VegaApologético», a Salazar Mardones, puede acudir a Nicolás de Albiz, que firma uno
de los poemas preliminares de la Ilustración y defensa de la Fábula de
Píramo y Tisbe y que, en calidad de contador de la Orden de Calatrava, es
religioso como el propio Lunarejo. La erudición desplegada por Espinosa Medrano es por
tanto instrumento de autorización y arma de controversia.
El comentario de Faría a Camões no aparece como tal en el inventario de la biblioteca
de Espinosa Medrano, que sí menciona un volumen de «Faria ystoria portuguesa»; una
escueta mención a «Sousa», sin número de volúmenes, puede aludir a este libro
El sistema conceptual del Apologético se compone de una serie de
definiciones y postulados que se conectan entre sí de una sección a otra del tratado.
Para presentar esta red de nociones, nos basamos en los tres conceptos que estructuran
el Apologético: hipérbaton, metáfora e imitación. En la explicación de
cada apartado profundizamos conceptos correlativos a los tres principales. Nos referimos
para terminar a dos conceptos clave, en cuanto son la piedra de toque del antagonismo
entre entre Espinosa Medrano y Manuel de Faría: el misterio y el don poéticoApologético se encuentra en Ruiz Soto 2016. En marzo de 2015 pude presentar en
el seminario doctoral de Mercedes Blanco, en la universidad de la Sorbona, una
ponencia titulada «Góngora y la imitación en el Apologético de Juan
de Espinosa Medrano», que fue un segundo intento en la misma vía.
Para rebatir la acusación de Faría según la cual Góngora abusa del hipérbaton, Espinosa Medrano hace de esta figura una característica extensiva de la lengua latina y del estilo poético. De esta manera, superpone tres niveles de definición: el hipérbaton es en primer lugar figura o tropo, en segundo lugar una lengua en sí y en tercer lugar una característica propia del estilo poético. El uso que del hipérbaton hace Góngora lo convierte en un héroe o un mesías poético, lo cual permite entender la tensión en el pensamiento de Espinosa Medrano entre la historicidad del estilo, que progresa paulatinamente, y la aparición del genio poético, que trasciende esa historicidad: una tensión que a su vez explica la dualidad del hipérbaton como tropo y como estilo o lengua.
Para Espinosa Medrano, el término de «trasposición», por oposición a «colocación», se refiere al hipérbaton como tropo. Dos son los supuestos que tiene que cumplir para funcionar como figura: uno es referencial y se basa en la virtud expresiva, el otro es morfológico o sintáctico. El primer aspecto se encuentra desarrollado en la sección III, § 7-8:
Bravamente se encabra aquí nuestro Faría, búrlase con toda truhanería de este verso hermosísimo: «Cuanto las cumbres ásperas cabrío». Dice que hace el verso su cabriola pues podía decir el comentador que exprimió el salto del cabrío con el de la oración. Querer deslucir con el mismo crédito es como engañar con la misma verdad. Muy bien dijera el comentador y con harta más viveza que otros, cuando quisiera explicarnos así la del verso.
En estos dos párrafos, de los que copiamos las primeras líneas, Espinosa Medrano
ofrece tres ejemplos de Virgilio, uno de Antonio de Solís, otro de Camões y el
citado de Góngora para demostrar que el hipérbaton es capaz de expresar, denotar, delinear, insinuar o representar el referente al que alude.
El hipérbaton funciona por tanto como figura por su «conformidad de dicciones con el
asunto» (II, § 5), máxime asociado a otros recursos, en particular el acento:
[...] se expresaba la travesura de ese ganado (como Faría quiere) no solo en la transposición, que aparta el “cuanto” del “cabrío”, porque de esta usa el poeta aun cuando no habla de sujeto que salte; sino que aquella transposición acompañada del “ásperas” con su acento dactílico y despeñado insinuaba el arrojo de las cabras, como el “bramavan” y el “horrissonas”, dice él que representan el estruendo de las bombardas.
Este breve comentario del verso gongorino «cuanto las cumbres ásperas cabrío»
Si la función de la figura es lograr una «conformidad de dicciones con el asunto» (II, § 5), su definición se basa también en un criterio sintáctico o morfológico, fundamental en los distingos de los gramáticos manejados por Espinosa Medrano. Como anotamos en V, § 34, estos diferencian la frasis y el esquema. La frasis es una expresión correcta, gramaticalmente normativa, que se opone a la falta (barbarismo, impropiedad o solecismo), pero también a la figura (en griego “esquema”), que salva la infracción a la norma por su virtud expresiva. Sin embargo, la figura no debe alejarse demasiado de la corrección sintáctica –y, en el caso del hipérbaton, morfológica-, pues incurriría en barbarismos y solecismos. La figura se define por tanto por su virtud expresiva, como acabamos de ver, pero también por su «suavidad», su «blandura» (IV, § 17), siendo así una infracción, pero moderada o tolerable. Este aspecto se encuentra desarrollado en la sección IV, § 15-17. Allí, tras haber presentado las cinco especies del hipérbaton (anástrofe, hísteron próteron, paréntesis, sínquisis y tmesis), afirma que «en la locución poética la que por antonomasia se nombra hipérbaton es la tmesis, por ser la más rigorosa sección de todas». La tmesis es el hipérbaton que con más propiedad puede ser identificado como figura («por antonomasia se nombra hipérbaton»), siempre y cuando respete la morfología y muestre por parte del poeta un conocimiento rigurosísimo de la lengua y de su potencial poético:
[...] tengo observado lo que nadie reparó en Virgilio, gigante mayor de la Poesía: que las pocas veces que usa de esta especie de hipérbatos que llamamos tmesis, nunca divide la dicción simple, como “dominus”, sino la que consta y se compone de dos términos, como “Ciceromastix”.
Góngora, por descontado, es un ejemplo palmario de este conocimiento de la
gramática del castellano, llevado al límite de sus capacidades expresivas
El principal aporte argumental de Espinosa Medrano a la cuestión del orden
sintáctico de la poesía gongorina es el de la definición del hipérbaton como lengua.
Como lo demostró Mercedes Blanco en un artículo de 2010, lo que Faría cataloga como
vicio no es tal, ni tampoco necesariamente una figura: para El Lunarejo es un
lenguaje en sí, el más acorde con el genio español. Por tanto, no es transposición (el hipérbaton como figura) sino colocación:
el lenguaje genuino del verso. Esta definición del hipérbaton como lengua se
encuentra principalmente en la sección IV, § 21-26. Traemos a continuación la
conclusión de este razonamiento, en el § 26:
Lo que importa advertir mucho es que esta colocación (llámese o no latamente hipérbaton) es tan genuina y natural a la numerosa fábrica del verso que aun el nombre de verso (como dice Georgio Sabino) se derivó de este revolver los términos, invertir el estilo y entreverar las voces. [...] Tan lejos está la inversión de las voces, tan distante de viciar los versos, que en ellos no es tropo sino alcurnia, no es afeite sino fayción, no defecto sino naturaleza.
Esta definición implica una distinción, que Espinosa Medrano desarrolla en la misma sección IV, § 27-31. Según el § 27, la colocación, «este lenguaje como nacido en los países de la latinidad», es también un estilo poético y retórico «nativamente acomodado a la poesía latina». La colocación es por tanto un complejo con dos elementos: el idioma latino y el estilo retórico o poético. Existe una tensión dentro del concepto de «colocación» entre la idiosincrasia del latín, ontológicamente intransferible, y el estilo poético-retórico de la latinidad, todavía intrasferido al castellano. Para adaptar el estilo latino al idioma castellano aparece Góngora, para adaptar por lo tanto una parte de la lengua latina, aquella que en el latín mismo fue depositada gradualmente en la lengua por los modelos y artes retóricas y que, siendo construcción artificial, es susceptible de progreso, de aprendizaje e imitación. Lo confirma el § 28: «De ignorar pues esta capacidad de nuestro lenguaje y la dificultad que había de aplicarle el ornato de la elocución latina, nace el condenar neciamente aquellas osadías». Hay pues en el concepto de colocación una dualidad entre lo lingüístico y lo poético, y de modo correlativo, lo inimitable (lo que la lengua tiene de naturaleza o particularidad irreductible) y lo imitable (lo que en la lengua misma participa de un esfuerzo consciente y del trabajo de generaciones de autores).
Ante la tensión entre lo lingüístico y lo poético, Espinosa Medrano no oculta que es «atrevimiento ínclito, proeza ilustre» (IV, § 27) imitar lo que es propio de una lengua ajena. El salto argumentativo que posibilita esta imitación se basa, primero, en una visión inmanente de la historia de la retórica, en la que es fundamental la idea de progreso. El uso del hipérbaton como lengua poética en español es una senda que «hasta hoy» (IV, § 27) no ha sido seguida por ignorancia de la retórica, pero que estaba inscrita «en la capacidad de nuestro lenguaje» (IV, § 28). Por tanto, el logro de Góngora consiste en darle una culminación a la historicidad inmanente del estilo español, confirmando así una tendencia latente de la historia poética castellana, que no es otra que el progreso propio de la asimilación de la retórica.
Esta visión de la historicidad del estilo basada en la idea de progreso se corresponde con la vertiente imitable del hipérbaton: en latín y en castellano, el tropo puede aprenderse en artes retóricas y modelos autorizados de escritores, para entrar paulatinamente en los hábitos lingüísticos de los poetas. El caso de Góngora va sin embargo más allá, como vemos en la sección IV, § 30:
Por tan imposible como quitarle el rayo a Júpiter y a Hércules la clava juzgó la Antigüedad el usurpar los versos a Homero, y habiendo aprovechádose el Marón de muchos para adornar su Eneida, respondió a la calumnia de sus émulos que estaba tan lejos de arrepentirse, que en usurpar los ornatos del Griego para su musa le había parecido haberle despojado a Júpiter del rayo y arrebatado de los hercúleos puños la clava, de que quedaba tan glorioso, cuanto parecía mayor la imposibilidad de tanta hazaña.
Aquí, Espinosa Medrano propone una visión distinta de la historia poética, basada
en otros tiempos y en otros ritmos, no tanto en la idea de progreso sino en una translatio studii et stilii que pasa de Homero a Virgilio y de éste
a Góngora, avanzando por saltos. Como heredero de esta evolución, Góngora es el unicus castellano, el más sobresaliente de los españoles y el único
que merece dialogar directamente con sus avatares antiguos. Por encima de la
historicidad de los estilos y del progreso que posibilitan las artes retóricas,
sobresalen los tres grandes poetas, el griego, el latino y el español, rodeados de
una isotopía heroica que se asemeja a la del Góngora heroico de Vázquez Siruela,
como comentamos en la sección IV, § 31.
De esta manera, convergen en Góngora dos visiones distintas de la historia poética, una inmanente y progresiva y la otra trascendente y discontinua. Góngora, en el cruce de ambas, es por ello un prodigio, como puede leerse en la sección V, § 33:
No inventó Góngora las transposiciones castellanas: inventó el buen parecer y la hermosura de ellas, inventó la senda de conseguirlas. Era ese lenguaje ornamento poético de la majestad romana; no cabía en nuestro idioma tanta imitación de lo grande. La ropa que sirvió de gala a las musas latinas arrastraba más aína a la castellana. [...] Mas, ¡oh prodigios del ingenio de Góngora! Levantó a toda superioridad la elocuencia castellana y sacándola de los rincones de su hispanismo hízola de corta sublime, de balbuciente facunda, de estéril opulenta, de encogida audaz, de bárbara culta.
Al hacer del poeta de Córdoba el inventor del hipérbaton castellano, Espinosa Medrano incurre sin embargo en una contradicción aparente, denunciada por Faría: otros poetas castellanos han recurrido antes que Góngora al hipérbaton como tropo, por lo que este no puede ser inventor. En la misma sección V, § 35, El Lunarejo contesta:
Verdad es que Juan de Mena las usó con anterioridad de centenares de años ocasionando centenares de risas, como dice Faría, y también esos otros tres o cuatro que trae muy gozoso de haberlos hallado, pero todos son unos friones y (precindiendo las materias o asuntos) es quererlos equiparar a la elocución de Góngora conferir con sol flamante al candil moribundo [...].
Góngora aparece aquí como «sol flamante», prolongando la isotopía que le rodea
desde las primeras palabras del Apologético: el poeta es lucido,
luminoso, solar, para nada oscuro. Pero la comparación con el candil resulta cuanto
menos insólitaApologético en El desierto prodigioso y prodigio del
desierto del bogotano Pedro de Solís y Valenzuela, en una apoteosis de San
Bruno y para caracterizar a la Virgen. El adjetivo flamante aparece también en un
contexto similar en ciertos sermones de Espinosa Medrano, como en el «Sermón de
Nuestra Señora del Carmen» pronunciado en 1677 en el monasterio de las Descalzas
de Cuzco, en el que podemos leer «Virgen purísima, aún más que el flamante
incendio de los serafines» (Espinosa Medrano 1982: 162). En cuanto a la
contraposición del sol con el candil, véase la Oración fúnebre a fray
Simón de Rojas pronunciada en 1624 por Paravicino: «Luz del mundo llamó a
los ministros de su Evangelio Cristo; ésta es el sol, luna y estrellas, y estas
luces no hacen humo, las artificiales sí, el candil, la candela, la
hacha».Revelaciones de
Santa Brígidatotaliter
adnihilaverat) por el splendor divinuslex nova que aparece
como lux nova.
Así, el poeta de Córdoba es una suerte de mesías heroico que trasciende la
historicidad progresiva del estilo, como puede apreciarse en la sección V, § 37, a
cuyo comentario remitimos («Cierto es que el hipérbato fue una figura, como ahora
aún antes de Góngora; pero antes de Góngora el hipérbato sólo fue una figura. Con
haberlos primero usado otros se compadece el que Góngora los inventase en
castellano»). Aparece así en el pensamiento de El Lunarejo una tensión entre el
mesianismo, una visión de la historia construida en virtud de un agente
trascendente, y una historia que transcurre de acuerdo con determinaciones internas
inmanentes. Como cristiano, Espinosa Medrano era forzosamente mesianista en el
primer sentido
Esa tensión entre el curso inmanente de la historia y el mesianismo divide también
el hipérbaton. La «figura», el hipérbaton como tropo o «transposición», pertenece a
la corriente inmanente de la historia y aparece en las artes retóricas que son el
motor de aquella: Góngora tiene antecesores en su uso. La «colocación», por el
contrario, es la obra gongorina, la nueva ley hiperbática del
mesías heroico: es el idioma poético que iguala en castellano al
latín. Esta tensión es constitutiva de la idea del hipérbaton de Espinosa Medrano:
la nueva era de la historia poética abierta por Góngora se superpone («como ahora
aún antes») a la corriente inmanente de la historia, y en la lengua de la colocación
el hipérbaton puede funcionar y, sobre todo, ser analizado como transposición, según
los criterios ya mencionados. Tanto es así, que Góngora trasciende toda
temporalidad, «atropella los tiempos» (V, § 37) hasta el punto de que los latinos
deban su primacía histórica en el oficio poético a la imitación del genio poético
cordobés encarnado por Góngora (V, § 41-42). Esta inversión en el orden de la
imitación y de la historia se basa en última instancia en la igualdad del latín y
del castellano a efectos de estilo poético, de «colocación», tanto como en una idea
de Góngora como encarnación del genio poético cordobés, de tradición milenaria.
A partir de la Poética y de la Retórica de
Aristóteles, Espinosa Medrano hace de la metáfora la piedra de toque de su definición
del estilo, de la poesía, y por tanto de su valoración de Góngora. El verso «y en
ruecas de oro rayos del sol hilan»Polifemo, v. 400.
Basándose en la Poética de Aristóteles, Espinosa Medrano define
la metáfora como la figura que consiste en emplear términos distintos de los que
dicta el uso común (VI, § 46-49). Esta definición se plasma en metáforas espaciales:
el término metafórico se distingue por una distancia que lo eleva
por encima de la lengua habitual (VI, § 46):
No fuera la poesía de Góngora tan alta y peregrina a no florecer con términos tan remotos de la plática vulgar y plebeya.
Las metáforas son por tanto peregrinas y remotas, conceptualizadas en el § 47 en base a un movimiento de sustitución
o alejamiento (las metáforas son «alusivas, o translaticias, o figurales, o
conmutadas»
[...] los hombres grandes, aunque usen de metáforas altísimas y remotas, con las palabras consecuentes las dejan declaradas o con las anteriores dejan abierta la senda de entenderlas.
A la altura (sublime) de las metáforas, a la distancia (remota) y al alejamiento
(traslaticio) que las caracteriza, responde otra metáfora espacial, «la senda de
entenderlas»Polifemo,
v. 400.Et liquidi simul
ignis»Bucólicas, égloga 6,
v. 33.
Para El Lunarejo, la metáfora es por tanto un concepto caracterizado por una distancia alcanzable con respecto a la lengua común
El razonamiento que justifica el uso del adjetivo líquido
referido al fuego en un verso de Virgilio (VI, § 51-56) permite ahondar en la
definición de la metáfora. Este concepto, entendido como movimiento o separación,
supone un referente que Espinosa Medrano describe como «la plática vulgar y plebeya»
(VI, § 47), pero que exige ser precisado. La función y el significado de la metáfora
difieren si el término metafórico sustituye a otro término común (claveles por labios) o si apela a un término nuevo o
importado de otra lengua para llenar una laguna semántica (avión,
derivado del lat. avis): la información que aporta la figura es
radicalmente distinta y de esa información depende en gran medida la valoración del
estilo poético por El Lunarejo.
En la justificación del adjetivo líquido del verso virgiliano
«Et liquidi simul ignis», Espinosa Medrano emplea varios
argumentos, tras recapitular la opinión de Macrobio, según la cual la metáfora
contradice el sentido literal (propio) del adjetivo líquido (VI, § 51):
Pareciole a Macrobio que lo líquido era propiedad del agua y de lo húmido y, siendo el fuego sumamente seco y cálido, no se pudo arrogar títulos de licor, llamándose líquido.
Tal y como lo presenta Espinosa Medrano, este ataque condena la metáfora a no
alejarse del lenguaje literal: si líquido solo puede aplicarse al
agua y a lo húmedo, solo puede aplicarse literalmente y de manera tautológica. Este
reproche, en última instancia, anula la distancia metafórica: para Macrobio, según
El Lunarejo, habría que llamar ardiente al fuego. Esta manera de
presentar el reproche lo tergiversa para descalificar a Macrobio como avatar de
Faría. Sin embargo, en lugar de defender la libertad del poeta para emplear un
término paradójico, El Lunarejo contesta revisando los sentidos de líquido. Primero, entiende que líquido sustituye a puro (VI, § 51); después, avala la metáfora con el sentido
etimológico del adjetivo (VI, § 51):
Aunque si fuéramos con el rigor gramatical, fácilmente dijéramos que «liquidum» nace de «liquet», estar claro, patente y perspicuo.
En estos dos argumentos, el término metafórico no se aleja de su sentido literal,
ya sea por coincidir con su sentido etimológico, ya sea por coincidir con su sentido
figurado, en base a una sustitución tan clara y fácil de reconocer
en su contexto como una sinonimia («Ya veis aquí lo tenue y lo líquido hechos
sinónomos», en VI, § 52). Estas discusiones de El Lunarejo permiten poner de relieve
la casi imposibilidad de concebir rigurosamente lo que es el sentido literal. El
tercer argumento para defender el adjetivo virgiliano se divide en dos partes,
aparentemente contradictorias. La primera sugiere que la metáfora tiene un aporte
semántico, que responde a una carencia de términos significativos (VI, § 52):
Y es llano que muchas cosas absolutas, por entenderlas mejor y por penuria de términos significantes, las demostramos por los respectivos [...]. En el fuego, pues, si queremos absolutamente significar lo leve sin el respeto al centro, no hallaremos término más apto ni cómodo que “líquido”, que expresa la sutileza, levedad y ligereza de ese elemento [...].
Sin embargo, el razonamiento prosigue con una justificación lógica, basada en la
antonimia, y por tanto en una nueva sustitución de términos:
[el aire, el agua y las sustancias fluidas] eran y se llamaban líquidos, por lo rarefacto o condistinto de denso, y por lo que se parecen al fuego, que siendo sumamente raro [...] obtiene el principado sobre todo lo líquido, y de cuya liquidez participan proporcionalmente la denominación esos otros.
Lo líquido es por tanto en última instancia sinónimo de raro o rarefacto: el valor semántico específico
que podía tener la metáfora se reduce a una nueva sustitución. Así, el término
metafórico no cambia fundamentalmente de significado, puesto que ‘líquido’ se toma
en ese caso por antónimo de ‘sólido’ y al aplicarse al fuego funciona en uno de sus
sentidos usuales. Para acabar su razonamiento, Espinosa Medrano recapitula afirmando
que el fuego es líquido en dos sentidos: formaliter porque su
forma y su origen son líquidos, pero también causaliter, porque
liquida (VI, § 55). En ambos casos, el término metafórico concuerda con sus
significados literales: en el primer caso, porque hay que entender líquido como ‘puro’, ‘leve’, ‘líquido’ (en su sentido material u originario:
VI, § 53-54); en el segundo, por derivación del verbo liquidar.
Este repaso permite afirmar que para Espinosa Medrano no es paradójico llamar
“líquido” al fuego puesto que la distancia metafórica no separa al término
metafórico de su(s) sentido(s) literal(es): la metáfora es un desplazamiento del
sentido usual a otro sentido, literal, etimológico o figurado. Así, la palabra
‘líquido’ es usada por Virgilio de modo más propio que en sus empleos vulgares:
cuando en el lenguaje ordinario se dice de algo que es líquido, es con un
significado restringido (algo que se parece al agua); en cambio, al usar la palabra
para el fuego, Virgilio profundiza en todo lo que el término implica: lo claro,
patente y luminoso, la sutileza o rarefacción de la materia, la capacidad de fundir
o volver líquidos los sólidos. Así, El Lunarejo desliga la noción de «plática
vulgar» del significado genuino del término: los términos remotos
o metáforas se alejan de la primera y concuerdan con el segundo.
Esta definición de la metáfora con una carga semántica reducida concuerda con el
desprecio en el que El Lunarejo tiene a la poesía profana por oposición a la poesía
revelada: «De las figuras, pues, que sólo sirven y las inventó el arte para la
elocución, es bobería pedir que sean concepto, juicio o ingenio» (V, § 45). Además,
explica una extrañeza del razonamiento de Espinosa Medrano, y es que el hipérbaton,
considerado como estilo poético (colocación), puede ser entendido
en cierta medida como metafórico. En la sección IV, § 27, «desviar el lenguaje de la
plática común, vulgar y rusticana» es un requisito para alcanzar la colocación (IV, § 27). En la sección V, § 45, El Lunarejo afirma que la
colocación «sólo consiste en hermosear la plática con los modos de decir, sin cuidar
de si es bueno lo que se dice: y de esto sirven todos los tropos y figuras que
enseña la retórica».
Esta confusión de «todos los tropos y figuras» le da una preponderancia especial a
la metáfora, puesto que su distancia respecto al habla común, su capacidad de
«hermosear la plática», es la piedra de toque de la poesía según Aristóteles: «¿No
enseñó Aristóteles en el tercero de sus Retóricos que otro era el
lenguaje del poeta y otro el del orador?» (VI, § 48). Así, aunque El Lunarejo afirma
que Góngora utiliza «pocas veces» extranjerismos –que son una especia de la
metáfora-, caracteriza la lengua poética del de Córdoba por un uso generalizado de
este tropo (VI, § 47):
El grande ingenio de don Luis, aunque pocas veces usa de los términos peregrinos por extraños, pero perpetuamente sus frasis lo son ya por alusivas, o translaticias, o figurales, o conmutadas, etc. y en fin remotas [...] de la vulgaridad y plebeyismo.
El hecho de que la metáfora no sea una figura únicamente semántica sino también y
ante todo una figura pragmática permite extender la distancia
metafórica a un aspecto de la poesía gongorina que no es semántico, sino ante
todo sintáctico, como el hipérbaton. Esto explica que Espinosa Medrano, a partir de
la Poética de Aristóteles, justifique la distancia respecto al
habla común –característica de la metáfora-, aduciendo un hipérbaton («Aquiles de»,
VI, § 47) y defendiendo la colocación gongorina.
En el sistema poético de Espinosa Medrano, por tanto, a la ocultación del
hipérbaton-transposición como figura (sustituida por el hipérbaton-colocación como
estilo poético) responde la extensión de la metáfora como figura semántica a otros
ámbitos del estilo poético. Todo parece indicar que para El Lunarejo la delimitación
de los tropos con respecto al resto de la lengua poética es incierta: el hipérbaton
deja de ser figura y se convierte en estilo, pero todo el estilo no es al fin y al
cabo sino metáfora. Esta delimitación incierta es consecuencia de la equiparación de
la colocación y de la metáfora como recursos lingüísticos y estilísticos que se
alejan del habla común: la metáfora atañe a los términos y al significado (términos remotos), la colocación a segmentos más amplios del
discurso y a la sintaxis, por lo que lo metafórico abarca un paisaje casi indiviso,
hecho de términos remotos y sendas de
entenderlos. Esta irradiación de la metáfora a segmentos más amplios del
discurso posibilita el razonamiento según el cual la calidad de un poema se deduce
de la calidad de un verso, en virtud del furor (o don poético) de su autor, «porque
la frasi, la sentencia, el estilo, la colocación, es tan semejante y tan indivisible
en todas como fue uno el espíritu que en sagrados furores las dictó altamente
arrebatado» (IX, § 68).
Así, el lugar preponderante de la metáfora justifica que El Lunarejo afirme que el verso gongorino «y en ruecas de oro rayos del sol hilan» es «frasi benemérita del furor verdaderamente poético» (VI, § 48). Esta valoración precede un análisis detallado de dicha metáfora, que recurre a Plinio y a su definición de la miel como sudor o saliva de los astros (VI, § 49):
[...] habiendo de subir el estilo a mayor eminencia que Plinio cuanto va de filosofar a metrificar y cuanto va de lo físico a lo metafórico, pues aún están las hebras transparentes y rubias de la miel más cerca de que el Sol las prohije en rayos que de que el Sol las sude en gotas, o las escupa el astro en salivas, o las solloce el lucero en lágrimas.
Espinosa Medrano justifica el término remoto por la cercanía («más cerca de que el Sol las prohije en rayos»), que no es sino su
perfecta adecuación a la sustancia que describe o cualifica: la poesía se aleja del
lenguaje vulgar, solo autorizado por la rutina, para inventar o restaurar un
lenguaje autorizado por la perfecta propiedad o adecuación. Así, podemos definir la
poesía según Espinosa Medrano como una lengua remota respecto al
habla común y cercana a sus referentes miméticos: la distancia de la lengua poética
es pragmática ante todo, en el caso de la colocación se basa en la sintaxis, en el
caso de la metáfora stricto sensu en el significado, mediante
operaciones de sustitución que despliegan la polisemia de los términos
remotos.
Menos conceptual que el hipérbaton o la metáfora, la noción de imitación es
fundamental en el Apologético porque da pie a la inserción de un
fragmento de prosa poética de El Lunarejo, escrito a imitación y emulación de otro de
Paravicino. La comparación de ambos ejercicios de hipotiposis los coloca en pugna por
el título de «Góngora de los declamadores». La imitación es ante todo imitación de los
procesos, siendo la imitación del resultado necesariamente contraria al «genio propio»
(VIII, § 63).
Las secciones VII y VIII del Apologético constituyen una unidad
temática centrada en la imitación. La primera sección consta sólo de 3 párrafos (§
57-59), y retoma el ejemplo de la sección segunda, que también es preámbulo de
secciones mayores sobre el hipérbaton. Aquí, los tres párrafos de la sección VII
responden a la acusación de Faría de «que don Luis es el Mahoma de la poesía, que
predicando que venía a mejorarla en España, la inficionó con errores». Los
seguidores de Góngora están para el portugués «mal informados» y Espinosa Medrano le
responde rebatiéndolo punto por punto.
Primero, afirma que Góngora no sólo sigue a rajatabla todas las leyes poéticas, sino que las renueva y amplia. Es por tanto un ortodoxo, y a Mahoma, que define como licencioso, Espinosa Medrano opone a un Góngora legislador (VII, § 57). En cuanto a los seguidores de ambos, opone la ignorancia de los de Mahoma y la erudición y discreción de los de Góngora (§ 58). De esta manera, el cordobés queda exonerado de la responsabilidad que le atribuye Faría de guiar deliberadamente por mal camino a los poetas españoles: «Muchos acometieron a la imitación de Góngora, y viciando sus versos por alcanzar aquella alteza, ocasionaron a Faría a que dijese: “inficionaron peor que Góngora sus secuaces a España”» (VIII, § 60). Más aún, en la sección VIII, Espinosa Medrano defiende que Góngora es inimitable, o inalcanzable en la imitación:
Y esto ha sido lo mayor de don Luis, escribir versos que todos anhelen por imitarlos y nadie o pocos arriben a conseguirlos.
Esta dificultad de la imitación del autor sublime, no impide su difusión a un ámbito de las letras que interesa especialmente a El Lunarejo: «Ya su colocación se ve introducida aun a lo sagrado de los púlpitos» (VIII, § 61). Después de dar unos pocos ejemplos de seguidores de Góngora entre «los mayores oradores de España y América», Espinosa Medrano se centra en el ejemplo de Paravicino, sucesivamente mal imitador del cordobés en poesía y «Góngora de los declamadores». El error, en el que Paravicino no persevera, consiste en emular a Góngora en los géneros, los temas y las composiciones que son propias suyas, en lugar de intentar alcanzar sus logros por otros caminos, en este caso los de la oratoria sagrada, y volverse así inimitable. De este modo el imitador deja de ser la copia de un modelo para volverse un doble del cordobés, si sigue el estilo que le es propio (VIII, § 61):
Este es el maestro fray Hortensio Félix Paravicino, varón sin duda grande (y no lo fuera a proseguir la imitación de Góngora por las floridísimas veredas de aquel monte, que tan estudiosamente tuvo emprendidas): quiso imitar con los pinceles de todo su caudal aquella idea y no pudo arribar más que a la hazaña de haberle con los diseños dado algún aire. Desquitose empero en la oratoria, haciéndose en ella el Góngora de los declamadores [...].
Planteada así la posibilidad de emular sin imitar, Espinosa Medrano lo prueba en la práctica ofreciendo un ejemplo de hipotiposis de la muerte de Absalón, escrita por Paravicino (VIII, § 61). A continuación, el propio Lunarejo imita la hipotiposis y se da por vencido en la competición.
Espinosa Medrano compite con Paravicino en una hipotiposis, ejercicio de destreza
retórica consistente en describir o narrar con la mayor consistencia imaginaria e
intensidad patética la muerte de Absalón. Por modestia, Espinosa Medrano atribuye la
victoria a Paravicino, aunque en conjunto «las porciones de la hipotiposis quedan
competidas o superadas» (VIII, § 63) en su reescritura. Entre los recursos de la
evidencia, Paravicino parece elegir la metáfora en actoacumulatio («rindes en miserable suspendio el pelo
a los ramos, el corazón a tres lanzas, la esperanza a los aires, la vida al malogro,
la lástima al orbe y el escándalo a los siglos», VIII, § 62) en un texto aliterativo
que prueba su apego a la qualitas sonorum virgiliana
Solemnizose el bosquejo, examináronse faiciones, aplaudiose la copia y no faltó quien la hombrease en lo crespo de la frasi con el original, como quiera que aquello de «¡ay negro cabello de oro!» es una exclamación tan bella, que aunque las demás porciones de la hipotiposis quedaran competidas o superadas, ella bastaba sola a asegurar de vencimientos al ejemplar.
El verso octosílabo «¡ay negro cabello de oro!» no encuentra aparentemente
correspondencia en El Lunarejo, y es motivo de su derrota. Más allá de sus virtudes
eufónicas y semánticas
Por eso, mozuelas locas, antes que la edad avara el rubio cabello de oro convierta en luciente plata, quered cuando sois queridas, amad cuando sois amadas, mirad, bobas, que detrás se pinta la ocasión, calva. Que se nos va la pascua, mozas, que se nos va la pascua Góngora, «Que se nos va la pascua, mozas», OC26.53-60. .
El parecido entre el verso gongorino «el rubio cabello de oro» y la exclamación
«¡ay negro cabello de oro!», puede perfectamente ser fortuito, puesto que el
oxímoron negro/de oro y el calco de un epíteto común para describir aquello que
ocasiona desgracias, como es ‘negro’, son galas suficientes del
octosílabo de Paravicino. Sin embargo, al elegir precisamente este fragmento del
sermonario para ilustrar la habilidad del orador en la imitación prosística de
Góngora, Espinosa Medrano asume como efectiva la reminiscencia del verso gongorino,
que pudo reconocer en el octosílabo de su adversario
¡Ay belleza desdichada, infeliz hermosura, malograda juventud, que perdiste la ocasión de reinar con más venturas y cogiola por el cabello tu fortuna!
Al imitar lo que interpreta como una acomodación de verso antiguo en la hipotiposis
de Paravicino, Espinosa Medrano demuestra que prefiere imitar el proceso al
resultado. Esta imitación ha de huir de facilidades y mecanismos, evitando
marcadores de estilo como el «esse videatur» de Cicerón (VIII, §
64) o los dos hipérbatos «el ronco de los bárbaros estruendo» y «esta, si no mortal,
veloz saeta»: dos pastiches de estilo gongorino que podían haber entrado en una
hipotiposis de la muerte de Absalón.
Los ejemplos que Espinosa Medrano propone de mala imitación de Góngora son dos
ejemplos de transposición, mientras que la «venturosa emulación» de la muerte de
Absalón propone otros caminos, basados en la retórica de la evidencia y
singularmente en la acumulación: seguramente el estilo en el que El Lunarejo es
consciente de poder ser el Góngora peruano de los declamadores. El no imitar
transposiciones, que son figuras retóricas y pertenecen a la visión inmanente de la
historia del estilo en su progresión constante, lleva el concepto de imitación al
borde de la aporía, entroncando con otro concepto, el «genio propio» (VIII, § 63) o
el ingenio (VIII, § 64):
[...] teneos por notificado que lo sumo, lo grande, lo superior de los oradores o poetas nunca se puede imitar, como el ingenio, la invención, el vigor, la facilidad y todo lo que no enseña el arte.
Además de la glosa de Faría al hipérbaton de CamõesLusíadas, canto III, estancia 94, v. 751-752: «que em terreno / nao cabe o
altivo peito tam pequeno».Apologético,
hay un lugar del comentario del portugués que resulta extremadamente polémico para El
Lunarejo. Se trata del Juicio del poema, § 24, donde compara la
poesía de Camões con las Sagradas Escrituras. Espinosa Medrano responde con
vehemencia, empleando dos tipos de argumentos. Por una parte, descarta que Camões
pueda escribir como profeta, pues su inspiración es la del «don poético» (X, § 103),
inferior al «don profético» (II, § 5). Por otra, opone la poesía revelada, que
«embozando misterios descoge humildes las cláusulas y llano el estilo», a la poesía
profana, que, «toda adorno de dicciones, toda pompa de palabras, toda aliño de
elocuencias, yace vana, hueca, vacía y sin corazón de misterio alguno» (II, § 4).
El segundo argumento se opone diametralmente a Faría, que admira en los Lusiadas el «profundo entendimiento» y la interconexión de los lugares del
poema (X, § 103). Esta ponderación enfurece a Espinosa Medrano: el texto bíblico es el
único que para él puede caracterizarse por ser «perenne manantial de varios sentidos,
inteligencias y misterios» (X, § 103). Considerada desde este punto de vista, la
lectura de Camões por Faría es irreverente en exceso, casi blasfema.
La contraposición de la poesía revelada y la poesía profana se superpone a una oposición entre dos modos de lectura. Como comentamos detalladamente en otro lugar:
[...] la búsqueda de un juicio o alma poética que abarque un poema entero, como el que encuentra Faría con su exégesis alegórica en Camões, no tiene validez alguna para Espinosa Medrano. Para éste, la poesía es ante todo estilo y no sentido. O quizá sea más justo decir que la poesía es estilo y materia, unidos por una relación mimética microtextual, reducida al verso. El sentido general y macrotextual, aquel que busca Faría, lo acota Espinosa Medrano, mediante el misterio, en el ámbito de la poesía reveladaRuiz Soto 2016. .
Lo que le da cohesión formal al poema, a escala macrotextual, no es el sentido
alegórico, según Espinosa Medrano. Como ya hemos dicho en el apartado relativo a la
metáfora, esta cohesión formal deriva de un análisis microtextual a partir de un
razonamiento inductivo posibilitado por la unidad del furor del autor. Este término,
que permite valorar la metáfora «y en ruecas de oro rayos del sol hilan» como «frasi
benemérita del furor verdaderamente poético», es sinónimo de «don poético» (por
oposición al «furor» verdaderamente furioso de la sección IV, § 15), y se superpone,
como inspiración divina (aunque no profética: X, § 103), al genio o ingenio propio del
autor, de su lengua y de su tradición poética: en el caso de Góngora, el genio poético
cordobés, «Facunda loquitur Corduba» (V, § 42).
Uno de los aspectos que más ha interesado a la crítica es la reivindicación criolla
de Espinosa Medrano en el ApologéticoAl
lector:
Pero, “¿qué puede haber bueno en las Indias?”. ¿Qué puede haber que contente a los europeos, que de esta suerte dudan? Sátiros nos juzgan, tritones nos presumen, que, brutos de alma, en vano se alientan a desmentirnos máscaras de humanidad. Perdono lo que me cabe, no me atrevo al desengaño.
El Lunarejo denuncia que los europeos consideran a los criollos como sátiros o
tritones carentes de alma
Quid etiam? Nouum orbem ibo? Sane ibi barbaries. Iusti Lipsi Lovanium siue opidi et academiae eius descriptio(Antverpiae, ex officina Plantiniana, apud Ioannem Moretum, 1605, reeditado en 1610), lib. III, cap. 6 («Vetus academiarum specimen in Oriente, itemque Aethiopia, Africa, Nouo orbe»). Véase Lipsio 1605 (104) y 1610 (106).
‘Pues ¿qué?, ¿iré al Nuevo mundo? Allí no hay sino barbarie’.
Este dictamen despectivo de Justo Lipsio en su examen de las universidades del mundo,
mereció una vehemente respuesta por parte de Diego de León Pinelo en su Hypomnema apologeticumHypomnema apologeticum
pro Regali Academia Limensi in Lipsianam periodum, Limae: ex officina Iuliani
de los Santos et Saldaña, 1648. Véase Rose 1998.
El Lunarejo entiende que los europeos consideran a los habitantes del Nuevo Mundo
como sátiros que tratan de aparentar humanidad. En este virulento ataque alude a la
polémica sobre la racionalidad de los monstruos, basada en la definición agustiniana,
de raigambre aristotélica, del hombre como animal racional mortal (De
civitate Dei, lib. XVI, cap. VIII). Importaba conocer la naturaleza de los
animales y monstruos para establecer los límites del género humano. Los sátiros y
tritones, seres híbridos y mitológicos, dejaron su impronta en tal debate: interesaba,
primero, discutir su existencia, y sobre todo indagar si tenían alma racional o
carecían de ella como animales y monstruos (i.e.: «brutos de alma»).
Imperaba la segunda opinión. Sobre los sátiros la controversia iba más allá y se
pretendía averiguar si eran avatares del demonio o de algún ente celestial, aunque la
opinión dominante era la demonológica
Superponiéndose con ese trasfondo infernal, también se daba en algunos autores una
visión naturalista en la que se identificaba al sátiro con el indígena americanoLes Images ou tableaux de platte
peinture, de 1578Historia general de las indias (1552), donde se
habla de los patagones, que «no semejan hombres»
Parece sin embargo poco probable que Espinosa Medrano se levante con tanta virulencia
contra dos lugares tan alusivos de López de Gómara y es igualmente improbable su
conocimiento del francés y su lectura de primera mano del Filóstrato de Vigenere:
contra los rumores mentirosos documentados por López de Gómara sí pudo tomar la pluma,
pero no sabemos nada de sus divulgadores. Y es que la animalización del indio
americano estaba en el aire, como puede apreciarse en la obra de José de Acosta. Del
jesuita, Espinosa Medrano poseía en su biblioteca un «de nuevo mundo»De natura noui orbis, tratado
compuesto en 1582, publicado junto con el De procuranda indorum
salute (1588) y traducido posteriormente en los dos primeros libros de la Historia natural y moral de las Indias. En el De natura
noui orbis, Acosta defiende la pertenencia al género humano de los habitantes
de las Indias, negando que colonizaran el continente como monstruos marinos, «Syrenas
et Nicolaos»De procuranda indorum salute, si
bien Acosta describe como animales a parte de los pueblos bárbaros sobre los que
escribeTeatro crítico universal (Madrid: Imprenta
de Francisco del Hierro, 1734), las diferencias entre el sátiro y «algunas cerriles
naciones de América»
Sobre los tritones, el mismo José de Acosta en su Historia natural y
moral de las Indias escribe que los pescadores del Callao de Lima «parecían los
tritones, o Neptunos que pintan sobre el agua»Historia natural y moral de las Indias, lib. III, cap. XV (Acosta
1954).Apologético, como por ejemplo en la alta mar peruana del America, quarta pars orbis de Claes Jansz Visscher, de 1669America, quarta pars orbis primo detecta est anno
1492 en: e-port | Cartografía Atlántica, siglos XIV-XVIII,
V.V.A.A., 2015.Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Fernández de
Oviedo, a la presencia de tritones en las Indias, en la isla de Cubagua, pero también
en otras latitudes, empezando por el «océano de Cádiz», alusión al célebre Pece
Nicolao que recorría las bahías y los puertos de Andalucía
La relación del tritón con el Perú parece meramente accidental, sobre todo
contrapuesta con la alusión al sátiro. Prueba de ello es que en el Diseño
historial de los gozos ostentativos con que la regia ciudad de Lima celebró el
deseado nacimiento del príncipe N. S. D. Felipe Andrés Próspero, relación de
fiesta de Agustín de Salas y Valdés (Lima: Juan de Quevedo y Zárate, 1660), los
tritones aparecen en la descripción de las «Fiestas de los pintores» tirando del carro
del Agua, en la procesión de los cuatro elementos, y son atributos de lo marino sin
relación específica con el mundo americano («y tiraban este carro dos sirenas o
tritones»
[...] vestíanse [las faldas del carro] de muchas tarjas adornadas de varias figuras: sátiros, marioletas, grutescos con pendientes y paños de varias frutas, y todo género de follaje, que alcanzó el arte para lleno de sus blancos y adorno de las armas de esta ciudad y otros lugares de este reino, porque llevaba de letras grandes esta inscripción: El Perú. […] los faldones se llenaban con unas cabezas grandes de sátiros de color de bronce. Colgaban de sus bocas paños de frutas y hojas, y amagaban imitar la vigilante guarda de los pomos de HesperiaSalas y Valdés 1660 (f. 56r-v). Sobre los pomos de Hesperia como elemento de identificación del carro del Perú, véase el .Apologético, sección X, § 92.
Es destacable sin embargo que Espinosa Medrano mencione sucesivamente al sátiro y al
tritón, puesto que este es para Góngora el «sátiro de las aguas» de la segunda Soledad, identificado como tritón por los comentaristas Pellicer y
Serrano de Paz
Espinosa Medrano alude a un debate aparentemente cerrado, asimilando los sátiros y
los tritones a monstruos con alma de bestia, «brutos de alma», y por tanto ajenos a la
humanidad. Esta asimilación le sirve para situarse en otra polémica de mayor calado,
que corresponde a grandes rasgos a la controversia entre Juan Ginés de Sepúlveda y
Bartolomé de las Casas sobre la naturaleza del indio americano
A menudo se ha querido relacionar este lugar del Apologético con la
anécdota según la cual Espinosa Medrano designó como madre suya a una india que había
acudido a oír uno de sus sermones. El origen indio de Espinosa Medrano es sin embargo
una incógnita a efectos documentales. Es de notar que, si bien alude a las IndiasHypomnema
Apologeticum de León Pinelo (Rose 1998: 251 y León Pinelo 1648: f.
aa4v).Apologético la dignidad del indio
A partir de esta identidad criolla, se ha planteado a menudo la obra entera de Espinosa Medrano como un intento de amoldarse a un canon foráneo, europeo o español, en todo caso imperialista. Este posicionamiento historiográfico se basa en el modelo centro-periferia: Espinosa Medrano, indio o criollo, trata de asimilar un modelo desde la periferia para obtener en el Perú el reconocimiento que no obtiene del centro, en una pugna por superarlo desde sus márgenes. La escritura criolla se convierte así en una competición que se inicia en la inferioridad respecto al modelo y concluye exitosamente en un sobrepujamiento del patrón inicial, convirtiendo en este caso al Perú o a América en un nuevo centro hasta cierto punto emancipado de su modelo imperial: anacrónicamente, se ha querido en ocasiones iniciar con Espinosa Medrano la historia de la crítica literaria peruana o latinoamericana. Sin embargo, esta tendencia de la crítica no se detiene en estudiar los motivos por los que un criollo cuzqueño toma la pluma para defender a un poeta cordobés denigrado por un polígrafo portugués: parece necesario, dejando de lado el modelo centro-periferia, atender a la dinámica de la mundialización ibérica en función de otro paradigma. Y es que la reivindicación de una identidad periférica o de una nueva centralidad de Espinosa Medrano por parte de la crítica peca a nuestros ojos de parcialidad, pues presenta como excesivamente conflictiva una dinámica constante de negociación entre lo local peruano y lo global mundializado-ibérico, que han de estudiarse necesariamente como fenómenos conectados.
En este sentido surgen vías para la investigación de aspectos todavía inexplorados de
historia literaria, incorporando en este campo los aportes metodológicos de la
historia conectadaconnected histories por Sanjay Subrahmanyam
En lo que se refiere en particular a la historia cultural, esta metodología ha sido
especialmente fecunda en el estudio de la primera modernidad. En La
pensée métisse (1999), Serge Gruzinski demostró que el manierismo, el estilo
anticuario y los grotescos conectaban las creencias cristianas con las indígenas en la
pintura mestiza del virreinato mexicano de la segunda mitad del siglo XVIVermeer’s Hat (2008), ofreció un apasionante estudio de las conexiones
existentes entre la cultura material de Delft y de Shangaï en el siglo XVII,
demostrando entre otras cosas que la porcelana traída de Shangaï a los Países Bajos
era un ersatz de las genuinas porcelanas chinas, ersatz que sin embargo acabó teniendo éxito en su propio lugar de producción,
debido al mismo gusto por lo exótico que levantaba pasiones en DelftTextes sans frontières (2013), retomadas
en el capítulo cuarto de La main de l’auteur et l’esprit de
l’imprimeur (2015), ha estudiado la circulación de la Brevísima
relación de la destruyción de las Indias de Bartolomé de las Casas, traducida,
reinterpretada y recontextualizada en distintas ocasiones entre 1578 y 1820 como uno
de los textos fundamentales de la leyenda negra españolaApologético. Su defensa por Espinosa Medrano lo
convierte en el mayor representante del estilo con el que El Lunarejo se reivindica
como orador sagrado y en particular como el mejor de los oradores sagrados criollos,
por ser el primero en defender desde la colonia el gongorismo tras la muerte del poeta
y de su primer emulador desde el púlpito, Hortensio Félix Paravicino. Así pues, el
gongorismo no representa un canon foráneo con el que competir sino un instrumento del
que valerse para prosperar en la república de las letras virreinal. De esta manera, el
Apologético convierte la polémica gongorina en un espacio de
autorización letrada a escala imperial, llevado a un nivel —casi— mundializado que
dota la obra del poeta de significados que en su origen andaluz y peninsular le eran
ajenos: a diferencia de Paravicino, Espinosa Medrano necesita defender a Góngora para
convertirse en «Góngora de los declamadores». Esta es quizás la mayor originalidad del
Apologético: ser un testimonio criollo de la polémica gongorina,
transformando su extensión de la escala peninsular a la escala imperial y produciendo
por tanto una redefinición de su historia material y de su significadoProcessus
d’américanisation (Bénat-Tachot, Gruzinski, Jeanne 2012 y 2013).
El propio criollismo de Espinosa Medrano puede ser revisado en base a los postulados
metodológicos de la historia conectada, si se considera su superposición con el
anti-lusitanismo del Apologético. La separación de las dos coronas
ibéricas en 1640 provoca una confrontación entre nacionalismos literarios en la que la
imitación y la impugnación de Góngora pudieron servir de banderas de las dos facciones
enfrentadasOs
Lusiadas pudo ser entendido como un ejemplo palmario de anti-castellanismoLusiadas por Faría puede ser interpretada como una reivindicación de
Portugal frente a Castilla (Fouto y Weiss 2016). Más allá del comentario de Faría,
el poema de Camões fue objeto de pugnas políticas que estudia Miguel Martínez
(2010).Apologético, f.
d1v).
Si como esta pluma hubiera espadas en valentía, como rendís a Faría presto Portugal se diera Espinelas de don Diego de Loaysa y Zárate, v. 1-4 ( .Apologético, f. c1r).
En su anhelo de paridad intelectual con Europa y en particular con España, El
Lunarejo no se atrinchera en una periferia peruana ajena a la dinámica global del
imperio español, sino que toma posición en un campo literario hispano-luso en el que
el mundo colonial es actor y parte esencial, lo que la crítica ignora demasiado a
menudoApologético para mayor gloria
de las letras peruanas.
Poner el foco en la dinámica global nos parece indispensable para entender el
posicionamiento de Espinosa Medrano en el Apologético, pero no menos
necesaria es la variación de escalas en el análisis. Cuando El Lunarejo rebate a Justo
Lipsio o a «los europeos», capta parte del prestigio de un León Pinelo en la república
de las letras peruana; cuando compite con Paravicino, aspira a ser Góngora de los
declamadores en el virreinato: entre lo global y lo local, el estudio del gongorismo
en América ha de situarse en ambos terrenos
El Apologético de Espinosa Medrano es la primera obra impresa de un
autor joven, de treinta años de edad, curtido en el teatro de colegio, tanto en
castellano como en quechua, y renombrado por su erudición y sus sermones. Cuando El
Lunarejo decide entrar en la polémica gongorina, dispone de contactos influyentes en la
ciudad de Cuzco, que le favorecen en este intento de aunar su compromiso en la
controversia literaria gongorina con su búsqueda de proyección, una constante desde la
publicación de su primera obra en la capital del virreinato, hasta la publicación
póstuma de la última, en 1688, en Roma. Los preliminares del Apologético lo conectan con otros seis autores peruanos, con un discurso que
denuncia el tratado como un testimonio extemporáneo de la polémica gongorina: Faría es
el único adversario citado, además del fallecido Pedro de Oña, su derrota es segura ante
la lucida pluma de El Lunarejo y el anti-gongorismo se superpone con el lusitanismo,
convirtiendo el tratado en una verdadera máquina de reivindicación criolla dirigida al
valido Luis Méndez de Haro. Por ironías del imperio y sus enormes distancias, el patrón
elegido había muerto antes de que se publicara el libro. Espinosa Medrano no tendrá más
ocasiones de polemizar ni de publicitar su defensa de Góngora: El Apologético no obtiene respuesta conocida y llega a Europa por caminos ajenos a
la cuestión de la nueva poesía, de manera póstuma, en edición pirata y deturpada por
múltiples erratas. Desde su gestación, muertos Góngora y Faría, hasta su difusión, con
el fracaso de una ambiciosa estrategia dedicatoria, el tratado sufre la mala fortuna de
llegar tarde a la palestra.
Espinosa Medrano no deja sin embargo de dar con este texto un documento fundamental.
Aunque toma por enemigo un autor muerto y en cierto modo desacreditado por un contexto
antilusitano, la visión retrospectiva no debe impedirnos reconocer que a El Lunarejo lo
mueve un genuino gongorismo. Es indudable su conocimiento detallado de algunos de los
testimonios impresos más importantes de la polémica y también que no considera la
controversia cerrada, ni por tanto como motivo oportunista de hacer sangre de un autor
indefenso: «Si alguien quisiere proseguir la batalla, la pluma me queda sana y volveré
sin temor al combate»Al
lector.Apologético lleva de hecho la controversia
de las Soledades hasta una dimensión global y permite documentar la
amplitud de la república de las letras imperial y comprobar una vez más el papel activo
de la colonia en ese campo literario multilingüe. Libros de Madrid, París, Roma o
Amberes, ideas de Virgilio, Santo Tomás, Pellicer o Pedro de Oña, tratados en latín,
castellano o portugués alimentan un brillante escrito, que no por llegar tarde a Europa
deja de ser un verdadero acierto en su concepción. El gongorismo que sobrevive a
Góngora, máxime en AméricaPolifemo. Por una casualidad digna de mencionarse, en México y en Perú estos
testimonios son poemas religiosos que se remontan a la década de 1630».Apologético, sección VIII, § 61.Apologético el rigor escolástico,
la cultura humanista y el ingenio de la controversia, convirtiendo su tratado en una
vitrina de su capacidad: un rasgo de sus centellas
Así vuestra Apologíaos ladea con Apolo, que como él pudiste solo resolver nieblas del día: con tan discreta armonía sutil vuestro ingenio hiló en ruecas de oro, que yo (viéndoos penetrar su esfera) con Pitágoras sintiera que su espíritu os dejó Cuarta espinela de don Diego de Loaysa y Zárate. .
Nuevo Góngora, pero también nuevo Tertuliano y Apuleyo, nuevo San Jerónimo contra un
Domnio portugués, Espinosa Medrano se muestra en el Apologético como
un autor erudito, lector del griego, el latín, el italiano, el portugués y el
castellano, detractor de Galileo y Lipsio, heredero de León Pinelo, un verdadero
humanista en suma, al tanto de las ideas y los textos más en boga en Lima, Madrid o
Roma, que aprovecha la controversia para las más densas disquisiciones lógicas y las más
certeras pullas. En esta vitrina de erudición, ingenio y elegancia, muestra al fin sus
calidades literarias más admiradas, situándose en la república de las letras como
heredero de un canon de autores compuesto por Garcilaso, Lope de Vega, Paravicino y
Góngora.
De la edición príncipe del Apologético se conservan ocho ejemplares
conocidos, seis de los cuales en Estados-Unidos, otro en Perú y el último en el Reino
Unido
He cotejado por tanto dos testimonios para el establecimiento del texto: uno de la
primera edición del Apologético (Nueva York, NYPL) y otro de la segunda edición (Madrid,
BNE). Se ha elegido A como texto base.
A: NYPL, KE 1662
B: BNE, R/1602
El testimonio B presenta numerosos errores que afectan tanto al texto
como a las remisiones marginales. Las correcciones que aporta a A son
mucho menos abundantes que las erratas que añade: estas enmiendas de B
son principalmente las que se enumeran en la fe de erratas del propio A. Incluso en ese caso, B no las corrige sistemáticamente,
como prueba el caso siguiente:
amebeo
em.: ama beoAB[Enmienda consignada en la fe de erratas. El testimonio A trae una corrección manuscrita: amebeo.
O el siguiente:
Georgica
em.: GeorgiaAB[Enmienda recogida en la fe de erratas. En el testimonioAencontramos la corrección manuscrita: Georgica.
Entre las demás enmiendas añadidas en B hay casos de lectio facilior, como cuando se cambia el título de Fulgencio Maldonado en la
firma y el título de su censura, pese a que como miembro de la orden militar de San Juan
merece el que trae A:
frey
A: frayB
O también en el caso siguiente, en el f. b2r:
rudeza
A: durezaB
En el prólogo Al lector hay sin embargo dos variantes de gran interés
en las que B omite lugares de A:
y sino traen las alas del interes; pereçosamente nos visitan las cosas de España;
A:om. BPero que puede auer bueno en las Indias? Que puede auer que contente a los Europeos, que desta suerte dudan? Satyros nos juzgan, Tritones nos presumen, que brutos de alma; en vano se alientan a desmentirnos mascaras de humanidad. Perdono lo que me cabe
A:om. B
Los fragmentos omitidos en B son aquellos en los que Espinosa Medrano
condena con mayor virulencia la desconsideración de los europeos o españoles hacia los
criollos. Tales omisiones, que suavizan, censurándola, la vehemencia de El Lunarejo,
concuerdan con la hipótesis de que la segunda edición se hizo sin supervisión del autor,
post-mortemLa imprenta en Lima (véase Medina, 2013: II, 203).A podían haber sido mal recibidos.
Los datos textuales se corresponden por tanto con aquellos que nos aporta la
documentación externa. Todo ello permite dibujar el stemma
siguiente:
Ω
|
A
|
B
Los criterios de modernización que he seguido son los establecidos para el conjunto del
proyecto Góngora. Las enmiendas se limitan a casos imprescindibles y
se ha intentado respetar siempre la lección originaria. Como ya se ha dicho arriba, el
lector podrá visualizar, en línea con el texto de la edición crítica, una reproducción
fotográfica de A.
N.B.
Debo mi mayor gratitud a Mercedes Blanco por su ayuda en la traducción del latín, por sus inestimables revisiones y consejos, y por su siempre amistosa consideración por este trabajo. Idéntica gratitud merece Jaime Galbarro García, que tanto me ha ayudado compartiendo conmigo en todo momento su gran sabiduría y no menor entusiasmo. Conste también mi agradecimiento a Pedro Conde Parrado por su detallada y paciente revisión de esta edición, así como a todos aquellos que la han mejorado con sus consejos, noticias y rectificaciones, especialmente Florence d’Artois, Roland Béhar, Loann Berens, Luis Castellví Laukamp, Arthur Duhé, Muriel Elvira, Johanna Gautier, François-Xavier Guerry, Guillaume Lancereau, Sara Pezzini, Aude Plagnard y David Ruiz.
Retomando el séptimo verso de la Fábula de Polifemo a lo burlesco de
Alonso de Castillo Solórzano, esta edición «dedico a vuestro cónclave discreto»Obras de Góngora y referentes a su
obra, f. 8r.
Agustín, Santo, obispo de Hipona:
Alciato, Andrea:
Aldrete, Bernardo:
Alessandro Alessandri:
Apuleyo:
Aquino, Tomás de:
Aristófanes:
Aristóteles:
Barbosa, Augustino:
Battista Mantovano, Giovanni:
Boccalini, Traiano:
Caballero de Cabrera, Juan:
Camerarius, Joachim (1534-1598):
Cartari, Vicenzo:
Cats, Jacob:
Catulo:
Cervantes, Miguel de:
Cicerón:
Claudiano:
Clenardus, Nicolaus:
Collatius, Petrus Apollonius:
Conti, Natale:
Crisóstomo, Juan:
Del Río, Martín:
Erasmo de Rotterdam:
Faría y Sousa, Manuel de:
Folengo, Teófilo:
Góngora, Luis de:
Gracián, Baltasar:
Gregorio Magno:
Gregorio Nacianceno:
Heisterbach, Cesáreo de:
Herrera, Fernando de:
Homero:
Horacio:
Illescas, Gonzalo de:
Isidoro de Sevilla:
Jerónimo de Estridón, Santo:
Juvenal:
Juvenco:
Lactancio, Lucio Cecilio Firmiano:
López Pinciano, Alonso:
Lucrecio:
Marcial:
Mendoza, Alfonso de:
Molina, Luis de:
Nebrija, Antonio de:
Nicephorus, Callistus:
Nomexy, Nicolas de:
Ovidio:
Paravicino, Hortensio Félix:
Pellicer de Ossau y Tovar, José:
Pérez de Oliva, Fernán:
Petronio:
Pineda, Juan de:
Polo de Medina, Jacinto:
Pontanus, Jacobus:
Propercio:
Rouillé, Guillaume:
Ruperto de Deutz:
Sabinus, Georg:
Saint-Cher, Hugues de:
Salazar Mardones, Cristóbal:
Salcedo Coronel, García de:
Scaliger, Joseph Juste:
Schoonhoven, Florens:
Tácito:
Teócrito:
Teodoreto de Ciro:
Tibulo:
Torreblanca Villalpando, Francisco:
Turnebe, Adrien:
Tzetzes, Ioannes:
Valeriano, Pierio:
Vatable, François:
Vega Carpio, Lope de:
Virgilio:
Vulgata:
Acosta, José de:
Agostini, Giuseppe:
Agustín, Santo, obispo de Hipona:
Alessandro Alessandri:
Aristóteles:
Basilio, Santo:
Brígida de Suecia, Santa:
Boccalini, Traiano:
Boil, Francisco:
Bravo de Paredes y Quiñones, Alonso:
Cabreros Avendaño, Antonio:
Cats, Jacob:
Catulo:
Caussin, Nicolás:
Cervantes, Miguel de:
Cicerón:
Claudiano:
Collatius, Petrus Apollonius:
Crinito, Pietro:
Crisóstomo, Juan:
Dionisio de Halicarnaso:
Domínguez Camargo, Hernando:
Faría y Sousa, Manuel:
Feijoo, Benito Jerónimo:
Ferrari, Giovanni Battista:
Gómez Manrique:
Granada, Luis de:
Gregorio Magno:
Gregorio Nacianceno:
Gruter, Jano:
Herrera, Fernando de:
Hidalgo, Juan:
Jáuregui, Juan de:
Jerónimo de Estridón, Santo:
Junio, Adriano:
Lactancio, Lucio Cecilio Firmiano:
León, Luis de:
León Pinelo, Diego de:
Lipsio, Justo:
Lucrecio:
Marcial, Marco Valerio:
Nebrija, Antonio de:
Nicephorus, Callistus:
Nomexy, Nicolas de:
Núñez de Guzmán, Hernán:
Oña, Pedro de:
Orozco y Covarrubias, Juan de:
Ovidio:
Palafox y Mendoza, Juan de:
Paravicino, Hortensio Félix:
Pellicer de Ossau y Tovar, José:
Pereira, Benedicto:
Pérez de Montalbán, Juan:
Pérez de Oliva, Fernán:
Petronio:
Plutarco:
Poliziano, Angelo:
Polman, Jean:
Quevedo, Francisco de:
Sabinus, Georg:
Saint-Cher, Hugues de:
Salas y Valdés, Agustín de:
Salazar y Castro, Luis de:
Salcedo Coronel, García de:
Salmerón, Alfonso:
Tácito:
Teócrito:
Teodoreto de Ciro:
Tiraqueau, André:
Valderrama, Pedro de:
Valeriano, Pierio:
Vatable, François:
Villalobos, Esteban de:
Virgilio:
Acosta, José de:
Agustín, Santo, obispo de Hipona:
Aliberti Gaudioso, Filippa Maria y Gaudioso, Eraldo:
Alciato, Andrea:
Alonso, Dámaso:
Alonso Hernández, José Luis:
Alzieu, Pierre, Jammes,
Roberto, y Lissorgues, Yvan:
Angevin, Raphaël:
Apuleyo:
Aquino, Tomás de:
Arasse, Daniel:
Arasse, Daniel y Tönnesmann,
Andreas:
Arellano, Ignacio:
Aristóteles:
Asturias, Miguel Ángel:
Azaustre Galiana, Antonio:
Battista Mantovano, Giovanni:
Béhar, Roland:
Bénat-Tachot, Louise, Gruzinski, Serge, Jeanne, Boris:
Bérchez Castaño, Esteban:
Bermúdez, José Manuel:
Bienvenu, Gilles:
Blanco, Mercedes:
Boggione, Valter, Casalegno,
Giovanni:
Bonilla Cerezo, Rafael:
Bouzy, Christian:
Brook, Timothy:
Budé, Guillaume:
Cacho Casal, Rodrigo:
Caro, Rodrigo:
Cascales, Francisco:
Castellví Laukamp, Luis:
Cayetano, Tomás de Vio:
Cayuela, Anne:
Cervantes, Miguel de:
Chamorro, María Inés:
Chartier, Roger:
Checa Cremades, Fernando:
Cicerón:
Claudiano, Claudio:
Clavelin, Maurice:
Conrad, Sebastian:
Corominas, Joan:
Cisneros, Luis Jaime:
Cisneros, Luis Jaime,
Guibovich, Pedro:
Conde Parrado, Pedro y García
Rodríguez, Javier:
Corte-Real, Jerónimo:
Crisóstomo, Juan:
Cugusi, Paolo:
Curcio Rufo, Quinto:
Damisch, Hubert:
Daza Somoano, Juan Manuel:
Deremetz, Alain:
Détienne, Marcel, Vernant,
Jean-Pierre:
Dionisio de Halicarnaso:
Domínguez Camargo, Hernando:
Dou y de Bassols, Ramón Lázaro:
Dundas, Judith:
Eguiluz, Antonio:
Ennio:
Erasmo de Rotterdam:
Escandell Bonet, Bartolomé:
Espinosa Medrano, Juan de:
Esquivel y Navia, Diego de:
Esteban Martín, Luis Mariano:
Festa, Egidio:
Fouto, Catarina, Weiss,
Julian:
Fredouille, Jean-Claude:
Fumaroli, Marc:
Galbarro García, Jaime:
Galilei, Galileo y Scheiner,
Christoph:
Garcea, Alessandro:
Garcilaso de la Vega:
Gates, Eunice Joiner:
Góngora, Luis de:
González Echevarría, Roberto:
Gracián, Baltasar:
Gregorio Nacianceno:
Greene, Thomas M.:
Gregorio Magno:
Grimal, Pierre:
Gruzinski, Serge:
Guibovich, Pedro:
Guibovich, Pedro y Domínguez
Faura, Nicanor:
Hamou, Philippe:
Heisterbach, Cesáreo de:
Heráclito (s. I):
Herrera Montero, Rafael:
Hesíodo:
Homero:
Hopkins Rodríguez, Eduardo:
Horacio:
Isidoro de Sevilla:
Itier, César:
Jammes, Robert:
Jauralde Pou, Pablo:
Jáuregui, Juan de:
Jeanne, Boris:
Juvenal:
Juvenco:
La Charité, Claude:
Labarre, Albert:
Labertit, André:
Lactancio:
Laercio, Diógenes:
Lalande:
Lara, Jaime:
Laurens, Pierre:
Lavallé, Bernard:
Lavocat, Françoise:
Licofrón:
Lohmann Villena, Guillermo:
López de Gómara, Francisco:
López Estrada, Francisco:
López Pinciano, Alonso:
López Poza, Sagrario:
Lucano:
Luciano:
Lucrecio:
Ly, Nadine:
Macrobio:
Mancera Rueda, Ana y Galbarro
García, Jaime:
Marcial, Marco Valerio:
Martinengo, Alessandro:
Martínez, Francisco José:
Martínez, Miguel:
Medina, José Toribio:
Menéndez y Pelayo, Marcelino:
Migne, Jacques-Paul:
Moliner, María:
Morel, Philippe:
Moore, Charles B.:
Mujica Pinilla, Ramón:
Oña, Pedro de:
Pausanias:
Peñasco González, Sandra María:
Persio:
Plagnard, Aude:
Plagnard, Aude y Galbarro
García, Jaime:
Plauto:
Plinio, el Viejo:
Plinio Cecilio Segundo:
Plutarco:
Polo de Medina, Jacinto:
Ponce Cárdenas, Jesús:
Pouderon, Bernard:
Ovidio:
Pacuvio:
Panofsky, Erwin:
Pantin, Isabelle:
Paravicino, Hortensio Félix:
Petronio:
Plutarco:
Pouncey, Lorene:
Propercio:
Prudencio:
Quintiliano:
Rabelais, François:
Ramírez Alvarado, María del Mar:
Rico, Francisco:
Ricoeur, Paul:
Robbins, Jeremy:
Rodríguez Garrido, José A.:
Rose, Sonia:
Roses, Joaquín:
Ruiz Soto, Héctor:
Saavedra Fajardo, Diego de:
Ruperto de Deutz:
Sabena, Julia:
Sabena, Julia, y Stein, Tadeo
P.:
Sánchez Robayna, Andrés:
Schwartz, Lía:
Sedulio:
Séneca, Anneo L., el Viejo:
Servio:
Soriano Vallès, Alejandro:
Stok, Fabio, y Brugnoli,
Giorgio:
Subrahmanyam, Sanjay:
Tácito, Cayo Cornelio:
Téllez, Jorge:
Tertuliano:
Terukina, Jorge L.:
Tibulo:
Trambaioli, Marcela:
Trazegnies, Ferdinand de:
Valerio Máximo:
Valladares Ramírez, Rafael:
Varrón:
Vázquez Siruela, Martín:
Vega Carpio, Lope de:
Vega Ramos, María José:
Vescovo, Pier Mario:
Vigenere, Blaise de:
Virgilio:
Vitulli, Juan:
Vitulli, Juan y Solodkow,
David:
Vulgata:
V.V.A.A.:
Warburg, Aby:
Wilmart, André:
Zapata Fernández de la Hoz, Teresa:
Extremos etiam Phoebus deflectit ad Indos.
Con licencia. En Lima. En la imprenta de Juan de Quevedo y Zárate, Año de 1662.
Muscae cum in oleo moriuntur ac putrescunt ipsius suauitatem
corrumpunt; liuor autem ea, quae recta sunt, inficere quidem volet ille, sed non
poterit; omnium enim rerum fortissima est veritasOrationes, XXIII
[XIII] (Tertia de pace), 4: ‘Las moscas que mueren y se pudren en el
aceite corrompen esa materia tan suave. Así la envidia quiere infectar lo bueno pero
no puede. La verdad siempre prevalece sobre todas las cosas’. Podemos descartar que
Espinosa Medrano manejara los Opera Omnia editados por Jacques de
Billy (París: 1569), que consta de varias reediciones a finales del siglo XVI y
principios del XVII. La oración XXIII aparece catalogada en esa edición como oración
segunda De Pace. En la príncipe (Parisiis: apud Claudium Fremy, via
Iacobeae ad insigne Sancti Martini, 1569), la versión latina no concuerda con la de
Espinosa Medrano («Muscae, inquit ille, oleo immorientes atque
imputrescentes...» en Nacianceno 1569: 89) y la oración segunda De
pace es la undécima pieza del volumen. Lo mismo ocurre con la edición de 1570
(Coloniae Agrippinae, apud Ionnem Birckmannum), Nacianceno 1570 (81, y f. ♪4v). Como
pieza decimotercera aparece sin embargo en la reedición de 1583, tanto en las prensas
de Sébastien Nivelle (Parisiis: apud Sebastianum Nivellium, sub ciconiis, via
Iacobeae: Nacianceno 1583a), como en las de Nicolas Chesneau (Parisiis: apud Nicolaum
Chesneau, via Iacobeae, sub quercu viridi: Nacianceno 1583b); así es como la cita
Espinosa Medrano: «orat. 13». La traducción latina de esta última edición es la
siguiente: «Muscae, inquit ille, cum in oleo moriuntur ac putrescunt,
ipsius suauitatem corrumpunt: liuor autem ea, quae recta sunt, inficere, volet ille
quidem, sed non poterit. Omnium etenim rerum fortissima est veritas, ut cum Esdra
censeo» (Nacianceno 1583a: 429; 1583b: 429). Es probable sin embargo que Espinosa Medrano tomara la cita de alguna
poliantea, como por ejemplo la de Jano Gruter, Florilegii magni seu
Polyantheae (Argentorati: sumptibus Haeredum Lazari Zetzneri, 1624), que abre
su sección dedicada a la envidia, Invidiae, con la cita de Nazianzenus, referida
escuetamente como Orat. 13 (Gruter 1624, 920). La cita pertenece al capítulo cuarto
del discurso XXIII de Gregorio Nacianceno. Antes de entrar a debatir la naturaleza
trinitaria de la divinidad, verdadero tema de su discurso, el teólogo lanza una
invectiva contra los críticos que entablan falsas disputas para confundir a los
ortodoxos con argumentos nimios (cap. 2 y 3): no habría desacuerdos de no ser por la
fe excesiva de ciertos fieles en la palabra de sus pastores (cap. 4; véase Gregorio
Nacianceno 1980: 260 y siguientes). Al hilo de esta última idea llega la cita que
Espinosa Medrano recupera para su epígrafe: para un conocedor del Nacianceno, este
epígrafe en el umbral del Apologético señala a Faría como un crítico
heterodoxo que, muerto de envidia y enemigo de lo bueno, arremete con argumentos
vacuos contra don Luis de Góngora. Por lo demás, El Lunarejo da muestras de conocer el
uso que de la envidia hacen en la historia de la polémica figuras tan importantes como
Lope de Vega o Pellicer, poniéndola en epígrafe del Laurel de Apolo
y de las Lecciones solemnes respectivamente. Véase Galbarro García,
«Lectores y lecturas de las Lecciones solemnes… de José Pellicer de
Ossau y Tovar», e-Spania, en prensa.
D. Nazianz. orat. 13.
Excelentísimo señor,
Por comisión de vuestra excelencia
Fray Gonzalo Tenorio
Concédesele la licencia que pide para que pueda imprimir el
Herrera
Por comisión del señor doctor don Pedro de Villagómez
A viris theologicis —dice el santo— expendendos ipsos literarum apices, ipsas literas et syllabas»syllabas , nec dum vocesB: sylabasAvoces et orationesB: vecesA
Oportet lectorem perspicacem esse»
Nihil est in eo quod non luceat et splendore suo mundum illuminet»
Doctor don Juan de Montalvo
El provisor de los Reyesi.e. Ciudad
de los Reyes, Lima. El provisor de los Reyes es su arzobispo, el abajo firmante y ya
mencionado Pedro de Villagómez.
Doctor don Pedro de Villagómez,
por mandado del señor provisor y vicario general,
Tomás de Paredes, notario público.
En este hermosamente vago y docto
Leoni mortuo insultant lepores»
Mal aprovechó aquel grande, aquel ameno, aquel erudito
Doctor don freyA : fray B
Ejecuta mis deseos con precepto el señor doctor don Francisco HenríquezApologético. Solicitó a Alonso
Bravo de Paredes y Quiñones y a Miguel de Quiñones sus respectivas censuras. Nacido
entre 1627 y 1630 en Lima, de un padre español letrado y de una madre criolla
panameña, es canónigo de la catedral de Cuzco desde 1653 y provisor y vicario general
del obispo Pedro de Ortega y Sotomayor a partir de 1657. Debido a la muerte de dicho
obispo y a la de su sucesor inmediato en el transcurso del viaje hacia la ciudad
andina, fue de 1658 a 1663 provisor de la sede vacante del obispado cuzqueño. Véase
Guibovich y Domínguez (2000: 221-223). En la primera línea de su aprobación, Alonso
Bravo de Paredes y Quiñones le dirige un enrevesado cumplido en forma de agudeza: al
imponerle el precepto de examinar el Apologético, don Francisco
Henríquez no hizo más que «ejecuta[r]» (i.e.: ‘hacer efectivos’) sus
deseos de leerlo.
indulgentiae scio istud esse, non iudicii»
Quae sparguntur in omnes in te mixta fluunt et quae diuisa beatos efficiunt collecta tenes 1 Paneg. 1 de laud. Stil. Stil. A: Scil.BClaudiano, .De consulatu Stilichonis(Sobre el consulado de Estilicón), libro 1, 21, v. 33-35 (Claudiano 1985: 191). Hablando de las cualidades de los hombres dice Claudiano, en la traducción de Miguel Castillo Bejarano (Claudiano 1993b: 69): «En todos los demás se reparten, en ti confluyen unidas; y lo que distribuido nos hace felices, tú lo posees todo junto».
dijo A, si no B. Véase Dámaso Alonso (1961: 138-156).Diccionario de Autoridades, como «cualquier ganancia, fruto, utilidad o
aumento que se saca de alguna cosa en lo físico o moral», y el adjetivo “usurero” como
derivado de “usurar” o “usurear”, «ganar o adquirir absolutamente con utilidad,
provecho y aumento» (Aut.). Las luces de El Lunarejo se emplean por
tanto provechosamente en los púlpitos, que son la «esfera mayor» a la que ilumina
Espinosa Medrano, por oposición al Apologético, obra menor de su
pluma. En su censura al Sermón en la solemnidad de la Virgen María
de Alonso Bravo de Paredes y Quiñones (Lima: s. n., 1669), El Lunarejo le devuelve a
su maestro el cumplido: «empléase con usuras la voz, cuando vuelve, repitiendo
caudales el eco» (Bravo de Paredes y Quiñones 1669: f. B1v).no B, sí A: «veo no el vuelo entero […] un rasgo sí
admiro» (Dámaso Alonso 1961: 153). Asimismo, Espinosa Medrano se acordará de estas
líneas de su maestro y de esta fórmula gongorina al concluir su censura al Sermón en la solemnidad de la Virgen María de Alonso Bravo de Paredes
y Quiñones: «en estos discursos no diviso ápice que se extravíe de la pauta de nuestra
santa fe ni del loable arancel de las cristianísimas costumbres, admiro sí títulos
muchos por donde merecen la prensa, la fama, la inmortalidad» (Bravo de Paredes y
Quiñones 1669: f. B2v).Apologético sería el vuelo menor de la pluma de
Espinosa Medrano, capaz de mayores hazañas. Alonso Bravo traza aquí un retrato del
polifacético Lunarejo, orador sagrado y profesor en la cátedra de Artes y Teología,
que convierte el tratado a favor de Góngora en una prometedora muestra de sus amplias
dotes intelectuales. El propio Espinosa Medrano repetirá esta valoración de su tratado
como el anuncio de obras de más entidad en la dedicatoria a Luis Méndez de Haro, un
año y medio más tarde: «con cuadernos o tomos de más serios estudios desempeñaré las
deudas de haberme honrado estos borrones».Materiam
superabat opus
»A : Met. BMetamorfosis,
libro II, verso 5: ‘A la materia superaba la obra’. La frase era un adagio trillado,
que apenas traía a la memoria su origen ovidiano. Sin embargo, en este punto del
panegírico que le dedica Alonso Bravo a Espinosa Medrano, puede tener especial relieve
en la composición de una isotopía solar, puesto que pertenece al inicio del libro
segundo de las Metamorfosis, en el que Ovidio describe el palacio
del Sol: las luces de Espinosa Medrano, que Alonso Bravo acaba de mencionar, el brillo
de El Lunarejo y sus centellas, le convierten en un émulo del astro del día, y este
panegírico tiene su fuente, aunque distante, en el palacio solar de Ovidio. Compárese
por cierto esta alusión con la repetida asimilación de Góngora con el sol en el Apologético, que comienza en la sección III (§ 9) y destaca en otros
lugares, señaladamente en la sección VII (§ 57).Apologético.Diccionario de Autoridades: «Crisis. Juicio que se hace sobre alguna
cosa» (Aut. y Corominas 1984: 245). No he alcanzado a encontrar esta
antonomasia en Budeo. El nombre de «Crisis lusitano» se transforma unas líneas más
adelante en el de «Crítico», asociado al de Momo, divinidad helena de la locura, la
burla y el sarcasmo. Es lugar común que Momo aparezca como personificación de la
crítica, cuanto más si esta es nimia. Como símbolo de los censores críticos aparece en
la anécdota de la reprobación de Venus, que Alonso Bravo atribuye a Budeo.Sandalium habet nimis stridulum, et
argutum
»em. : Philog ABDe studio literarum
recte instituendo (1532), VI, 305, Budeo escribe lo siguiente: «Ut
Momus olim in Venere non inveniens, cum maxime cuperet, quod criminari jure posset,
objecit ei in deorum coetu, ut Philostratus refert, quod sandalium haberet stridulum
et argutum» (Budé 1988: 56): ‘Tiempos ha que Momo, según Filóstrato, como no
encontraba qué podría criticar de Venus, cosa que deseaba con pasión, le recriminó
ante la reunión de los dioses que sus sandalias rechinaran’. Sin embargo, la cita que
maneja Alonso Bravo proviene probablemente del De symbolica Aegyptiorum
sapientia (Parisiis: sumptibus Romani de Beauvais, 1618) del jesuita Nicolás
Caussin, de donde también procede la equivocada referencia al helenista francés. Esta
obra de Caussin gozó de amplia difusión y fue varias veces reeditada (Fumaroli 2002:
280). En ella se lee, en el libro segundo de las parábolas históricas (Parabolarum historicarum liber secundus. Dii gentium), parábola 57 («Momus. Critici Censores.»), lo siguiente: «Sandalium,
inquit, habet nimis stridulum, et argutum. Vide Budaei Philologum» (Caussin
1618: 105), (‘Tiene una sandalia demasiado estridente y llamativa. Véase El filólogo de Budeo’). En el De philologia de
Budeo, sin embargo, no consta esta fábula y Momo aparece una sola vez, en el libro
primero, cuando Budeo reclama un crítico sin malicia («Momi certe haec
iam indigent, et Momi sane acris et praeuaricationis inscii») ante la injusta
situación de los filólogos en la república (Budé 1989, 74-75 y 2001: 82-83). La
anécdota de la reprobación de Venus se halla también en los Adagia
de Erasmo, que la encuentra en Filostrato (Erasmo 2011: 452-453).
Solo con avecindarse en el cielo y negar sus dilatadas ramas quiso el cedro intentar su
venganza de las fatigas con que le atormentaban los hombres. Consolole un espino que
ciñéndole los pies era fuerte guarnición y segura corona de sus plantas. Dícele que él,
vengativoA : venga†tivo BEritis, arbores, ab hominum iniuriis tutiores, si mecum commoretis
»B : Rouill. ADe symbolica Aegyptiorum sapientia de Nicolás Caussin, en particular
el libro décimo, parábola 70 «Rubi apologus. Humilitas», donde se
lee: «surgit humilis Rubus, et, Nolite, inquit, arbores, nolite in tantam altitudinem excrescere; eritis, mihi
credite, ab hominum iniuriis tutiores» (Caussin 1618: 590), (‘El espino no se
levanta mucho de la tierra: árboles, no crezcáis a tanta altura; estaréis entonces,
creedme, más a salvo de las injurias de los hombres’). Alonso Bravo hace mención de la
Historia generalis plantarum de Guillaume Rouillé mientras que
Caussin no da referencia alguna de su apólogo. Sin embargo, al final de la parábola
inmediatamente anterior, número 69, «Roraria. Virtus», aparece la
remisión: «Vide Hist. Plant. Rouill.» (Caussin 1618: 589). La obra
en cuestión, del botanista Jacques Daléchamps, fue editada por Guillaume Rouillé o
Roville en 1586 y 1587. Acudiendo a una fábula que lleva por título la humildad («Rubi apologus. Humilitas»), Alonso Bravo enfrenta al humilde apologeta
Espinosa Medrano con el envidioso Faría, caracterizado como tal en los primeros
párrafos del Apologético y en general en todo el tratado. Además,
esta fábula sirve para introducir un concepto por agudeza nominal: por su apellido,
Espinosa Medrano estaba predestinado a crecer al pie del cedro Góngora, no como
parásito, sino por “coronarlo” y defenderlo. El concepto onomástico se apoya en la
homografía entre Espinosa tejedor y guirnalda espinosa.
Scuto bonae voluntatis coronasti eum»
Mucho es lo que a este ingenio debe non solum sapit, sed
inebriat
B : Adgust A] tract. 9 in JoanIn Iohannis
euangelium tractatus, tratado 9, párrafo 3: «non solum sapit quod
legis, sed etiam inebriat» (Migne 1845c: col. 1459).B : licancia A
Doctor Alonso Bravo de Paredes y QuiñonesA : Quinones B
Por mandado del señor doctor don Francisco Henríquezsupra.
Lector et auditor nostros probat, Aule, libellos, sed quidam exactos esse poeta negat. non nimium curo, nam coenae fercula nostrae mallem conuiuis quam placuisse cocis. 2 Martial Martial B: MarcialAMarcial, Epigramas, lib. IX, 81, v. 1-4 (Marcial 1990: 306). El epigrama 81 se titula «A Aulo, sobre la opinión de un poeta incapaz» y dice así: «El lector y el oyente, Aulo, estiman mis libritos, / pero cierto poeta asegura que no están bien rematados. / No me preocupa en demasía: de hecho, preferiría que los platos / de mis cenas gustaran a los invitados en vez de a los cocineros.» (traducción de Juan Fernández Valverde en Marcial 2001b: 148). Hay un apunte manuscrito en el testimonio B, donde se lee, a continuación de la remisión marginal a Marcial, «lib. 9. Ep. 83.».
Pero si la magnanimidad mira el desprecio de las afrentas injustasA : injustas B
Viventi decus atque sentienti rari post cineres habent poetae Marcial, Epigramas, lib. I, 1, v. 5-6. El primer epigrama del libro primero, «Al lector», dice así: «Aquí está el hombre al que lees y reclamas, / Marcial, conocido en el mundo entero / por sus agudos libros de epigramas. / A él, lector entusiasta, le has dado, / mientras vivía y lo apreciaba, la gloria / que pocos poetas tienen después de su muerte.» (traducción de Antonio Ramírez de Verger, véase Marcial 2001b: 21). Los versos citados por Miguel de Quiñones son los dos últimos, ocultando así el sentido original del epigrama para torcer su significado y afirmar que los poetas muertos son maltratados por el público. Como en la cita anterior, un apunte manuscrito en el testimonio B remite a: «lib. 1. Ep. 1.».
Pero podía temer que si fueron cenizas del
Et latet et lucet Phaetontide Phaetontide condita gutta,B: PhaetonideAut videatur apis nectare clausa suo. Dignum tantorum pretium tulit illa laborum, credibile est ipsam sic voluisse mori. 2 Marcial Marcial, Epigramas, lib. IV, 32, v. 1-4 (Marcial 1990: 126). El epigrama 32, «Una abeja encerrada en ámbar», es el siguiente: «Está escondida y brilla oculta en una gota de Faetón / la abeja, de modo que parece en su néctar encerrada. / Halló aquélla la recompensa merecida a sus muchos esfuerzos: / creíble es que quiso ella una muerte así.» (traducción de Antonio Ramírez de Verger en Marcial 2001b: 188). Sobre este epigrama y sobre el uso del epigrama en las polémicas literarias anteriores a la gongorina véase Laurens 2012 (37-39 y 471-484). Sobre la edición de Marcial que manejaba Miguel de Quiñones sólo podemos elaborar hipótesis, basándonos en la difusión de Marcial en España estudiada por Andrea Bresadola (2008: 14-22). Lo más probable es que la edición manejada sea la expurgada del jesuita alemán Rader, que Espinosa Medrano tenía en su biblioteca (Guibovich 1992: 22, «Martial con Radero»). En el testimonio B delApologético, como en las citas anteriores, un apunte marginal completa la remisión a Marcial: «lib. 4. Ep. 33.».
Las mejores flores de los hesperios jardines maltrató
Fray Miguel de Quiñones
El provisor y gobernador del Cuzco y su obispado, etc., por lo que toca a la jurisdicción del ordinario, dio licencia para que se pueda imprimir este
Doctor don Francisco Henríquezsupra.
Ante mí,
Alonso DíazA : Dias B
Enmienda, lector, con pluma estos renglones, que no es justo que sobre los míos me
acumules yerros de la imprenta. Son notados de barbaridad en España los indianos y será
esforzar la calumnia no barrerle aun los indicios a esta sospechaApologético en el que se barajan los mismos temas
continuamente.
Mucho padrino es vuestra excelencia, príncipe excelentísimo, para que mi pequeñez
aspire a su patrocinio; pero menester es que sea tan grande si ha de llegar su sombra
hasta el otro mundo. Acá llegan las luces de su valor, prudencia, rectitud,
magnificencia y benignidad: hechizo que pudiera contentarse ciñendo su actividad a la
esfera de toda esa Europa, pero pasa, arrebatando poderosamente las veneraciones, a
inundar nuevos climas con la fragancia de tan Tesoro de Covarrubias,
engazar es «encadenar una cuenta con otra con hilo de oro o de plata, o alambre».
Espinosa Medrano recurre a un concepto heráldico —muy del gusto de Góngora, véase
Blanco (2016: 97-128)—, que glosa los eslabones de cadena que aparecen desengazados en
la orla del escudo de Luis Méndez de Haro. Véase la representación de este escudo de
armas en la portada del Apologético.Soledades:
«a la real cadena de tu escudo / Honre süave, generoso nudo», etc. [OC264A.32-33].
Humillado escucha el orbe el nombre de Filipo, que Dios guarde, y saludándole por
tantos títulos grande, vemos que bastaba para serlo tener por peaña de su celsitud
vasallo de este tamaño: que Alejandro no fuera cumplidamente Magno, a faltarle entre la
opulencia de sus imperios la amable confidencia de su Hefestión, ni a Darío dio más fama
la innumerable potencia de sus ejércitos que la suave fidelidad de su ZopiroHistoria de Alejandro Magno, III, 12, 17 (1946: 142-143), y sobre
Zopiro: Heródoto, Historia, III, 153-160 (1921: 186-195).
Dígalo, armada de paz su diestra, díganlo trepando las ramas de Minerva por su espada. Gongora in Panegir. Panegir. A: Paneg.BGóngora, Panegírico, v. 18-20 [OC313.18-20].
Celebre Francia las que florecen hoy en dulce vínculo de ambas coronas, pues debe a
vuestra excelencia el que Austria aspirase el suavísimo austro para fecundidad de los
franceses liriosCantar de los cantares, canto IV, versículo 16: «Surge
Aquilo et veni Auster. Perfla hortum meum et fluent aromata illius» (Vulgata 1975): ‘Levanta, Aquilón, y ven, Austro. Soplad en mi jardín y
que fluyan sus aromas’. El «Veni, Auster» se usó ya en parecidas
circunstancias, en una fiesta solemne por la llegada de la Infanta María Ana a
Zaragoza en 1630, en la decoración de un carro que aludía a su futuro matrimonio con
el rey de Hungría Fernando III de Habsburgo (Peñasco González 2011: 655-656).A : horor B
Solía la antigüedad de España enviar sus caduceatoresDiccionario de Autoridades, el caduceador es «el rey de armas que
publica la paz y lleva en la mano una vara», el caduceo: «vara lisa y redonda rodeada
de dos culebras que llevaban los embajadores de los griegos como insignia de paz». El
caduceo es emblema también de Mercurio, el dios al que Espinosa Medrano asimila aquí a
Luis Méndez de Haro, que será Apolo unas líneas más abajo.De quibusdam Hispaniae populis legitur
—dice Cartario
»Imagines Deorum, «Mercurius». Véanse las Imagines Deorum (Cartari 1581: 211):
‘Se lee que los embajadores que los pueblos de Hispania enviaron a Marcelo para pedir
perdón y paz ostentaban pieles de lobo, en lugar de caduceo, o ramos de olivo o de
verbena’. La cita de Cartari, que sirve para la identificación de Luis Méndez de Haro
con «Mercurius», subraya su profunda hispanidad y nobleza, por
asociación de sus éxitos diplomáticos y sus lobos heráldicos con los embajadores de
los pueblos prerromanos de Hispania, vestidos de pieles de lobos. La remisión marginal
confirma que El Lunarejo consulta la única edición latina del libro de Cartari
disponible antes de 1683, las Imagines Deorum traducidas por Antoine
du Verdier (Lugduni: Bartolomeum Honoratum, 1581).Pro pace impetranda
miserunt lupi pellem pro caduceo aut olea
». Florezca pues la paz, cedan las
armas, serénense las musas y abrigue las letras el escudo de tan hermosas fierasSane aliquot in signis
Apollinis lupos adscultos videas
»A : Hiegor. BHieroglyphica, libro 11, 1 (De lupo), §
2 «Apollo»: «Sane aliquot in signis Apollinis lupos
adsculptos videas» (‘Verdaderamente verás algunas veces en los estandartes
lobos de Apolo grabados’). Véanse los Hieroglyphica siue de sacris
Aegyptiorum literis commentarii, Ioannis Pierii Valeriani Bolzanii Bellunensis
(Basileae: Michael Isengrin, 1556) en Valeriano 1556 (f. 79v). El lobo, atributo de
Apolo (Grimal 1991: 43), favorece la asimilación del valido y de los lobos de su
escudo con el dios, con todas sus significaciones favorables, entre las que destacan
aquí el esplendor y la belleza, la protección de la poesía y de las artes, y el
carácter solar representado en la portadilla.
A semejante caso debió Gelón siracusano sus fortunas: precedió a su prosperidad este
portento. Cursando estaba la academia con sus condiscípulos, cuando entrándose al
generalAut.).Hieroglyphica de Pierio Valeriano,
libro 11, 1 (De lupo), § 19 «Prosperitas»: «Neque praetereundum quod Geloni Syracusano adhuc puero et in scholis
erudimenta prima discenti, lupus auxilio fuerit, ut imminenti vitae periculo
subduceretur. Nam cum et praeceptor eius et frequentes discipuli in ludo literario
essent, visendae magnitudinis lupus irrupit Gelonisque tabulis morsu arreptis ire
foras properabat. Gelon haudquaquam territus, ne tabellis privaretur, eas manu non
segniter tenens lupum sequebatur; postea vero quam foras processere, gymnasium
repente corruit magistratumque et condiscipulos oppressit, Gelo incolumis
evasit.» (Valeriano 1556: f. 82r): ‘Y no debe omitirse que a Gelón de Siracusa,
siendo muy niño todavía y párvulo, le vino a socorrer un lobo para sustraerlo a un
inminente peligro de perder la vida. Porque un día en que su preceptor y sus
condiscípulos estaban ejercitándose en las letras, irrumpió un lobo de maravillosa
grandeza, y agarrando sus tabletas con los dientes se apresuró a salir del aula. Gelón
sin miedo alguno, para no ser privado de las tabletas , sin soltarlas de la mano
siguió al lobo; apenas hubo salido al aire libre, cuando la escuela se derrumbó
súbitamente y mató bajo su peso al maestro y a los alumnos. Gelón salió
indemne’.Apologético. Este tipo de conceptos basados en la
heráldica son frecuentes en la literatura panegírica y Góngora los cultiva con
maestría. Véase Blanco 2016 (97-128).Apologético es presentado casi como un divertimento de Espinosa Medrano,
avalado por ser muestra de un talento prometedor para cosas mayores. Véase, supra, la aprobación de Alonso Bravo de Paredes y Quiñones así como la
censura de fray Miguel de Quiñones.
A los príncipes grandes suelen presentarse las Soledad segunda de Góngora [OC264C.720-945], en que el «príncipe» [OC264C.811] contempla a sus múltiples aves, muchas venidas de regiones
remotas.Aut.).
Solus hic inuidiae fines virtute reliquit humanumque modum Claud. Paneg. lib. lib. 3.B: libAClaudiano, De consulatu Stilichonis, canto 24, libro 3, v. 39-40 (Claudiano 1985: 226). «Sólo [él: Estilicón] ha sobrepasado con sus virtudes el alcance de la envidia y la medida humana.» (trad. de Miguel Castillo Bejarano, véase Claudiano 1993b: 114).
Porque, ¿quién podrá despecharse de que ardan lucidamente eternidades los astros, de que Júpiter empuñe por cetro el rayo, de que Febo sea príncipe universal de la sabiduría?
Quis enim liuescere possit quod numquan pereant stellae, quod Iuppiter olim possideat coelum, quod nouerit omnia Phoebus? Claudiano, De consulatu Stilichonis, canto 24, libro 3, v. 41-43: «quis enim liuescere possit / quod numquam pereant stellae, quod Iuppiter altum / possideat caelum, quod nouerit omnia Phoebus?» (Claudiano 1985: 226). «Pues, ¿quién podría envidiar el hecho de que nunca perezcan las estrellas, el hecho de que Júpiter posea el alto cielo, el que Febo lo conozca todo?» (trad. de Miguel Castillo Bejarano, véase Claudiano 1993b: 114-115).
También tienen los méritos grandes cierto sagrado en su misma sublimidad, ciertos linderos y espacios exentos, adonde jamás arribaron los ímpetus de la envidia más poderosa.
Est aliquod meriti spatium, quod nulla furentis inuidiae mensura capit. Claudiano, De consulatu Stilichonis, canto 24, libro 3, v. 44-45 (Claudiano 1985: 226). «Hay un punto de gloria al que no puede alcanzar ningún grado de la frenética envidia» (trad. de Miguel Castillo Bejarano, véase Claudiano 1993b: 115).
En esta cumbre tienen colocado a vuestra excelencia sus ínclitas prendas, y en esa le
deseamos eternizado los que en tan remoto hemisferio vivimos, distantes del corazón de
la monarquía, poco alentados del calor preciso con que viven las letras y se animan los
ingeniosSermón en la solemnidad de la Virgen
María de Alonso Bravo de Paredes y Quiñones, El Lunarejo repite la misma
locución y el mismo tópico: «late regiamente en España el corazón de la monarquía,
pero palpita lejos, yacen dos océanos entre él y nosotros y, para participarle de
estas influencias, los indianos no solo han menester ser beneméritos, pero argonautas»
(Bravo de Paredes y Quiñones 1669: f. B2r).
Señor.
Capellán de vuestra excelencia,
Doctor Juan de Espinosa Medrano.
En la palestra nos ves, lector mío, pero en palestra de entendimientos: peléase aquí
entre estos límites, sin que pase el desidiodesidere, “permanecer
inactivo”: la voluntad vence a la pereza al inicio del combate con Faría.Apologético la valía de su enemigo, considerado de igual a igual.
Sobre este tema véase: «La querelle savante dans l’Europe de la Renaissance, éthique
et étiquette» (Pantin 1997: § 14).
No te pido favorezcas este
Si al duque, mi señor y mecenas de este papel, no desagradareB : desagredare AApologético es un libro menor que anuncia obras de más enjundia.
Véase, supra, la aprobación de Alonso Bravo de Paredes y Quiñones,
la censura de fray Miguel de Quiñones y la dedicatoria de Espinosa Medrano a Luis
Méndez de Haro.A : om. BOleum et operam perdidi
»Adagia, 362, «Oleum et operam
perdidi». El papagayo es una alusión a una anécdota que se encuentra en
Macrobio, Saturnalia, lib. II, IV, 29-30 (Macrobio 1970a: 148), y
que Erasmo recoge (Erasmo 2011: 374). El emperador Augusto, de humor amable y
espléndido, compra una serie de cuervos amaestrados que le graznan alabanzas. La serie
concluye con un cuervo que repite una frase de su adiestrador, convencido de haber
hecho mal negocio por la abundancia de competidores y el probable hastío de Augusto:
«Caesar, aue». La anécdota,
referida por Plinio y por Marcial, era un tópico, ampliamente difundido por la
emblemática a partir de imágenes de Durero o Rubens (Dundas 2004: 295-296). Espinosa
Medrano continúa con esta alusión su ataque criollo contra el español. Primero,
prolonga la identificación antifrástica del criollo con un «bruto», en este caso el
papagayo. Cabe recordar que El Lunarejo ya se ha identificado con un «ave peregrina»
en la dedicatoria a Luis Méndez de Haro. Segundo, renuncia a desengañar a europeos que
tercamente porfían en su error, y constata, para acabar, la vanidad de su empresa
intelectual, merecedora de mayor estima en eventuales bestias que en criollos con
severos estudios e ingenio.
San Alchimo, Alciato, Alfonso de Mendoza, Antonio Verderio, don Antonio de Solís, don
Antonio Cabreros, Apolonio, Acquario Lodola, Ambrosio de Morales, Alvar Gómez, Apuleyo,
Aretino, Aristóteles, Aristófanes, Ascensio, Asclepíades, san Augustín, Alejandre de
Alejandro, Barbosa, Bartolomé Leonardo, Beroaldo, Brodeo, Biblia Sacra, Baptista
Mantuano, Camões, Claudiano, Claudio Minoe, Cartario, CamerarioA : Deltrio Ban Jerónimo, Garcilaso, Gregorio Silvestre,
Halicarnaseo, Horacio Flaco, Hadriano JunioA :
Molino BA : Pausanias. Ped. de Bustamante. Pinciano. Propercio.
Prudencio. Pedro de Oña B
1motto del grabado
de Courbes que abre las Lecciones solemnes de Pellicer, pero es el
primer ataque que merecen los detractores del cordobés, puesto que infringen la
necesaria igualdad de los contendientes en polémica literaria, atreviéndose con un
poeta considerado como superior y supremo por sus defensores (Pantin 1997: § 14). El
párrafo segundo de Espinosa Medrano continúa en esa línea: «Muy de garnacha y
magistrado llama a juicio a quienes no le temieran crítico, pero le despreciaran
aprendiz». Sobre la envidia en la polémica gongorina véase Galbarro García, «Lectores
y lecturas de las Lecciones solemnes… de José Pellicer de Ossau y
Tovar», e-Spania, en prensa.A : rabiosa
Binfra), Espinosa Medrano puede estar refiriéndose aquí a Luciano, Icaromenipo, § 20, o a Plutarco, De facie in orbe
lunae, pues ambos hablan del disco lunar como de un espejo que refleja la
tierra (Luciano 1915: 302-303; Plutarco 1957: 40-41 [921]). También mencionan Ecio y
Simplicio esta teoría, rebatida por Ibn Al-Haitham y repetida todavía por el emperador
Rodolfo II (1576-1612) según cuenta Kepler (apud Plutarco 1957: 41).A : 1. B
Et latrat, sed frustra agitur vox irrita ventis, et peragit cursus surda Diana suos. Alciato, Emblemas. En la mayoría de ediciones se trata del emblema 164 o 165, pero la remisión de Espinosa Medrano al emblema 144 nos indica que consulta probablemente losOmnia Andreae Alciati v. c. emblemata, comentados por Claudio Minoe (Claude Mignault): en particular, la impresión parisina de 1583 (Parisiis: Apud Hieronymum de Marnef, et viduam Gulielmi Cauellat), en la que aparece con ese número. Véase Alciato (1583: 527-528). Los versos citados son el tercero y el cuarto del emblema en cuestión, que lleva por título «Inanis impetus» («Vano empeño») y reza así: «Lunarem noctu, ut speculum, canis inspicit orbem, / Seque videns, alium credit inesse canem, / Et latrat: sed frustra agitur vox irrita ventis, / Et peragit cursus surda Diana suos.»: «Mira de noche un perro el orbe de la luna como un espejo y, viéndose en él, cree que hay allí otro perro, y ladra: pero en vano lanza a los vientos sus voces inútiles, pues Diana, sorda, sigue su curso.» (trad. Pilar Pedraza, véase Alciato 1985: 207). En su biblioteca Espinosa Medrano tenía un «Alçiato» (Guibovich 1992: 28).
Bien puede el ingenio docto brillar elevado en los cuernos de la Luna, que al desatino
de la envidia poco le contenta lo ilustre, cuando le asombra lo soberano. Hay algunos
hombres no ignorantes, pero ni doctos, sino eruditos a lo sátiro, medio necios y todo
locosSolet excitari a quibusdam sciolis in viros doctos, quos cum imitari
nequeant, iis obloqui non verentur, quo sensu accipio illud Alciati: Allatrant; sed
frustra agitur vox irrita ventis, et peragit cursus surda Diana suos
»Adagiorum de
1571 (Parisiis: apud Nicolaum Chesneau, via Iacobeae, sub scuto Frobeniano et quercu
viridi), varias veces reeditada. En particular el que nos ocupa se encuentra bajo el
acápite de Gilberto Cognato (ΠΑΡΟΙΜΙΩΝ ΣΥΛΛΟΓΗ), en su «Adagiorum
centuria quinta», adagio 453: «Canis etiam Hecate terretur»: «Id
commodius, quantum coniicio, de inani impetu intelligeretur qui solet excitari
plerunque ab importunis et odiosis quibusdam sciolis in viros doctos, quos cum
imitari nequeant, iis obloqui non verentur, quo sensu accipio illud Alciati:
Allatrant, sed frustra agitur vox irrita ventis, Et peragit cursus surda Diana
suos.» (Erasmo 1571: col. 1297), (‘Hasta el perro se deja amedrentar por la
luna. Conviene que apliquemos la frase, sospecho, al vano ataque que ciertos odiosos
sabidillos suelen lanzar contra los varones doctos, a quienes, como son incapaces de
imitarlos, no se recatan de murmurar de ellos. Y en este sentido interpreto aquello de
Alciato: Ladran pero en vano dan su inútil voz a los vientos, pues,
Diana, sorda, sigue su curso.’). Tenía en su biblioteca El Lunarejo unas
«chiliadas de Erasmo» (Guibovich 1992: 26) que podrían corresponder a esta edición de
los Adagios.Diccionario de
Autoridades reenvía “margenar” a “marginar”: «anotar o apuntar alguna cosa al
margen de un libro o escrito» (Aut.).Apologético una cita de su Biblia y sus escolios al Antiguo
Testamento (sección IX, § 70).Meliores esse grammaticos quam
haereticos
»B : S. ASententiae,
libro III, cap. 13, sentencia 11 (véase la edición de Pierre Cazier, Isidoro 1998:
238): «Meliores esse grammaticos quam hereticos; heretici enim haustum
letiferi sucus hominibus persuadendo propinant; grammaticorum autem doctrina potest
etiam proficere ad vitam, dum fuerit in
melioresusus adsumpta», (‘los gramáticos son
mejores que los herejes; los herejes administran a los hombres el jugo envenenado que
han sacado [de ellos]; la doctrina de los gramáticos puede incluso ser provechosa para
la vida, mientras sea aplicada para mejores usos’). En la edición consultada por
Espinosa Medrano, en la que el texto de Isidoro está enmendado por García de Loaysa
Girón (Isidori Hispalensis episcopi Sententiarum libri III. Emendati, et
notis illustrati per Garsiam Loaysa, príncipe publicada en Taurini: apud Jo.
Baptistam Bevilaquam, 1593; véase infra), esta sentencia lleva el
número 12 y difiere en algunos detalles de la edición de Pierre Cazier, pues dice:
«heretici enim letiferi succi hominibus persuadendo propinant;
grammaticorum autem doctrina potest etiam proficere ad vitam, dum fuerit ad meliores
usus adsumpta» (Isidoro 1593: 301). Es posible que Espinosa Medrano acuda a las
Sentencias comentadas en la edición madrileña sufragada por Felipe
II (ex typographia regia, 1599): véase Isidoro 1599b (84).Quia ingerunt
hominibus perniciosam mentis elationem
»Sententiae, libro III, cap. 13, sentencia 10 (Isidoro 1998: 238): «Simplicioribus litteris non est proponendus fucus grammaticae artis.
Meliores sunt enim communes litterae, quia simpliciores, et ad solam humilitatem
legentium pertinentes; illae uero nequiores quia ingerunt hominibus perniciosam
mentis elationem», (‘A los menos instruidos no debe proponerse un barniz de
gramática. Es preferible que se queden en las primeras letras, porque más sencillas y
apropiadas a la humildad de los lectores; las más avanzadas son dañosas porque inducen
en los hombres una perniciosa arrogancia intelectual’). En la edición consultada por
Espinosa Medrano, en la que el texto de Isidoro está enmendado por García de Loaysa
Girón (véase infra), esta sentencia lleva el número 11 (Isidoro
1593: 301). Véase también Isidoro 1599b (84).em. : Garsias ABGrammaticos vocat hic
Aristarchos illos qui sibi de omni doctrina iudicium vendicabant, censores doctrinae
et styli, quorum et inanem tumorem repraehendit Augustinus
»em. : Augustinns. A || om.
BSententiae en la versión de García de Loaysa Girón, cuya primera edición es de
1593 (Taurini: apud Jo. Baptistam Bevilaquam), pero que se reedita como pars altera de los Diui Isidori Hispal. Episcopi opera
sufragados por Felipe II (Madriti: ex typographia regia, 1599). En las notas al texto,
y en particular a la sentencia undécima del cap. 13 del libro III («Meliores esse grammaticos quam haereticos»), leemos la cita traída por
Espinosa Medrano (‘Llama gramáticos a esos aristarcos que se arrogan el derecho de
juzgar toda doctrina, censurando tanto el pensamiento como el estilo; reprende también
su vana hinchazón Agustín en su libro sobre la instrucción cristiana elemental, De Catechizandis Rudibus’). Véase Isidoro 1593 (433) y 1599b
(84).B :
esplendissima A [Enmienda consignada en la fe de erratas.A :
Cordues BDiccionario de Autoridades, «Luna
se toma también por el efecto que ocasiona la Luna en los faltos de juicio. Lat. Passio lunae in insanis.» (Aut.). Hay aquí un juego
de palabras sobre la insanidad de los críticos de Góngora: como lo corvo se aparta de
lo recto, los que ven faltas en Góngora («le advierte[n] corvo») son corvos a su vez,
como la luna menguante, pues por su influencia tienen mengua de seso.
2. No sé qué Furia se apoderó de
Yo me obligo que no está fácil la respuesta para muchos que quieren fácilmente entender y juzgar a los grandes hombres, de que resulta que ni los entienden ni los veneran como les es debido»
Verdaderamente me hallo con envidia de que don Luis de Góngora se le haya parecido tanto en esta gracia y aventajádose»aventajadose en la copiaB: auentajandoseA[Enmienda consignada en la fe de erratas. En el testimonio A, la n se encuentra tachada.
Hablo habiéndolos examinado a todos para esta sentencia, que yo confío aprobará el mismo Apolo, porque la di después de haber revuelto todos los textos de las Musas, por»por no parecerme a los que sin examen se hacen juecesB: perA
Inventus est homo sine praeceptore perfectus, qui elocuentia Tullium, argumentis Aristotelem, prudentia Platonem, eruditione Aristarchum, multitudine librorum Calcentherum, Dydimum scientia Scripturarum, omnesque sui temporis vincat tractatores»
Mahoma de los ingenios»
Nam diuum servat tutela poetas Tibullus lib. 2. eleg. 5. .Tibulo, Elegiae, libro 2, elegía 5, v. 113 (1988: 64): «ya que la protección de los dioses defiende a los poetas». Es posible que Espinosa Medrano lea a Tibulo, como a Catulo, en la edición de Joseph Scaliger que se encuentra en el inventario de su biblioteca («Propercio, Catulo y Tíbulo por Escalígero», véase Guibovich 1992: 27). La príncipe deCatulli, Tibulli, Propertii noua editio. Josephus Scaliger Julii Caesaris Filius recensuit, se publicó en 1577 en París (apud Mamert Patisson in officina Robert Estienne). Véase Scaliger (1577: 116).
No falta quien repare verificado el adagio «sus
Minervam
»Epistolarum libri decem, lib. I, epist. III, (Migne 1848: col. 0148D). Sin
embargo, también se encuentra repertoriado en los Adagia de Erasmo,
en la edición consultada por El Lunarejo (Erasmo 1571, col. 35), así como en un
fragmento de la Apología contra Rufino de San Jerónimo que Espinosa
Medrano cita en la sección IV, § 25. El fragmento en cuestión precede inmediatamente a
esta cita de El Lunarejo (Jerónimo de Estridón, Epistolae, epístola
46, Apologiae Hieronymi adversus Ruffinum, 1, véase 1602: col.
301).em. : adestrando ABMetamorfosis, XI, v. 147-193 (Ovidio 2009:
504-509). Aquí, Espinosa Medrano atribuye a Faría el colmo de la estupidez, entre dos
comparaciones ofensivas: el portugués «verifica» (ratifica) el cuento del cerdo que
pretendió enseñar a Minerva y supera a Midas en necedad. Por eso lo «perdona»,
quedando disculpada la descaminada censura del rey por comparación con la que Faría
presenta contra Góngora. Tanto el adagio sus Minervam como las
orejas del rey Midas son frecuentemente invocados en las contiendas poéticas. Midas es
un «símbolo hermenéutico» y una «figura grotesca del oyente-lector» (Lavocat 2005: 68
y siguientes).
«No puedo contenerme que no diga en tan buena ocasión que hallándome a donde se habló de esto en presencia de algunos sujetos, de los que tienen medio pie en los tribunales y medio en el Parnaso y el otro en el aire, asentaron que don
Luis de Góngora solamente era poeta, resolución que bien parece de quien no estaba asentado, sino muy aprisaaprisa y con los pies como ahí dijimos. Apretándoles por el lugar o lugares, o misterio o juicio o alma poética en que lo fundaban, concurrieron (uno de ellos el más nuevo, siendo más viejo con pertinacia) en que aquel hipérbaton y ese otro hipérbaton. De manera que en la opinión de estos toda la altezaem.: apriessaABpoética con que don Luis escurece a todos es el hipérbaton o sínquisis, que viene a ser esto denuestro poeta en este lugarCamões, y pocosLusíadas, canto III, estancia 94, v. 751-752: «que em terreno / nao cabe o altivo peito tam pequeno».En Manuel de Faría, más, y enLusiadas, I, Tomo I, Canto III, estancia 94, col. 131, D (Faría 1639a: II, col. 131): «que viene a ser esto de nuestro poeta en este lugar y poco más».don Luis esto que se sigue:“Rico de cuantos la agua engendra bienes Góngora, .Polifemo, v. 123 [OC255.123].Dulce ya concediéndole risueña Pasos no al sueño, treguas sí al reposo reposo A: resposoBGóngora, Polifemo, v. 307-308: «dulce ya concediéndole, y risueña, / paces no al sueño, treguas sí al reposo.» [OC255.307-308].A la del viento cuando no sea cama De fresca sombra, de menuda grama Góngora, .Polifemo, v. 215-216: «a la, de viento cuando no sea, cama / de frescas sombras, de menuda grama.» [OC255.216].En Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Canto III, estancia 94, col. 131, D (Faría 1639a: II, col. 131): «Rico de cuantos la agua engendra bienes. / A la de viento cuando no sea cama / de fresca sombra, de menuda grama. / Dulce ya concediéndole risueña / Paces no al sueño; treguas sí al reposo».Marino, si agradable no instrumento. Góngora, Polifemo, v. 382: «(marino, si agradable no, instrumento)» [OC255.382].A las, que esta montaña engendra harpías. Góngora, Polifemo, v. 448 [OC255.448].Viendo el fiero pastor voces él tantas, Y tantas despidió la honda piedras. Góngora, Polifemo, v. 470-471 [OC255.470-471].Si mucho poco mapa las despliega Góngora, Soledades, I, v. 194: «Si mucho poco mapa les despliega,» [OC264B.194].A las que tanto mar dividió playas. Góngora, Soledades, I, v. 376: «a las, que tanto mar divide, playas,» [OC264B.376].Tantas del primer atrevimiento señas. Góngora, Soledades, I, v. 439-440: «con tantas del primer atrevimiento / señas, aun a los bueitres lastimosas,» [OC264B.439-440].El fresco de los Céfiros ruido. El verde de los árboles celaje Góngora, .Soledades, I, v. 536-537: «el fresco de los céfiros rüido, / el denso de los árboles celaje,» [OC264B.536-537].Mientras el viejo tanta acusa tea Al de las bodas Dios no alguna sea De nocturno Faetón carroza Góngora, Soledades, I, v. 653-655: «mientras el viejo tanta acusa tea / al de las bodas dios, no alguna sea / de nocturno Faetón carroza ardiente,» [OC264B.653-655].Tanta ofrecen los álamos zagala Góngora, ”.»Soledades, I, v. 664 [OC264B.664].Tomo 1. canto 3. estanc. 94. estanc. 94. fol. 131.em.: estanc. 49.A|| estan. 49BManuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 131, D [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 131-132).
3. No me persuado a que hubiese sucedido esta conferencia con los juristas que
Diccionario de
Autoridades y en otros anteriores: cabalina (o Hipocrene) es la fuente que en
el monte Helicón abrió Pegaso con sus cascos.
4. Dice que les apretó a que le dijesen los misterios, juicio y alma poética de
A : empoçando BEscrituras sagradas: tenemos el tesoro en
frágiles vasos de barroVulgata 1975).Exterius verborum eloquentia nitent —dijo Isidoro—, interius
vacua virtutis sapientia manent; eloquentia autem sacra exterius incompta verbis
apparet; intrinsecus autem mysteriorum sapientia fulget, unde et apostolus: Habemus,
inquit, thesaurum istum in vasis fictilibus
»A : c.
BSententiae, lib. III, cap. 13, 3 (Isidoro 1998: 236): «Gentilium
dicta exterius uerborum eloquentia nitent, interius uacua uirtutis sapientia manent;
eloquia autem sacra exterius incompta uerbis apparent, intrinsecus autem mysteriorum
sapientia fulgent. Vnde et apostolus: Habemus, inquit, thesaurum istud in uasis
fictilibus», (‘Los dichos de los gentiles brillan por fuera con la elocuencia
de las palabras, mientras que por dentro están vacíos de virtuosa sabiduría; al
contrario los discursos sagrados carecen de galas exteriores y por dentro refulgen con
la sabiduría de los misterios. Por lo que dijo el apóstol: Tenemos este tesoro en
vasos de barro’). En la edición consultada por Espinosa Medrano: Isidoro 1593 (299) o
1599b (83). El comentario de García de Loaysa a la sentencia en cuestión se encuentra
en Isidoro 1593 (431-432). Véase también Isidoro 1599b (84).
5. Pues si toda la alma poética consiste en poco más que nada, que será una alusión a
historia, costumbre o fábulaA :
famula BDe carminibus ad veterum imitationem artificiose componendis
praecepta (Lipsiae: Valentinus Papa edebat, 1551), «Ipsae autem
voces, siue multarum, siue paucarum syllabarum fuerint, quo maiore cum gratia
continuentur, accomodari rebus, et satisfacere affectibus debent.» (Sabinus
1551: f. B3v). Véase también la edición de Joaquín Camerario de los Poemata de Sabinus (s. l. [Leipzig]: in officina Voegeliana, s. a. [1568]) en
Sabinus 1568 (501). Asimismo, sobre la inspiración del humanista germano en las
secciones II y III del Apologético, remito a las líneas que a
Sabinus le dedica Martinengo 2011.
Sed fugite o miseri, fugite, atque ab littore funem rumpite AEneidos AEneidos 3.A: AEneydosBVirgilio, Eneida, libro III, v. 639: «sed fugite, o miseri, fugite atque ab litore funem rumpite» (Virgilio 2009: 100). «Pero huid, desdichados, huid, cortad la amarra de la orilla» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b: 228).
O cuando encarecen lo tranquilo y sosegado de los espondeos con que denotó el poeta la mesura y quietud con que respondió el rey Latino.
Olli sedato respondit corde Latinus. AEnei. AEnei. 12.A: AEneydosBVirgilio, Eneida, libro XII, v. 18 (Virgilio 1987: 124), (‘le responde Latino con ánimo sereno’).
Exiguus mus
»Geórgica, I, v. 181: «tum variae inludant pestes: saepe exiguus
mus» (Virgilio 1982: 8). Véase la traducción de Tomás de la Ascensión Recio
García en Virgilio (1990: 268): «y mil plagas burlen tu trabajo. Frecuentemente el
pequeño ratón».A : Horat.
in Arte Poët. Bridiculus mus
»De arte
poetica, 139: «parturient montes, nascetur ridiculus mus»
(Horacio 1995: 316): «Se pondrán de parto los montes y nacerá un ratón» (trad. José
Luis Moralejo, Horacio 2008: 391).Institutio oratoria de
Quintiliano, VIII, 3, § 20: «at Vergilii miramur illud saepe exiguus mus.
Nam [epitheton exiguus] appositum proprium effecit, ne plus expectaremus, et casus
singularis magis decuit, et clausula ipsa unius syllabae non usitata addidit
gratiam. Imitatus est itaque utrumque Horatius: nascetur ridiculus mus.»
(Quintiliano 1971b: 82): «Pero leemos con admiración cuando dice Virgilio (Geórgicas, I 181 [sic.]): “Sæpe exiguus mus” porque
fuera de la propiedad y conveniencia del epíteto exiguus que explica
tanto la pequeñez de la cosa que no deja más que esperar, puso el nominativo y terminó
el verso con aquella palabra monosílaba con no poca gracia. Uno y otro lo imitó
Horacio diciendo: “Nascetur ridiculus mus” (Arte poética, verso
139).» (trad. Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II, 41). Este mismo
texto de Quintiliano es alegado por Quevedo en otra de las piezas de la polémica
gongorina, la dedicatoria a Olivares de su edición de las obras poéticas de Fray Luis
(1631_obras-quevedo). Lo comenta Antonio Azaustre Galiana tras un breve repaso de la
presencia del exiguus mus en las discusiones literarias sobre el
estilo culto (Azaustre Galiana 2005: 47-50).qualitas sonorum, estudiada
por Mª José Vega Ramos en El secreto artificio (Vega Ramos
1992).A : expedition Bem. : del AB [Enmienda consignada en la fe de erratas.Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, estancia 21, col. 36-37
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 36-37): esta remisión podría ser errónea,
puesto que los folios en cuestión hablan únicamente de una profecía alegórica de
Venus, que promete islas a los navegantes portugueses. Parece más acorde con lo que
describe Espinosa Medrano la glosa de Faría al elogio de los reyes de Portugal que se
encuentra en Lusiadas, I, Tomo I, Canto I, estancias VII-XVI. Allí
se menciona la profecía de Camões sobre la expedición africana (col. 182-183) y la
tierna edad del rey Sebastián (col 168 y 173). Agradezco a Aude Plagnard que me
ayudara a localizar este fragmento.A : a aquien BB : su A
[Enmienda consignada en la fe de erratas.Super omnes quae in ipso fuerant
virtutes propheticum habuit spiritum, nam de pontificatu Iulii et Leonis praedixit
deque Gonzagarum foelicitate diversorumque nobilium suae civitatis
. Mas nuestro A : Aquar. in Laud.
Merl. ad Zanit. BOpus Merlini Cocaii editado por Acuario Lodola de
1521 (Tusculanum: s. n.) dentro de una de las piezas preliminares titulada «Laudes Merlini» y escrita por el propio Acuario Lodola. Véase
Teófilo Folengo 1521 (f. 9r): ‘Además de otras muchas virtudes, tuvo espíritu profético puesto
que predijo los pontificados de Julio y de León, y la prosperidad de los Gonzaga y
de distintos nobles de su ciudad’. La remisión de Espinosa Medrano menciona el
primer poema de Merlín Cocayo (Teófilo Folengo), «Zanitonella» (Folengo 1521: f. AIr).vates por lo
poético, no lo era en lo adivino, con que se excusará el haber de exhibir misterios para
calificarse de poeta.
6. Alma poética dice Oratore: “Poetas, quasi alia lingua loqui”, pues es
nota y pobreza de ingenio el ser entendido de todos: Ovidio, lib. 4 Fastorum, “mentis inops rapitur”; pues para conseguir el
nombre de grande necesita de enmarañados conceptos. Nadie consiguió esto como don Luis
de Góngora…». Espinosa Medrano asume las palabras de Bustamante, conectándolas con las
suyas propias: los «enmarañados conceptos» de Bustamante se convierten por tanto en
«vivezas» de «concepto» en El Lunarejo. Así, tras la aparente imprecisión de los
términos se esconde aquí una apreciación del valor de Góngora por la abundancia y la
calidad de sus conceptos.Nadie consiguió esto
»A : este BB :
Gong AObras de
don Luis de Góngora comentadas, tomo 2 (Estoy por dar crédito a algunos sueños
que tuve, en que me pareció mi poeta muy rojo y resplandeciente (señal de gloria),
diciéndome le había alcanzado el alma que dejó por este poema y animándome a que
prosiguiese. Bien pensé tener esto en secreto siempre, pero la ocasión me obligó a
romperle, como ya hizo con San Pablo, que teniendo oculto muchos años su
arrebatamiento al cielo, al fin lo vino a manifestar obligado antes de la ocasión que
del deseo o la jactancia
»Lusiadas, II, Tomo IV, Canto X, col. 421, B-C [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II
(IV), col. 421).em. :
llomò A || llamò B [Enmienda consignada en la fe
de erratas.Ut post multa saecula
Dormitantius somniaret
»A : ad
vigil BEpistolae, epístola 109 «Ad Riparium
presbyterum», 1 (Jerónimo de Estridón 1955: 203): «Tenía después de muchos siglos
que venir Dormitancio a soñar».Diccionario de Autoridades define «hombrear»,
entre otros usos, como «quererse igualar con otro siendo inferior a él y poniéndose a
su lado para caminar hombro con hombro juntos».
No sé si fue malicia o desaliño el ensartar los versos de B : distintos A [Enmienda consignada
en la fe de erratas.
1. §. «Rico de cuantos la agua engendra bienes» Góngora, Polifemo, v. 123 [OC255.123].
2. §. «Marino, si agradable no instrumento.» Góngora, Polifemo, v. 382: «(marino, si agradable no, instrumento)» [OC255.382].
3. §. «Viendo el fiero pastor voces él tantas, y tantas despidió la honda piedras.» Góngora, Polifemo, v. 470-471 [OC255.470-471].
4. §. «El fresco de los Céfiros ruido. El verde de los árboles celaje» Góngora, , etc.Soledades, I, v. 536-537: «el fresco de los céfiros rüido, / el denso de los árboles celaje,» [OC264B.536-537].
Descuido sería el dejarlo de advertir, mas esme preciso mirarle a las manos a la
envidiaAut.).
«¿Mas adónde se nos quedaba esto? “Cuanto las cumbres ásperas cabrío”Góngora, . Aquí para decir que esta poesía hace mucha cabriola no le faltó más que prestarle la música su sexta voz: bien es verdad que, comoPolifemo, v. 46, [OC255.46].el poeta escribió con tanto juicioEl juicio aquí es irónico, puesto que Faría niega que Góngora tenga juicio poético. , puede bien decirdezir quien le comentare que su intento fue con el salto de la oración exprimir el del cabrío, que vale cabras que son grandes saltadoras de cumbres ásperas: y por eso salta aquí el cabrío esas, desde el “cuanto” adonde debiera hallarseA: desirBDa por supuesto Faría un orden sintáctico natural. Para defenderlo, le basta con acudir a una interpretación mimética del hipérbaton, tramando una confusión entre el nombre y la cosa, el “cabrío” y el animal al que designa: «salta aquí el cabrío esas, desde el “cuanto” adonde debiera hallarse, hasta esa otra parte adonde se halla». La cabra-sustantivo se aleja de su lugar predilecto en el que Faría pretende estabularla. Así evidencia y reclama un orden sintáctico natural con una visión espacial ordenada, opuesta a la asperidad de las cumbres del artificial desorden gongorino: las metáforas esconden ideas precisas de lo que debe ser la sintaxis poética y lo que no debe ser en ningún caso. , hasta esa otra parte adonde se halla, que es salto muy de cabra: y así se descubre que es misterioDe nuevo el misterio que Faría reconoce en el verso gongorino, poniéndose en la piel de un eventual comentador, es totalmente irónico y se resuelve en el disparate aparente que cierra toda esta opinión. lo que parece disparate. Pruébase esto con que en otro lugar dan las mismas cabras otro salto, que no es menos lindo, antes más a lo de cabriola, por testimonio de la sutileza del sentido con que comentamos eso otro, veislo aquí:Que en buen romance dice (y no lo entenderá Platón de otra manera) que llegó el mancebo y fue saludado de cabras, o bien que fue uno de los conducidores de cabras porque, como era cortés y entendía de cabras“Llegó pues el mancebo, y saludado (sin ambición, sin pompa de palabras) de los conducidores fue de cabras.” Góngora, Soledades, I, v. 90-92, [OC264B.90-92].Con muy mala idea cifra Faría la cortesía del peregrino de las , ayudó los cabreros en la conducción de ellas. Venga otro saltico de cabras:Soledadesen su conocimiento caprino, en «entend[er] de cabras».Otro salto ha de venir por la que vende buen vino, aunque salgamos de la esfera de nuestro intento.“Cabras aquí le interrumpieron cuantas vagas el pie, sacrílegas el cuerno:” Góngora, Polifemo, v. 466-467, [OC255.466-467].De modo que las buenas de las cabras hacen aquí su oficio de traviesas a las mil maravillas y es tan ingenioso esto que importa seamos cabreros para entender este secreto del saltar de las cabras y poderlo comentar con erudición“El que de cabras fue dos veces ciento esposo, etc., breve de barba; duro no de cuerno,” Góngora, Soledades, I, v. 153-154 y v. 159, [OC264B.153-159].benemérita del texto. Pero, ¿a dónde iremos a buscar comento de saltos para tantas cláusulas que los tienen, sin tener cabras con que sanearlos Faría no concibe el hipérbaton sin un aval mimético para la figura. ? Mas si todo esto está usado por afectar el estilo grande, pregunto: ¿qué linaje de grandeza es decir en otras tantas ocasiones cosas semejantes a esta:“Dando el huésped licencia para ello”? Que para no bajar de esa grandeza debiera decir: “licencia el para huésped dando ello”. O así, “Para licencia dandoGóngora, Soledades, II, v. 73, [OC264C.73].Además de buscar un aval mimético único y constante para el hipérbaton, Faría exige una coherencia genérica del estilo a nivel macrotextual: el enemigo del hipérbaton finge no entender que junto a este, indicador de un estilo grande, Góngora escriba siguiendo el orden natural que tanto defiende Faría. Ello implica un segundo ataque a Góngora: no sólo afecta estilo grande con cabras, por lo que merece la burla de la cortesía de su peregrino (cortesía que consiste en «entend[er] de cabras»), sino que además su estilo carece de coherencia global. Compárese con el reproche hecho por Jáuregui a Góngora de la «desigualdad», consistente en sumar al estilo sublime caídas en lo prosaico, en un contraste que desacredita como impostada la grandeza del Góngora. Escribe Jáuregui en el Antídoto contra la pestilente poesía de las Soledades: «Porque cuando quisiéramos suponer una blasfemia poética acerca de V.M. y pensar que nadie entiende versos ni los ha entendido, y que la dureza y oscuridad, que nosotros llamamos, es pura grandeza y magnificencia de estilo oculto, desengáñanos su deisgualdad perruna, porque los más de estos versos de lasSoledadesno tienen alta armonía e hinchazón de palabras, ni siempre siguen aquella oscura extravagancia de terribles frases y formas tan remotas del lenguaje común; antes, en medio de sus temeridades, se dejan caer infinitas veces con unos modos no sólo ordinarios y humildes, pero muy viles y bajos, y con versos inconstantes, y de torpe y desmayado sonido, en cuyo conocimiento no puede haber engaño» (Jáuregui 2002: 23-24). En elDiscurso poético, Jáuregui insiste en este tema, que abarca allí un capítulo entero, el cuarto del tratado, véase Jáuregui 2016 (f. 17v-23v), [1624_discurso-poetico].dando el huésped ello”. Con que de este verso, como de casi todo lo restante, se sacaría después de desatado un gran fruto de sentencia, concepto y juicioem.: dadoABEsta es la segunda tríada de Faría, después de la del misterio-juicio-alma poética: «sentencia, concepto y juicio». El «juicio» de la primera tríada no había sido rebatido por Espinosa Medrano, a diferencia del misterio del que trata en § 4 y del alma poética en § 5 y 6: repetido aquí junto a otros conceptos, desvela su imprecisión y queda refutado sin que el peruano haya necesitado gastar en ello tinta y argumentos. El hecho de que ambas tríadas compartan un término insinúa por lo demás cierto grado de sinonimia, sobre el que Espinosa Medrano ya ha adelantado en § 6 el paralelismo entre el alma de la primera tríada y el concepto que aparece aquí: «mil almas tiene cada verso suyo, cada concepto mil vivezas». . Falta sólo que los entendimientos sean cabras para saltar esas cumbres ásperas de cláusulas o que para saltear lo que hay en esta Sierra Morena, o lucos de locuciones, sean Cacos, o que para romper estos Alpestres peñascos sean Aníbales. Y bien me estuviera eso si después de saltar la cabra aquí hallase rama con jugo y si después de saltear el ladrón hallase hacienda o si después de romper peñas Aníbal hallase gloria. Pero no halla alguno ni gloria, ni hacienda, ni sustancia, como se halla todo después de saltar, saltear, o desatarConstruye Faría un concepto por correlación, como denomina Dámaso Alonso a esta figura, describiendo la clase de lectura que requiere la dificultad gongorina mediante tres figuras del entendimiento (cabra, Caco, Aníbal), tres de la “cláusula” o el estilo (cumbres ásperas, lucos de locuciones, alpestres peñascos), y tres del fruto, es decir, del provecho que se saca del sentido de los versos (jugo, hacienda, gloria). Las paronomasias sostienen la multiplicación de las figuras reduciéndolas a una sola función (cabra-caco, saltar-saltear; cumbres ásperas-cláusulas y lucos-locuciones). Para Faría la lectura es el movimiento de un lector por un espacio lingüístico para «hallar» una «sustancia», término que sobresale de entre sus equivalentes como último sinónimo del fruto (jugo-hacienda-gloria; gloria-hacienda-sustancia). Las figuras que Faría propone mezclan el referente épico de Aníbal con el ladrón Caco y la cabra, lanzando un ataque velado a la confusión de estilos que achaca a la alternancia entre hipérbaton y sintaxis llana en los versos gongorinos. La posición central del salteador puede significar por lo demás una acusación de robo no sólo de tiempo y de esfuerzo en la lectura, sino del misterio y juicio propios de la poesía según Faría la entiende; a tal figura del robo indigno se opone el osado robo de la clava de Hércules o de la elocución latina que se encuentra en la sección IV, § 30-31. lugares demi poeta y, aun este hipérbaton tan medido con las fuerzas humanas que no es menester ser cabra, Caco, ni Aníbal para ello, sino que con una moderada atención se descubre un pensamiento razonable.»Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 132, A, hasta col. 133, A [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 132-133).
7. Bravamente se encabra aquí nuestro Cuanto las cumbres ásperas cabrío
»Polifemo, v. 46, [OC255.46].qualitas sonorum (Vega Ramos 1992) apelando aquí a valoraciones de cadencia
del verso similares a las que desarrolla en el § 5, con el nombre allá de «conformidad
de dicciones con el asunto». Así, la viveza que El Lunarejo valora
aquí y que es propia del concepto esconde una «conformidad de
dicciones con el asunto» pues ambas consisten en lo mismo: la peculiar qualitas sonorum de Virgilio.em. : Georgicer ABNauigiis pinos,
domibus cedrosque, cupressosque
»Geórgicas, libro 2, v. 443: «nauigiis pinus, domibus cedrosque
cupressosque» (Virgilio 1982: 34): «pinos para hacer navíos, cedro y cipreses
para hacer las casas» (trad. Tomás de la Ascensión Recio García en Virgilio 1990:
312).cupressosqueB : cupresosque Adenotar del verso es su mayor hermosura, alcanzada por el
hipérbaton en Góngora y por el hipermetro en Virgilio. Este denotar
del verso acepta otras expresiones en este séptimo párrafo («vendernos expresada»,
«van delineando») y en el siguiente («se estaba oyendo», «se expresaba»): todas
remiten a una acción durativa, a una construcción progresiva de la euidentia, construcción acorde con una lectura minuciosa y atenta al ritmo, al
acento, al orden de las palabras y a la sintaxis del verso. El resultado es la
expresión, por las características materiales y fónicas del verso, de la imagen del
referente; tal es la euidentia, la capacidad de representar la
realidad de esta manera: el verso «exprimió», «denotó». Este arte encumbrado por
Virgilio –el único que brinda dos ejemplos a la argumentación de Espinosa Medrano-, lo
comparten Góngora, Camões y Antonio de Solís. Todos «van delineando» con sus versos:
realizando una imagen. El expresar, el denotar y el delinear pertenecen a la
terminología de la representación o visión. Sobre esta terminología y sus
implicaciones retóricas (retórica de la presencia, euidentia,
procedimientos enárgicos), véase Vega Ramos 1992 (82-84).Bucólicas y las Geórgicas por Juan Luis de la
Cerda (s. l. [Francfort]: Vadi Collegio Paltheniano e Nobilis Francorum, 1608), en el
comentario del verso en cuestión (Geórgicas, II, v. 443), donde
leemos: «Obseruat Hieronymus Columna, Virgilium adhibuisse versum
hypermetrum ad indicandam cupressi longitudinem» (Virgilio 1608: 353-354). En
efecto Espinosa Medrano traduce con fidelidad estas palabras, adornándolas y
ordenándolas en forma de pregunta retórica. Además, también acude al padre La Cerda (y
tampoco lo admite) en la sección IV, párrafo 16, véase infra.
Pie tan largo y liberal, D. Anton. Anton. de Solis, Buen humor de las Musas.A : Ant. Bque es más que pródigo, pues Isabel no es manirrota, pero es pie rota Isabel. Pie o verso entero que tiene cesuras de juanetés: si fue largo el asonante, bien tiene a quien parecer Jacinto Polo de Medina, .Buen humor de las musas, Romances, 24 «Al pie grande de una mujer, compuesto por don Antonio de Solís Rivadeneyra, amigo del autor…», v. 13-20 (Polo de Medina 2002). La rima exige que el v. 6 sea agudo, ocasionando el chiste o juego métrico al que alude Espinosa Medrano. Agradezco a Pedro Conde Parrado que me haya permitido entender este «donaire».
¿Qué más ocasión halló
Turbati fugiunt Rutuli, fugit acer Athinas»Athinas A: AthenasB
8. El As bombardas horrissonas bramavan
»em. : Lus cant A || Luscant. BLusíadas, canto II, est. 100, v. 797. Véase Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Canto II, estancia 100, col. 537, A
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 537).Lusiadas, I, Tomo I, Canto II, estancia 100, col. 537, C
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 537): «As bombardas horrisonas
bramavam: al leer el verso se está oyendo la artillería.»Cuanto las cumbres
ásperas cabrío
»Polifemo, v.
46, [OC255.46].A : algun Bsupra, Faría, 1): con estas palabras el portugués se
burlaba de la incoherencia estilística de Góngora –escribir en estilo épico sobre un
personaje lírico en contexto bucólico-, mientras que con una sola palabra, pero
polisémica, el peruano parece burlarse de las categorías genéricas a las que se aferra
su contendiente.bramavan” y el “horrissonas”, dice él que representan el estruendo de las bombardas.
Allá en
Ite meae, quondam felix pecus, ite capellae. Virg. Eclo. 1. Eclo. I B: Elco. †AVirgilio, Bucólicas, 1, v. 74: «ite meae, felix quondam pecus, ite, capellae» (Virgilio 1992a: 41): «Marchad, cabrillas mías, rebaño, en otro tiempo, próspero, marchad», trad. Tomás de la Ascensión Recio García en Virgilio 1990 (174). La variante «quondam felix» pertenece a la tradición textual de lasBucólicas(1992a: 41 y 1894: 6).
“Andad mis otro tiempo feliz ganado, andad cabritas”. Donde se ve que el “meae” está distante y apartado del “capellae”, ni está más
lejos el “cuanto” del “cabrío” en el verso de Apologético. Viendo que Virgilio recurre al hipérbaton sin introducir
saltos en la marcha de su bucólico rebaño, Espinosa Medrano le atribuye a su contrario
la opinión absurda consistente en inventárselos: «dirá que se parten despedidas las
cabras y, como su inquietud las aguija a brincos y saltos, denotó el Marón sus
cabriolas con aquel salto de dicciones». Al demostrar con el aval virgiliano que la
cabriola y el hipérbaton no tienen necesariamente relación, Espinosa Medrano desmonta
la argumentación de Faría antes incluso de citar a Góngora: Virgilio despide el rebaño
de Melibeo con un hipérbaton, los pastores de las Soledades saludan
al mancebo con la misma figura; en ambos lugares hay cabras, pero sin cabriolas. Los
versos del cordobés llegan por tanto defendidos de antemano a la palestra y los
comentarios de Faría son «frialdades», puerilidades a propósito de Góngora, como lo
serían acerca de Virgilio si pretendiera aplicárselos.
Llegó pues el mancebo, y saludado (sin ambición, sin pompa de palabras) de los conducidores fue de cabras. Góngora, Soledades, I, v. 90-92, [OC264B.90-92].
9. No habrá niño de la escuela que no entienda aquí que el mancebo fue saludado de los
conducidores de cabras y no tiene vergüenza un barbadoDoleo bona fide
»A : fine BB : Terunl. lib. ADe anima, cap. 23 (Tertuliano 1954: l. 20): ‘Me duelo de buena fe de
ver que Platón está hecho proveedor de condimentos de los herejes’.Apologético en la sección VII (§ 57).Tratado de la
humildad de Juan Bautista de la Concepción (Juan García López) publicado en
1609, en el capítulo III: «Puesto caso que ni los pies descalzos ni los remiendos ni
ojos bajos no son señales ciertas del corazón humilde, mal dice el que pide muestras
de humildad, pues cada día vemos juegos tan al trocado y muestras tan falsas y
fingidas que, pensando son como de taberna que vende buen vino, es buen vinagre.» (apud
Corde). Del mismo modo leemos en la segunda parte de los Ejercicios espirituales de Pedro de Valderrama (Barcelona: a costa de
Juan Simón mercader de libros, 1604): «Y así, aunque al principio tengan puestos
títulos de que venden buen vino (como suele estar sobre los vasos donde se vende)
luego en gustar se echa de ver lo que dijo Isaías: “vinum tuum mistum est
aqua”» (Valderrama 1604: f. 332v).Refranes o proverbios en
romance (Lérida: a costa de Luis Manescal mercader de libros, 1621) de Núñez de
Guzmán (1621: f. 269r).
10. Hállase confuso sin saber dónde buscar comento de saltos para tantas cláusulas como
los tienen sin haber cabras con que sanearlos y que falta sólo que los entendimientos
sean cabras para Apologético: sobre este tema remito a Blanco 2010 y a la
introducción.
11. Nota de inertein-ars): falto de arte, de habilidad literaria.dando el huésped licencia para ello
»Soledades, II, v. 73, [OC264C.73].A : acconseja BIrim de caelo misit Saturnia
Iuno
»Eneida, libro 5, v. 606 (Virgilio 1989:
28): «desde la altura la Saturnia Juno manda a Iris» (trad. Javier de Echave-Sustaeta
en Virgilio 1992b: 286).
Aeream coelo nam Iupiter Irim demisit Demisit B: DemissitA:Virgilio, Eneida, libro 9, v. 803-804: «sufficere; aeriam caelo nam Iuppiter Irim / demisit germanae haud mollia iussa ferentem» (Virgilio 1987: 36): «Pues Júpiter de lo alto de los cielos ha hecho bajar a Iris con órdenes severas / para su hermana…» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b: 286). Los dos lugares de Virgilio sobre la mensajera Iris aparecen juntos en el comentario de laEneidapor Servio, libro 5, v. 606 (Servio 1881: 636).
pudiera decir muy bien: “Iuno de coelis Irim Saturnia misit” y no
quiso sino afectar la llaneza de aquel estilo. Y no siendo descuido este en aquel
idioma, quiere nuestro mastix para designar al azote del buen poeta es un
claro indicio de la conciencia que tienen los contrincantes de adoptar formas
discursivas típicas de la res publica litterarum europea» (Béhar 2014, §
29-33).Irim de coelo misit Saturnia Iuno
». Tiene gracia particular este
hombre para sazonar jerigonzasdando el huésped licencia para
ello
», diciendo “licencia el para huésped dando ello” o de otra manera “para
licencia dando el huésped ello”, no se le puede negar la habilidad que Dios le dio para
trasegarDiccionario de Autoridades,
«volver una cosa de arriba abajo, descomponer su orden y colocación».Diccionario de Autoridades, ventoso
es en germanía «el que hurta por la ventana»: Faría sería pues el crítico fraudulento
que pretende escamotear la gracia de Góngora. Más aún, lo ventoso puede ser aquí una
alusión a lo apestoso de los argumentos de Faría, al que luego Espinosa Medrano cogerá
en un renuncio, en el § 43 de la sección V del Apologético,
comentando que sus chistes merecen que se tapie la nariz al escribirlos: «Pero para él
nada oliera así, si como se tapó allí las narices para Góngora, se las tapiara para sí
a piedra y lodo». Lo ventoso se acercaría pues a la ventosidad. Como curiosidad señalo
un texto que reúne lo ventoso y la oficina. Se trata del prólogo al lector de N. S. del Puche: Cámara Angelical de María Santísima, del padre
Francisco Boil (Valencia: por Silvestre Esparsa, a la calle de las Barcas, 1631):
«Menos acertado parece llamar al Prólogo desahogo, yo le dijera ventosa, porque allí
se llama la sangre y es donde acude a expeler malicias o morder envidias. (…) Fuera de
toda hiel he temido el prólogo por ser la oficina que huele mal y el albañal de la
obra por donde manan las heces de la intención» (Boil 1631: f. *3r). El final de la
frase de Espinosa Medrano da por lo demás una idea del espectro de sentidos posibles
que sugiere este ataque: «miserable destrozo» sería el hurto y el engaño con que Faría
nos vende a Góngora, pero las «anatomías» sugieren que debemos entender la “ventosa”
en el sentido médico, acercándonos por tanto al texto de Francisco Boil. Este padre
mercedario fue «calificador del consejo de su magestad en la Suprema Inquisición»
(Boil 1631: f. []1r) y, según los datos consignados en la aprobación de la orden a su
libro sobre la imagen de Nuestra Señora del Puche, ostentó el cargo de definidor
general de la provincia mercedaria de Aragón (f. []2r). Es figura periférica de la
polémica gongorina, pues firma uno de los «Epigramas latinos de algunos ilustres
ingenios de esta Corte, en alabanza del comentador de esta Fábula» que encabezan la
Ilustración y defensa de la Fábula de Píramo y Tisbe (Madrid:
Imprenta Real, a costa de Domingo González, mercader de libros, 1636) de Cristóbal de
Salazar Mardones (f. §5r-v, «Del reverendo padre maestro fray Francisco Boil, del
orden de Nuestra Señora de la Merced»), que Espinosa Medrano maneja y cuyos
preliminares cita en la última sección del Apologético. También
aparece mencionado en la censura del padre Hernando Horio a las Obras en
verso del Homero español de Vicuña, donde leemos: «Ha escandalizado en la
Merced de Madrid al reverendísimo señor don fray Gaspar Prieto, obispo del Alguer, al
padre maestro fray Francisco Boil, predicador mayor y definidor general, al padre
maestro fray Diego Juárez, elector general, y a otras muchas personas religiosas y
graves» (Alonso 1963: XXVII).
«Orador, Píramo, entonces / las armas jugó de Tulio» (
12. No hay piedra que no muevaFábula de Píramo y Tisbe, Espinosa Medrano inicia su párrafo copiando
la estructura del verso que continúa el poema gongorino: «Orador, Píramo, entonces, /
las armas jugó de Tulio, / que no hay áspid vigilante / a poderosos
conjuros.» (Góngora, Fábula de Píramo y Tisbe, v. 269-272 [OC317.269-272]). Esta parodia de un poema ya de por sí paródico es una burla
que convierte a Faría en un mal seductor enfrentado a Góngora además de en un mal
Cicerón.Diccionario de Autoridades, «metafóricamente se toma por los
celos»: se prolonga por tanto aquí la isotopía de la envidia que rodea a
Faría.Quien leyere a don Luis sin pasión
—dice— hallará inestimables tesoros en la propiedad de las voces y en la grandeza de
sus sentencias. Quisiera yo que hiciese juicio de sus obras quien fuese grande en la
Poesía, o por mejor decir a quien hubiese el cielo comunicado liberalmente el furor,
que se consigue por naturaleza y no con el arte; pero que culpe a don Luis el profano
de esta profesión es cosa intolerable y digna de castigo. Por ventura algunos quieren
hacerse memorables por la detracción como otros por estudios
»A : son. BObras de don Luis de Góngora comentadas, tomo
2 (Segundo tomo de las Obras de Don Luis de Gongora comentadas por D.
Garcia de Salzedo), primera parte, soneto 9, comentario al v. 11 (Salcedo
Coronel 1644: 59-60).dispeream
Que em terreno nam cabe o altivo peito tam pequeno Camões, .Lusíadas, canto III, estancia 94, v. 751-752. Manuel de Faría,Lusiadas, I, Tomo I, Canto III, estancia 94, v. 7-8, col. 130, A [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 130).
13. ¡Válgame Dios! ¿El decir que un pecho altivo no cabe en poca tierra es la hacienda,
el jugo y la gloria que jamás alcanzó Em terreno nam cabe / o
altivo peito tam pequeño
», también lo supo decir
Del León, que en la Silva apenas cabe, o ya por fiero, o ya por generoso Góngora, soneto «De don Rodrigo Sarmiento, conde de Salinas», v. 1-2: «Del león, que en la Silva apenas cabe, / o ya por fuerte, o ya por generoso,» [OC154.1-2]. Por la variante del v. 2 es muy probable que Espinosa Medrano lea el soneto en cuestión en la edición de Salcedo, que lleva asimismo la lección «o ya por fiero, o ya por generoso»: .Salcedo Coronel ,Obras de don Luis de Góngora comentadas, tomo 2 (Segundo tomo de las Obras de Don Luis de Gongora comentadas por D. Garcia de Salzedo), primera parte, soneto 7, (Salcedo Coronel 1644: 47). No es por tanto imprescindible suponer, como lo hizo Luis Jaime Cisneros (2005: 34, nota 61) que Espinosa Medrano disponga de lasObras en verso del Homero españolde López Vicuña (Madrid, Luis Sánchez, 1627) para copiar esta variante del soneto dedicado al conde de Salinas.
Y es tan infelice esta musa que diciendo juntos casi un mismo concepto, aquel tiene
jugo, hacienda y gloria para la cabra, el Caco y el Aníbal, y este otro todo es malezas,
lucos y bosques, sin gloria para Aníbal aunque rompa, sin jugo para la cabra aunque
salte y sin hacienda para el Caco aunque saltee. Váyase norabuena Faría, recoja esas
cabras y déjese de corregir tan ínclita Musa que le podrá decir: «Monitor capras age
». Enseñador B :
impetinente AQuadrabit in consultorem ineptum, qui alteri
dictare consilium parat, ipse super stiuam
»em. stiuam : st†uam A || struam BA : Had. BAdagiorum Hadriani Iunii centuria sexta, adagio 30: «Monitor
capras age»: «(...) Qui me admones, ipse capras age. Quadrabit in
consultorem ineptum, qui alteri dictare consilium parat, ipse supra stiuam non
sapiens. Attigit istud Aristides in oratione: (…) hoc est, de
inepto responso: (…), id est, ut intelligas cuiusmodi vir sis qui
me admones, cum prouerbium iubeat te capras pascere», (‘Maestro,
guía a tus cabras. Se puede aplicar para zaherir al consejero inepto, dispuesto
a aconsejar a otros, cuando él no sabe nada que supere la pala y al azadón. Lo citó
Arístides en su discurso : […] esto es, para qué entiendas qué clase de hombre eres tú
que pretendes dirigirme, cuando te viene de molde el proverbio de que te vayas a
apacentar tus cabras’). El adagio se encuentra en varios impresos a partir de 1558,
fecha de la primera edición, en Basilea, por Froben, de los Adagiorum
centuriae VIII de Adriano Junio (1558: 608). Sobre la edición consultada por El
Lunarejo tenemos datos contradictorios. Primero, sabiendo que Espinosa Medrano
consulta los Adagia de Erasmo en una edición de 1571 que contiene
adagios de Gilberto Cognato (véase supra), es posible que lea el
adagio de Adriano Junio en esa misma colectánea (Erasmo 1571: col. 1134). En su
biblioteca, El Lunarejo disponía de un «Adriano Junio médico» (Guibovich 1992: 27) que
podría ser el tomo suelto de los Adagiorum centuriae VIII cum dimidia,
per Hadrianum Iunium medicum conscriptae (Basileae: Froben, 1558), pero también
cualquier otra obra de la abundante producción del humanista.A : Asclep. Bem. : Tertullinus lib. de Anim. A ||
Tertul. libro de Ani m. BRetusus
»em.
: Retussus ABDe anima, cap. 15 (Tertuliano 1954: l. 45): «ut uel ab istis retusus Asclepiades capras suas quaerat sine corde balantes
et muscas suas abigat sine capite uolitantes», (‘que Asclepiades, a quien
habrán bajado los humos, recoja sus cabras que balan sin corazón y ahuyente a sus
moscas que vuelan sin cabeza’). El tema, la discusión sobre el «solio del ánima»,
también viene del mismo lugar de Tertuliano.
«Volvamos a ensartar trozos de esta decantadaLatinismo por 'celebrada', 'famosa' o 'admirada': su valor es irónico en boca de Faría. poesía:“Y los que por las calles espaciosas fabrican arcos rosas. Góngora, Soledades, I, v. 718-719 [OC264B.718-719].Cuantas del uno ya, y del otro cuello cadenas de concordia engaza rosas. Góngora, Soledades, I, v. 788-789: «cuantas (del uno ya y del otro cuello / cadenas) la concordia engaza rosas,» [OC264B.788-789].En los que damascó manteles Flandes. Góngora, Soledades, I, v. 860 [OC264B.860].Los novios entra en dura no estacada. Góngora, Soledades, I, v. 1088 [OC264B.1088].Dédalo si del leño no, de lino. Góngora, Soledades, II, v. 78 [OC264C.78].O la que torció llave el fontanero. Góngora, Soledades, II, v. 225: «o a la que torció llave el fontanero» [OC264C.225].O cuanta al peregrino el amebeo amebeo em.: ama beoAB[Enmienda consignada en la fe de erratas. El testimonio A trae una corrección manuscrita: amebeo.alterno canto dulce fue lisonja. Góngora, Soledades, II, v. 626-627 [OC264C.626-627].Del bello de la estigia deidad robo. Góngora, Soledades, II, v. 793 [OC264C.793].La tantos siglos ya muda sirena. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 126 [OC313.126].Esta le cuente felicidad (en urna urna em.: unaABsea dorada) piedra. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 217-219: «Servía y agradaba; esta le cuente / felicidad, y en urna sea, dorada, / piedra, si breve, la que más luciente» [OC313.217-219].El inmenso hará el celestial orbe. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 255 [OC313.255].En sus conchas el sabo la hermosa guardó al tercer Filipo Margarita. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 285-286: «en sus conchas el savo la hermosa, / guardó al tercer Filipo, Margarita,» [OC313.285-286].Dulce un día después la hizo esposa. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 317 [OC313.317].Ninguna de las dos reales persona Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 325: «ninguna de las dos real persona» [OC313.325].piadoso luego rey cuantas destina penas rigor legal; tantas perdona. Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 453-454 [OC313.453-454].Veneciana estos días arrogancia. De vana procedida preeminencia. Al sacro opuesta celestial clavero Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 549-551: «Veneciana estos días arrogancia, / de vana procedida preeminencia, / al Sacro opuesta celestial clavero / esgrimió casi el obstinado acero.» [OC313.549-551].Pero, ¿a dónde voy? Porque esto está a pares en cada verso, y a docenas en cada cláusula, y ael fulminante aun en la vaina acero” Góngora, Panegírico al duque de Lerma, v. 606 [OC313.606].a tantos cientos en tan pocas obras que solo en elA : om. BPolifemo ,Soledades yPanegírico (poesías singulares en la opinión de los sectarios de locuciones vanísimas) hay más de seiscientos hipérbatos o sínquisis de tal calidad que por la mayor parte mueven a risa (a la cordura y al reposo digo) cuando hubieran de producir respeto si se usaran con templanza así en el modo como en la cantidad, porque en todas las obras de los latinos (a donde es natural ese término) no se hallan tantos como en solos tan pocos versos dedon Luis , con que hace parecer que sólo de aquello anduvo cuidando. En los grandesDante ,Petrarca ,Sannazaro ,Ariosto ,Tasso ,Garcilaso yCamões no se hallará que alguno exceda en usar esto de hasta doce veces, en el que más, por tan largos escritos, y de esas no se hallará alguna con la deformidad que tantas acá. De este modo se descubren dos yerros en esto: uno, querer usar en nuestro idioma lo que es sólo del latín; otro, que lo use un hombre en pocos versos más que todos los latinos en todos los suyos, y eso con mayor deformidad que ellos y casi sin variedad, porque los más se reducen a dos o tres modos repetidos perpetuamente. Dejo apartea parte que después de descifrado esto no contiene sentencia o concepto algunoA: o parteBPara Faría el hipérbaton gongorino es de calidad risible por carecer en modo y cantidad de templanza: por ser deforme en el modo y excesivo en cantidad. La deformidad del modo se caracteriza por la poca variedad y la recurrencia de «dos o tres modos» exclusivamente; por lo demás, no tiene «sentencia o concepto» una vez leído. Así, el ideal de «hipérbaton tan medido con las fuerzas humanas» que propone en Manuel de Faría, § II, es figura natural latina, produce : así en casi todo, de suerte que se cumplerespeto(por suatrevimientoygala) si se usa contemplanzaen lacantidad(reducida), y en elmodo(variado, no deforme), y debe conllevarsentencia, concepto, pues «con una moderada atención se descubre un pensamiento razonable».cumple enteramente en esta lira lo que diceA: compleBCicerón de los poetas que cantan a ella: “Quos cum cantu”cantu spoliaueris, nuda pene remanet oratioA: cantoBCicerón, . Yo no digo que falten atrevimientos y galas en ingenios tan grandes como el deOrator, 55, 183: «quos cum cantu spoliaueris, nuda paene remanet oratio» (Cicerón 1939: 460): ‘quítales la música y apenas quedará más que prosa desnuda’. Las palabras de Cicerón son una desdeñosa apreciación de los líricos griegos. Aplicando al estilo gongorino una severa crítica de la poesía griega —y en particular de la lírica— hecha por el adalid de la retórica latina, Faría relega a lo griego y a lo gongorino fuera de las fronteras de su canon, en cuyo centro sitúa a la latinidad y a la modernidad delineadas por las autoridades siguientes: Cicerón –en representación de los latinos-, Dante, Petrarca, Sannazaro, Ariosto, Tasso, Garcilaso y Camões. Véase también, en lasNoches clarasde Manuel de Faría, Primera noche, Palestra IV: «Ninguno que supiese ha dudado jamás de que no puede haber mayor desatino ni principio más acomodado para mil impropiedades que escribiendo en español hablar en griego» La cita se encuentra en una interesante conversación entre los personajes de Lusitano y Elasso (Faría 1624: 49). Véase Jammes 1994 (706) y Cisneros 1987 (3).don Luis ; digo solo que se halle más que eso y eso menos, y que resplandezca el juicio. Trato de lo que escribió de este género.»Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 133, B, hasta col. 134, B [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 133-134).
14. Demostración matemática se le ha de hacer a Diccionario de Autoridades).Diccionario de Autoridades, vale
«rebosar, salirse alguna cosa de sus límites o bordes, por demasiadamente llenos y
abundantes».
15. «Hiperbaton
», según los Retóricos se difine,
«est transcensio cum verbum aut sententia ordine
commutatur
»Etimologías, lib.
I, cap. 37, 16-20 (Isidoro 1989). En la traducción de José Oroz Reta y Manuel-A.
Marcos Casquero: «El hipérbaton es una transposición de palabra o
frase a las que se hace ocupar un lugar que no es el suyo» (Isidoro 2004: 333). Véanse
también los Diui Isidori Hispal. Episcopi opera, pars prior,
costeados por Felipe II (Madriti: ex typographia regia, 1599), en Isidoro 1599a (25).em. :
Gurcil A || Gracil BObras de Garcilaso con anotaciones de Fernando de Herrera (Sevilla:
Alonso de la Barrera, 1580), comentario al v. 9: «es el hipérbaton distracción o
trasgresión en la lengua latina, y en la nuestra, si le puede caber este nombre,
traspasamiento, porque la oracion se distrae y aparta i traspasa, cuando van las
palabras después del seguimiento y curso de otras palabras» (Herrera 1580: 110).A : altitud BHuius species sunt anastrophe, histeron proteron,
parenthesis, tmesis, sinchesis
»A : atimo BEtimologías, lib. I, cap. 37, 16 (Isidoro 1989): «Hay cinco tipos de hipérbaton: anástrofe, hysteron próteron,
paréntesis, tmesis y [sínquisis]» (trad. José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero en
Isidoro 2004: 333, corregimos "síntesis" por "sínquisis"). Véase también Isidoro 1599a
(25).
La primera especie es anástrofe, que es trueco en el orden de prioridadB : priorioridad A [Enmienda
consignada en la fe de erratas.littora circum
»Eneida, III, v. 75 (Virgilio
2009: 78): «en torno a la costa», aparece ya en las Etimologías de
Isidoro, lib. I, cap. 37, 16 (Isidoro 1989 y 1599a: 25).circumB :
curcum A littora”, y En contra
puestas del airado pecho
»B : Gorcilasus AEtimologías, lib. I, cap. 37,
16 (Isidoro 1989). Véase también Isidoro 1599a (25): «Anastrophe verborum ordo praeposterus: ut littora circum
pro circum littora». «La anástrofe es la simple inversión del
orden de las palabras, como litora circum, en vez de circum litora» (trad. José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro
2004: 333-335). Espinosa Medrano acude probablemente de nuevo a Herrera para traducir
los tecnicismos de Isidoro (verborum ordo praeposterus), pasando del
«trocamiento» herreriano a su propio «trueco». Comentando el soneto decimosexto de
Garcilaso (Obras de Garcilasso con anotaciones de Fernando de
Herrera, son. XVI, comentario al v. 2: «en contra puestas del airado pecho»),
Herrera escribe sobre este verso: «es figura anástrofe, llamada en la lengua Latina
inversion, i en la nuestra se podrá decir trocamiento, cuando se troca el orden de las
palabras sin necesidad alguna, porque pudiera dezir bien, “puestas en contra del
airado pecho”» (Herrera 1580: 148). A continuación Herrera propone otros dos ejemplos de anástrofes sacados
de Valerio Flaco y de Virgilio, pero son ejemplos que no cita Espinosa
Medrano.
La segunda es hísteron próteron, que es conmutación del mismo orden entre las
sentencias. Vulgar ejemplo el de «Postquam altos tetigit
fluctus, et ad aequora venit
»A : Virgil. B]Eneida, III, v. 662: «Postquam altos tetigit fluctus et ad aequora venit» (Virgilio 2009: 101): la
traducción de Javier de Echave-Sustaeta, «Después que llega al mar y se adentra por lo
hondo de las olas» (Virgilio 1992b: 229), invierte el orden del verso latino y borra
por tanto la figura. Para leer un hísteron próteron habría que traducir como lo hace
Espinosa Medrano: «Después que tocó las altas ondas y vino al mar».Etimologías, lib. I,
cap. 37, 17 (Isidoro 1989). Véase también Isidoro 1599a (25): «Hysteron proteron sententia ordine commutata ut:
“Postquam altos tetigit fluctus, et ad aequora venit.” Ante enim ad aequora venit et
sic tetigit fluctus». «El hysteron próteron invierte el orden
de las frases, como en: “Después de que alcanzó las altas olas y llegó a los mares”,
ya que primero se llega al mar y después se alcanzan las olas.» (trad. José Oroz Reta
y Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro 2004: 335).Corpus Grammaticorum Latinorum (Garcea, s.f.), aparece el hísteron
próteron (hysteroproteron) o histerología en multitud de tratados bajo el acápite «de uitiis et uirtutibus orationis» (‘vicios y virtudes de la
oración’), como parte del hipérbaton. Sin embargo, en el párrafo «de
praepositione» y con el nombre de hysterologia lo comentan Cledonio (Cledonii ars, de praepositione, 0077) y Pompeyo (Pompeius
in artem Donati, de praepositione, 0270), aunque este también la considera como
especie del hipérbaton (de uitiis et uirtutibus orationis, 0309). En
el Corde se encuentra con ortografías vacilantes como elemento del
hipérbaton (por ejemplo en Antonio de Nebrija o Gonzalo Correas) pero aparece en el
Universal vocabulario en latín y en romance de Alfonso de Palencia
(1490) dentro de la entrada «Isterologia», sin mención alguna de
anástrofe o de hipérbaton. De hecho el hipérbaton afecta a la sintaxis mientras que el
hísteron próteron es una figura que atañe a la lingüística del discurso y,
concretamente, al orden de la narración.Hyperbaton in sensu, ut progressi subeunt
luco, fluuiosque relinquunt
»Commentarius in
Vergilii Aeneidos libros, vol. 1, lib. III, comm. ad versum 662 (Servio 1881:
449): « Tetigit flvctvs et ad aeqvora venit hyperbaton
in sensu, ut “progressi subeunt luco fluuiumque relinquunt”», (‘
La tercera es paréntesis, que es interposición de una sentencia en otra, la cual
quitada queda ileso el sentido de la primeraEtimologías, lib. I, cap. 37, 18: «Parenthesis, ubi interponimus
sententiam nostram, qua ex medio remota integer sermo perdurat, ut: “Aeneas (neque
enim patrius consistere mentem passus amor) rapidum ad naues praemittit Achaten.”
Est enim ordo: “Aeneas rapidum praemittit Achaten”. Nam illud in medio parenthesis
est» (Isidoro 1989). «Paréntesis es la inclusión de una opinión nuestra en
medio de una oración; si suprimimos esa inclusión, la oración no pierde nada de su
sentido. Véase un ejemplo: “Eneas —pues su amor paterno sosegar su espíritu no deja—
al veloz Acates al punto envía hacia las naves”. El orden es: “Eneas envía delante al
veloz Acates”. Lo que está en medio es el paréntesis.» (trad. José Oroz Reta y
Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro 2004: 335). Véase Isidoro 1599a (25).
La cuarta es tmesis, que es una sección o cortamiento de una circum dea fudit
amictu
», en vez de “circumfudit”Etimologías, lib. I, cap. 37, 19: «Tmesis est
sectio unius nominis per interpositionem uerborum, ut: “Multum nebulae circum dea
fudit amictum”, pro “circumfudit”» (Isidoro 1989): «La tmesis
es la división de una palabra por interposición de otra; es el caso de: “Multum nebulae circum dea fudit amictum” (“en torno a él, la diosa extendió
una espesa capa de niebla”); en vez de “circumfudit”» (trad. José
Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro 2004: 335). También Isidoro 1599a
(25). Espinosa Medrano restaura la cita de Virgilio, Eneida, lib. I, v. 412: «et multo nebulae circum dea fudit
amictu» (Virgilio 2009: 21). La traducción de Virgilio por Oroz Reta y Marcos
Casquero, así como la de Echave-Sustaeta («su poder divino extiende en torno de ellos
el denso manto de una nube», Virgilio 1992b: 152), borra la figura y, si quisiéramos
mantenerla, recordando el “malestar doble” que Asturias convierte en «maldoblestar» al
inicio de El señor presidente (Asturias 1978: 7), habría que
enmendarla, por ejemplo, de la manera siguiente: ‘un denso manto de niebla al Venus
rededor de ellos extiende’. El verso virgiliano como ejemplo de tmesis aparece también
en Servio, Commentarius in Vergilii Aeneidos libros, vol. 1, lib. I,
comm. ad versum 412: « Circvm dea fvdit figura est
tmesis, quae fit cum secto uno sermone aliquid interponimus» (Servio 1881:
136).
Deficiente pecu deficit omne nia»
La quinta es sínquisis, en que de todas partes se confunden las voces, de suerte que
totalmente quede barajada la sentencia, como la del
Iuuenes, fortissima frustra pectora, si vobis audentem extrema cupido est certa sequi, quae sit rebus fortuna videtis. Excessere omnes adytis arisque relictis Dii, quibus imperium hoc steterat; succurritis succurritis urbiem.: sucurritisA|| succuritisBincensae; moriamur et in media arma ruamus Virg. AEne. 2. Virgilio, .Eneida, lib. II, v. 348-353: «iuuenes, fortissima frustra / pectora, si vobis audendi extrema cupido / certa sequi, quae sit rebus fortuna videtis: / excessere omnes adytis arisque relictis / di quibus imperium hoc steterat; succurritis urbi / incensae: moriamur et in media arma ruamus» (Virgilio 2009: 51). Véase la traduccióninfra.
Cuyo orden debiera ser este: “iuuenes, fortissima pectora, frustra
succurritisem. :
sucurritis A || succuritis B
urbi incensae, quia excessereB : excesser e A dii quibus hoc imperium
steterat. Unde si vobis cupido certa est me sequi audentem extrema, ruamus in media
arma et moriamur”Etimologías,
lib. I, cap. 37, 20: «[Synchisis] est, ubi ex omni parte confusa sunt
uerba, ut illud: “Iuuenes, fortissima frustra / pectora, si uobis audendi extrema
cupido est / certa sequi, quae sit rebus fortuna uidetis. / Excessere omnes aditis
arisque relictis / dii, quibus imperium hoc steterat; succurritis urbi / incensae;
moriamur et in media arma ruamus.” Ordo talis est: “Iuuenes, fortissima pectora,
frustra succurritis urbi incensae, quia excesserunt dii. Vnde si uobis cupido certa
est me sequi audentem extrema, ruamus in media arma et moriamur.”» (Isidoro
1989): «Hablamos de [sínquisis] cuando, desde distintos planos, se
produce una mezcla de palabras, como: “Jóvenes, corazones inútilmente heroicos: si es
vuestro deseo intentar las hazañas más expuestas, ya veis lo que sucede y en qué
situación están las cosas. Abandonando los altares y los templos, los dioses todos se
marcharon, ellos por quienes en pie se mantenía el imperio; en auxilio corréis de una
ciudad incendiada. Muramos y lancémonos en medio de la lucha”. El orden es el
siguiente: “Jóvenes, corazones heroicos, en vano socorréis a una ciudad incendiada,
porque los dioses la han abandonado. Por lo tanto, si es vuestro firme deseo el
seguirme a mí, que estoy decidido a todo, precipitémonos en medio de la lucha y
muramos”.» (trad. José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro 2004: 335;
corregimos "síntesis" por "sínquisis"). Véase también Isidoro 1599a (25-26). En este
caso Espinosa Medrano no parece haber acudido a Servio, que en su Commentarius in Vergilii Aeneidos libros, vol. 1, lib. II, comm. ad versum 353
señala un hísteron próteron en lugar de una sínquisis, lo cual es correcto para ese
verso.B : le A [Enmienda registrada en la fe de erratas. En el testimonio A,
corrección manuscrita: se.Me subito fundit velocia carmina
dranus
»A : †nus Bme, acusativo y ablativo
del pronombre ego.
16. Mas esto es juego y en los varones grandes fuera desautoridad. Súfreseles empero
pocas veces sólo en la poesía latina y griega, y tengo observado lo que nadie reparó en
dominus”, sino
la que consta y se compone de dos términos, como “Ciceromastix”
Septem subiecta trioni»
«Hac Troiana tenus
»Eneida, lib. 6, v. 62: «hac Troiana tenus
fuerit fortuna secuta» (Virgilio 1989: 44): «¡Ojalá nos haya perseguido el mal
sino de Troya hasta aquí solo» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b:
303).hactenus”, dicción compuesta
de “hac” y de “tenus”, porciones diversas.
«Nebulae circum Dea fudit amictu
»Eneida, lib. 1, v. 412: «et
multo nebulae circum dea fudit amictu» (Virgilio 2009: 21): «en un halo de aire
oscuro y su poder divino extiende» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b:
152). Es ejemplo de Isidoro para su definición de la tmesis: Etimologías, lib. I, cap. 37, 19 (Isidoro 1989 y 1599a: 25) y también de Servio para ilustrar la tmesis de palabras compuestas: Commentarius in Vergilii Aeneidos libros, vol. 1, lib. I, comm. ad
versum 412 (Servio 1881: 136). Véase supra.
«Qui tecumque manent isto certamine casus
»Eneida, lib. 12, v. 61: «Qui
te cumque manent isto certamine casus» (Virgilio 1987: 126): ‘cualesquiera que
sean los accidentes que te aguardan en esta lucha’.te” a “quicumque”, dicción compuesta de dos
diversas voces? Y finalmente su veneradorA : venrador B
Quale tamen cumque est, ut tueare rogo»
Art ves e hac cimur»
Y aun por una vez se puede sufrir esta insolencia de Pacuvio en Chryse: “
Attonitusque legis terrai frugiferai Attius et quicquid Pacuuiusque vomunt. Marcial, Epigrammata, lib. XI, ep. 90, v. 5-6. El epigrama empieza, curiosamente, por una defensa del estilo llano opuesto a las cumbres ásperas del estilo sublime: «Carmina nulla probas molli quae limite currunt, / sed quae per salebras altaque saxa cadunt, / et tibi Maeonio quoque carmine maius habetur, / 'Lucili columella hic situ' Metrophanes’; / attonitusque legis 'terrai frugiferai', / Accius et quidquid Pacuuiusque vomunt. / vis imiter veteres, Chrestille, tuosque poetas? / dispeream ni scis mentula quid sapiat.» (Marcial 1990: 388): «No das por bueno ningún poema que discurre por un plácido sendero / sino los que brincan por las breñas y las altas rocas, / y, para ti, más conseguido que la poesía de Meonia es / “Aquí yace Metrófanes, la columnita de Lucilio”; / y, con la boca abierta, lees “tierra mucho abastada”, / y todo lo que largan Accio y Pacuvio. / ¿Quieres que imite, Crestilo, a tus poetas los antiguos? / Que me cuelguen si desconoces a qué sabe una polla.» (trad. Juan Fernández Valverde en Marcial 2001b: 263-264).Martialis Martialis A: Martial.B
17. Digo esto, porque en admitir este género de hipérbases los ingenios y juicios
grandes escrupulizan aun mucho más que B : esse A
[Enmienda registrada en la fe de erratas.El hipérbaton es dicho cuando se trató del
vocablo peregrino cuanto al cuerpo porque en el cuerpo parece su modo diferente, como
se ve en el ejemplo dicho: “elegante habláis mente”: el cual modo de decir lícito fue
a los griegos mucho y aun a los latinos, como se ve en
»Georgicas, lib. III, v. 381: un verso citado por Espinosa Medrano en el § 16
(véase supra).A : Pinciam. Philoso BPhilosophia antigua poetica (Madrid: por Thomas Iunti, 1596), epístola VI (del
poético lenguaje), 4, «Hyperbaton» (López Pinciano 1596: 240). La lección «elegante habláis mente» es una
variante de El Lunarejo, pues en la Philosophia antigua poética
leemos «elegante habla mente» (1596: 240; 1894: 242; 1953: 145; 1998: 244): hay que
suponer por tanto que Espinosa Medrano lee un estado de la edición madrileña de 1596 o
una fuente indirecta que incluya la variante, a menos que sea error suyo o,
sencillamente, una cita de memoria.elegante
habláis mente
»Philosophia antigua
poetica, epístola VI (del poético lenguaje), 3, «Iuan de Mena» (López
Pinciano 1596: 232). El mismo ejemplo de tmesis aparece en las epístolas de
La Filomena de Lope de Vega, véase la edición de Pedro Conde
Parrado, 1621_censura-lope, f. 196r.
18. De estos principios pues, mal entendidos y peor aplicados, infiere
19. He aquí el argumento de conquegregantur
» que
dijo congreganturque”De rerum
natura, lib. 6, v. 456 (1969: 248).
De oyentes, copia el sitio le ofrecía el sitio le ofrecia ,A: el sitia le ofrecioBsilvestres y volátiles, inmensa Juan de Jáuregui, .Orfeo(Madrid: Juan Gonzalez, 1624), canto IV, v. 59-60 (Jáuregui 1624: f. 21r): «de oyentes copia el sitio le ofrecía / (silvestres y volátiles) inmensa». Faría cita estos versos atribuyéndolos a «otro tal» en elJuicio del poema(Faría 1639a: I, col. 69): es Espinosa Medrano quien da a Góngora por aludido.
20. ¿Por ventura es esto lo mismo, que decir «conquegregantur
»? Cierto es que imitar esto de B : prescripcion A [Enmienda recogida
en la fe de erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita: proscripcion.quantum distat
ortus ab occidente
»Vulgata, libro de los Salmos, ps. 102, v. 12: «quantum
distat ortus ab occidente longe fecit a nobis iniquitates nostras» (Vulgata 1975), (‘lo que dista el levante del occidente ha alejado de
nosotros nuestras iniquidades’).A : pero por a BAut.).Algunos defensores de esta nueva secta
piensan que lo dejan concluido todo con traer uno o dos, y sean doce lugares
»B : Prema ALusiadas, I, Tomo I, Juicio del poema, col. 67, B [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 67). En el
texto de Faría se lee: «y que los modernos los usan en cada un verso».
21. Lo que frecuenta conlocatio» se encuentra en Cicerón,
De oratore, lib. 1, § 151: «Omnes enim, siue artis
sunt loci siue ingenii cuiusdam ac prudentiae, qui modo insunt in ea re, de qua
scribimus, anquirentibus nobis omnique acie ingeni contemplantibus ostendunt se et
occurrunt; omnesque sententiae verbaque omnia, quae sunt cuiusque generis maxime
inlustria, sub acumen stili subeant et succedant necesse est; tum ipsa conlocatio
conformatioque verborum perficitur in scribendo, non poetico, sed quodam oratorio
numero et modo» (Cicerón 1995: 56), y De oratore, lib. 3, §
172, «Sed est tamen haec conlocatio conservanda verborum, de qua loquor;
quae vinctam orationem efficit, quae cohaerentem, quae levem, quae aequabiliter
fluentem; id adsequemini, si verba extrema cum consequentibus primis ita iungentur,
ut neve aspere concurrant neve vastius diducantur» (334). En la traducción de
José Javier Iso, estos dos fragmentos rezan: «Pues todos los recursos en la
argumentación, o bien pertenecen al arte o bien a un cierto talento y prudencia, y con
tal de que se encuentren en el tema del discurso, se muestran y salen a nuestro
encuentro cuando los buscamos y examinamos con el filo de nuestro ingenio. Y todos los
pensamientos y las palabras todas, que son las particulares luminarias de cada género
oratorio, fuerza es que se nos presenten y ocurran al filo de nuestra pluma. Entonces
y mediante la escritura se logra la colocación y conformación de las palabras, no al
modo y ritmo de los poetas, sino con uno específicamente oratorio» (Cicerón 2002: 144)
y «Con todo, hay que cuidar de esta disposición de las palabras de la que estoy
hablando, que hace el discurso bien trabado y ligado, ligero y con un flujo regular. Y
conseguimos esto si el final de las palabras se unen con el comienzo de las siguientes
de tal modo que su encuentro no resulte duro o no se separen en exceso» (458).
Quintiliano retoma el término en su Institutio oratoria (Quintiliano
1971a: 133 y 1971b: 209, 217). Véase Blanco 2010 (185 y 189).A :
comun, y como BGracili
modulatus auena
»Eneida, lib.
1, v. 1: «Ille ego qui quondam gracili modulatus auena» (2009:
5).summas
»A : summa BEneida, lib. 1, v.
147, «atque rotis summas leuibus perlabitur undas» (2009: 10). En la
traducción de Javier de Echave-Sustaeta: «y se va deslizando por cima de las olas
sobre las leves ruedas» (Virgilio 1992: 144).arentia temperat arva
»Geórgica, lib. 1, v. 110: «saxa ciet scatebrisque arentia
temperat arva» (1982: 6). En la traducción de Tomás de la Ascensión Recio
García: «al caer el agua por las guijas lisas produce un ronco murmullo y refresca con
sus golpes el campo seco» (Virgilio 1990: 264).A : Collocacion B
El manso de los Céfiros ruido; el denso de los árboles celaje. Góngora, Soledades, I, v. 536-537: «el fresco de los céfiros rüido, / el denso de los árboles celaje». [OC264B.536-537] Sobre la variante de El Lunarejo véase Cisneros 1983b.
22. Y verase no ser especie de hipérbaton discurriendo por ellas, puesto que no es
anástrofe, ni histeron, ni parentesis, ni tmesis, porque en su vida no la hizo Eneida, lib. II, v. 348-353
(véase supra).Fulminante aun en la vaina acero
»Panegírico al duque de Lerma, v. 606: «el
fulminante aun en la vaina acero». [OC313.606].Veneciana estos días
arrogancia
»Panegírico al duque de
Lerma, v. 549. [OC313.549].Ninguna de las dos
reales persona
»Panegírico al duque
de Lerma, v. 325: «ninguna de las dos real persona». [OC313.325].
Y finalmente no habrá bárbaro que diga que aquí hay sínquisis: «patulae sub tegmine fagi
»Bucólicas, égloga 1, v. 1: «Tityre, tu patulae recubans sub
tegmine fagi» (1992a: 38).et
pressi copia lactis
»Bucólicas, égloga 1, v. 81: «castaneae molles et pressi copia
lactis» (1992a: 41).El manso de los Céfiros ruido
»Soledades, I, v. 536: «el fresco de los céfiros rüido». [OC264B.536].
23. La hacha de Hércules en los cuellos de la Hidra se echara menos al confutar el
error de A : compe†e B
24. El capital y último error es decir que estas transposiciones o colocacionesA : collocaciones BA : legan Bincipit presentado por El
Lunarejo pretende atestiguar que los latinos exhiben el hipérbaton desde el primer
verso, lo que prueba que no lo consideran un defecto o una audacia que deba ser
preparada largamente —preparación conveniente en la metáfora, por otra parte (VI, §
48)—, sino algo normal en el lenguaje poético, que no necesita ningún esfuerzo
particular del lector ni corre el riesgo de desalentarlo en el umbral del poema. De
ahí que en el § 25, El Lunarejo exclame: «juraré que a ninguno de ellos se le pasó por
la imaginación el hipérbato». Sin embargo, el razonamiento presupone en última
instancia la continuidad del lenguaje poético. El primer verso puede ser una muestra
representativa del conjunto si el poema se caracteriza por ser coherente verso a
verso: prueba de ello es que la trabazón sea un concepto asociado al sentido en el
párrafo 6 del Apologético (cuando Espinosa Medrano reorganiza los
versos de Góngora citados por Faría, «por estar destituidos del sentido y trabazón que
en sus lugares gozaban»). También, que El Lunarejo acuse a Faría de caer en un absurdo
cuando reconoce en Góngora cláusulas aisladas dignas de estima: «sean los ojos árbitro
de su igualdad con el juicio, que si hay cláusula de estima, todas la merecen, o todas
deben proscribirse si periodos hay dignos de óbelo. Tal es su uniformidad, tal su
consonancia» (§ 68, véase infra). El razonamiento en sí tiene cuando
menos un antecedente en la polémica gongorina, en la epístola «De Cartas
filológicas¸ década I, epístola IX (Cascales 1999) [1634_carta-villar-ortiz].
En ella leemos: «Y particularizando más mi intento, cotejemos a don Luis con los
poetas latinos, a cuya superioridad todo el mundo reconoce vasallaje y se rinde, y
veremos si les imita y aun si les excede y sobrepuja. Por cierto que no supieron ellos
más bien su lengua que el nuestro la suya. Y veamos si usan de trasmutaciones, y no
nos cansemos buscando, sino miremos desde los primeros versos de sus obras, que parece
que lo toman por oficio». Sobre esta epístola, aunque no considere este aspecto en
particular, véase Schwartz 2014: § 16-19.
«Tytire, tu patulae recubans sub tegmine
fagi
»Bucólicas, égloga 1, v. 1: «Tityre, tu
patulae recubans sub tegmine fagi» (1992a: 38). Francisco del Villar también
cita este incipit de Virgilio como su primer ejemplo (Cascales
1999).
La divina Eneida: «Ille ego, qui quondam gracili
modulatus auena
»Eneida, lib. 1, v. 1: «Ille
ego, qui quondam gracili modulatus auena» (Virgilio 2009: 5).
¿Horacio cómo entró? «Mecoenas atauis edite
regibus
»Carmina, lib. 1, carmen 1, v. 1: «Maecenas, atauis edite regibus» (1995: 1). Es este el quinto ejemplo
de Francisco del Villar (véase supra y Cascales 1999).
¿Ovidio cómo empezó? «In noua fert animus mutatas dicere
formas corpora
»Metamorfosis, lib. I, v. 1-2:
«In noua fert animus mutatas dicere formas / corpora: di, coeptis (nam
vos mutastis et illas)» (1981: 1): «Mi espíritu me induce a relatar cambios de
forma de unos cuerpos en otros nuevos; dioses, inspirad mis comienzos (puesto que
también vosotros los cambiasteis)» (trad. José Carlos Fernández Corte y Josefa Cantó
Llorca en Ovidio 2008: 227). Francisco del Villar trae este verso a continuación del
incipit horaciano, presentándolo de la siguiente manera: «Mas
dejemos estos, que se precian de obscuros, y vamos a otros de más suavidad. Ovidio, en
sus Metamorfoses» (véase supra y Cascales
1999).
¿Cómo principia el floridísimo Claudiano? «Inferni
raptoris equos afflataque curru sydera Taenario
», etcDe raptu Proserpinae, lib. 1, v. 1-2: «Inferni
raptoris equos adflata que curru / sidera Taenario caligantesque profundae»
(1985: 290).A : empanadas B
¿Marcial cómo entona sus primeros versos? «Barbara
pyramidum sileat miraculae Memphis
»Epigramas, ep. 1, v. 1: «Barbara pyramidum sileat miracula
Memphis» (1990: 1). Francisco del Villar da este verso como segundo ejemplo de
su argumentación (véase supra y Cascales 1999).
¿Cómo entró Propercio? «Cynthia prima suis miserum me
caepit ocellis
»B : li. AElegías, lib. 1, carmen 1,
v. 1: «Cynthia prima suis miserum me cepit ocellis» (1994: 1). Es
muy probable que Espinosa Medrano lea a Propercio, como a Tibulo y a Catulo, a partir
de la edición de Joseph Scaliger de los tres autores: véase para esta cita Scaliger
1577 (145).B : ojueles A
Y Tibulo. «Diuitias alius fulvo sibi congerat
auro
»Elegías, lib. 1, carmen 1, v. 1: «Diuitias alius fulvo sibi congerat auro» (1988: 1). Véase también la
edición de Tibulo por Joseph Scaliger (1577: 79). Este es el tercer ejemplo citado por
Francisco del Villar en su lista de primeros versos de poemas latinos (véase supra y Cascales 1999).
Y Lucano. «Bella per Aemathios plusquam ciuilia
campos
»Farsalia, lib. 1, v. 1: «Bella
per Emathios plus quam ciuilia campos» (1988: 1). También Francisco del Villar
trae este ejemplo, a continuación de las Metamorfosis de Ovidio. Es
el último de su enumeración (véase supra y Cascales 1999).
Y Baptista Mantuano. «Sancta Palestinae repetens exordia
Nimphae
»A : Mant. Parthen. BParthenice prima siue Mariana, v. 1 (1957: v.
1.).A : repetiendo B
Y Prudencio. Christe, graues hominum semper miserate
labores
»A : Physiom. BPsychomachia, v. 1: «Christe, graues hominum semper miserate
labores» (1966: v. 1).
Y San Alchimo. «Quod varii eveniunt humana in gente
labores
»A : Alchi. BDe initio mundi, libro I, «Quidquid agit varios humana in gente
labores» (Migne 1847: col. 0323C). La variante que maneja Espinosa Medrano
aparece en multitud de impresos del siglo XVI y XVII.
Y Juvenco. «Rex fuit Herodes iudaea in gente
cruentus
»B : Hist. A B : li. AEvangelicae
Historiae, lib. 1, v. 1: «Rex fuit Herodes iudaea in gente
cruentus» (1891: 3).
Y Sedulio. «Paschales
»A : Paschale BA : op. BCarmen Paschale, prólogo ad lectorem, v. 1: «Paschales quicumque dapes conviva
requiris» (1885: 14).
Y Apolonio Colacio. «Exitium Solymae, et tristes a stirpe
ruinas
»A : Apol. BB : 2 ACarmen de eversione urbis Hierusalem, v. 1: «Exitium
Solymae et tristes a stirpe ruinas». Véase la príncipe del Carmen
de eversione urbis Hierusalem (Mediolani: Vldericus Scinczenceller nec non
Leonardus Pachel eius socius propria impensa et laudabili opificio impressum edidit,
1481) en Collatius 1481 (f. a1r).
Hasta Merlín. «Phantasia mihi quaedam phantastica
venit
»Baldus, lib. 1, «Merlini Cocaii Poetae Mantuani Macaronice prima.
Phantasiae Proponit», v. 1: «Phantasia mihi quaedam fantastica
venit» (1521: f. 34v). En su «Laudes Merlini», pieza que
Espinosa Medrano cita en la sección II, § 5, Acuario Lodola elogia este íncipit del
Baldus (Folengo 1521: f. 9r).
25. Pero, ¿adónde voy? Que esto está a pares en cada verso, a centenares en cada folio
y a millones en cada libro. Por no exhibir toda una librería sólo apuntamos los primeros
versos de cada poeta y juraré que a ninguno de ellos se le pasó por la imaginación el
hipérbato. Y si entraron con él para perpetuarle desde el primero al último verso, ya se
ve falsificada la bachillería de quien los redujo a docestricto
sensu, sino el lenguaje poético de la latinidad antigua y tardía, profana y
sacra, macarrónica y virgiliana.Diccionario de Autoridades: «Cuando
los niños quieren aprender a leer, lo primero que hacen es con el puntero contar las rayas de las letras, para saberlas después conocer».
B : Grametico A
[Enmienda recogida en la fe de erratas. El lector del testimonio A corrige:
Gramatico.Illud miror —dice el máximo
doctor— quod Aristarchus nostri temporis puerilia ista nescieris; quamquam tu
occupatus in sensibus et ad
»B : om. A
[Enmienda recogida en la fe de erratas. El lector del testimonio A añade en la
entrelínea: ad.em. : Hierony.
Apol. A || Hiero. Apolog. BEpistulae, epístola 46, Apologiae Hieronymi adversus
Ruffinum, 1 (Jerónimo 1602, col. 301). Se trata en realidad de una cita de
Rufino traída por San Jerónimo y que en el texto original dice así (Migne 1845a: col.
0162c): «Illud miror, quod Aristarchus nostri temporis puerilia ista
nescieris, quanquam tu occupatus in sensibus, et ad struendam mihi calumniam
cernulus, Grammaticorum et Oratorum praecepta contempseris», (‘Lo que me
asombra es que tú, el Aristarco de nuestro tiempo, hayas ignorado lo que saben hasta
los niños, aunque entiendo que hayas podido, atento a los sentidos y empeñado en
fraguar calumnias contra mí, despreciar los preceptos de gramáticos y
oradores’).de vana procedida preeminencia
»Panegírico al duque de Lerma, v. 550. [OC313.550].atauis edite regibus
»Carmina, lib. 1, carmen 1, v. 1: «Maecenas, atauis edite
regibus» (1995: 1).Días geniales o lúdricos (1626), diálogo V, § VI: «Don
Fernando.- (…) Dice que el juego talitro es herir la nariz con el dedo de en medio,
que se pone debajo del dedo pollex. Melchor.- A ese juego llaman pasa Gonzalo, y tiene
más de burla que de gracia.» (Caro 1978: II, 162).transposición, es el tropo, la figura. Por extensión, el hipérbaton
como definición del lenguaje o estilo poético es la colocación. Es
esencial para la argumentación de Espinosa Medrano el paso de lo que llama colocación
como propiedad del lenguaje latino o griego a la misma colocación como definición del
estilo poético. El estilo poético, virgiliano o gongorino, traspasa la frontera
idiomática trazada por el lenguaje latino o griego. El fundamento de este
desplazamiento es la especificidad del lenguaje poético. Véase sobre estos temas la
Introducción.
26. Lo que importa advertir mucho es que esta colocación (llámese o no latamente
hipérbaton) es tan genuina y natural a la numerosa fábrica del verso que aun el nombre
de verso (como dice Stylus saepe vertendus est, ut inde etiam nominatos
esse versus perhiberi posse videatur, quod dum fiunt varie huc atque illuc
vertantur
»De carminibus ad
veterum imitationem artificiose componendis praecepta, «De
versibus non fundendis ex tempore» (Sabinus 1551: f. A5v y Sabinus 1568: 490).Diccionario de Autoridades, la «figura y
disposición con que una cosa se distingue de otra». Por oposición al tropo, la
colocación es alcurnia: ascendencia o linaje, privilegio de nacimiento de los versos
que, como partes del lenguaje poético, son nobles por esencia.
27. No negaré que este lenguaje, como nacido en los países de la latinidad, es menos
propio al castellano y nativamente acomodado a la poesía latina, puesto que le usaron
los estrados de la oratoria, la verbosidad de los históricos, la enseñanza de los
padres, la gravedad de los concilios. Pero, ¿quién duda que habilitar el idioma
castellano a entrar en parte en los adornos de la grandeza latina no es
atrevimiento¿Y quién habrá que diga que el cuidado que se pusiere en así adornar
nuestro hablar castellano no lo ha de desviar mucho del común uso; no en los vocablos,
ni en la propiedad de la lengua (que sería grande vicio), sino en el escogerlos,
apropiarlos, repartirlos, y suavemente con diversidad mezclarlos, para que resulte
toda la composición estremada, natural, llena, copiosa, bien dispuesta y situada, y
este pulir de esta manera la habla, cuán ajeno, cuán diferente y cuán contrario es de
la afectación? El cielo y la tierra, lo blanco y lo negro, lo claro y lo escuro, no
están más lejos de ser una cosa que estas dos de juntarse o parecerse. Por tanto no
condenemos en nuestro lenguaje el cuidado de bien hablar, sino dolámosnos
»B : dolamosno A
[La fe de erratas enmienda «delamosnos» en «dolamosnos» y trae por tanto una posible
errata a su vez interpretando «dolamosno» en «delamosnos».A : cor mal heco BA : Ambrosi. BA : Casie Eana BDiscurso de la
lengua castellana, en Las obras del maestro Fernán Pérez de
Oliva: véase la segunda edición (Córdova: por Gabriel Ramos Bejarano a costa de
Francisco Roberto, 1586) en Pérez de Oliva 1586 (f. 9r).
28. Pero A : grand BCaeteri autem —Petronio— aut non
viderunt viam qua iretur ad carmen aut visam timuerunt calcare
»Satiricón, cap. 118, § 5. La cita merece
ser leída en su contexto, puesto que concluye el siguiente párrafo del Satiricón: «Praeterea curandum est, ne sententiae emineant extra
corpus orationis expressae, sed intexto uestibus colore niteant. Homerus testis et
lyrici, Romanusque Vergilius et Horatii curiosa felicitas. Ceteri enim aut non
uiderunt uiam qua iretur ad carmen, aut uisam timuerunt calcare» (1995: 129):
«Procúrese además que ningún pensamiento rompa con la unidad de la obra, sino al
contrario: que cobre su valor del contexto que lo arropa. Es lo que se comprueba en
Homero y los líricos, en el romano Virgilio y en la depurada maestría de Horacio. Los demás o no han visto el camino que lleva a la poesía o, si lo han
visto, no se han atrevido a pisarlo.» (trad. Lisardo Rubio Fernández en
Petronio 1978: 167). La aptitud poética del castellano tiene por modelos implícitos, a
través de esta cita, a Homero, Virgilio y Horacio. El mismo lugar de Petronio se
encuentra en los Discursos poéticos de Jáuregui (2016: f. 5v,
1624_discurso-poetico), así como en la defensa de Góngora por Díaz de Rivas
(1616_discursos-diaz). La fuente de Espinosa Medrano para la consulta del Satiricón pudo ser la edición anotada de Joseph Scaliger (Lutetiae Parisiorum,
ex officina Cristophori Beys, via Iacobaea, 1601), cuya paginación concuerda con la
remisión de esta cita: véase Petronio (1601: 83). En esta edición, a diferencia de la
de Joannes Petrus Lotichius (Francfort, 1629), no se encuentra la curiosa tmesis
repetida por El Lunarejo: «Deficiente pecu deficit omne nia». Sin embargo, la
foliación del Satiricón de Lotichius no concuerda con la remisión de
El Lunarejo a un folio 83, puesto que la cita se encuentra en la página 229 del mismo
(Petronio 1629: 229). Agradezco a Pedro Conde Parrado que me indicara la edición del
Satiricón de Scaliger.
qualitas sonorum, que le llega de la mano de los comentaristas virgilianos como
de la Cerda o Servio (Blanco 2006: 20).B : Marales A
[Enmienda registrada por la fe de erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita:
Morales.Esta falta de no poder juzgar fácilmente en el castellano lo
acertado viene de ser la lengua en sí de tal calidad, que aunque es capaz de mucho
ornamento, pero recíbelo con gran dificultad
»Discurso de la lengua castellana, en las Obras
del maestro Fernán Pérez de Oliva (Pérez de Oliva 1586: f. 9v).En otras muchas partes también de la elocución es nuestra
lengua y su lindeza dificultosa de alcanzar, mas no es esta la principal causa, que al
fin trabajo y diligencia vencerían esta dificultad y con el uso se amansaría lo que
ahora espanta con representarse casi imposible: la causa verdadera de no acertar a
decir bien, ni diferenciar lo bien dicho en el castellano, está principalmente en no
aplicarle el arte de la elocuencia en lo que ella enseña
»A : ensena BDiscurso de la lengua
castellana, en las Obras del maestro Fernán Pérez de Oliva
(Pérez de Oliva 1586: f. 9v).
29. Decir Aut.). Aunque el
apelativo «rompe galas» sea «apodo irónico con que se nota al que anda mal vestido»
(Aut.), Espinosa Medrano lo emplea con seriedad, aludiendo al
esfuerzo de la lengua castellana en vestirse con nuevas galas.Estos, con sus tan ciegas persuasiones, piensan
que todo lo que es elocuencia y estudio y cuidado de bien decir es para la lengua
latina o griega, sin que tenga
»A :
tengua BDiscurso de la lengua
castellana, en las Obras del maestro Fernán Pérez de Oliva
(Pérez de Oliva 1586: f. 7v). El texto de Ambrosio de Morales presenta en origen una
variante: «Estos con estas sus dos tan ciegas persuasiones».
30. Por tan imposible como quitarle el rayo a JúpiterGigantomaquia, v.
32: «Que Tifeo le arrebate el rayo y el cetro» (trad. de Miguel Castillo Bejarano,
véase Claudiano 1993b: 315).
31. AsómbreseB : asombrose A [Enmienda registrada en la fe de erratas. En el testimonio A
encontramos una corrección manuscrita: asòmbrese.translatio studii (et stilii) que pasa de Homero a Virgilio
y de este a Góngora: en ella subyace la historicidad del estilo que destaca en el tono
con el que Espinosa Medrano valora el estilo gongorino, un tono nacionalista muy
propio de la coyuntura histórica de nueva edad de oro hispana. Esa historicidad del
estilo es próxima, aunque quizá ajena, a la que expone Vázquez Siruela en su Discurso sobre el estilo de don Luis de Góngora i carácter legítimo de su
poética de 1645/48 (Jammes 1994: 706): aquel Faría que «no atiende a los
elogios de la patria» se parece singularmente al detractor de Góngora para Vázquez
Siruela, con el que Espinosa Medrano también comparte la isotopía heroica: «Mas si lo
tenemos, ¿qué lo buscamos? ¿Quién puede ser este, quál se puede esperar que sea, si no
lo conocemos en don Luis de Góngora? ¿Puede negar esto sino el que fuere ingrato a la
patria, desconocido a la verdad, i miserable víctima de la invidia? ¿Qué alma tan
eroica en este género emos visto, o quál aguardamos que venga en toda la posteridad,
si en él resplandezen todos los dotes con que las estrellas señalaron aquellas dos
ideas clarísimas de la Poética; ímpetu tan grande i arrobamiento de espíritu, que
colmándolo a él, redundó para causar moción en los demás?» (Vázquez Siruela 1995: 93).
Véase Blanco 2006 (26-27). [1645_discurso-siruela].A : recojo BClauam Herculi
extorquere
»clauam extorquere
Herculi», un tópico de los panegíricos, se encuentra en los Adagia de Erasmo (véase Erasmo 1571: 783 y Erasmo 2011: 2055-2056). El apunte
marginal de El Lunarejo que, en el párrafo anterior, remite a Macrobio, procede
seguramente de este lugar de Erasmo, puesto que en la glosa del proverbio sobre la
clava de Hércules, este escribe: «Macrobius libro Saturnalium quinto de
Marone, qui sic usurpavit Homerica ut fecerit sua» (Erasmo 1571:
783).
32. Añade supra Manuel de Faría. § III).Tytire tu
patulae
»Bucólicas, égloga 1,
v. 1 (1992a: 38).Estas que me dictó rimas
sonoras
»Fábula de Polifemo y
Galatea, v. 1: «Estas, que me dictó, rimas sonoras» [OC255.1].arentia temperat
arva
»Geórgica, lib. 1, v.
110 (1982: 6).pressi copia
lactis
»Bucólicas, égloga 1,
v. 81 (1992a: 41).El verde de los árboles
celaje
»Soledades, I, v. 537:
«el denso de los árboles celaje». [OC264B. 537].Quos cum cantu spoliaueris, nuda pene remanet oratio
»Orator, 55, 183 (Cicerón 1939: 460). Véase supra.B : qued
aràn A
«Lo mejor es que hallaban aquellos apoyadores de esta gran suerte de poesía que don Luis había sido el inventor en vulgar, como si ahí no estuvieraJuan de Mena con anterioridad de centenares de años, que dio motivo a centenares de risas con esos modos y, por dicha, que no le faltódon Luis con las suyas al tiempo que escribía con reposo. Veislo aquí en la copla 92: “A la moderna volviéndome rueda”Juan de Mena, .Laberinto de fortuna, v. 729: «A la moderna bolviéndome rueda». Este verso se encuentra en las epístolas deLa Filomenade Lope de Vega (1621_censura-lope, f. 196r).Petrarca otra vez: “Han fatto un dolce de morir desio”Petrarca, . OtraRime, 323, v. 75.Boscán : “nacieron de la cual otros”Boscán, soneto 88, v. 13: «Nacieron de la cual otros dolores». .Garcilaso otra: “como en luciente de cristal coluna”Garcilaso, elegía 1, v. 73. . Y usábase muchoEn el texto de Faría se lee: «y usábase mucho antes aun en coplas pequeñas». aun en coplas pequeñas.Gómez Manrique en las que hizo al contador Diego Arias: “Hartas hallaras tristezas”. Y abajo: “Pues el blanco comen pan”. Y más abajo: “Que hartos te vienen días”. LuegoEn el texto de origen: «Y luego». este que pone el sello a todos: “Que con esta son nacidos condición”. Y úsalo tanto que se parece a Cancionero general(en Anvers: en casa de Martin Nucio, a la enseña de las dos cigueñas, 1557), Obras de Gomez Manrique, «Otra obra del mismo a Digarias [Diego Arias] Contador del rey don Juan, porque no le quiso aceptar un libramiento suyo, antes le hizo pedazos diciendo al portador que si no le hacía algunas coplas, que no libraría jamás». Las citas mencionadas se encuentran en las estrofas 32, v. 8, «hartas hallaras tristezas» (Gómez Manrique 1557: f. 73v); 40, v. 4, «pues el blanco comen pan» (f. 74r); 42, v. 1, «que hartos te vienen días» (f. 74v); y 45, v. 6-7: «que con esta son nacidos / condición» (f. 74v).don Luis , o que don Luis se cansó mucho por parecérsele, y esta es la novedad solene que solenizaron aquellos solenísimos legisladores para darle el primer lugar entre los poetas. No traigo más de estos ejemplos que saqué delCancionero general antiguo , así porque está lleno de ellos como porque estoy con las narices tapadas mientras los copio, y todavía si esos autores anduvieron atrevidos en esteEn el texto de Faría: «el modo». modo, no fue así en el número, pues al fin pueden contarse todos y sufrirse los más, y hasta allí puede correr un hombre cuando a rienda suelta desatina, porque hipérbatonno es otra cosa que una transgresión que perturba y pervierte el orden del hablar; y hablar pervertido, si cual y cual vez fuere gala, muchas será vicio grandísimo sin duda alguna. Y ¿quién hay tan insensato que no juzgue por gran atrevimiento una vez esto: “Las que fabrican arcos rosas”, y por desatino muchas veces? ¿Qué conceto, qué juicio, qué ingenio, qué elegancia arguye eso?» Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 134, B hasta E, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 134).
33. Difícil cosa fue siempre corregir a los hombres grandes y no fuera lo peor lo difícil si ello no fuera tan infelice. Quédanse siempre grandes los que lo son y malógranse los filos de quien los quiere cercenar, dejándolos mayores.
Corrigere at res est tanto magis ardua, quanto magnus Aristarcho maior Homerus erat Ouidius de Ponto libro libro 3. eleg. 9.em.: libro.B|| lib.AOvidio, .Epistulae ex Ponto, lib. 3, car. 9, v. 23-24: «corrigere ut res est tanto minus ardua, quanto / magnus Aristarcho maior Homerus erat» (1990: 81). En la traducción de José González Vázquez: «Así como el corregir es algo tanto menos difícil cuanto el gran Homero era más grande que Aristarco» (Ovidio 1992: 489). Las variantes que maneja Espinosa Medrano se encuentran en numerosos impresos de las obras de Ovidio y en particular en la exitosa edición comentada de Bartolomeo Merula (Venetiis: Ioannes de Tridino, 1507: f. LIIIr). La cita afirma que corregir es más difícil que escribir, tanto como es mayor Homero que Aristarco, tanto como resulta difícil a un crítico como Aristarco corregir al gran Homero. También cita estos versos el autor de laSoledad primera ilustrada y defendida, véase María José Osuna Cabezas 2009 (111). [1618_defensa-soledad].
No inventó Aut.). El ornato
propio de la majestad romana no concuerda o sienta mal al idioma castellano («le decía
el aliño mal») porque este idioma, a su vez, componía y manejaba mal tal aliño
(«porque ella decía mal el aliño»).
O tu Lelio, que heredando al docto Marcial la pluma las sales, que el mundo admira Píndaro mejor renuncias; a quien el jayán de Ulises, cuarta de Trinacria Las tres puntas de Tinacria, o Sicilia, son sus tres cimas: el cabo Lilibeo, el Peloro o Fano y el Pachino. La cuarta es Polifemo. Véase Paravicino (2002: 221). punta,debe más luz que a su frente apagó la griega astucia; cuyas sacras Soledadesmisteriosas, si no mudas, cuanto respeto las puebla, tanta deidad las oculta; hijo de Córdoba grande, padre mayor de las Musas, por quien las voces de España se ven de bárbaras cultas D. Felix de Arteaga .Arteaga ad Gongor. fol.A: ArtagaBfol. 15.em.: fel.ABFray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga, Obras posthumas, divinas y humanas de don Félix de Arteaga(Madrid, Carlos Sánchez Bravo, 1641), «Romance describiendo la noche y el día, dirigido a don Luis de Góngora», v. 105-120 (Paravicino 1641: f. 15r-v). Véase también la edición de Alcalá: imprenta de María Fernández, 1650 (f. 15r-v), así como Paravicino 2002 (142) y Blanco 2012b (42-43). Puesto que cita este romance y remite al folio 15, Espinosa Medrano pudo consultar la poesía de Paravicino en la edición madrileña de 1641 o en la de Alcalá de 1650, ya que ambas contienen estos versos con idéntica paginación, a diferencia de otra edición lisboeta de 1645 (Paravicino 2002: 46). Las variantes del verso 110 no aseguran ninguna de las dos opciones, puesto que la edición de 1641 reza: «cuarta tinacria punta» y la de 1650: «cuarta dosinacria punta» (2002: 240). El Lunarejo bien puede haber llegado a la versión «cuarta de Trinacria punta» corrigiendo el «dosinacria» o añadiendo la preposición al verso «cuarta tinacria punta».
34. Harto mejor, pues, que Júpiter en su celebro a Minerva este A : statura BDiccionario de Autoridades, “brumar” es «cargar a uno demasiado, molerle y
oprimirle. Dícese también “abrumar”», mientras que el “melindre” «se llama también la
afectada y demasiada delicadeza en las acciones o el modo».A : proportionar
BA : c. BVulgata, libro de los Reyes, 1, cap. 17, v. 38 (Vulgata 1975): «et induit Saul Dauid vestimentis suis et inposuit
galeam aeream super caput eius et vestiuit eum lorica», (‘y Saúl cubrió a David
con su propia vestidura y le puso un yelmo de bronce sobre la cabeza y lo revistió de
una loriga’). La loriga es una armadura de láminas.Diccionario
de Autoridades, equivale a «engaño».A : hazel BA : attropelle BB : higeron A [Enmienda registrada en la fe de
erratas. El testimonio A presenta una corrección manuscrita: higueron.Vulgata, Lucas, cap. 19, v. 3-4 (Vulgata 1975).
Zaqueo, personaje de baja estatura, trepa a una higuera para ver a Jesús en el tropel
de gente que le recibe en Jericó: «et quaerebat videre Iesum quis esset
et non poterat prae turba quia statura pusillus erat / et praecurrens ascendit in
arborem sycomorum ut videret illum quia inde erat transiturus» (‘y trataba de
ver quién era Jesús y no podía en medio de la multitud porque era pequeño de estatura
y corriendo subió a lo alto de un sicomoro para verlo porque debía pasar por
allí’).B : tranco A [Enmienda
registrada en la fe de erratas. De nuevo, el testimonio A corrige: tronco.Soledades, II, v. 77-79,
donde la red es «laberinto nudoso, de marino / Dédalo, si de leño no, de lino /
fábrica escrupulosa» (OC264C.77-79).A : vosez BA : ecschemas BGramática castellana, I: «Si en una
palabra no se comete vicio alguno, llámase “lexis” que quiere decir perfecta dicción;
si en la palabra se comete vicio que no se pueda sufrir, llámase “barbarismo”; si se
comete pecado que por alguna razón se puede escusar, llámase “metaplasmo”. Eso mismo
si en el ayuntamiento de las partes de la oración no hay vicio alguno, llámase
“phrasis” que quiere decir perfecta habla; si se comete vicio intolerable, llámase
“solecismo”; si hay vicio que por alguna razón se puede escusar, llámase “schema”. Así
que entre barbarismo y lexis está metaplasmo, entre solecismo y phrasis está schema».
Apud Ly 1999 (222). Véase también Blanco 2010 (191-192).A :
pōderamos B
35. Verdad es que Diccionario
de Autoridades.lex noua de la gracia cristiana nace como lux
noua, como el sol cristiano que eclipsa la luz del candil veterotestamentario.
El motivo del candil aparece en las Revelationum sancta Brigittae,
lib. VII, cap. XXI, 4, pero en la descripción de la santa la lux
ineffabilis no es comparable ni al sol ni a la candela, sino que los excede a
ambos. Posteriormente el sol asimila la lux ineffabilis por
oposición al candil, en las artes visuales (Panofsky 1953: 244-245) y en la literatura
sermocinal y catequística, como por ejemplo en la Oración fúnebre a fray
Simón de Rojas pronunciada en 1624 por Paravicino: «Luz del mundo llamó a los
ministros de su Evangelio Cristo; esta es el sol, luna y estrellas, y estas luces no
hacen humo, las artificiales sí, el apud
Corde). Espinosa Medrano, que disponía en su biblioteca de las
«revelaciones de Santa Brígida» (Guibovich 1992: 25), conocía necesariamente el
trasfondo de esta alusión: con ella prolonga la isotopía luminosa que envuelve a
Góngora, nimbándolo en este caso con un aura mesiánica. Góngora es el iniciador de una
nueva ley hiperbática en castellano, un nuevo estilo idiomático
que le da «ser a la [lengua] castellana»: «y amaneció entonces nuestra poesía» (§
34).Lusiadas, I, Tomo I, Canto I, col. 135, D
hasta col. 136, C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 134).
36. Todos los demás anduvieron muy cuerdos en haber usado raras veces de la
trasposición y lo fueran más si nunca las usaran, porque cadenas de oro que sirvieron de
adorno a robusta matrona, colgárselas a musa pueril más es prenderla que ataviarla. En
la poesía latina aquello es gracia; a la castellana, y en aquellas infancias, sólo fue
bisoñeríasprezzatura del
poeta, una facilidad y sutileza en la belleza de sus versos, por oposición a la
afectación y al excesivo esfuerzo de la inmadurez de la poesía castellana. Sobre la
sprezzatura como facilidad y gracia que esconde el esfuerzo véanse
Arasse y Tönnesmann 1997 (418-422) y Checa Cremades 2013 (26-34). Consultemos el Diccionario de Autoridades: la “estofa” es «cierto género de labor,
como bordadura, hecha con relieve a manera de colchado, por henchirle con algodón o
con estopa para que sobresalga y resalte hacia afuera»; el “atavío”: «el adorno y
compostura de la persona»; el “perfil” «se toma también por el adorno sutil y
delicado»; y el “donaire”, a su vez, «vale también gallardía, gentileza y desenvoltura
en ejecutar alguna cosa, como en el andar, danzar, etc.». Así pues, cuando escribe «no
está la gallardía en cargarse los estofos del atavío, sino en lograr los perfiles del
donaire», El Lunarejo indica que la hermosura no consiste en exagerar el adorno, sino
que debe ser alcanzada con sutileza y desenvoltura: esta comparación entre el exceso
de tropos y la bisutería aparece ya en el Parecer del Abad de Rute, que a su vez imita
a Quintiliano (1614_parecer, f. 135r-v).Les tragiques, libro 2, «Princes», v.
300: «Et le prince combat sur un singe à cheval»: ‘y el príncipe
combate sobre un mono a caballo’ (1969: 61 y 936).Obras
posthumas, divinas y humanas de don Félix de Arteaga, «Romance describiendo la
noche y el día, dirigido a don Luis de Góngora», v. 105-120 (Paravicino 1641: f. 15r-v
y 1650: f. 15r-v).
37. Cierto es que el hipérbato fue una figura, como ahora, aun antes de Diccionario de Autoridades: «acometimiento de soldados o ejecución de
alguna empresa militar para ganar gloria y honra contra los enemigos». Esta es, para
Espinosa Medrano, primera en su género, acción sin segundo, de manera que todo héroe,
y en particular Góngora, es inventor de un modo de heroicidad inédito. Esta idea tiene
un paralelo en Gracián, que nutre todo este párrafo: en El Héroe,
considera que el «Primor VII» del héroe ha de ser la «Excelencia de primero» (Gracián
1993: 20-21). Véase, sobre este tema, la introducción.B : atropellò A
[Enmienda recogida en la fe de erratas. El testimonio A presenta una corrección
manuscrita: atropella.Vulgata, libro de los Jueces, cap. 15, v. 15-16: «inventamque maxillam id est mandibulam asini quae iacebat arripiens interfecit in
ea mille viros / et ait: in maxilla asini in mandibula pulli asinarum delevi eos et
percussi mille viros» (Vulgata 1975).A : carescen B
38. El docto chileno y artificiosísimo poeta indiano, el licenciado Ignacio
de Cantabria (Sánchez Robayna 2012: 189). A esta influencia apunta la opinión
de El Lunarejo: Oña «frecuentó con celo» la lengua de Góngora. Sin embargo, estas
palabras podrían ser una exageración intencionada dentro de la argumentación de
Espinosa Medrano. Así, en su tesis sobre la écfrasis barroca en el mundo hispánico,
Luis Castellví Laukamp afirma que, si bien la influencia de Góngora en Oña es
innegable en el Ignacio de Cantabria y El Vasauro,
dicha influencia ha sido un tanto exagerada por la crítica, sobre todo desde la
publicación de El gongorismo en América (1946) de Emilio Carilla.
Por lo demás, no he hallado datos relevantes sobre el antigongorismo de Pedro de Oña
al que alude aquí Espinosa Medrano.B : bucò A [Enmienda recogida en la fe de
erratas. En el testimonio A leemos la siguiente corrección manuscrita: buscò.
Dos veces, rodeando, fue la esquiva, sangrienta vista en torno del teatro, y tres, la testa sacudiendo altiva, mostró, de férreo diente, andanas cuatro, con que se estremeció de abajo arriba, no el Orco a solas, no el voraz Baratro, que aun Abila su asombro dijo al Calpe, y pompa desgajó nevada el Alpe. Licentiatus Petrus de Oña Petrus de Oña Vates Peruan. lib. 6. Ignat.A: Pet. de OnaBPedro de Oña, El Ignacio de Cantabria, libro 6 (Oña 1992: 227). Espinosa Medrano poseía en su biblioteca «el ygnacio de cantabria» (Guibovich 1992: 25).
Templado otra vez a lo teológico el plectro, entonó grave la creación de los órdenes angélicos así:
De a coros tres crió tres jerarquías, que son, de Trinidad, como unos lejos, unas de la verdad alegorías, unos de aquel divino sol reflejos: fue el ángel primer paso de sus vías, el hombre imagen, lo demás bosquejos, o gradas para Dios, muchas y bellas; pero tan alto es Él, que aun faltan ellas. Idem lib. lib. 9.B: lib,APedro de Oña, El Ignacio de Cantabria, libro 9 (Oña 1992: 320).
39. Bueno, grave, docto y aun tan artificial que juzgamos de este varón lo que de Silio
Itálico pronunció Scribebat carmina maiori cura
»A : curae BEpistulae, lib. 3, ep. 7, párrafo 5 (1958: 83): «Escribía poemas con
mayor diligencia que talento» (trad. Julián González Fernández en Plinio Cecilio
Segundo 2005: 165-166). La remisión de Espinosa Medrano abrevia el nombre del
destinatario de la epístola, el poeta Caninio Rufo.Cartas pastorales, en
particular en aquella que en calidad de obispo de Puebla de los Ángeles escribió para
la consagración de la catedral en 1649: «En el pueblo antiguo estuvo Dios en sombra y
figura de un arca o propiciatorio, de donde respondía y hacía mercedes [...] Todos
esos favores, dice san Pablo que eran figuras y sombras de la verdad que había de
obrar con nosotros la salud de Dios, cuando vistiese nuestra carne» (Palafox y Mendoza
1665: 452)Como en luciente de cristal coluna
»Elegía, 1, v. 73 (1995: 102).
1. «Como en luciente de cristal coluna
.»Elegía, 1, v. 73 (1995:
102).
2. «Ya de rigor de espinas intratable
.ȃgloga, 1, v. 307 (1995:
140).
3. «Los accidentes de mi mal primeros
.ȃgloga, 2, v. 523 (1995:
173).
4. «Guarda del verde bosque verdadera
.ȃgloga, 2, v. 610 (1995:
178).
5. «De aquel mancebo, por su mal valiente
.ȃgloga, 3, v. 178 (1995:
238).
6. «Más helada que nieve, Galatea
.ȃgloga, 1, v. 59 (1995: 129).
7. «Escondiendo su luz al mundo cara
.ȃgloga, 3, v. 274 (1995: 243).
8. «Aquella tan amada mi enemiga
.»Canción 4, v. 146 (1995: 88).
9. «Entre la humana puede, y mortal gente
.»Elegía, 1, v. 59 (1995:
101).
10. «Y con voz lamentándose quejosa.
ȃgloga, 2, v. 225 (1995: 159).
40. Y otros pudieran ayudarle, como La cual de cifras consta clandestinas
»Las obras del famoso poeta Gregorio Silvestre, libro 4,
«Epístola de Luis Barahona de Soto a Gregorio Silvestre», v. 79 (Silvestre 1599: f.
331r). Estos veréis aunque pequeños
lazos
»A : Manriq. fol
162 BLas obras del famoso poeta Gregorio Silvestre, libro 4, «Elegía en la
muerte de doña María Manrique», v. 172 (Silvestre 1599: f. 362r).Interior tiene morada
»El Pelayo, libro séptimo, v. 194 (Pinciano 1605: f. 92v).Por misma que tenía abierta entrada
»El Pelayo, libro séptimo, v.
196 (Pinciano 1605: f. 92v).De
aquel que más santa nos da invocación
»Primera parte del Thesoro de divina poesía recopilado por Esteban de
Villalobos, entre otras «obras de devoción». La primera octava de dicha sátira reza
así: «Las Musas dejando del monte Helicón, / cuya poesis nos presta muy poco, / con
Musa cristiana la gracia convoco / de aquel que más santa nos da invocación. / Aquí
las historias de inútil ficción / debajo pondremos del río Letheo / cuya lectura con
su devaneo / pierde al que deja la sacra lección».Que
la gran culpa le vistió primera
»em. : Ceruentes A || Cervant. BLos trabajos de
Persiles y Sigismunda, libro 3, capítulo 5, y en la canción, estrofa 11, v. 4.
Véase la edición príncipe, en Madrid, por Juan de la Cuesta, en Cervantes 1617 (f. 114v).A : antojarent Bconquegregantur
» de De
rerum natura, lib. 6, v. 456 (1969: 248).Ferocissimos equos nimio libidinis calore laborantes atque ob id truces vesanosque,
adhibita detestatione mansue exinde factos
»Metamorfosis (El asno de oro), lib. 7, cap. 23 (1955: 171):
‘los muy fieros caballos que excita el apetito carnal, y por ello furiosos e
indomables, una vez aplicada la operación (la castración) amansados…’. En la edición
comentada por Beroaldo, que Espinosa Medrano cita más adelante en la sección VI, § 55,
leemos la variante siguiente: «adhibita tali detestatione mansuetos ac
mansue exinde factos». Véanse los Commentarii a Philippo Beroaldo
conditi in Asinum aureum Lucii Apulei (Bononiae: impr. a Benedicto Hectoris) en
Beroaldo (1500: f. 160v).A : soccoriera Bmansuefactos”. Mas no cuidó más que del «conquegregantur
», tan desalumbrado que diciendo que una vez lo dijo
conquegregantur
»De rerum natura, discurso sobre la lengua de Lucrecio, sobre el latín
arcaico o sobre las palabras compuestas. Por ejemplo, en el comentario de Dionisio
Lambinio (Denis Lambin) al De rerum natura, impreso en París en 1563
por Guillaume Rouillé y su sobrino Philippe, leemos en dos ocasiones listas
incompletas de tmesis de Lucrecio. En el libro II, en el comentario del v. 394 («aut magis hamatis inter se perque plicatis», cf. Lucrecio 1969: 57):
« perque plicatis] et valde perplexis. Tmesis, ut
“inque peditis”, “conque globatis”, et similia», (‘Tmesis, como “
conquegregantur», pues una hoja antes había dicho «
inque peditur»
proqueuoluta» en lugar de “
1. Qua de causa cumqueDe rerum natura, lib. VI, v. 85 (1969: 234): «quid faciant et qua de causa cumque ferantur», (‘lo que hacen y por qué
causa son llevados’). Se corta la palabra quacumque.
2. Rareque facitDe rerum natura, lib. VI, v. 233 (1969: 239): «conlaxat rareque facit lateramina vasis» (‘dilata y vuelve porosos los
flancos de los vasos’). Secciona la palabra rarefacit.
3. Quo est cumqueDe rerum natura, lib. VI, v. 389 (1969: 245): «et
iaciunt ignem quo cuiquest cumque voluntas» (‘y lanzan a todas partes fuego
según si voluntad’). Secciona quocumque.
4. Quibus
aduersabile cumqueDe rerum natura,
lib. VI, v. 390 (1969: 245): «cur quibus incautum scelus auersabile
cumquest» (‘por qué a todos los que cometen con descaro un odioso crimen’).
Se parte la palabra quibuscumquest.
5.
InquepediturDe rerum natura,
lib. VI, v. 394 (1969: 246): «volvitur in flammis innoxius inque
peditur» (‘es revuelto en llamas el inocente y atrapado’). Secciona la
palabra impeditur.
6. Ubi curruscunqueDe rerum natura, lib. VI, v. 550: versus corruptissimus. Las ediciones críticas más autorizadas dan
la lección siguiente: la edición de Loeb «nec minus †exultantes
dupuis cumque vim†» (1992: 534); la teubneriana, «nec minus
exultant, si quidvis cumque viai» (1969: 252), la de Oxford, «nec minus exsultant †es dupuis† cumque viai» (Lucrecio 1990), y la de las
Belles Lettres: «nec minus †exultantes dupuis† cumque viai»
(1985: 123). El editor de la colección teubneriana es el único que encuentra en la
tradicción textual el «ubi currus cumque» que maneja El Lunarejo
(1969: 252). Sin embargo, tal lección aparece en la edición de Gifanius
(Antverpiae, ex officina Christophori Plantini, 1566), p. 211, v.
18.
7. Quae sint cunque De
rerum natura, lib. VI, v. 343 (1969: 244): «nam facit ut quae
sint illius semina cumque» (‘y hace que todos sus átomos’). Secciona la
palabra quaecumque.
8. Quae inter auesA : av. BDe rerum natura, lib. VI,
v. 831 (1969: 262): «aëra, qui inter avis cumquest terramque
locatus» (‘todo el aire situado entre los pájaros y la tierra’). Secciona
la palabra quicumquest.
9. Quae semina cunqueDe rerum natura, lib. VI, v. 343: «nam facit ut quae sint illius semina cumque» (1969: 244). Se
repite aquí lo mismo que en el séptimo ejemplo.
10. Et facitA : facies BDe rerum natura, lib. VI, v.
962 (1969: 268): «principio terram sol excoquit et facit are»
(‘al principio el sol calienta la tierra y la reseca’ ). Se corta la palabra arefacit.
11. Qui potes cunque.De rerum natura, lib. VI, v. 1033 (1969: 270): «continuo fit uti qui post est cumque» (‘hace que todo el que está
detrás’). Las ediciones modernas consultadas (Lucrecio 1969, 1985, 1990 y 1992) no
presentan la variante «qui potest cunque» que trae El Lunarejo y
que secciona la palabra quicumque.
12.
ConquegreganturDe rerum natura,
lib. VI, v. 456: «inde ea comprendunt inter se conque gregantur»
(1969: 248). Se corta la palabra congregantur.
13.
Proque volutaDe rerum natura, lib.
VI, v. 1264 (1969: 279): «multa siti prostrata viam per proque
voluta» (‘muchos [cuerpos, postrados por la sed, revueltos aquí y allá por
la calle’). Se corta la palabra prouoluta.]
14.
Perque volutaDe rerum natura, lib.
VI, v. 1264: «multa siti prostrata viam per pro que voluta»
(1969: 279). El verso citado aquí es el mismo que en punto anterior, aunque la
palabra seccionada es en este caso pervoluta.
41. Vuelvo a nuestro intento, advirtiendo que cuando digo que es grandeza el imitar la
de los latinos, no apruebo la introducción de sus vocablos, que eso es ignorancia de
muchos que piensan que no hay elocuencia donde no salpican de calepino sus planasA : Muscobio Bde desviar
mucho —como dice Ambrosio de Morales— del común uso, no en los vocablos (que sería
gran vicio), sino en escogerlos, apropiarlos
»A : apropriarlos BDiscurso de la lengua castellana, en las Obras del
maestro Fernán Pérez de Oliva (Pérez de Oliva 1586: f. 9r).República
literaria (1655) a Juan de Mena: «En él hallarás mucho que admirar y que
aprender, pero no primores que imitar». En su relación de «ingenios de España», Juan
de Mena es el primer poeta citado (véase Saavedra Fajardo 2008: 91). Al retomar las
palabras de Saavedra Fajardo para aplicárselas a Góngora, El Lunarejo le otorga, una
vez más, la primacía de los poetas españoles al cordobés, recalcando que aunque no sea
el primero cronológicamente, es sin lugar a dudas el primero en calidad, por encima de
Juan de Mena, del que se diferencia también por crear escuela de imitadores, que hacen
bien en seguirlo a él en vez de imitar a los clásicos, puesto que «la elocuencia
latina tiene mucho que aprender de la gongoriana, mucho que imitar de sus primores,
mucho que admirar de su espíritu». Para El Lunarejo, la historia del hipérbaton
castellano inaugurada por Juan de Mena era una progresión trabajosa hasta el salto
cualitativo de Góngora. Sobre Mena y la historia poética castellana, véase la nota 316 de la edición de Mercedes Blanco del Discurso
poético de Jáuregui (Jáuregui 2016: f. 24r) [1624_discurso-poetico].A : occuren B
¿Qué mucho, si de nubes se corona por igualarme igualarme , la montaña, en vano?A: egualarmeBGóngora, Polifemo, v. 413-414 [OC255.413-414].
42. No le igualan, aunque los imita; excédelos, aunque los trasunta; que como adelanta
lasA : la Bruido de
palabrones
»Lusiadas, I, Tomo
I, «Vida del poeta», 24, col. 49, A [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 49).Diccionario de
Autoridades), tiene connotaciones más sensuales y ardientes, hasta el punto de
que Jáuregui, en el Memorial al Rey Nuestro Señor de 1635, lo
condene como «verbo indecente, inhonesto, notable […] que quiere propiamente decir, no
sólo los que están en pecado, sino en el uso y vicio de un continuo pecar, o
amancebamiento» (apud Jáuregui 2016: introducción, 2.2) [1624_discurso-poetico].
B : arrastran A [Enmienda recogida en la fe de erratas. En
el testimonio A hay una corrección manuscrita arrastraron.Aut.): así prolonga maliciosamente
Espinosa Medrano la sensual imagen de las Musas atraídas por los poetas hispanos, ,
mientras trata de dar cuenta del auerterunt de Muret.Hispani poetae praecipue et Romani sermonis elegantiam
contaminarunt et cum inflatum quoddam et tumidum et gentis suae moribus congruens
invexissent orationis genus, averterunt
»B : auerteru†t AA : Annius BB : Moret ACatullus et in eum
commentarius M. Antonii Mureti). Hemos de descartar que Espinosa Medrano
consulte la edición príncipe (Venetiis, apud Paulum Manutium, Aldi filium, 1554),
puesto que en ella leemos «et Romani sermonis puritatem
contaminarunt» (véase Catulo 1554: f. *IIv). En cambio la segunda edición
(Venetiis: Aldus [Paolo Manuzio], 1558) sí que presenta la lección que retiene El
Lunarejo: «et Romani sermonis elegantiam contaminarunt» (1558: f.
2v); ediciones posteriores mantienen el término «elegantiam», véase
por ejemplo la edición de Venecia, con el signo de Aldus y bajo responsabilidad de su
hijo Paolo Manuzio, en Catulo (1562: f. 2v).Itaque fere post Augusti
tempora, ut quisque versum maxime inflaverat, sententiam maxime contorserat, eo
denique modo locutus fuerat, quo nemo serio soleret loqui, ita in praetio haberi
coepit
»Catullus et in eum commentarius M. A. Mureti (1558: f. 2v y 1562: f.
2v-3r).B :
perdenemosle A [Enmienda recogida en la fe de erratas. En el
testimonio A, corrección manuscrita: perdonemosle.B : supioridad
A [Enmienda recogida en la fe de erratas.Cuiusque adeo de suis rebus scribi cuperet, ut etiam Cordubae natis poetis pingue
quiddam sonantibus atque peregrinum
»B : perogrinum A [Enmienda recogida en la fe de
erratas.Oratio pro Archia poeta, 26 (1966: 44): «qui praesertim usque eo
de suis rebus scribi cuperet, ut etiam Cordubae natis poetis pingue quiddam
sonantibus atque peregrinum tamen auris suas dederet.», (‘deseaba con ardor que
cualquiera escribiese acerca de sus hazañas, tanto que prestaba oídos hasta a los
poetas nacidos en Córdoba, con su estilo adiposo y bárbaro’). Véase también la edición
de este tratado por Johannes Laezius (Jean Lézeau): Jo. Laezii Rupellani
de poeticorum studiorum utilitate. In Orationem M. Tullii Ciceronis pro A. Licinio
Archia poeta (Antverpiae: ex officina Christophori Plantini, 1560), en
particular el f. 51v. En su comentario, Jean Lézeau escribe: « Cordubae natis] Ciuitas est ea Hispaniae, quae doctor viros
permultos olim edidit, Annaeum Gallionem, Melam aliosque. Item Poetas Seneca et
Lucanum, de quibus tamen idem hodie video doctissimos viros iudicare, quod hic
Cicero de sui temporis poetis. Sonant enim opimum quiddam, turgidum, inflatum
inaequale, et a proprietate illa romanae linguae longissime detortum», ‘Es una
ciudad de España, que antaño crió muchos varones sabios, como Annio Galión, Mela y
otros. También es patria de los poetas Séneca y Lucano, acerca de los cuales muchos
varones doctísimos piensan lo mismo que Cicerón pensaba de los poetas de su propio
tiempo. Suena en ellos algo demasiado recargado, hinchado, ampuloso, desigual y muy
ajeno a la propiedad de la lengua romana.’ (Cicerón 1560: f. 52v.).
pingui Minerva»
Facunda loquitur Corduba»
ruido de palabrones»
Non eloqui sed tonare»
inflatum quoddam») está tan lejos de anublarle el aplauso que
Sed grauior Tacitus inflaturque magis, siue quod rerum dignitas hoc expostulet, siue quod sub Vespasianis id dicendi genus magis placuerit»
43. Vamos adelante: discúlpase naso agere
»Adagia, 722 (I, VIII, 22): «Naso suspendere» (1571:
col. 247 y 2011: 646-647). En la glosa de este proverbio Erasmo cita los versos de
Horacio y Marcial que repite El Lunarejo. El proverbio «Naso agere»
procede de Tertuliano, del Liber adversus Marcionem (1844a: col.
0238A).Nasum noui mores subdolae
irrissioni dicauere
»Historia natural,
lib. 11, 158: «Infra eas hilaritatem risumque indicantes buccae, et
altior homini tantum, quem noui mores subdolae inrisioni dicauere, nasus.»
(1947: 78). En la traducción de María Luisa Arribas Hernáez: «Debajo de las mejillas,
revelando la alegría y la risa, está la boca y, más prominente solamente en el hombre,
la nariz, que las nuevas costumbres han consagrado al escarnio malévolo» (Plinio el
Viejo 2003: 527).Naso adunco suspendere
»Sátiras, lib. 1, sátira 6, v. 5: «naso suspendis
adunco» (1995: 190)em. :
onojado AB [El lector del testimonio A corrige: enojado.A : Matial
B
Nasutus sis, usque licet, sis denique nasus Marcial, Epigramas, libro 13, 2, v. 1 (1990: 433): «Nasutus sis usque licet, sis denique nasus», (‘Sé todo lo narigudo que quieras, sé al fin una nariz’).
Pero es menester preguntarle a A : descrivio B“Todas
»
¡Qué a tiempo y qué hermosa exclamación! Al mundo y a los príncipes llama, como si los
príncipes y el mundo no tuvieran olfato. Grosería por cierto cuidar sólo de sus narices
agraviando las ajenas.A : vazitos BNo huela mal la cita, por ser de autor tan nuevo
»Lusiadas, I, Tomo I, Canto III,
estancia 9, col. 12, E [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 12): «Todavía en ese
barro quiso que hubiese diferencia una señora portuguesa, que al decirle una mujer
libre viéndola muy altiva: “Todos somos de barro”, le respondió: “Sí, mas hay barro
de que se hacen vasitos regalados, y otro de que se hacen servicios”. Y la otra:
“También de ese se hacen esos muy regalados, que yo tengo uno”. No huela mal la
cita, por ser de autor tan nuevo.» La anécdota cuenta un duelo dialéctico bastante
escatológico entre dos mujeres. La primera en hablar es «libre» por «licencios[a],
poco modest[a], atrevid[a] y desvergonzad[a]» pero también por no censurarse en lo
que dice (Aut.); la otra, una «señora portuguesa», es a juicio de
la primera demasiado «altiva» y desdeñosa. Para igualarse con tan displicente
señora, la desvergonzada ataca con una frase inspirada del Antiguo Testamento:
«Todos somos de barro» (véase Isaias, cap. 64, vers. 8; Vulgata 1975). La «altiva»
contesta literalizando el ataque: ella se distingue como “vasito regalado” y rebaja
a su contraria al nivel de “orinal”. Esta pulla memorable recuerda al proverbio
«aunque todo sea barro, no es lo mismo tinaja que jarro»: así mantiene el tono
gnómico del intercambio. La respuesta de la atrevida es muy alusiva y oscura, pero
hemos de suponer que trata de superar el golpe recibido, probablemente ahondando en
lo escatológico con mayor obscenidad que la señora. En apariencia acepta ser de
barro de baja alcurnia, pero se apropia el adjetivo positivo, “regalado”, que
marcaba la diferencia entre el vaso y el orinal, dándole muy probablemente un
sentido obsceno. Primero, al decir que «También de ese [barro] se hacen esos
[servicios] muy regalados», mantiene el tono del intercambio con una verdad general,
en la que los “servicios” pueden aludir a los lances de amor: los hay «muy
regalados». Encontramos este uso de “servicios” en la celestinesca Tragedia Policiana de Sebastián Fernández (1547), donde el «padre de las
putas», Palermo, anima a dos mozas a yacer con él y con su compañero Pizarro («Dos
estáis y dos estamos, cada uno escoja a sabor de paladar»), a lo que estas
responden: «Cata que somos viejas y no valemos nada para tu servicio» (Esteban
Martín 1992: 112-113). También el Dizionario letterario del lessico
amoroso de Boggione y Casalegno avala este sentido erótico del “servicio”
(Boggione y Casalegno 2000: 529-530). La conclusión del cuento de Faría llega con un
cambio de tono: por primera vez la mujer «libre» habla en primera persona en la pointe del intercambio. Dejándose de generalidades, afirma tener un
“servicio” muy “regalado”: de esta manera ahonda en lo que ya sugería la primera
parte de su respuesta, insinuando que si la señora es “regalada” por dignidad y
finura, ella lo es por libre y desvergonzada en amores. En este sentido, el
“servicio” que la mujer atrevida afirma tener («que yo tengo uno») alude
posiblemente al sexo femenino, como en textos eróticos ocurre con otros recipientes
cotidianos (almirez, bote, caldero, olla o puchero, cf. Alzieu, Jammes, Lissorgues
1984: 330-347). Por último, de la misma manera que en la germanía “barroso” es
“jarro” (véase el Vocabulario de Juan Hidalgo (Madrid: don Antonio
de Sancha, 1779: 157)), podemos considerar el barro como metonimia del servicio, y
por tanto del sexo femenino: de «ese» barro obsceno —materia de orinal—, se hacen
los regalados servicios, entendidos esta vez como lances de amor, por lo que la
mujer «libre» puede estar invirtiendo la crítica de la «señora portuguesa» en una
alabanza de sus habilidades como probable meretriz (ella tiene un
barro-servicio-sexo curtido en los servicios-lances de amor, ya que «de ese [barro]
se hacen esos [servicios] muy regalados»). Al cerrar el diálogo con el pronombre,
«que yo tengo uno», la mujer libre condensa los dobles sentidos que su jugosa
respuesta ha desarrollado, entre el “servicio” como relación amorosa, quizás venal,
y el barro o el servicio como órgano sexual. Contra el barro del cuento, Espinosa
Medrano se indigna y reclama tapias para las narices de quien lea tan obscena
disputa: no de barro, sino de «piedra y lodo». Agradezco a François-Xavier Guerry su
ayuda en la interpretación de estas líneas de Manuel de Faría.Sucediendo responder al ayuntamiento de una ciudad, que en
portugués se llama cámara, al subscrivirla
A : subscrivir BDiccionario de Autoridades, «se llama también el excremento del hombre, cuyo
nombre se le debió de dar porque siempre se exonera el vientre en lugar retirado y
secreto.»em. : estan B || est. ALusiadas, II,
Tomo III, Canto VI, estancia 50, col. 114, C [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (III),
col. 114). Faría llama a los secretarios, entendiendo “cámara” como “excremento”,
“secretarios de idem”, provocando la indignación de El Lunarejo.
44. En el juicio que hace de la
¿cuántas veces se hallará la voz “cuerno”, o el cuerno voceando? Yo me obligo, se hallará materia para millares de artífices de tinteros en millares de siglos. ¿Tan dulce armonía es la del cuerno? Si don Luis fuera casado, y amigo de ganar con su mujer, no pudiera mostrarse más amigo de ellos»
Bien me perdonará el letor, que me haya detenido en darle con este cuerno»
que paran en cuernos tales comentos»
merecía ser quemado, porque debiendo enseñar virtudes publica vicios, y procurando exaltar a los príncipes y héroes y actos portugueses hace patentes sus defectos y teje al rey don Fernando una corona de cuernos y otra de oprobios a la reina su mujer»
45. Dejemos esto con otras obscenidades indignas de este lugar, que no queremos
repetirlas
que fabrican arcos rosas
», y por desatino muchas veces, y que ¿qué concepto?,
¿qué juicio?, ¿qué ingenio?, ¿qué elegancia arguye esosupra Manuel de Faría § IV.los que fabrican arcos rosas
»Soledades, I, v. 718-719: «y los (que por las calles espaciosas /
fabrican) arcos (rosas)» [OC264B.718-719].Corde) que
hemos de entender como composición de otras locuciones. «Dar tornos al quicio» parece
variación de «dar vueltas [a un tema]» y se asemeja a «sacar de quicio», ambas
expresiones recogidas por el Diccionario de Autoridades. En este
caso, darle vueltas (tornos) al quicio supone afanarse en discurrir repetidamente
sobre aquello que no se mueve («Covarrubias quiere [que el quicio] salga de la voz
latina quiescere, porque moviéndose la puerta o ventana, él se está
quieto»), sobre los fundamentos del hipérbaton, pues quicio es «metafóricamente,
cualquier cosa en que se afianza, mantiene, asegura o de que depende otra» (Aut.). Por último, «ganar tierra», «analógicamente vale tener efecto
las negociaciones y medios que se ponen para lograr alguna cosa, acercándose al fin».
Así, «dar tornos al quicio sin ganar tierra» significa afanarse sin provecho, darle
vueltas al fundamento del debate, que permanece invariable, sin progreso alguno para
Manuel de Faría.B : Hiparbatos Anoutras a cabeceira de ouro
finas
»Lusiadas, canto X,
estancia 3, v. 3 (Faría 1639b: II, col. 296).e de escritura dignas elegante
»Lusiadas, canto IV, estancia 56, v. 6 (Faría 1639a: II, col.
341).que em terreno nam cabe o
altivo peyto tam pequeno
»Lusíadas, canto III, estancia 94, v. 751-752. Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Canto III, estancia 94, v. 7-8, col. 130, A
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 130).
in duas diuisam esse partes»
Cum orationis structura decoris gratia variatur neglecto simplicis sermonis ordine, non vitium est, sed virtus, quae hyperbaton appellatur, id est, transgressio verborum. Cicero: Animadverti, iudices, omnem accusatoris orationem in duas diuisam esse partes. 'In duas partes'»diuisam esse simplex erat ordo
in duas diuisam esse partes», ¿qué concepto?, ¿qué juicio?, ¿qué ingenio?, ¿qué elegancia arguye?
«No lo arguye más eso otro de metáforas y términos remotísimos y violentísimos, como: “En ruecas” para decir cera y miel, y la verdad es que es solamente cera el modo de decirlo. ¿Qué dijera de esto y de cosas semejantes, usadas a cada paso,ruecas de oro rayos del Sol hilanA: tuecasBMacrobio , si por una sola vez queVirgilio dijo “Et liquidi simul ignis” lo censura con rigor diciendodiziendo “B: dizeendoAIllud audaciae maximae videri potest”? Y esto que en Virgilio fue lo más es lo menos endon Luis . ¿Por ventura don Luis iguala aVirgilio en juicio, o exceden sus defensores aMacrobio ?»Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 134 E hasta col. 135 A, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 134-135).
46. Hemos venido al segundo fundamento que mueve a este Diccionario de Autoridades,
«sacar de la puja» significa «exceder a otro que tiene fuerza, habilidad o manejo en
alguna cosa. Tómase por lo regular en mala parte, como: Pedro es malicioso, pero Juan
le saca de la puja». Faría es por tanto peor crítico aún que Momo cuando este le
critica a Venus el ruido de sus sandalias (véase supra). A : Paresse B
47. No fuera la poesía de Peregrinum
voco varietatem linguarum, translationem, extensionem
»em. : extentionem ABPoética, cap. 22, 1458 a 21. Considerando las citas de la Poética manejadas por El Lunarejo, hemos de suponer que recurre a la
traducción latina de Alessandro de’Pazzi (Alexander Paccius), publicada por primera
vez en Venecia por Paolo Manuzzio en 1536 y reeditada en múltiples ocasiones desde
entonces. Véase por ejemplo esta traducción en el tomo segundo de las Aristotelis Stagiritae operum (Lugduni, apud Ioannem Frellonium, 1549) en
Aristóteles (1549: col. 1333-1334 y ss.). La cita sobre lo peregrino se encuentra en
Aristóteles (2011: 112-113; 1549: col.1351). En la traducción de Valentín García
Yebra: «entiendo por voz peregrina la palabra extraña, la metáfora, el alargamiento y
todo lo que se aparta de lo usual» (Aristóteles 1974: 209).Proprium
voco quod omnibus in usu est
»Poética, cap. 21, 1457 b 3 (Aristóteles 2011: 106-107 y 1549: col. 1349-1350):
«llamo usual al que usan todos» (traducción de Valentín García Yebra en Aristóteles
1974: 203).Aut ab alia lingua aut
»Poética, cap.
21, 1457 b 1 (Aristóteles 2011: 106-107 y 1549: col. 1349): «omne autem
nomen est proprium aut ab alia lingua aut translatio aut ornatus aut fictum aut
productum aut substractum aut commutatum». «Todo nombre es usual, o palabra
extraña, o metáfora, o adorno, o inventado, o alargado, o abreviado, o alterado»
(traducción de Valentín García Yebra en Aristóteles 1974: 203).Quae igitur ex propriis nominibus constabit, maxime perspicua
erit, humilis tamen
»Poética, cap. 22, 1458 a 19 (Aristóteles 2011: 112-113 y 1549: col. 1351):
«Ahora bien, la que consta de vocablos usuales es muy clara, pero baja» (traducción de
Valentín García Yebra en Aristóteles 1974: 208).Illa veneranda et omne prorsus plaebeium excludens quae peregrinis utetur
vocabulis
»A : ibid. BPoética, cap. 22, 1458 a 21 (Aristóteles 2011: 112-113
y 1549: col. 1351): «Es noble, en cambio, y alejada de lo vulgar la que usa voces
peregrinas» (traducción de Valentín García Yebra en Aristóteles 1974: 208). En el
texto de Aristóteles esta cita es inmediatamente anterior a la primera del párrafo de
El Lunarejo.ab alia lingua» del texto aristotélico recién
citado. Espinosa Medrano afirma por tanto que Góngora no abusa del extranjerismo («barbarismus» en Aristóteles 1549: 1351 y Aristóteles 1974: 209), en
particular del latinismo.Gramática castellana, I, apud Ly 1999 (222) y también supra. Aquí Espinosa
Medrano sobreentiende que las lexis de Góngora, las palabras que emplea, no son
extrañas ni alejadas del uso común del castellano, pero que una vez que se juntan en
frases y componen la sintaxis que El Lunarejo denomina frasis, se vuelven metafóricas.
Así, el defensor de Góngora se opone a uno de los tópicos de sus detractores, que
denuncian el abuso del latinismo en los versos de don Luis. Sobre este aspecto de la
polémica y el uso y abuso del fragmento de Aristóteles al que recurre El Lunarejo en
la polémica gongorina, véase Azaustre Galiana 2005 (54-60). Este pasaje del capítulo
22 de la Poética es de hecho el más importante en y para la polémica
gongorina de la obra del filósofo: el que Quevedo, en los preliminares a su edición de
fray Luis, llamó «el texto del escándalo» (Luis de León 1631: f. †2r). El Lunarejo,
como otros de los que citan el pasaje aristotélico, es uno de los que «descans[an] la
lección» (Quevedo dixit, f. †3r) donde les interesa y no siguen
leyendo el pasaje de Aristóteles, quien después aconseja prudencia y mesura en el uso
de esas extrañezas del estilo.em. : remotas (como Faria confiessa sin saber, que se
deguella) remotas ABQuapropter errant non parum qui huiusmodi dictionis genus
accusant quique poetam ipsum incessere audent
»B : Ideas APoética, cap. 22, 1458 b 5 (Aristóteles 2011: 112-113 y 1549: col.
1351): «No tienen, pues, razón quienes reprueban tal clase de estilo y ridiculizan al
poeta» (traducción de Valentín García Yebra en Aristóteles 1974: 210).Poética
que maneja, que reza: «Ariphades praeterea carpebat tragoedos»
(Aristóteles 1549: col. 1352), donde el verbo carpere significa
desgarrar o lacerar con maledicencias.A : hablassent BAriphades praeterea carpebat tragaedos
perinde ac in tragaediis suis his uterentur quae in communi sermone diceret nemo, ut
domibus ab pro ab domibus, Achille de pro de Achille, caeteraque
huiusmodi
»Poética, cap.
22, 1458 b 31 hasta 1459 a 2 (Aristóteles 2011: 114-117). Espinosa Medrano abrevia las
citas griegas que acompañan a este fragmento en Aristóteles 1549 (col. 1352),
saltándose también otro ejemplo de los errores de Arífrades. En la traducción de
Valentín García Yebra leemos: «Por su parte, Arífrades ridiculizaba a los poetas
trágicos por usar expresiones que nadie diría en la conversación, por ejemplo δομάτων
άπο y no άπό δομάτων, y σέθεν, y έγώ δέ viv, y ’Αχιλλέως πέρι en vez de περί Άχιλλέως,
y otras semejantes.» (Aristóteles 1974: 213).Prorsus ignorans quod haec omnia, dum proprium vitant, plaebeiam interim dictionem
effugiunt
»Poética, cap.
22, 1459 a 2-3 (Aristóteles 2011: 116-117 y 1549: col. 1352): «Pues todas estas
expresiones, por no estar entre las usuales, evitan la vulgaridad en la elocución;
pero él ignoraba esto.» (traducción de Valentín García Yebra en Aristóteles 1974:
213).Achille de» por
«de Achille».Poética que maneja, en traducción latina de Alessandro de’Pazzi (Alexander
Paccius), El Lunarejo se confunde atribuyendo a Arífrades el papel de un censor de la
tragedia, malinterpretando así parte del argumento aristotélico. Para El Lunarejo,
Arífrades sería un defensor del estilo humilde y se opondría por tanto al enrevesado
estilo de los trágicos. Siguiendo esta interpretación, Aristóteles lo llama ignorante
por criticar la posposición «Achille de». Tal crítica es digna de un
ignorante porque para el filósofo las posposiciones levantan el estilo alejándolo del
uso común y también porque la tragedia exige un estilo elevado: de esta manera el «Achille de» es más necesario que ridículo. Estamos por tanto en un
razonamiento ad maiorem ad minus, puesto que si el propio
Aristóteles tolera posposiciones ridículas por el simple hecho de «huir de la
vulgaridad», la posposición gongorina, no ridícula sino «grave, decente y no
monstruosa», queda completamente excusada. El argumento concluye asumiendo que (1) si
Góngora es capaz de mejores hipérbatos que el «Achille de» y (2) si
Arífrades, que censura este último hipérbaton, es un ignorante, Manuel de Faría, que
se atreve a denigrar a Góngora, será «de ignorante para abajo o de majadero para
arriba».
Y los que por las calles espaciosas fabrican arcos rosas Góngora, Soledades, I, v. 718-719 [OC264B.718-719].
¿No os parece que nos lo tratara de ignorante para abajo o de majadero para arriba?
48. El riesgo que pueden traerse los términos remotosB : rermotos A [Enmienda recogida en la fe de
erratas. El lector del testimonio A corrige tachando la r sobrante.B :
metaficos A [La fe de erratas registra el error de esta palabra que,
en realidad aparece partida entre el f. 20v y f. 21r., por esa razón la tabla consigna
únicamente la parte de la palabra con que se inicia el f. 21r, es decir, «taficicos»,
que debe enmendarse con «taforicos». Sin embargo, la primera línea del f. 21r lee
«taficos». Cabe conjeturar la existencia de algún estado en el pliego F (f. 21r-24v)
en el que se leyera «taficicos» como advierte la fe de erratas, pero también podría
tratarse de una errata dentro de la propia fe erratas.Eso mismo también dicen los gramáticos: que
de lo que precede, y de lo que se sigue, se saca la claridad de la cosa; y así vemos
en
“Vomita por la boca espeso humo, la casa envuelve de tiniebla ciega, arrebata la vista de los ojos y mezcla claro a escuro en noche humosa.”
¿Quién, pregunto, entendiera la altísima algarabía del último
verso, que no estuviera apercebido con el primero?
»A : Pincian. Bem. : epis A || epis, BPhilosophia antigua poetica, epístola VI (del poético lenguaje), 7, «En el
metro las cosas y personas más excelentes, y cómo» (López Pinciano 1596: 265). Espinosa Medrano amputa un paréntesis del
Pinciano: «Eso mismo tambien (dijo Ugo, y Fadrique) dicen los
Gramáticos».
Trujimos el ejemplo de cuando se declara la oración de lo anteriormente dicho, para
responder a En ruecas de oro rayos del
Sol hilan
»Polifemo, v. 400
[OC255.400].Apologético, en el que el poeta cordobés es
«jayán castellano» (V, § 41).
«Sudando néctar, lambicando olores, senos que ignora aun la golosa cabra corchos me guardan, más que abeja flores liba inquïeta, ingenïosa labra; troncos me ofrecen árboles mayores, cuyos enjambres, o el abril los abra o los desate el mayo, ámbar distilan, y en ruecas de oro rayos del sol hilan.» Gongora in Poliph. Gongora in Poliph. A : om. BGóngora, Polifemo, v. 393-400 [OC255.393-400].
Sola esta octava vale más que todos los versos juntos de en
ruecas de oro rayos del Sol hilan»
, llamando mármol al mar y tresquiladas
a los remos. Más dicha tienen los pícaros, que se les tolera y aun aplaude en su idioma
jacarando que llamen “trena” a la cárcel, “jaque” al valiente, “chillón”Polifemo, v. 400 [OC255.400].em. : Iuzgelo AB [Enmienda recogida en
la fe de erratas.B : Princiano AAsí vemos en Virgilio metáforas
altísimas y remotas, las cuales de este modo son entendidas del mundo
todo
»Cuando —dice— de lo que
precede se saca lo por venir
»Philosophia antigua
poetica, epístola VI (del poético lenguaje), 7, «En el metro las cosas y
personas más excelentes, y cómo» (López Pinciano 1596: 265).em. : Gongorinas AB
[Enmienda recogida en la fe de erratas.B : melifico A
[Enmienda recogida en la fe de erratas. El testimonio A presenta la enmienda
manuscrita: melificio.mellificium: la producción de la miel.B : Aristel. ARetórica, III, 1, 1404 a 28 (1989:
40): «la expresión en el discurso es diferente que en la poesía» (trad. Quintín
Racionero en Aristóteles 1999: 485). En la versión latina de Georgius Trapezuntius
(Jorge de Trebizonda): «sed alia orationis, alia poesis dictio
est» (1549: 1261).Proportione Proportione )
Lento luctantur marmore»marmore tonsaeB: marroreA[Enmienda recogida en la fe de erratas.
49. Dejo aparte el que la cera se llame «ruecas de
oro
»Polifemo, v. 400 [OC255.400].Y en
ruecas de oro rayos del Sol hilan. Clara está la metáfora, la rueca de oro la cera, los rayos del Sol la miel.» (1630b:
313).rayos del
Sol
»Polifemo, v. 400 [OC255.400].aerii mellis coelestia dona
»Geórgicas, lib. 4, v. 1: «Protenus aerii mellis
caelestia dona» (1982: 58): «Prosiguiendo cantaré el don divino de la miel, que
baja de los cielos» (traducción de Tomás de la Ascensión Recio García en Virgilio
1990: 357). En sus Etimologías, libro 20, cap. 2, párrafo 36,
Isidoro de Sevilla menciona este verso discurriendo sobre la miel entre los alimentos
de la vida rústica: «Mel Graecae appellationis est, quod ab apibus nomen
habere probatur; nam apis Graece μέλισσα dicitur. Antea autem mella de rore erant,
inueniebanturque in arundinum foliis. Vnde et Vergilius: “Hactenus aerii mellis
caelestia dona”. Siquidem hucusque in India et Arabia conligatum
reperitur ramis inhaerens in similitudinem salis. Omne autem mel dulce: sardum
amarum est absinthii causa, cuius copia eius regionis apes nutriuntur. Fauum uocari
quia comeditur magis quam bibitur; φαγεῖν enim Graeci comedere appellant.»
(Isidoro 1989 y 1599a: 395): «36. “Miel” es denominación griega que evidencia que su nombre deriva
del de las abejas, ya que en griego “abeja” se dice mélissa.
Antiguamente, la miel era producida por el rocío y se encontraba en las hojas de caña.
De aquí, lo que dice Virgilio (Georg. 4,1): “Pasemos ahora a hablar del don celestial
de la miel aérea”. Hasta el día de hoy en la India y en Arabia se recolecta
encontrándola, en forma de sal, adherida a las ramas. Toda miel es, no obstante,
dulce. Sin embargo, la miel de Cerdeña es amarga a causa del ajenjo con que, abundante
en esta región, se alimentan las abejas. El panal se llama fauus
porque, más que beberlo, se come; y en griego “comer” se dice phagein.» (traducción de José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero en Isidoro
2004: 1330-1333).rayos del Sol
». Y si Historia de los animales, V, 22 (Aristóteles 1968:
47).Diccionario de Autoridades
define térreo como «lo que consta de tierra o está hecho de ella».Diccionario de Autoridades, es «echar de sí vaho o vapor».em. : toda via ABsiue ille est coeli sudor, siue quaedam siderum saliua, siue
purgantis se aeris succus
»in extenso el pasaje de Plinio dedicado a la naturaleza de la
miel, que Espinosa Medrano traduce y parafrasea: «siue ille est caeli
sudor siue quaedam siderum saliua, siue purgantis se aëris sucus; utinamque esset
purus ac liquidus et suae naturae, qualis defluit primo! 31. Nunc
vero e tanta cadens altitudine multumque, dum venit, sordescens et obvio terrae
halitu infectus, praeterea e fronde ac pabulis potus et in utriculos congestus apium
—ore enim eum vomunt—, ad hoc suco florum corruptus et in aluis maceratus totiensque
mutatus, magnam tamen caelestis naturae voluptatem adfert.» En la traducción de
María Luisa Arribas Hernáez: «sea aquél un sudor del cielo o una especie de saliva de
los astros o un jugo del aire que se depura a sí mismo; ¡ojalá la miel fuera pura y
limpia, y natural, como en principio baja! Pero en realidad, aunque cae desde una
altura tan elevada, se llena de suciedad mientras llega, y se impregna con el “hálito”
de la tierra que le sale al encuentro; absorbida además por el follaje y por los
pastos, y transportada en el vientrecillo de las abejas —pues la vomitan por la boca—,
corrompida a tal fin por el jugo de las flores, y macerada y tantas veces alterada en
las colmenas, sin embargo, aporta el gran placer de su naturaleza celestial.» (Plinio
el Viejo 2003: 470).Orator, 19, § 62-63 (Cicerón 1964: 22): «Quamquam enim et
philosophi quidam ornate locuti sunt […] tamen horum oratio neque
nervos neque aculeos oratorios ac forenses habet. Loquuntur cum doctis, quorum
sedare animos malunt quam incitare, et de rebus placatis ac minime turbulentis
docendi causa non capiendi loquuntur, ut in eo ipso, quod delectationem aliquam
dicendo aucupentur, plus nonnullis quam necesse est facere videantur», (‘Aunque
ha habido ciertos filósofos que hablaban de modo brillante […] incluso manejado por
ellos el discurso no tiene el vigor y la garra de lo oratorio y forense. Hablan con
hombres doctos, cuyos ánimos se proponen sedar más que excitar, y de asuntos pacíficos
y lo menos turbulentos posible; hablan para enseñar, no para cautivar, de forma que
hasta el hecho de que procuren cierto deleite con sus palabras les parece a muchos
algo superfluo’).en ruecas de oro rayos del Sol hilan
»Polifemo, v. 400 [OC255.400].A : attendio B
«República ceñida, en vez de muros, de cortezas; en esta pues Cartago Cartago A: CartaoBreina la abeja, oro brillando vago, o el jugo beba de los aires puros, o el sudor de los cielos, cuando liba de las mudas estrellas la saliva.» Gongora. Soledad 2. Góngora, Soledades, II, v. 292-297 [OC264C.292-297].
50. Dijimos que de aquella octava el mejor verso era: «en ruecas
de oro rayos del Sol hilan
»Polifemo, v. 400 [OC255.400].Agudeza y arte de ingenio (Huesca: Juan Nogués,
1648): «El soneto corresponde al epigrama latino, y así requiere variedad: si es
heroico, pide concepto majestuoso; si es crítico, picante; si es burlesco, donoso; si
es moral, sentencioso y grave.» (Gracián 1993: 741 y 1648: 367). Sobre la adecuación
entre el epigrama y el soneto véase López Poza (2013: 25-29).Agudeza y arte de ingenio de 1648 comentando: «gran
soneto fue este» (Gracián 1648: 283).
Rompe la tierra y en el centro afila el buey pesado la esplendiente reja; de varias flores la discreta abeja “en ruecas de oro rayos del sol hila”; no solo labra el ruiseñor, perfila nidos de paja, que en las ramas deja; de hurtada yerba, la inocente oveja nevados copos al vellón distila. Mano enemiga su labor desflora, triunfan malos y trabajan buenos, discanta el grajo lo que el cisne llora, gozan por propios los que son ajenos; que en los premios del mundo no es de agora que el que merece más alcance menos. Barthol. Leonar. Gracian. in Gracian. in Arte de ingen Discurs.A: Grac. inBDiscurs. 43. Imitacion de Virgil. Sic vos non vobisA: DiscursuBBartolomé Leonardo de Argensola, apudBaltasar Gracián,Agudeza y arte de ingenio, discurso XLIII (Gracián 1648: 284). En el apunte marginal, Espinosa Medrano alude a Virgilio y al proverbio latinosic vos, non vobis. Comentando un soneto quevediano en el que este proverbio se encuentra citado, Ignacio Arellano aporta la explicación siguiente: «sic, vos, non vobis,…: “así vosotras, no para vosotras”. Para esta frase proverbial cfr. Herrero Llorente (1985, s. v.): “Según una leyenda transmitida por Donato, un poeta insignificante llamado Batilo, hizo pasar por suyos unos dísticos que Virgilio había escrito sobre la puerta del palacio de Augusto, obteniendo por ello dinero y gloria. Virgilio, dolido, escribió esta famosa frasesic vos non vobis, que nadie acertaba a explicar hasta que el propio Virgilio añadió estos versos:Sic vos non vobis nidificatis aves, / Sic vos non vobis vellera feris oves, / Sic vos non vobis mellificatis apes, / Sic vos non vobis fertis aratra boues[...] Y los encabezó con la siguiente frase:Hos ego versiculos feci; tulit alter honores: Yo hice estos versos; otro se llevó los honores”; Cov. la recoge en su definición de abeja, sin dar fuente precisa: “Este solo entre todos los animales insectos se crió para provecho del hombre [...] y así se les dice con razón:Sic vos, non vobis, melificatis [sic] apes”» (Arellano 2007). En otra glosa del mismo soneto quevediano interpretado por Arellano, Sagrario López Poza confirma la explicación dada por Arellano y cita además elCannonchiale aristotelicode Emanuele Tesauro sobre la empresa del capitán Antonio de Leyva, que no es otra que elsic vos non vobis(López Poza 2000: 202-203). La anécdota se encuentra en Donato,Vita Vergilii(vita quae Donati aucti dicitur), § 69-70 (véase Stok y Brugnoli 1997: 111-113). Puede leerse asimismo en losOpera omniade Virgilio por Petro Bembo y Andrea Navagero (Venetiis: apud Iuntas, 1552) en Virgilio 1552 (Virgilii vita, f. *IIIIr). Espinosa Medrano indica además en su apunte marginal que el soneto de Bartolomé Leonardo de Argensola ofrece una glosa del proverbio virgiliano. En efecto, el primer cuarteto glosa los versos añadidos por Virgilio alsic vos, non vobissobre el buey (sic vos non vobis fertis aratra boues) y la abeja (sic vos non vobis mellificatis apes). En el segundo cuarteto encontramos el ave que nidifica —trasegada aquí en ruiseñor en una posible alusión al poeta— (sic vos non vobis nidificatis aves) y la oveja (sic vos non vobis vellera feris oves). Los cuatro son animales que producen o trabajan en provecho del hombre. En el conjunto del poema destacan dos versos bimembres y que por lo tanto respetan la estructura del mote virgiliano: el primero de estos versos bimembres se encuentra en el centro del poema, el segundo como cierre o conclusión: «Triunfan malos, y trabajan buenos» (v. 6) y «Que el que merece más, alcance menos» (v. 14). Este último verso, como el último terceto en su conjunto, parafrasea el encabezamiento virgiliano: «Hos ego versiculos feci; tulit alter honores». En fin, lo mismo dice este poema que el mote virgiliano delsic vos, non vobis: «Gozan por propios los que son ajenos». La irónica agudeza de Bartolomé Leonardo de Argensola consiste en la paradoja siguiente: en un poema cuyo tema es la denuncia del plagio, emplea una doble agudeza por acomodación de verso antiguo (véase Blanco 1988: 105 y siguientes), con versos de Virgilio y de Góngora.
¿No advertís ya que en todo el soneto el cuarto verso brilla por astrosupra Manuel de Faría. § V). El portugués
reduce la pareja de la cera y la miel a la peor parte de ella (véase el Tesoro de Covarrubias, que define la cera como «lo craso y hez que queda del
panal escurrida y apretada la miel»). Más aún, detrás del uso de ‘cera’ por Faría
puede haber una alusión escatológica, pues el término se empleaba para designar el
excremento humano, como lo hace el propio Góngora en su célebre letrilla burlesca
sobre el Esgueva, «¿Qué lleva el señor Esgueva?», v. 50 [OC149.50]. El Lunarejo, que entiende que Faría emplea el término «por
desprecio», le redarguye con una paronomasia, pasando de la cera al cebo, convirtiendo
a su enemigo poco menos que en coprófago. Esta descalificación extrema entra sin
embargo en el sistema metafórico construido alrededor del portugués: el cebo es el
alimento con el que se atraen a las fieras, y por él la fiera Faría es atrapada, pues
muerde el verso gongorino desprevenido de la respuesta de Espinosa Medrano que lo
defiende armado de Aristóteles, Virgilio, Plinio el Viejo, Virgilio y Gracián con
Bartolomé Leonardo de Argensola.
51. En negra hora se topó con B : Macobrio
A [Enmienda recogida en la fe de erratas.Et liquidi simul
ignis
»Bucólicas, égloga 6,
v. 33 (1992a: 74): «y, al mismo tiempo, los del fuego puro» (traducción de Tomás de la
Ascensión Recio García en Virgilio 1990: 197).A : confiesse B
Nullius disciplinae expers. Disciplinarum omnium peritissimus»
Virgilius, quem nullius unquam disciplinae error involvit»
Quae tamen adiectio ita Maroni adrisit, ut suum bucolicum carmen hac tanquam gemma ornandum sibi putarit»
purum aetera»
Sed liquidum etiam appellatur quod defoecatum, quod purum, quod non turbidum, quod clarum, quod sincerum»
qua notione liquidum ignem dici reor purum, non admixtum, neque inquinatum a fumo»
hinc lapides Pyrrae»
Post physicam narrationem poeticam ac fabulosam interserit… Nam si ipsis dumtaxat philosophica». Colijan de aquíphilosophica recitasset, non bucolicam, sed philosophiam profiteri videreturB: pholosophicaAAscensius in Eclo. 6. Virg Ascensio (Jodocus Ascensius), comentario a Virgilio, Bucólicas, égloga 6 (Silenus), v. 41 y siguientes. Véanse las obras del poeta mantuano comentadas por Servio (Eneida) y por Ascensio (Bucólicas):P. Virgilii Maronis poetae mantuani universum poema cum absoluta Servii Honorati Mauri grammatici et Iodici Badii Ascensii interpretatione(Venetiis: apud Ioannem Mariam Bonellum, 1558) en Virgilio 1558 (f. 29v): ‘Después de la física interpuso una narración poética y fabulosa […] Porque si hubiera declamado solo cosas filosóficas, hubiera parecido que profesaba no la bucólica sino la filosofía’.
52. También “líquido” expresa mejor y más absolutamente la levedad de ese elemento,
porque aunque esos términos “grave” y “leve” denoten la ligereza y pesadumbre de
diversos elementos, empero laA : le Bubi y al centro,
porque leve entendemos «quod tendit sursum
», lo
que vuela arriba; y grave «quod pergit deorsum
»,
lo que se derriba abajograue est illud quod ex sua natura tendit deorsum et leue quod tendit
sursum» (Oviedo 1651: 499). Las fuentes pueden ser variadas y entre ellas
tenemos que considerar las clases del propio seminario de San Antonio Abad. Para
tratar de expresar de modo absoluto la levedad, Espinosa Medrano acude al término
«líquido», que por ello conviene al fuego, el elemento que por naturaleza sube y se
aleja del centro.esencialmente conexo es aquello
que, según su naturaleza, es de tal índole que, si se separara de aquello con lo que
está unido, sería imposible» (trad. de Juan Cruz Cruz en Pérez 2006: 142). En su
tratado In primam partem Diui Thomae tractatus quinque (Roma, 1656),
el que fuera profesor del Colegio Romano de la Compañía de Jesús prueba que Dios no
puede pensarse (ni por tanto existir) si no se supone la creación al menos como
posibilidad: «De lo expuesto se infiere la primera prueba de la conexión esencial de
Dios con la posibilidad de las criaturas en singular. Se prueba la aserción.
Ciertamente, si faltara la posibilidad de una criatura, incluso si faltara la
posibilidad de su diferencia singular, por esto mismo, Dios fallaría necesariamente.
Luego Dios tiene una conexión esencial con la posibilidad de la criatura. La
consecuencia es diáfana: efectivamente todo aquel que falla al fallar otro, es tal
porque su existencia se infiere de la existencia del otro. (…) Prueba segunda de dicha
conexión, basada en el concepto de omnipotencia. La formulo en los términos
siguientes: Dios es esencialmente omnipotente hasta el punto de no
negarlo católico alguno. Luego tiene una conexión esencial con la posibilidad de las
criaturas. Se prueba la consecuencia: porque ser omnipotente es poder producir todas
las criaturas; y poder producir todas las criaturas está esencialmente conectado con
el poder de ser producidas, esto es, está esencialmente unido con la posibilidad de
las criaturas.» (trad. Juan Cruz Cruz en Pérez 2006: 147-148). El tratado hace un uso
constante de la inferencia por la conexión esencial: véase la introducción (Pérez
2006: 50-57).A : contro
B
Radit iter liquidum, celeres neque commouet alas Virg. Aeney. lib. 5. Virgilio, .Eneida, V, v. 217: «radit iter liquidum celeris neque commouet alas» (1989: 12): «y va hendiendo el espacio transparente y no llega a mover sus raudas alas» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b: 274).
Y Quicquid liquidus complectitur aer
»A : Claud B] de rap
Pros lib. 2De raptu
Proserpinae, II, v. 294: «parua loquor: quidquid liquidus
conplectitur aer» (1985: 317): «Pero he dicho poco: todo lo que abraza el
fluido aire» (trad. Miguel Castillo Bejarano en Claudiano 1993b: 224).Hoc
ipsum magis mirum est tenue ac liquidum corpus ignis solidum auferre
»A : aufere Bem. : Chrysostom ABDe ascensione Heliae (1988: 104,
líneas 69-70). La homilía del ascenso de Helías forma parte del corpus latino de
Crisóstomo, sus 38 homilías latinas (Wilmart 1918: 310-311; Crisóstomo 1988). La cita
se encuentra con facilidad y abundancia en libros del siglo XVI, en ocasiones sin
referencia exacta al traductor (incerto interprete). Véanse por
ejemplo los Omnia Opera Diui Ioannis Chrysostomi (Basileae: Andreas
Cratander, 1525) en Crisóstomo 1525 (f. 11r). La alusión a Erasmo es sin duda una
remisión a su célebre edición en cinco volúmenes de los Opera omnia
de Juan Crisóstomo (Basilea, Froben, 1530-1531), que consta de abundantes reediciones:
véase Crisóstomo 1988 (85-86). Hallamos la cita en cuestión en el tomo quinto de esta
obra, por ejemplo en la edición de 1558 (apud inclytam Basileam: apud Hieronymum
Frobenium et Nicolaum Episcopium, 1558): véase Crisóstomo 1558 (col. 654). En cuanto a
la otra referencia apuntada por El Lunarejo, remite a Lelio Tifernate (Lilius
Tifernas), humanista umbro del quattrocento italiano e hijo del también humanista
Gregorio Tifernate. El editor Wolfgang Wenk no lo menciona en su Zur
Sammlung der 38 Homilien des Chrysostomus Latinus (Crisóstomo 1988), ni tampoco
André Wilmart en su estudio de las homilías latinas de Crisóstomo (Wilmart 1918). Hay
sin embargo rastros de una tradición impresa de sermones de Crisóstomo a cargo de
Lelio Tifernate, que no me detendré a indagar por no ser este el lugar adecuado, pero
que le merece el reconocimiento de ser el traductor autorizado del sermón «De patientia in Job» en la edición del Crisóstomo erasmiano
(Crisóstomo 1558: 661).
Antes había de pensarse que de los elementos, el agua y el aire, y de los mixtos las
substancias fluidas, eran y se llamaban líquidos, por lo rarefacto o condistinto de
denso, y por lo que se parecen al fuego, que siendo sumamente raro (o ralo, como quiere
el castellano), obtiene el principado sobre todo lo líquidopost mortem de
su biblioteca (Guibovich 1992). Estas líneas, presumiblemente traducidas del latín,
presentan sin embargo cierto parecido con un apéndice de los Adagia
de Erasmo en la edición de 1571 que consulta Espinosa Medrano (véase supra). En el apéndice en cuestión («Specimen quoddam adagiorum
quae ab Iunio, Cantero et Giselino partim collecta sunt») el adagio 46 lleva
por título «Liquida tempestate liquidior» y en su glosa leemos: «liquet de nostro igne, qui tamen de genere mistorum est, qui de illo
simplice, et puro puto elemento rarissimo existimandum? Atque hac ratione, cum ignis
et aer liquidissima sint corpora, ideoque maxime limpida et tralucida (factum puto
ut liquidum etiam pro claro, puro, sereno accipiatur, opponaturque turbido, impuro,
faeculento» (Erasmo 1571: col. 1342): ‘¿Nos será permitido pensar de nuestro
fuego, que forma parte sin embargo de los cuerpos mixtos, lo mismo que pensamos de ese
elemento sutilísimo, absolutamente puro y sin mezcla? Y por esa razón, como el fuego y
el aire son los cuerpos más fluidos y por ello los más límpidos y traslúcidos (διαφανής, diáfanos), pienso que “líquido” (liquidus)
también se entiende como claro, puro, sereno, y se opone a turbio, impuro y
fangoso’.
53. Porque la opinión de A : Glaudianus BGeórgicas (IV, v. 382) citado a
continuación por El Lunarejo. En cuanto a los demás poetas citados en la anotación
marginal, Homero llama al Océano padre de todas las criaturas en la Iliada, canto XIV, v. 246 («Océano, que es la progenie de todas las cosas»,
trad. de Emilio Crespo Güemes en Homero 1996: 382). Claudiano hace lo propio en su Panegírico al cuarto consulado de Honorio, v. 22-23 (1985: 62):
«Océano bañó su cuna; fue conveniente que los futuros dueños de la tierra y el mar
nacieran del gran padre de todas las cosas» (trad. Miguel Castillo Bejarano en
Claudiano 1993a: 204). Lucrecio, por último, se muestra más alusivo, puesto que en el
De rerum natura se opone a aquellos que defienden que el origen
del mundo se debe a un elemento, como puede ser el agua: como defensor de la teoría
atómica, atribuye el origen del mundo a agregados atómicos, aunque sí describe en la
formación del mundo una fase en que la tierra está sumergida en el agua. Véase
Lucrecio, De rerum natura, lib. V, v. 480 y siguientes (2003: 355).
Estas referencias u otras parecidas se encuentran en los comentaristas virgilianos:
véase Servio 1887 (69, 347, 349) y Virgilio 1608 (538). Discurre por tanto aquí
Espinosa Medrano por una senda tópica de los comentarios poéticos antiguos, que buscan
en los poetas la suma de los conocimientos físicos de su tiempo, remontándose
habitualmente a Tales de Mileto como paradigma de la ciencia antigua: véanse por
ejemplo las Alegorías de Homero de Heráclito, en particular los
párrafos 5 y 6 del capítulo 22 (Heráclito (s. I) 1989: 26-27 y también la nota 7 de la
página 101).
Primo theologizantes sic putant de natura existimandum, Oceanum et Thetin generationis parentes fecerunt»
Calor autem ex humore fieri videtur, cum ipse humor sit quasi caloris materia»
Oceanumque patrem rerum, Nimphasque sorores»
54. Ni tiene esto menor fundamento en las sagradas letras, cuando queramos teologizar,
puesto que es probabilísimo dogma de muchos teólogos que no crio Dios al fuego en el
principioA : princpio Beducere: sacar, extraer, brotar o nacer.
Dixitque Deus: fiat firmamentum in medio aquarum et diuidat aquas ab aquis. Et fecit Deus firmamentum diuisitque aquas quae erant sub firmamento ab iis quae erant super firmamentum, et factum est ita»
Fiat firmamentum in medio aquarum et diuidat aquas». Siendo así, pues, que ese intersticio o espacio que ahora ocupa el firmamento no estuviese vacío desde el principio de la creación del cielo y tierra hasta el segundo día en que fue construido el firmamento, ni haya otro cuerpo que hubiese llenado esa capacidad si no son las aguas que el oráculo refiere haberse criado con el cielo y la tierra, colígese bien que ocuparon ese espacio las aguas y que de ellas fue fabricado el firmamento, esto es todos los orbes celestes y juntamente el aire y el fuego, como infiere bien
Colligitur profecto in eo spatio fuisse aquas, ex eisque fabricatum fuisse firmamentum, hoc est orbes omnes coelestes ignemque et aerem»
Qui vivit in aeternum creavit omnia simul»
55.em. : om. ABem. : primer AB
Deuolet in terram liquidi calor aureus ignis. Lucretius lib. lib. 6.A: l.BLucrecio, De rerum natura, lib. 6, v. 205: «deuolet in terram liquidi color aureus ignis» (1969: 238): «ese movedizo color dorado del claro fuego vuela a tierra» (trad. Francisco Socas en Lucrecio 2003: 407). La variantecalorproviene directamente de Macrobio,Saturnalia, lib. 6, cap. 5, párrafo 4 (1970a: 375). Con esta variante, aunque truncando el verso, la cita se encuentra entre las que aduce de la Cerda en su comentario de Virgilio para defender el verso «et liquidi simul ignis» (Bucólicas, égloga 6, v. 33) contra Macrobio: «Lucret. lib. 6. Liquidi calor aureus ignis» (Virgilio 1608: 117). Del comentario de De la Cerda proviene probablemente esta cita, aunque como curiosidad señalo que se encuentra en la edición delParnassus poeticusde Nicolas de Nomexy que pudo consultar El Lunarejo (1612: 524), con la lección «color». EnLa Dorotea, Lope de Vega glosa el mismo lugar de Macrobio sobre el “líquido fuego” de Virgilio, en el acto IV, escena segunda: «Pues con todo eso, cuando dijolíquido fuegopor puro o lúcido, dijo Macrobio que había sido atrevimiento, y le disculpa con que primero lo había dicho Lucrecio» (Lope de Vega: 1987: 356).
A otros citan en esta comprobación los comentadores de Virgilio, pero escapóselesB : escaposele A
[Enmienda recogida en la fe de erratas. Corrección manuscrita en el testimonio A:
escaposeles.
Largus item liquidi fons luminis aeterius Sol, irrigat assidue coelum candore recenti. Lucan. lib. 5. Pharsaliae. La cita es de Lucrecio, De rerum natura, lib. 5, v. 281-282: «Largus item liquidi fons luminis, aetherius sol, / inrigat adsidue caelum candore recenti» (1969: 185): «Fuente generosa también de lumbre clara, el alto sol riega sin parar el cielo de renovados esplendores y al punto luz con nueva luz suministra» (trad. Francisco Socas en Lucrecio 2003: 407). La confusión entre Lucrecio y Lucano en la atribución de estos versos es error que comete también Gracián en suAgudeza y arte de ingenio, cuando cita el primer verso en el discurso X (1648: 68). Parece claro que Espinosa Medrano, que traslada una remisión más precisa que Gracián, encuentra la cita en algún compendio o diccionario, acompañada de una referencia del tipo “Luc. lib. 5”, que él interpreta como Lucano,Farsalia, 5. De esa manera aparecen por ejemplo estos versos delRerum Naturaen elParnassus poeticuscolectado por Nicolao Nomeseio Charmensi (Nicolas de Nomexy), en particular en la edición lyonesa de 1612 (Lugduni: sumptibus Petri Rigaud, via Mercatoria, sub signo Fortunae). En ella leemos, bajo el acápite «Sol», la cita en cuestión con la referencia marginal «Luc. libr. 5.», que se presta a confusión pues sigue de cerca a dos referencias que rezan «Luc. 9. pha.» y «Luc. 10. Ph.» (Nomexy 1612: 1041), sugiriendo así que el título correspondiente al autor Luc. será necesariamente laFarsalia. Menos confusa, pero igualmente tendenciosa, es la referencia que se encuentra en el mismo lugar de la edición de 1641 (Coloniae Agrippinae: ex officina Gualteriana, apud Iodocum Kalckhoven), pues si bien remite a «Luc. lib. 5», las dos referencias anteriores a laFarsaliarezan: «Luc. 9. Phars.» y «Luc. 10. Phars.» (1641: 851). Otras ediciones del mismoParnassus poeticusdan referencias marginales más desarrolladas (Lugduni: sumptibus Io. Ant. Huguetan, 1606: 1041; Lugduni: sumptibus Pauli Frellon, 1606: 1041; Rothomagi: sumptibus Ioannis Berthelin, in area Palatii, 1609: 862; Lugduni: sumptibus Claudii Morillon, typogr. sereniss. duc Montispenserii, 1616: 1128, «Lucr. lib. 5») con las que Espinosa Medrano no se hubiera confundido y que por tanto no consulta, como tampoco consulta la edición de 1618 (Rothomagi: apud Thomam Dare, in vico Iudaeorum), que remite a «Luc. lib. 3» (1618: 832), siguiendo en esto a la de 1613 (Lugduni: Ioannem Pillehotte, sub signo nominis Iesu), que indica «Lucr. lib. 3» (1613: 832). Quedan por tanto descartadas, a falta de una revisión de posibles emisiones, las ediciones de 1606, 1609, 1613, 1616 y 1618. De entre las ediciones delParnassus poeticusque he podido consultar, es por tanto posible que El Lunarejo maneje o bien la edición de 1612 o la de 1641. No obstante, entre ambas ediciones hay una variante en los versos citados por Espinosa Medrano: sólo la edición de 1612 trae «aetherius», como elApologético, a diferencia de la de 1641, donde se lee «aethereus» (1612: 1041; 1641: 851). Así pues, si la confusión de Espinosa Medrano se debe a esta poliantea, es probable que consulte o bien la edición de 1612, o bien alguna otra, previa o posterior, que siga su modelo. No he hallado otras polianteas o misceláneas que citen de manera tan ambigua a Lucrecio junto con Lucano.
Y otro del platónico
Praeterea cum tot vaga sydera, ut jam prius dictum est, sursum in aethere, hoc est in ipso liquidissimo ignis ardore compareant»
Luce foeminea conlustrans cuncta moenia, et udis ignibus nutriens laeta semina»
udis ignibus»? Pues en verdad que
Plurima ex secretariis»secretariis philosophiae et religionis AegyptiaeB: s cretariisA
Eloquenter explicatur oratio non asinalis, sed theologica»
udis ignibus», húmidos
56. En fin, pues, aquí Non apte
Macrobius exprompsit in Virgilium suam criticam, cum scripsit audaciae maximae fuisse
dici ignem liquidum
»Bucólicas de Virgilio, égloga 6, v. 33 (Virgilio 1608: 117): «Non apte Macrobius lib. 6. c. 5. exprompsit in Virgilium suam criticam, cum
scripsit audaciae maximae fuisse dici ignem liquidum», (‘Macrobio, lib 6, cap.
5, con poco acierto censuró a Virgilio, escribiendo que había estado sumamente audaz
en escribir “fuego líquido”’).em. : Atilio ABem. : Max lib. A || Ma. l. BFacta et dicta memorabilia, lib. 3, cap. 2 «De fortitudine»
(‘Sobre la fortaleza de ánimo’), párrafo 22: «Ne Acilium quidem
praeterire possumus, qui, cum decimae legionis miles pro C. Caesaris partibus
maritima pugna proeliaretur, abscisa dextra, quam Massiliensium naui iniecerat,
laeua puppim apprehendit nec ante dimicare destitit quam captam profundo
mergeret.» (2000: 256): «Y en verdad no podemos pasar por alto a Acilio, que
cuando estaba luchando como soldado de la décima legión en el ejército de Gayo César,
en el combate naval entre romanos y marselleses, al serle cortada la mano derecha con
la que se había asido a la nave enemiga, se agarró con la izquierda a la popa y no
dejó de luchar hasta que se sumergió la nave en la profundidad tras haberla
capturado.» (trad. Santiago López Moreda, María Luisa Harto Trujillo y Joaquín
Villalba Álvarez en Valerio Máximo 2003: 215).A : l. BDescripción de Grecia, lib. 4, cap. XIV,
párrafos 4-6 (1926: 258-261): «4. Cuando ellos [los lacedemonios] huyeron, Aristómenes
ordenó a otra compañía de mesenios perseguirlos, y él mismo se lanzó contra los que
más resistencia oponían, y después de que repelió también a estos, se volvió contra
otros; y rechazando rápidamente también a estos, se lanzó ya más resueltamente contra
los que sostenían el ataque, hasta que desbarató toda la formación de los lacedemonios
y de sus aliados. Y como huyeran sin pudor y no quisieran ya esperarse unos a otros,
los atacó infundiéndoles más temor que el que pueda inspirar la locura de un solo
hombre. 5. Allí crecía un peral silvestre en un lugar de la llanura, más allá del cual
el adivino Teoclo prohibió a Aristómenes pasar, pues decía que sobre el peral estaban
sentados los Dioscuros. Pero Aristómenes, dejándose llevar por su cólera y sin
escuchar lo que el adivino decía, cuando estuvo junto al peral, perdió su escudo, y el
error de Aristómenes dio ocasión a que algunos de los lacedemonios se salvaran en su
huida, pues perdió el tiempo intentando encontrar el escudo. 6. Los lacedemonios
estaban desesperados después de este golpe y dispuestos a poner fin a la guerra, pero
Tirteo recitando elegías les hizo cambiar de opinión y alistó para las compañías en
sustitución de los muertos a hombres de los hilotas. Cuando Aristómenes regresó a
Andania, las mujeres le lanzaban cintas y flores frescas y cantaban una canción que
todavía se canta entre nosotros: “Hasta el centro de la llanura de Esteniclaro y hasta
la cima del monte / seguía Aristómenes a los lacedemonios”» (trad. María Cruz Herrero
Ingelmo en Pausanias 1994: 146).em. : Motezuma
ABem. : Illes as A
|| Nescas BSegunda parte de la historia pontifical y
católica (Salamanca: en casa de Vincente de Portonariis, 1573), lib. 6, cap.
XXIV (vida de León X), § VIII «De la conquista y conversión de la Nueva España y de la
gran ciudad de México y parte de los esclarecidos hechos del famoso Hernando Cortés,
marqués del Valle»: «Para remediar todos estos inconvenientes, después de haber
revuelto en su pecho muy grandes cosas, vino a determinarse en una de las mayores y
más notables hazañas que jamás ningún hombre osó imaginar, que parece temeridad y más
que locura, y cierto se agota el entendimiento en pensarla. Y fue prender al grande y
poderosísimo rey Moctezuma dentro de su casa, en medio de más de cuatrocientos o
quinientos mil vasallos suyos, con solos cuatrocientos compañeros. Cosa que
verdaderamente espanta cómo la pudo pensar, cuanto más hacerla y salirse con ella»
(Illescas 1573: f. 219r). La referencia marginal que da Espinosa Medrano situa el fragmento
en el pontificado de Clemente VII (1523-1534), aunque la captura de Moctezuma como
rehén ocurrió en 1519.em. : Mocrobio AB [Enmienda recogida en
la fe de erratas, que no consigna «Mocrobio» sino «Macobrio».A : vido BA : M
BLusiadas, I, Tomo I, Vida del poeta, 23, col. 47, C
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 47): «Así luego, España en solo Luis de Camões
vio junta la grandeza de Homero y Virgilio en lo heroico, la de Píndaro y Horacio en
lo lírico, la de Menandro y Plauto en lo cómico, con igualdad notable, apropiándose a
sí solo cuanto consiguieron en diferentes edades y sujetos los griegos y los latinos,
los italianos y los españoles». En el apunte marginal, El Lunarejo remite al punto 24
de la Vida del poeta, anticipándose a la cita que trae sobre la
«Fábula de Adamastor», pues en la Vida del poeta, 24 (col. 47 D)
leemos: «y la fábula de Adamastor solamente suya que sin duda hace sombra a Homero y a
Virgilio, y que sola pudiera acreditar un poema y mil espíritus poéticos» (Faría
1639a: I, col. 47).
«¿Por ventura la poesía no está sujeta a leyes, a juicio, a cordura, a inteligencia, a suavidad y a cláusulas líquidasCita aquí Espinosa Medrano un uso de «líquidas» que corresponde al «estar claro, patente y perspicuo» con el que defendía a Virgilio contra «Macrobio y su ahijado Faría». ? Dicen algunos que me atrevo a mucho en querer deslucir lo que tantos aprueban. Respondo que no pretendo negar adon Luis la alabanza adonde la merece, ni tengo por ignorantes los que le aprueban adonde no lo merece, pero téngolos por mal informados y que miran solo a la flor superficial, y el seguir muchos una cosa no la califica, aunque la esfuerce. La mayor parte del mundo sigue aMahoma . Pregunto si eso califica sus preceptos. Pues entiendan cierto quedon Luis es el Mahoma de la poesíaEn la sección primera, párrafo 2, Espinosa Medrano escribe: «Atreviose [Faría] al fin a dar la más impía, soez y afrentosa sentencia contra el mayor poeta de nuestros siglos, condenándole no menos que a Mahoma de los ingenios». , que predicando que venía a mejorarla en España, la inficionó con errores: “Cogitauit ut faceret uuas: et fecit labruscas”Véase .»infra, VII, § 59.Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 A-B, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 135). Espinosa Medrano copia el texto de Faría añadiendo dos variantes, pues el original reza «ni tengo por ignorantes los que leaplaudenadonde no lo merece», «yqueel seguir muchos una cosa no la califica».
57. Gran patrón tienen las leyes poéticas en
Pisad graznando la corriente cana del antiguo idioma y, turba lega, las ondas acusad cuantas os niega ático estilo, erudición romana. Soneto 144 144 A: 14.BCita Espinosa Medrano el segundo cuarteto del soneto de Góngora «A Lope de Vega y sus secuaces» [OC463.5-8]. Por la anotación marginal podemos deducir que lee el soneto en el Segundo tomo de las Obras de Don Luis de Gongora comentadasporSalcedo Coronel , puesto que ahí aparece numerado como soneto 144 (Salcedo Coronel 1644: 632).
tanto
respeto se debe a los grandes hombres, que ni de todo se les ha de pedir cuenta,
porque pueden dar leyes ellos, y dárselas a ellos solo lo podrán hacer otros
mayores
»A : 38 BLusiadas, II, Tomo III, Canto VI,
estancia 18, col. 39 A, [1639_lusiadas] (Faría 1639b: III, col. 39). Estas palabras se
aplican originalmente a Miguel Ángel, al que se le consiente por su autoridad que
pinte figuras sagradas desnudas.Autoridad tuvo don
Luis de introducir estas novedades
»Obras de Don Luis de Góngora
comentadas, tomo 2, soneto 88 (1644: 445). Las palabras del comentarista son
las siguientes: «Los tercetos de este soneto guardan entre sí un orden que no he visto
ejemplar, ni en los poetas italianos ni en los españoles, añadiendo dos versos de
siete sílabas que se interponen entre los de once. Autoridad tuvo don Luis para
introducir estas novedades: pero yo no las imitaré».supra Manuel de Faría § VI.supra (Faría 1639b: III, col. 39). El segundo se encuentra en el Juicio del poema y trata del mismo tema que el primero, la libertad de la que
goza el gran pintor de hacer desnudos de las figuras sagradas: «Del raro Michael
Angelo sabemos que pintaba a Cristo en todas ocasiones que le dejaron desnudo, sin
toalla o cobertura de alguna parte, y en la cruz sin clavos en manos ni pies, y
preguntado: “¿en qué se sustentaba aquel cuerpo?”, respondió: “que eso había de
suponer pintado el entendido y no esperar de un valiente hombre que se detuviese a
pintar un clavo”. Clavos pintan bien los pulidos de este tiempo, con que nos enclavan
la paciencia, y toallas o nubes (no tan engañosas como la de Parrasio) con que
pretenden disimular sus defectos, y cuando llegamos a descubrir la figura, está sin
nervios. De aquí procede que cuando los novicios en el arte ven aquellos lances que no
conocen, se atreven a pensar que si lo intentaren llegarán a otro tanto, y cuando lo
intentan quedan ciegos en aquellos borrones, como en los mismos rayos del sol.»
(Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Juicio del
poema, col. 81, C-D [1639_lusiadas] (1639a: I, col. 81)). La asimilación de
Góngora con el sol tiene por tanto aquí una correspondencia en la asimilación
establecida por Faría entre Miguel Ángel y el sol. Incluso velada e incidental, la
alusión nos muestra a un Faría contradictorio, que busca manchas en el sol gongorino
cuando sabe que los borrones del sol no son sino la ceguera del que mira sus rayos.
Así, al reunir en un mismo párrafo dos alusiones a lugares en que Faría alaba a
Miguel-Ángel, Espinosa Medrano equipara a Góngora con el artista florentino: ambos
perfectos, sin tacha, y con autoridad suficiente para que se les consienta lo que en
otros es reprensible.A : louable BTali dedicatore damnationis nostrae etiam gloriamur;
qui enim scit illum intelligere potest non nisi grande aliquod bonum a Nerone
damnatum
»Apologeticum,
cap. 5, 15 y Callistus Nicephorus, Ecclesiasticae historiae libri
XVIII, lib. II, cap. 37: ‘De la condena de semejante juez nos glorificamos;
porque quien lo conoce sabe que solo puede ser un gran bien lo que fue condenado por
Nerón’. Según la remisión, El Lunarejo considera la cita de Tertuliano como un
fragmento que se encuentra en Nicephorus: véase por ejemplo el tomo primero de los Nicephori Callisti filii Xanthopuli Ecclesiasticae historiae libri
XVIII (Lutetiae Parisiorum: sumptibus Sebastiani et Gabrielis Cramoisy, 1630)
en Nicephorus 1630 (195). Curiosamente, según la Patrología latina
de Migne la cita fue considerada como traducción de Rufino de un fragmento en griego
de Tertuliano (Migne 1844b: col. 1119 B), aunque pertenece al Apologeticum. En la sección y el párrafo en el que se encuentra, esta
comparación de Faría con Nerón, como perseguidor de cristianos y megalómano, denuncia
sus delirios de grandeza como crítico y responde al ataque contra Góngora como Mahoma
de los poetas: el verdadero hereje y enemigo de la cristiandad y la poesía es por
tanto el crítico portugués.
58. Añade que no tiene por ignorantes a los que le aplauden, sino por mal informados,
etc. Pero diciendo después que Góngora supra Manuel de Faría § VI) contrapone dos maneras de apoyar una
opinión, una cuantitativa e inválida (esforzar) y la otra cualitativa y legítima
(calificar). Véase el Diccionario de Autoridades: Calificar es «dar
por buena o mala una cosa, según sus calidades, como una persona, un libro, una
proposición, etc. Lat. approbare, comprobare», por lo que al dar por
buena una cosa esta queda demostrada con argumentos: «se toma algunas veces por
manifestar, asegurar y dar por cierta y firme alguna cosa. Lat. rem
verbis, aut argumentis demonstrare, asserere.». Esforzar, según el mismo
diccionario, «vale también ayudar, dar más vigor y fuerza a alguna cosa,
corroborándola con nuevos argumentos, razones y ejemplos: como esforzar una opinión,
un dictamen, etc. Lat. aliquid confirmare, corroborare».denominatio, el análisis de un objeto que permite darle un nombre y definirlo.
En este análisis de los objetos, existe una diferencia entre las denominaciones
intrínsecas, que consideran las calidades esenciales e inherentes al objeto en
cuestión, y las extrínsecas, que analizan las relaciones que mantiene con otros
objetos o sujetos. Véase Lalande 2006 (dénomination: 216; extrinsèque: 332; intrinsèque: 535). El Lunarejo
entiende por tanto que el hecho de que Góngora tenga seguidores, ya sean muchos y
necios o pocos y doctos, no permite valorar a Góngora de forma intrínseca, puesto que
no supone nada más que contabilizar las relaciones que otros sujetos mantienen con el
cordobés o su obra. De esta manera, niega que «calificar» tenga el valor que Faría le
atribuía por oposición a «esforzar».
59B : 99 AA : largua BAutoridades, y por tanto aquí significa agrupar.supra
(en el prólogo «Al lector» y en la sección I). Aquí, en conformidad con los dos
lugares en que anteriormente menciona El Lunarejo al sátiro, este representa a un ser
demonizado, adecuado para representar al hereje mahometano. Además, aparece asociado
con el término de «jumentos», que según el Diccionario de
Autoridades es como «se llama metafóricamente el sujeto ignorante o necio», de
la misma manera que en la sección primera los críticos ignorantes eran eruditos «a lo
sátiro, medio necios y todo locos».Cogitauit ut
faceret uuas et fecit labruscasem. : labuscas ABVulgata, Isaías (trad. de San Jerónimo), 5, v. 2 (Vulgata 1975): «expectauit ut faceret uuas et
fecit labruscas
» (‘creyendo que haces uvas, en realidad haces labruscas’).
Faría no es el primeo que emplea en la polémica gongorina esta cita del libro de
Isaías, pues ya aparece en el último verso de uno de los sonetos antigongorinos
atribuidos a Quevedo («¿Socio otra vez? ¡Oh tú, que desbudelas...!»): véase Conde
Parrado y García Rodríguez (2005: 111).expectauit» en «cogitauit», ni es a propósito, ni él lo
entiende.
«Peor sus secuaces. Ellos serán gustosos en parte. Pero razonables jamás lo serán en las orejas cuerdas, judiciosas y científicasjudiciosas y científicas : y el ingenio (que ese no se le negamos insigne) no coloca a nadie en el asiento de la verdadera gloria. Yo venero aem.: y judiciosas cientificasA|| y juiziosas cientificasBdon Luis , y digo que en lo que escribió antes de aquelcapricho, o libre de él, es excelentísisimo, y casi invencible en muchas cosas, a lo menos en las burlas, y esto es porque esas no constan de ciencia sino de ingenio, y genio para ellas: y seguramente creo que si esto faltase en el tomo que vemos impreso de sus obras, poquísimos lo conocieran. Y si yo fuera enemigo de quien le alaba por lo otro, no le deseara mayor mal que haberle descubierto el juicio.» Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 B-C, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 135). Espinosa Medrano copia el texto de Faría con dos leves variantes, pues el original reza «las orejas cuerdas, judiciosas y científicas», «no le deseara mayor mal queel dehaberle descubierto el juicio». Conservo la segunda y enmiendo la primera.
60. Imitar lo grande siempre fue tan difícil como deseado. Mal se remeda lo soberano.
Por eso diría Aristóteles que abatió las plumas la pintura y sofrenaron su osadía los
pinceles en retratar el arco celeste. Aquel nácar de los cielos, aquel zafiro de las
nubes, aquel verdor del iris etéreo, aquel colorido celestial, quizá por serlo, no se
permiten traducir fielmente a la tabla, por más que Apeles encienda los carmines o sude
los pinceles: «Soli colores Iridis non possunt fieri a
pictoribus
»A : Arist. BMeteorológicos,
lib. III, 2, 372 a (1982a: 7). Las traducciones latinas más habituales divergen de la
lección que trae El Lunarejo, aunque esta se encuentra por ejemplo en la poliantea Dicta notabilia et in thesaurum memorie reponenda Platonis, Aristotelis,
..., impresa en Venecia por Sebastianus Vicentinum en 1532: véase Aristóteles
(1532: f. XXIIIr).
Muchos acometieron a la imitación de Góngora y viciando sus versos, por alcanzar
aquella alteza, ocasionaron a em. : soberamente ABJuicio del poema del comentario a las Lusiadas de Manuel de Faría (1639a: I, col. 73, 75). Por esta razón,
por ser tan necesario como difícil sobrepujar al poeta que se imita si no se quiere
demostrar incapacidad en la imitación, Faría dice renunciar a escribir un poema épico
al no sentirse a la altura de Luis de Camões (1639a: I, col. 79).cum versus tuos aemulor, tum maxime
quam sint boni experior
»B :
experier AEpistulae, lib. 5, ep. 15, párrafo 1
(1958: 163). Véase a continuación la traducción.Diccionario de Autoridades, «en la
esgrima es desviar la espada del contrario, haciéndola bajar para evitar la herida».
Nótese la comparación de la imitación con la esgrima que continúa en el paralelismo de
construcción con el verbo «esgrimir»: la imitación se vuelve un duelo entre dos
espadas, el original que se bate con sus primores para desviar y desalentar los
intentos (conatos) del que imita. La comparación se prolonga en la frase siguiente con
el verbo “acometer”.A : acometent BB : desempeño AUt enim
»Epistulae, lib. 5, ep. 15, párrafo 1 (1958: 163). Véase a continuación
la traducción.arribar: «levantarse o
alzarse hasta un punto elevado al que se tiende», «alcanzar» y «lograr» (Aut.). El primer significado «viene del adverbio arriba», una evidencia que
sin embargo reúne las múltiples imágenes de Góngora en el Apologético: luna en la sección primera, sol en el conjunto, arco iris que
esquiva la imitación, más adelante cumbre o despeñadero para aquel que imita (§ 63) y
al final de este mismo párrafo, Fénix de «altísimos vuelos».Ut quamplurima proferas quae imitari omnes
concupiscant, nemo aut paucissimi possint
»Epistulae, lib. 5, ep. 15, párrafo 2
(1958: 163). Copio íntegramente los dos párrafos que forman la epístola y que Espinosa
Medrano traslada en este párrafo: «1. Cum versus tuos aemulor, tum
maxime, quam sint boni, experior. Ut enim pictores pulchram absolutamque faciem raro
nisi in peius effingunt, ita ego ab hoc archetypo labor et decido. 2. quo magis hortor, ut quam plurima proferas, quae imitari omnes
concupiscant, nemo aut paucissimi possint. Vale.»: «Más cuenta me doy de cuán
excelentes son tus versos cuando intento imitarlos. Pues, como los pintores, al pintar
un rostro hermoso y perfecto, es difícil que no representen peor de lo que es, así
ante semejante modelo yo desfallezco y me abato. Por ello, más te animo a que
publiques el mayor número posible de esas obras tuyas, que todos deseen ardientemente
imitar, pero que nadie o muy pocos puedan. Adiós.» (trad. Julián González Fernández en
Plinio Cecilio Segundo 2005: 276).Irritados —habla de los
envidiosos— de genio tan más allá de todos, que pudo y supo mejorar el idioma
castellano, enseñando rumbo, entre la novedad misma docto y grave con la imitación de
griegos y latinos, conspiraron contra él, y echando la culpa al estilo bien admitido
de todos, y mal imitado de muchos, de cuanto los cansaba su ingenio se dio por
ofendida la calumnia, se agravió la envidia
»A : Jos. BB : Gōgo. ALecciones solemnes a las obras de Don
Luis de Góngora y Argote, dedicatoria a don Fernando de Austria, «infante de
España, cardenal de la Santa Iglesia de Roma» (1630b: f. []4r-v).A : afecto BSoledades, Pellicer lo menciona: «Cuyas alas [las del fénix] tienen tantos
colores como el iris. Vuelo es [voz] propria de la cetrería,
significa siempre las alas» (1630b: col. 472) y remite a su libro El
Fénix y su historia natural (Madrid: Imprenta del Reino, 1630a). Allí,
concluyendo la diatriba tercera, escribe Pellicer: «Además del color purpúreo o
feníceo, escribe Lactancio que entre sus plumas está pintado el iris, arco de
serenidad» (1630a: f. 40v). Véase Lactancio, De ave Phoenice, v.
132-133 (1933: 52-53). Sobre los mismos versos de Góngora, Salcedo Coronel trae una
glosa semejante en su comentario de las Soledades (Madrid: en la
Imprenta Real a costa de Domingo Gonçalez, 1636): «Arco alado es del cielo / no corvo,
mas tendido] Cuyas alas cuando vuela imitan en las colores (no en lo corvo) al arco
del cielo» (Salcedo Coronel 1636: f. 111r), aunque también alude de manera más general
a los colores del fénix: «que alrededor del cuello tiene un resplandor dorado y todo
lo demás purpúreo; la cola verde listada con unas plumas rosadas» (f. 109v), cuya
etimología podría provenir del color fenicio (f. 110r.). Díaz de Rivas, en sus Anotaciones y defensas a la primera Soledad, también comenta los
versos de Góngora en el mismo sentido: «Elegantemente compara las alas del fénix al
arco del cielo, por ser pintadas de varios colores. Es imitación de Lactancio in Epigrammata de Phoenice [...] a quien también imitó Tasso en su Divina settimana, giornata 5, hablando del mismo fénix: “Nelle sue penne ancora orna e dipinge / pur come in rugiadosa e curva nube / l’arco
celeste [...]”» (BNE, ms. 3726: f. 146v-147r). Manuel Serrano de Paz, a su vez,
repite la misma explicación en sus Comentarios a las Soledades:
Góngora «llama a las alas del fénix arco alado del cielo, por las colores azul, roja y
dorada que tienen, y así las llamó también Lactancio Firmiano in poemat.
de Phoenice. [...] Llama a las alas vuelo, el efecto por la causa, y dice son
arco, no corvo sino tendido, porque entonces parecen ser verdadera iris, cuando van
tendidas en el aire, llevando descubiertos sus colores» (Biblioteca de la Real
Academia Española, ms. 114: f. 377r-v). Manuel Ponce constituye la excepción con su
Silva, en la que se limita a remitir, sobre la «admirable
hermosura» del fénix, a Lactancio, Claudiano, Plinio y Solino, sin mencionar siquiera
los “vuelos” o las “alas” del animal (1613_silva f. 59v). En el Apologético, Espinosa Medrano se aleja de este uso metonímico refrendado por
los comentaristas, empleando más bien “vuelo” en sentido lato, señaladamente en la
sección XII, § 124, refiriéndose a Góngora: «Viva esta rara ave, cuya pluma, en
altísimos vuelos remontada no nos deja columbrar si es cisne de la armonía de las
Musas o si es águila de todas las luces de Apolo, o es fénix de todos los aromas de la
erudición». La repetición de la locución «en altísimos vuelos» nos indica que El
Lunarejo podría ofrecer otra interpretación de los versos de Góngora, lejos del
tecnicismo de la cetrería que repiten los comentaristas del XVII: las plumas y los
matices del fénix, ave cuyos colores son célebres, forman un arco iris al trazar en el
cielo sus trayectorias, «líneas de celestes renglones». Esta interpretación concuerda
con la que ofrece Robert Jammes en su edición de las Soledades: «Lo
que Góngora evoca aquí no son exactamente las alas multicolores de la Fénix, sino, más
poéticamente, la estela luminosa que su vuelo deja en el cielo,
parecida a un arco iris, pero horizontal, rectilíneo, no corvo»
(Góngora 1994: 290).
«el pájaro de Arabia (cuyo vuelo arco alado es del cielo, no corvo, mas tendido)». Soledad 1. Góngora, Soledades, I, v. 462-464: «que al pájaro de Arabia (cuyo vuelo / arco alado es del cielo, / no corvo, mas tendido)» [OC264B.462-464].
61. Ya su colocación se ve introducida aun a lo sagrado de los púlpitos. Los mayores
oradores de España y América imitaron la transposición. Allá Hortensio severísimamente
hablando dijo «Armará enojos
»em. : en ojos ABOraciones evangélicas de adviento y cuaresma (Madrid: imprenta del
Reino, 1636), oración primera «Oración evangélica del primer domingo de Adviento, en
la Capilla Real, 2 de noviembre de 1629», § III (1636: f. 3v).Al espejo de sus claridades inmenso
»A : Franc. BOraciones
evangélicas que en las festividades de Christo Nuestro Señor y su Santísima Madre
predicó el muy reverendo padre maestro Fray Hortensio Felix Paravicino (segunda
edición, Madrid: imprenta del Reino, 1640), «Oración evangélica en la beatificación de
San Francisco de Borja», (1640: f. 202r).Una de las más erróneas al parecer impiedades
»em. : serm A || ser. BSermones a diversos intentos, Madrid: García de Morrás, 1649, sermón
primero «a la concepción de la Virgen nuestra Señora» (1649: f. 6v).En este que me escucha
vigilante corazón
»Sermones a diversos intentos, sermón decimotercero «en la festividad del
glorioso patriarca San Juan de Dios» (1649: f. 170r). Espinosa Medrano solo pudo consultar la príncipe del sermonario del
peruano Juan Caballero de Cabrera, puesto que la segunda edición, póstuma, se publicó
en Madrid, en las prensas de Melchor Sánchez, en 1663. Véase Moore (2000: 226 y 238) y
Sabena (2013: 122).em. : om. AB [Enmienda recogida en la fe de
erratas.Fábula de Píramo y Tisbe pero que Espinosa Medrano también conoce,
pues cita el epigrama latino de Nicolás de Albiz de los preliminares de su Ilustración y defensa (XII, § 124).Obras póstumas, divinas y humanas de don
Félix de Arteaga (Madrid, Carlos Sánchez Bravo, 1641). En la sección V, §33,
Espinosa Medrano ha citado ya parte del «Romance describiendo la noche y el día,
dirigido a don Luis de Góngora». Sobre los «tomo[s] que anda[n] de sus poesías»,
Espinosa Medrano sólo puede conocer o bien la edición madrileña de 1641 o bien la
alcalaína de 1650. Véase la edición de F. J. Sedeño y M. Serrano de la Torre:
Paravicino 2002 (42-53) y supra, sobre el romance «dirigido a don
Luis de Góngora».Apologético a un perro rabioso (aprobación de Alonso Bravo y sección
I, § 2 ) o a una fiera (décimas de Diego de Loaysa y Zárate, v. 18; soneto de Bernabé
Gascón Riquelme, v. 2), «arroja saliva por la boca», espumando, o echa contra Góngora
espumarajos de «cólera», que es la hiel (Aut.).Góngora ingenio grande,
mas duro; siguiéronle en
»A : prolog. BSoledades de Góngora; ingenio grande,
mas duro, y propio para valerse del alivio de ellas. Siguiéronle en esta composición
[la silva métrica] otros, errando menos en esto que en pensar le imitaban el estilo,
que si bien no es digno de imitación y ninguno de los que la intentaron la consiguió,
es dignísimo de veneración por el singular ingenio que por allí vino a descubrir.»
(1644: f []8r). 1644_aganipe.Aut.). La «hazaña» consistente en asemejarse
a Góngora trae además a la mente las connotaciones positivas de otra expresión
similar: «Dar aire a una cosa, como imagen, vestido u otra obra, es entallarla bien y
agraciadamente, ejecutarla con primor y gracia, y así de la que está bien y
perfectamente hecha se dice que está ejecutada con aire y que tiene aire» (Aut.).Vulgata, libro de los Reyes, 2 (Liber Regum siue Samuelis
secundus), cap. 18, v. 6-14.
«Mirad hacia lo más de ese campo, veréis que viene huyendo Absalón la indignación de su padre: desapoderada corre la bastarda bestia en que se escapa —el pie frecuente al cuidado, largo el freno a la huida, caliente al hierro la boca—. Ya llega a aquellas encinas (algo medroso a las sombras, más al estorbo medroso): ¡detente, ardor juvenil!, ¡para, fugitivo inconsiderado, que te despeñas en llano!, ¡guarda, guardaguarda de ese tronco!, ¡baja la cabeza a esa rama, recoge las guedejas que vuelan mucho! ¡AhA : om. Bah , que te traban en ella!, ¡ahem.: haABah , que sirven no de lazo solo, sino de soga!; ten atado el freno, ¡ay que perdiste las riendas, no pierdas los estribos también, que no hay detener el bruto firme!; ¡que dejas la silla, échale a la cerviz o al cuello las manos!, no te falte su cabello ya que el tuyo te ha sobrado. Pasó la bestia mestiza, así infielem.: haABEl mulo es infiel, «desleal» ( : ¡ay, que te quedas pendiente también del árbol, maltratado de las ramas, mal atento joven!, ¡ay negro cabello de oro, y qué altamente te pierde, así es! ¿No veis que le viene siguiendo un soldado? No es sino un capitán; el general es, sí, Joab, sin duda, Joab es: terciando viene una lanza. Ya se detuvo y la arroja, por el pecho leAut.), aunque Paravicino parece sugerir que lo es por ser animal mestizo, «bastarda bestia», fruto de una infidelidad. No es infiel por provocar la muerte del hijo del rey David, porque la ley que representa es veterotestamentaria y porque el caso de Joab matando al «mayor amigo suyo» sirve para que Paravicino anuncie el Juicio y la transformación de Cristo, «abogado perpetuo», en árbitro justiciero de la bienaventuranza o condena de las almas (Paravicino 1636: f. 4r).atraviesa; otra le da un soldado, y otra: todas tres las logra en el desdichado. Ellas quedan blandiendo, Absalón palpitando, Joab triunfante. ¡Oh, malograda hermosura, miserable juventud, espectáculo horrendo a todos!» Fray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga, Oraciones evangélicas de adviento y cuaresma, oración primera «Oración evangélica del primer domingo de Adviento, en la Capilla Real, 2 de noviembre de 1629», § III (1636: f. 3v-4r). Sobre esta hipotiposis véase la introducción.
62. Enamorado otro de la descripción, cogió el carboncillo y afilando el dibujador con
propósito de no dibujar a Joab, mas que
«Tended la vista del espíritu por el llano de aquella campaña: envuelto en nubes de
polvo se desbarata un poderoso ejército entre el estruendo de alaridos y atambores.
Fugitivo atraviesa el bosque, en apresurado tropel, un mancebo que del estrago escapa.
Absalón es, que huye de la batalla, Absalón sobre un bruto que, bañado de espumas el
freno, teñidos de mucha sangre los ijares, a todo correr endereza a los encinos. ¡Pica,
pica, príncipe mal aconsejado! Cometa parece en la fogosidad, como en lo cabelludo, pues
lamiéndoleem. : lamiendo AB [Enmienda consignada en la fe de erratas.A : la Bsuspendium, ahorcamiento. Es poco usual pero se encuentra en textos de
Rodrigo Caro («el virginal suspendio de Erígone») o de Baltasar Gracián («[…]
sentenciándole al suspendio de tan envidiosa suspensión»). Véase Caro 1978 (II, 191) y
Gracián 1995 (253).
63. Solemnizose el bosquejo, examináronse faiciones, aplaudiose la copia y no faltó
quien la hombrease en lo crespo de la frasi con el original, como quiera que aquello de
«¡ay negro cabello de oro!
» es una exclamación tan bella,
que aunque las demás porciones de la hipotiposis quedaran competidas o superadas, ella
bastaba sola a asegurar de vencimientos al ejemplarAut.). Se trata aquí, como lo
demuestra el ejemplo del rayo de Júpiter, de aquella característica o atributo propio
que singulariza a las facciones grandes de las que habla El Lunarejo.Eneida, VI, v. 585 y siguientes. La referencia aparece también en el
poema de Francisco López Mejía, en los preliminares del Apologético.Diccionario de autoridades como el «gesto, visage y caricia propia de las
monas o parecida de ellas. Lat. Gesticulatio.» En las coordenadas de
otra polémica, la que enfrentó a Angelo Poliziano y Paolo Cortesi sobre la imitación
de Cicerón, aparecía ya la imagen del simio como representación por antonomasia de la
mala imitación. Véase la carta de Poliziano a Cortesi: «Mihi vero longe
honestior tauri facies aut item leonis quam simiae videtur, quae tamen homini
similior est». Dos líneas más adelante aparece la mención de la burla que hace
Quintiliano de aquellos que se consideran hermanos de Cicerón copiando el esse videatur («Ridentur a Quintiliano qui se germanos Ciceronis
putabant esse, quod his verbis periodum clauderent: “esse videatur”.»). Apud Greene 1982 (318-319). A esta burla del esse
videatur dedica Espinosa Medrano parte del párrafo siguiente, § 64. No cabe
duda de que El Lunarejo manejaba los tópicos más recurrentes sobre la imitación, los
mismos que emplearon Poliziano y Cortesi y que repetirán en parte Pico della Mirandola
y Pietro Bembo o Erasmo y Escalígero (Greene 1982: 150).B : vtilidad A [Enmienda consignada en la fe de erratas. En el testimonio A, la
errata se encuentra subrayada y corregida en el margen por: Vitalidad.Nam qui agit ut prior
sit, —dice Quintiliano tratando del punto— forsitan si non transierit,
aequabit
»Institutio oratoria, lib.
10, cap. 2, párrafo 10: «nam qui hoc agit, ut prior sit, forsitan, etiam
si non transierit, aequabit» (1971b: 263): «Porque quien hace por ponerse
delante de otro, tal vez aunque no le pase, se quedará igual con él» (trad. Ignacio
Rodríguez y Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II, 179).B : serguir AEum vero nemo potest aequare cuius vestigiis sibi utique
insistendum putat: necesse est enim semper sit posterior qui sequitur
»Institutio oratoria, lib. 10, cap. 2, párrafo 10 (1971b: 263): «Pero
ninguno puede igualar a aquél en cuyas huellas cree que debe ir poniendo los pies;
porque preciso es que siempre vaya detrás el que sigue a otro» (trad. Ignacio
Rodríguez y Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II, 179).Adde quod plerumque facilius est plus facere quam idem: tantam
enim difficultatem habet similitudo, ut ne ipsa natura in hoc ita eualuerit
. Y donde aun estas esperanzas
acabaron de marchitarse es en la imitación del estilo de Góngora, que de suerte se
levanta, sublima y erige que rematan sus cumbres en despeñadero, como decía Plinio de la
elocuencia eminente: «Institutio oratoria, lib. 10, cap. 2, párrafo 10 (1971b: 263):
«A esto se junta el que las más veces es más fácil hacer más que lo mismo. Porque la
semejanza tiene tan grande dificultad que ni la naturaleza misma ha podido en esta
parte [lograrla]» (trad. Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II,
179). En este fragmento Espinosa Medrano copia y traduce casi íntegramente el
párrafo décimo del capítulo segundo del décimo libro de la Institutio
oratoria de Quintiliano.Effervescere, efferri, ac saepe
accedere ad praeceps
»A : l. Bnam plerumque altis et excelsis
adiacent abrupta
»Epistulae, lib. 9, ep. 26 (a Luperco), párrafo 2: «Debet enim orator erigi, attolli, interdum etiam effervescere, efferri ac
saepe accedere ad praeceps; nam plerumque altis et excelsis adiacent abrupta»
(1958: 292): «El orador debe, en efecto, excitarse, acalorarse, a veces incluso hasta
entrar en ebullición, dejarse llevar por los sentimientos y acercarse a los
precipicios; pues generalmente las cimas y las alturas confinan con los abismos»
(trad. Julián González Fernández en Plinio Cecilio Segundo 2005: 454). El párrafo
continúa con una defensa del estilo elevado por oposición al estilo llano que tiene
particular resonancia en el contexto de la polémica gongorina. En el Discurso poético, Jáuregui comenta la misma cita de Plinio animando al poeta a
frecuentar las cimas de la elocución sublime evitando siempre los abismos, por mor de
«igualdad»: «¿de qué estima sería en el más alentado la osadía de subirse a la maroma,
si a veces cayese?». Véase Jáuregui 2016 (f. 19v y siguientes y nota 289) [1624_discurso-poetico]. También aparece este texto de Plinio en la
polémica entre Lope y Colmenares [1624_colmenares-contra-lope] y en los Discursos
apologéticos de Pedro Díaz de Rivas [1616_discursos-diaz].
64. Aun en las excelentísimas oraciones de Tulio (entre otros defectos) repararonA : rapararon Besse
videatur
». Pues de a legua se le puede adivinar que la sentencia tiene
precisamente de cerrar con su «esse videatur
».
Notolo Tácito: «Nolo irridere rotam fortunae et ius
Verrinum et illud tertio quoque
»B : Orato ADialogus de oratoribus, cap. 23, párrafo 1:
«Nolo inridere rotam Fortunae et ius verrinum et illud tertio quoque
sensu in omnibus orationibus pro sententia positum esse videatur» (1983: 23):
«No quiero burlarme de la 'rueda de la Fortuna' y el 'derecho verrino', ni de aquel
famoso esse uideatur colocado en todos sus discursos como cláusula
cada tres frases» (trad. J. M. Requejo en Tácito 1981: 193-194).esse videatur
». Soñándose cicerones, porque iban
remachando con un «esse videatur
» una y otra
cláusula. «Noueram quosdam qui se pulchre expressisse
genus illud coelestis huius in dicendo viri sibi viderentur, si in clausula
posuissent: ‘esse videatur’
. Así pues entre nuestros
imitadores vemos que quien sabe decir «el ronco de los bárbaros estruendo», o dice
«esta, si no mortal, veloz saeta»Institutio oratoria,
lib. 10, cap. 2, párrafo 18 (1971b: 265): «Algunos he conocido que creían haber
imitado lindamente aquel divino estilo de decir que este varón tenía con sólo haber
puesto en la cláusula esse videatur» (trad. Ignacio Rodríguez y
Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II, 181).ronco, bárbaros y estruendo tienen un regusto gongorino. Véase en particular sobre el
término bárbaro, Mercedes Blanco 2014 (154-157). El segundo ejemplo
inventado por Espinosa Medrano se aproxima a varios lugares gongorinos, como «la más
que mortal saeta» (OC80.87) o como «Menos solicitó veloz saeta» (OC389.1).plumas calzada
»Soledades «plumas vistió» (OC264B.739) o «plumas vestido» (OC264C.138), que se repite en un soneto al conde de Villamediana sobre su Faetón (OC311.5), pero hay otros tantos ejemplos en la segunda Soledad y en otros poemas (OC264C.141, OC264C.780, OC264C.955, OC315.5, OC324.9, OC383.4). También puede haber por la parte del calzado un recuerdo del Polifemo: «calzada plumas» (OC255.127), sintagma que casi se repite en el verso «calzada el fugitivo pie
de plumas» (OC145.14).aljófares vestida
»aljófares en la poesía gongorina. En singular se
encuentra el aljófar en OC18.2, OC33.5, OC61.28, OC82.27, OC147.17 (y en los dos estribillos siguientes del mismo poema), OC160.12, OC202.94, OC219.14, OC249.33, OC255.500: «calzó el líquido aljófar de sus venas.», OC264B.599, OC264C.72, OC264C.321, OC264C.557, OC350.27, OC372.27, OC375.11; en plural en OC255.188, OC264C.862, OC279.7-8, OC313.212: «de aljófares purpúreos coronado», OC317.64, OC351.24, OC360.1. El propio Lunarejo emplea versos similares a estos descaminados
ejemplos de imitación gongorina en su comedia Amar su propia muerte,
señaladamente en el breve monólogo de Jael que abarca los versos 77 a 98 de la jornada
primera (v. 81-82: «plumas le dieron las alas / de mis voladoras puntas»; v. 89-90:
«trocando el rubí en aljófar / de sus cándidas espumas»). Véase Espinosa Medrano 2011
(81-82).Discurso sobre el estilo de don Luis de Góngora de Vázquez Siruela, fol. 6r-v,
que tras citar el mismo lugar de Quintiliano sobre el «esse
videatur», escribe: «Es dignísimo de reparo esto último para lo que vemos ahora,
pues con poner uno en sus versos “canoro”, “erige”, “purpúreo”, “gigante de cristal” o
cualquiera vocablo de estos numerosos, se persuade que tiene ya todo el estilo de don
Luis cautivo en sus redes, que le ganó a Hércules la clava y lado a lado se sienta con
Apolo a una mesa, tan engañados los que esto imaginan de su vanidad que, siendo estas
voces usadas oportunamente y con la debida colocación que las miramos en don Luis de
suma elegancia, quien juega de ellas a cada paso con tiempo y sin tiempo las vuelve
odiosas y ridículas, y a sí mucho más» [1645_discurso-siruela].A : leges BB : om. AEa quae in oratore maxima sunt
imitabilia non sunt: ingenium, inventio, vis, facilitas, et quidquid arte non
traditur
»Institutio oratoria, lib. 10, cap. 2,
párrafo 12 (1971b: 264): «Júntase a esto que las prendas más grandes que tiene un
orador, cuales son el ingenio, la invención, la energía, la facilidad y todo lo que no
enseña el arte, no se pueden imitar.» (trad. Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier,
Quintiliano 1887: II, 179-180).Habet tamen omnis eloquentia aliquid commune: id imitemur quod commune
est
»Institutio oratoria,
lib. 10, cap. 2, párrafo 22 (1971b: 266): «Tiene, no obstante, la elocuencia alguna
cosa común a todos géneros: imite, pues, lo que es común.» (trad. Ignacio Rodríguez y
Pedro Sandier, Quintiliano 1887: II, 182).A : distinguo BSobre Dinarco, cap. 7, párrafo 5,
leemos: «En resumen, se pueden encontrar dos formas diferentes de imitación con
respecto a los modelos antiguos: de estas, una es natural y se adquiere mediante el
prolongado estudio y la familiaridad continua, la otra, ligada a la anterior, se
adquiere siguiendo los preceptos del arte». Cito la traducción de Guillermo Galán
Vioque (Dionisio de Halicarnaso 2001: 155), quien también remite en una nota a Platón
(Gorgias) y a Quintiliano (Institutio oratoria,
II, 15-17) como referencias de la «distinción entre dos tipos de imitación, una
natural y otra artística». Esta distinción entre dos imitaciones, la reproduce
Espinosa Medrano añadiendo sin embargo la inflexión de la inimitabilidad del genio
natural por oposición al arte retórica.quod omnibus archetypis et exemplaribus naturalis quaedam
venustas et gratia conveniat
»Sobre Dinarco, cap. 7, párrafo 6: «que de todos los
modelos originales emana cierta gracia y frescura espontánea» (trad. Guillermo Galán
Vioque en Dionisio de Halicarnaso 2001: 155).A : ay allegado BQuamvis ad summam imitationis excellentiam perveniant, affectatum quiddam et non
naturale accedit
. El estilo de don Luis solo puede ser suyo, en él es
faiciónSobre
Dinarco, cap. 7, párrafo 6: «mientras que en las copias derivadas de estos,
aunque alcancen el grado máximo de imitación, siempre queda cierto sabor de
preparación previa y artificiosidad» (trad. Guillermo Galán Vioque en Dionisio de
Halicarnaso 2001: 155). La cita que maneja El Lunarejo se encuentra en la edición
latina del holandés Matthias Martinus Waucquier, véase Dionisio de Halicarnaso
(1615: 354).Aut.).Autoridades).cada uno
»Aut.).Et facies Aquilae de super ipsorum
»B : ipsarum A [Enmienda
registrada en la fe de erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita:
ipsorum.Vulgata, Ezequiel (traducción de San Jerónimo), cap. 1, v. 10. La
cita tiene infinidad de fuentes, véase por ejemplo: San Jerónimo, Commentariorum in Ezechielem prophetam libri quatordecim, lib. 1 (Migne 1845b:
col. 24c). Los cuatro animales son las figuras del tetramorfos de los cuatro
evangelistas: el hombre de San Mateo, el león de San Marcos, el buey de San Lucas y el
águila de San Juan. En los preliminares del Apologético, Juan de
Lira recoge la referencia de la visión de Ezequiel y la aplica a Espinosa Medrano en
sus versos panegíricos.de super
ipsorum
». Por esto llamaría (claro está) Lope de Vega «Ícaros» a los
imitadores de Góngora, porque siendo contrahechas las alas de su osadía, es preciso ser
arriesgadoem. : arresgado A || arrescado BA : om. Binfra): «Los que
por tu defensa escriben sumas / Propias ostentaciones solicitan, / Dando a tu inmenso
mar viles espumas». Las defensas son por tanto inútiles cuando pretenden proteger a
Góngora, además de ser «viles», pues la “ostentación” propia que solicitan según Lope
los defensores es «jactancia y vanagloria» (Aut.).
Claro cisne del Betis, que, sonoro y grave, ennobleciste el instrumento más dulce que ilustró músico acento, bañando en ámbar puro el arco de oro, a ti la lira, a ti el castalio coro El coro de las musas, de la fuente Castalia a ellas consagrada. debe su honor, su fama y su ornamento, único al siglo y a la envidia esento, vencida, si no muda, en tu decoro. Los que por tu defensa escriben sumas, propias ostentaciones solicitan, dando a tu inmenso mar viles espumas. Los Ícaros defiendan que te imitan, que como acercan a tu sol las plumas, de tu divina luz se precipitan. Lope de Vega in tom. Circe Sonet. 2. fol. 204 Sonet. 2. fol. 204 A: Senet. 12. fol. 40.Lope de Vega, La Circe con otras Rimas y Prosas(Madrid: en casa de la viuda de Alonso Martín a costa de Alonso Pérez, 1624), soneto «A don Luis de Góngora» (1624: f. 204r). La remisión marginal de El Lunarejo es correcta, pues se trata del segundo soneto de laCirce.
65. Es forzoso el precipicio, siempre que tratare de volar quien no ha nacido pájaro, que no bastan plumas para el vuelo, pues aunque de ellas se hacen las alas, también los plumeros.
66. Basta esto de los que peor
»B : Peor que A [Enmienda registrada en la
fe de erratas. Corrección manuscrita en el testimonio A: el que se
encuentra tachado.supra Manuel de Faría. § VII.
67. Añade que a faltar las burlas en sus obras, poquísimos le conocieran
poesías singulares en la opinión de los sectarios»
que haberle descubierto el juicio»
Ea est Maronis gloria —dice Macrobio— ut nullius laudibus crescat»crescat , nullius vituperatione minuaturB: erescatA
«Hablo en general, que en particular no hay duda que en elPolifemo ySoledades hay cláusulas beneméritas de poetaPoëta de estima. Mas, por una parte, la lujuria del ingenio y, por otra, la falta de fuerzas para concluir las obras le ataba e impedía: si no, díganme sus devotos por qué no acabóB: PoetasA[Enmienda registrada en la fe de erratas. En el testimonio A la –s final depoetasse encuentra tachada.él obra que empezase, de las que aspiraban a tener cuerpo de principio, medio y fin. LasSoledades ,Panegírico Panegirico y dosA: PenegirieoBComedias tuvieron principio, pero no tuvieron fin, ni aun medio, y elPolifemo acabado tiene poquísima traza.»Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 D, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 135).
68. Pareciole a B : Feria A [Enmienda registrada en la fe de erratas. Corrección manuscrita en
el testimonio A: Faria.Hablo en general, que en particular no hay duda que en
el
». Estas son caravanasPolifemo y Soledades hay cláusulas beneméritas
de poeta de estimaAut): Espinosa Medrano denuncia que Faría recurre a
esta concesión, alabando algún impreciso verso de Góngora, por ocultar su
envidia.
69. El que don Luis no hubiese dado fin a las
Tenet insanabile multos scribendi cacoethes cacoethes .em.: cacoetesA|| cacoëthesBJuvenal. lib. 3. saty. saty. 7B: sat.AJuvenal, Sátiras, 7, v. 51-52 (1997: 97): «a muchos retiene con su lazo (…) la incurable pasión de escribir» (trad. Bartolomé Segura Ramos en Juvenal 1996: 93).
Y fue también notoria falta de patrones, pues no habiendo mecenas que aliente propicio,
no hay que estrañar poeta que fallezca desvalido. Fuese en fin esto o lo otro, el no
concluir algunas obras, habiendo otras que basten para el crédito, no arguye en hombres
de aquel tamañoB : tomaño A [Enmienda registrada en la fe de erratas. Corrección manuscrita en
el testimonio A: tamaño.Apologético.
Testamento comburi iussit —dice Donato— ut rem inemendatam imperfectamque»Pues los retazos de versos que así quedaron, digan Tuca, Varo y otros muchos si han podido ser zurcidos, con haber acometido a este suplemento los mejores ingenios de aquel sigloDonatus in vita Virgilii. . Donato ,Vita Vergilii(vita quae Donati aucti dicitur), § 52 (véase F. Stok y G. Brugnoli 1997: 101 y Virgilio 1552:Virgilii vita, f. *IIIv).
Proiice tela manu, sanguis meus Virgilio, Eneida, lib. 6, v. 835 (1989: 75): «¡arroja de las manos ya las armas, tú, sangre de mi sangre!» (trad. Javier de Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b: 330).
Eso imperfecto, eso por acabar que se dejó Góngora es mucho mejor que lo muy concluido
y sellado de los otros. Y eso poco ha sabido arrastrarse al mundo erudito a sus
admiraciones.
70.em. : om. ABliber en latín es ‘parte interior de la corteza de los
árboles’.Sume
»B
: grrnde, summe A. [La fe de erratas registra la enmienda de
«summe» en «sume». Corrección manuscrita en el testimonio A, donde la primera m se
encuentra tachada.A : c. BVulgata, Isaías (trad. de San Jerónimo), 8, v. 1 (Vulgata 1975).Spolia detrahere, festina,
praedari
»Vulgata, Isaías (trad. de San Jerónimo), 8, v. 3 (Vulgata 1975).B : Vatabl schol AHaec
duo verba sunt vice tituli, duo sequentia sunt ipsius epistolae
»Biblia sacra, cum duplici translatione,
et Scholiis Francisci Vatabli, tomo 2, «Prophetia Esaiae»,
«Scholia in cap. VIII». Consulto la edición salmantina en dos
tomos (Salmanticae: apud Gasparem à Portonariis suis et Gulielmi Rouillii,
Benedictique Boierii expensis, 1584), Vatable 1584 (f. 63r).
71. Escribió Fuente de Aganipe de Manuel de Faría, puesto que sabemos que
consultó al menos el tomo segundo (véase supra en la sección VIII, §
61). La portada de este volumen reza: Fuente de Aganipe o Rimas varias de
Manuel de Faría i Sousa (…) divididas en siete partes (véase
Faría 1644).
Tu bis denis grandia libris qui scribis Priami proelia magnus homo es. Nos facimus Bruti puerum, nos Lagona vivum, tu magnus luteum, Gaure, Giganta facis. Marcial, Epigramas, lib. 9, ep. 50, v. 3-6: «sed tu bis senis grandia libris / qui scribis Priami proelia, magnus homo es? / nos facimus Bruti puerum, nos Langona vivum: / tu magnus luteum, Gaure, Giganta facis» (1990: 295). En la traducción de J. Fernández Valverde: «En cambio, tu que escribes en doce libros / los imponentes combates de Príamo, ¿eres un hombre sublime? / Yo hago del niño de Bruto algo vivo, lo hago de Langón: / tú, Gauro, el sublime, a un gigante haces de barro» (Marcial 2001b: 131).
72. El
73. En lo primero fácilmente queda convencido con que bastó haber Góngora dado aquella
traza que otros no solo no han excedido, pero ni aun igualado, y aunque de su ingenio se
cree la pudiera haber superado, él no estaba obligado a exhibir la mayor de su
posibilidad. Pues aun Dios con obrar con solo querer, no debe hacer lo mejor que puede
obrarQuinta parte
de la Introducción del símbolo de la fe (en Madrid: por Juan Flamenco, 1604),
primera parte, cap. 7, «De las grandezas de nuestro señor Dios, según que se colige de
las cosas criadas»: «cual podremos imaginar que es aquel ser donde hay tan gran poder
que con solo querer, crió en un momento tanta infinidad de cosas en
este mundo» (Granada 1604: 63).Diccionario de Autoridades define como
un ejercicio atlético en el que compiten los mozos, «y es desde un puesto señalado
despedirla [la barra] de diferentes modos y maneras, y gana el que más adelanta su
tiro». Provoca El Lunarejo a que los críticos del cordobés intenten ganar
el tiro de la barra compitiendo con el poeta en hacer una fábula con mejor
traza que el Polifemo, pero dice más, afirmando que solo Góngora hubiera podido
hacerla mejor, superándose a sí mismo. Sin embargo, «eso está por hacer», lo cual
significa, continuando con lo que decía en la frase anterior El Lunarejo, que Góngora
no tenía obligación alguna de «hacer lo mejor que [pudo] obrar» ya que de hecho no lo
hizo. De esta manera, concluye Espinosa Medrano que la traza de los poemas gongorinos
no es «poca (…) porque don Luis la pudo hacer mayor» ya que al no haberla continuado o
mejorado la comparación no es posible: «respeto de lo que no es, nada es mayor ni
menor».B : Grigos A
Nullum contra amorem est remedium aliud»
O candida Galatea». Consta de requiebros a su hermosura y ofertas a su esquivez, y con dos frialdades se acabó el cuento. Además, que la campestre musa de Teócrito (según Quintiliano) no solo huye de la majestad cortesana, pero aun de la policía cívica se aleja temerosa: «
Sed Musa illa rustica, et pastoralis, non forum modo, verum etiam ipsam urbem reformidat»
74. El latino la escribió con acierto en el treceno de sus
75. Resta lo tercero, ver si es poca respeto de la que puede o suele disponer
Ista tamen mala sunt: quasi nos manifesta negemus, haec mala sunt, sed tu non meliora meliora facisB: meliaraA[Enmienda registrada en la fe de erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita: meliora.Martial lib. 2. epig. epig. 8.B: epim.AMarcial, .Epigramas, lib. II, ep. 8, v. 7-9: «‘ista tamen mala sunt’. / quasi nos manifesta negemus! / haec mala sunt, sed tu non meliora facis» (1990: 57). En la traducción de Antonio Ramírez de Verger: «“Con todo, esos versos son malos”. ¡Como si yo negara lo evidente! / Estos son malos, pero tú no los haces mejores.» (Marcial 2001a: 94). El epigrama en cuestión no es una defensa del estilo oscuro, sino un alegato contra las erratas introducidas por los copistas, causantes de la oscuridad. El Lunarejo tuerce el sentido del poema de Marcial, que le dice al lector, no a otro escritor, que agrava las erratas al tenerlas por texto correcto y genuino, y todavía más al acusar al autor sin acordarse del copista.
Cuanto escribo, es manifiesto
que es malo; mas, si lo igualo,
veo que, siendo esto malo,
supra, la traducción de Marcial parece ser del propio
Lunarejo.
Por ventura, ¿es muchísima la traza de
cucúmero»
satúrnicos»
admirábiles»
ebúrnicos»
orfénica»
puérpera»
pérpera»
saxátiles»
cucúmero». Y la gracia de todo es que al fin de tanto desatino sin traza quiere persuadirnos en un párrafo en prosa que en aquel género de poesía ha excedido a cuantos con fama y acierto la ejercitaron en nuestro idioma, como el insigne Cairasco, Lope de Vega, etc
Fue el segundo don Bartolomé Cairasco de Figueroa, raro ingenio sin duda, en suDon Luis de Góngora hizo otra razonable a la traducción de laFlos sanctorum, ejercitando esta composición de modo que en cantidad y alteza queda siendo primero en España. Lope de Vega la usó también con buena fortuna y fue estimada aquella canción de suArcadiaque empieza “Fieras montañas rígidas”, etc.
76. Dejemos los consonantes forzados, que a cada paso descubren los callos del remo y
las ronchas del látigo
Del gran Petrarca de líricas cadencias patriarca. Man. Faria Fuente Aganipe tom. tom. 2. fabul. PanA: to.BFaría, Fuente de Aganipe, Parte segunda, poema III, «Pan y Apolo», estancia 56, v. 7-8 (1644: f. 44r).
Y es tan buen esto como si dijéramos, alabando al famoso historiador: «Fue Salustio
Crispo / De romanas historias Arzobispo», pues no sabemos si le faltaba algo para ser
arzobispo a
77. No es tanto nuestro ocio, que le hayamos de malograr en espulgarle las
boberíasCuento de cuentos, «A don Alonso Messia
de Leyva»: «Yo, por no andar rascando mi lenguaje todo el día, he querido espulgarle
de una vez en esta jornada». Esta obra de 1626, publicada en 1631, tuvo amplia
circulación manuscrita y hasta cinco ediciones fraudulentas entre ambas fechas
(Jauralde Pou 1982: 297-298). Cito por la edición de Amberes: por Henrico y Cornelio
Verdussen, 1699 (Quevedo 1699: f. 508r).mero
prosista
»Fuente de Aganipe,
Parte segunda, «Prólogo y discurso sobre los géneros de composiciones de que consta
esta segunda parte de las siete de nuestras rimas», § 8 (1644: f. []8r). Véase
1644_aganipe. La indignación de Espinosa Medrano muestra su estima por el poeta
portugués Jerónimo de Corte-Real: sobre la fortuna crítica de este autor, véase el
estudio introductorio de la edición de su Poesia por Hélio Alves, en
Corte-Real 1998 (XVII-XXXIII).B : to. AA : Not. BFuente de
Aganipe, Parte segunda, «Prólogo y discurso sobre los géneros de composiciones
de que consta esta segunda parte de las siete de nuestras rimas», § 4 sobre las
octavas: «El licenciado Joseph de Valdivieso tiene gran copia, que si bien no son muy
poéticas, son limpias y tiernas y propias para el asunto piadoso. Libro es que si su
autor le hubiera mondado, a lo menos en la cuarta parte, mereciera las manos de los ingenios mondados, cual no era el suyo
, como los más de
esta vanísima edad» (1644: f. []7r). Véase 1644_aganipe.A : G BLusiadas, II, Tomo IV, Canto X,
est. 3, col. 299, E [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 299): «Bonísimo está
el “finísima” en el Boyardo, que aunque fue gran hablador y mero
romancista
, tiene lances de gentil ingenio, y que merece gran veneración,
por ser el primero que escribió en aquel género con desahogo y muchos aciertos, que no
se le pueden negar».duro
»Fuente de Aganipe, Parte segunda, «Prólogo y discurso sobre los
géneros de composiciones de que consta esta segunda parte de las siete de nuestras
rimas», § 9: «ingenio grande, mas duro» (1644: f. 8[]r). Véase 1644_aganipe.Fuente de Aganipe, Parte
segunda, poema IV, «Tamiras y las Musas», «Advertencias y discurso acerca del género
de los números esdrújulos antecedentes», § 3: «Jorge de Montemayor en su Diana fue el primero que los escribió en España, si bien con poca felicidad,
aunque felicidad es el empezar alguna cosa adonde nadie osó empezarla» (1644: f.
63r).Fuente de Aganipe, Parte segunda, poema V, «Gelia y Flaminio», «Advertencias
sobre esta Fábula de Gelia y Flaminio», § 4: «arrogancia de que supo (con no saber mucho, no siendo poco arrogante)
huir el Marino,
intitulando “Lira suya”, y no de Apolo, a uno de sus tomos de Rimas»
(1644: f. 84r).desnudo de erudición
»Lusiadas, I, Tomo I, Juicio del poema, §
24, col. 88, A [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 88).regia potestas. Sobre esta regalía del dosel, véase Ramón Lázaro de
Dou y de Bassols, Instituciones del derecho público general de
España, tomo I, lib. 1, título 9, cap. 5, § 35 (Dou y de Bassols 1800:
283-284): «En cuanto al tratamiento, cortesías y honores debidos a la magestad, veo
que los autores traen por regalía, dejando aparte, por supuestas, las insignias de la
corona y del cetro, peculiarísimas de la soberanía, la del dosel». El Lunarejo se
refiere por tanto sarcásticamente a Faría como «árbitro de ese dosel»: juez o crítico
de gran dignidad o autoridad, o más exactamente como un árbitro que se arroga la
dignidad de «ese dosel», metonimia de los poetas anteriormente citados.B : redondilla ALusiadas, I, Tomo I, Vida del poeta, § 24, col. 48,
C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 48): «Lope de Vega muchas
cosas escribió con felicidad en versos mayores, pero nadie dudará de que en las
redondillas se aventajó mucho y que es el que las enseñó a escribir en Castilla,
imitando el aire de las de nuestro poeta
».Plane adverto Scaligerum haec in illum eructasse, ne ei
innotatus abiret
»A : om. BA : Aretin. BAuthoris vita ab Antonio Verderio breviter
enarrata», en los Hieroglyphica de Pierio Valeriano (Lugduni,
apud Bartholomaeum Honoratum, 1586), apud Claude La Charité 2012
(140). La edición de 1586 de los Hieroglyphica es la primera que
incluye la vida de Pierio Valeriano por Antoine du Verdier, que se reimprimirá en las
sucesivas ediciones (La Charité 2012: 133-136). Véanse por ejemplo los Hieroglyphica siue de sacris Aegyptiorum aliarumque gentium literis, Commentariorum
Libri LVIII (Francofurti ad Moenum: Wendelini Moewaldi, 1678), Valeriano 1678
(f. C3r).Tra gli altri
Francesco il primo Re di Francia con averli fatto presentare una gran collana d’oro
fatta a lingue, raffrenó quella lingua si maledica
»A :
Prōptua. BA : la BSeconda parte del Prontuario delle
medaglie (Lione, appresso Guglielmo Rouillio, 1581), «Pietro
Aretino» (1581: 250). La edición en italiano de 1581 corresponde a la
paginación a la que remite El Lunarejo.Promptuario de
las Medallas. Y el mismo temor se apoderó de quien nunca le supo tener, del
invictísimo Carlos Quinto, que por lo propio cohechó su malignidad con una ropa de
brocado recamada de orejas de oro, y decía el picarón que aquella dádiva le haría
ensordecer para no oír mal del emperador, pero que no le dejabaB : dexaria A [Enmienda consignada en la
fe de erratas.Seconda parte del Prontuario delle medaglie
(Lione, appresso Guglielmo Rouillio, 1581), «Pietro Aretino»:
«et per l’istessa causa Carlo V. gli mandò vn
bell’ornamẽto d’oro, lauorato à foggia di orecchine, per lo quale dicono, ch'egli
s’insordisse ad vdire male dell’imperatore. Laonde non volse mai poi ne dire, ne
vdire dire male di questi grã Monarchi
» (Rouillé 1581: 250).Donum Cyclopis
»Adagia, I, IV, 5, «Cyclopis
donum» (1571: col. 122-123 y 2011: 340). El regalo del Cíclope al que se
refiere el proverbio es el de comer en último lugar a Ulises después de sus
compañeros. Similar a este regalo paradójico (según Erasmo: munus
inutile) que se vuelve en contra de quien lo recibe es para El Lunarejo el
tratamiento que merece Lope por parte de Faría: críticas del portugués a cambio de la
dedicatoria de una comedia del Fénix.
78. En fin no quedó poeta, ni comentador, ni varón insigne, por favorecido que fuese de las Musas y la Fama, que no lastimase esta pluma y parécele que todo el humano acierto, desdeñando cuantos ingenios tiene el mundo, vive únicamente entronizado en el suyo, por sus frigidísimos versos entre los poetas y por sus quiméricas observaciones entre los comentadores.
79. Qué de estudio le costaría el comentar aquello del Camões: «De tecida seda
»Lusíadas, canto II, estancia 93 [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col.
522).colludere, “jugar juntas varias personas”, y aquí: conjugarse y
coordinarse dos sonidos. El étimo del juego insinúa aquí el menosprecio, como
frivolidad, del comentario de Faría.cida seda»,
significó el poeta el ruido de la seda, que con su tejido apretado suena «cida seda». Como el tafetán, que en su mismo vocablo dice su sonido «tafe
tafe»Lusiadas, I, Tomo I,
Canto II, estancia 93, col. 523, C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 523): «
».cida se, que fue la propiedad con que en España se llamó tafetán:
ta, fe, ta.A : om. B
80. Trabaja notablemente en acomodar los dioses que
Y eso quiere decir en San Pedro, que había de ser el Vicario general de Cristo, el traer espada y meter la mano a ella y aun cortar cuando vio que no obraba la razón;y eso quiere decir Santiago fulminando la cuchilla sobre tantos moros, tomando al lado los españoles en mil ocasiones, como es público.» (Faría 1639a: I, col. 279).
Yo os tengo enseñado que Venus representa la Iglesia, favoreciendo esta navegación, oponiéndose al fuego infernal que la quiere extinguir, y que el Marte santo (esto es San Pedro o Santiago) está de parte de esa Iglesia en esta acción, como vimos en la e. 36 del c. I.». La primera mención de la equivalencia establecida por Faría entre Venus y la Iglesia católica se encuentra sin embargo en el canto I, estancia 33, col. 248 C.
Santiago, que es el santo Marte de España». A continuación, comentando la estancia 37, en la col. 279 E, leemos de nuevo: «y más me acomodo a que sea Santiago, por ser el verdadero santo Marte de España» (Faría 1639a: I, col. 279).
entendió por Venus la reina doña Isabel, mujer del propio rey, que fue celosísima de la religión católica, tanto que pidió en dote a aquel reino la expulsión de los judíos; y por Marte a Alonso de Albuquerque, habiéndole dado con atención el epíteto de “terrible” en la estancia 14, que es uno de los más propios de Marte».
Por Júpiter entendió Christo, por Baco el demonio, por Venus la Religión».
Y aun he sospechado algunas veces que así como el poeta por aquella variedad de pareceres de los dioses entiende la de los ministros y gente del reino, y por Júpiter al rey proponiéndoles su deseo, entendió por Venus la reina doña Isabel», etc.
Y siendo Neptuno en la gentilidad el abogado de los pescadores, fue y es San Pedro sucesor suyo con verdad, que es el verdadero Neptuno abogado de los pescadores de gloria en el mar de gracia. De esta manera se parece la tierra de la cabeza de la Iglesia al mar en nombres y en ganado, y la cabeza a Neptuno, dando principio a la navegación de la fe por el agua también salada, porque la del baptismo lleva sal».
81. Venus vuelve a ser la Iglesia romana y en el canto 1, estancia 34y como las vestes blancas —dice— son las propias de la Iglesia,
propiamente son las Parcas sus acólitas en esta acción
»Lusiadas, I, Tomo I, Canto I, estancia 34, col. 268
E – col. 269 A [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 268-269): «representando Venus en
este poema, como bastantemente probamos, la Iglesia Católica al tiempo que quiere
sembrar su religión en la Asia, justamente hace el poeta a las Parcas en esta
sementera ayudantes y celadoras de ella. Y como las vestes blancas son las propias de
la Iglesia, propiamente son las Parcas sus acólitas en esta acción vestidas de
blanco».Los apetitosos de
delgadezas y secretos me vayan a oír en la estancia 18, canto 9
»Lusiadas, I, Tomo I, Canto I,
estancia 34, col. 269 D [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 269).Eneida, libro III, v. 441 y
siguientes (Virgilio 2009: 92). En cuanto al libro de los siete sellos es aquel que al
ser abierto marca el fin de los tiempos: Vulgata, Apocalipsis, 5-6
(Vulgata 1975).que tenía elegidos
a los portugueses para una sementera suya en partes remotas
»Lusiadas, II, Tomo I, Canto IX,
estancia 18, col. 25 B-C: «Ya probamos en las estancias 33, 34 del canto I que Venus
es patrona de las sementeras y en la 38 del mismo hemos traído una parte del
testimonio del rey don Alonso, de que consta que Cristo abocado con él le dijo que
“tenía elegido a los Portugueses para una sementera suya en partes remotas”»
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II, col. 25).Aunque
todo esto no es hilado muy gordo, vuelvo con otro más delgado
»Lusiadas, II, Tomo I, Canto IX, estancia 18, col.
25 A [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II, col. 25).Criticón de
Gracián, primera parte, crisi VI: «Mandó luego ahorcar, sin más apelación, un mosquito
y que lo hiziessen cuartos porque había caído el desdichado en la red de la ley. Pero
a un elefante que las había atropellado todas, sin perdonar humanas ni divinas, le
hizo una gran bonetada al passar cargado de armas prohibidas» (Gracián 2009:
141).
82. En el canto 1, folio 128, daA : om.
Bsupra y Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Canto I,
estancia 37, col. 280, A-B [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 280). La asimilación
del rey don Manuel a Júpiter es asunto menor, si atendemos a la insistencia con que el
índice de las Lusiadas de Faría asimila a Júpiter con Cristo y a los
títulos en virtud de los cuales se remite al rey Manuel en el mismo índice, entre los
cuales no consta mención alguna al dios olímpico (Faría 1639b: II, tabla general, f.
¶¶1r). Sin embargo, Faría establece la comparación en el lugar mencionado y la reitera
en un paralelismo entre Júpiter y don Manuel, en Lusiadas, II, Tomo
I, Canto VIII, estancia 52, col. 467 D: «Término de la est. 30 del c. I al variar de
los dioses en las razones sobre lo que propuso Júpiter y de los ministros sobre lo
propuesto por el rey don Manuel» [1639_lusiadas] (Faría 1639b: I, col. 467).Lusiadas, I, Tomo I,
Canto I, «títulos y argumento general del poema», col. 128 E: «la
ama que hizo el oficio de madre con el rey don Manuel, criándole (porque dieron las
madres poderosas en no criar sus hijos con su leche sino con la ajena), era de la
Iglesia por ser amiga de un obispo.
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col.
128). Sobre la Iglesia madre del rey don Manuel, en la misma col. 128 C: «Esta, digo,
fue la risa de la santa madre Iglesia al nacer de este príncipe».B : iniquinidad A [Enmienda consignada en la fe de erratas. En el testimonio A
encontramos una corrección manuscrita, que tachando la sílaba sobrante restaura:
iniquidad.
83. Aprenda
Hic patrius Mauortis amor, foetusque notantur Romulei, post amnis inest, et bellua nutrix. Claudia. Paneg. lib. 5 Claudiano, Panegyricus dictus Olybrio et Probino consulibus(Panegírico a los cónsules Olibrio y Probino), libro 1, v. 96-97 (1985: 4): «hic patris Mauortis amor fetusque notantur / Romulei; pius amnis inest et belua nutrix», (‘Aquí se ven el amor del padre Marte, y se ven los retoños romúleos, y después están el río y la fiera nodriza’). La variante que maneja Espinosa Medrano, «post amnis inest», pertenece a la tradición textual delPanegíricodel consulado de Olibrio y Probino (Claudiano 2002: 12). La variante se encuentra por ejemplo en losOperade Claudiano editados con las observaciones de Escalígero, Turnebo y Del Río en 1620 (Augustae Munatianae: s. n.), pero no se halla en el supuesto libro quinto al que remite Espinosa Medrano: véase Claudiano 1620 (309).
84. Había el famoso Camões fingido, con la felicidad que suele, que el cabo de Buena
Esperanza habló una noche a los portuguesesB : Pontugueses A [Enmienda registrada en la fe de
erratas.Lusíadas, canto V, estancia 50-59 [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I,
col. 538-580).Lusíadas, canto V,
estancia 51 [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 565). Iniciando en la misma columna
el comentario de la estancia Faría ofrece una traducción: «Fui de los aspérrimos hijos
de la tierra, cual Encelado y el centimano Egeo: llameme Adamastor, y fui en la guerra
contra el que vibra los rayos de Vulcano».Lusíadas, canto V, estancia 58-59 [1639_lusiadas] (Faría
1639a: I, col. 576-580). En la columna 578 traduce Faría la estancia 59: «En dura
tierra se me convierte la carne y los huesos se hicieron en peñascos y estos miembros
y esta figura que ves se extendieron por estas prolijas inmensas aguas. Al fin mi
grandísima estatura convirtieron los dioses en este remoto cabo, y por más dobladas
lástimas ándame Tetis cercando de estas aguas.» (Faría 1639a: I, col. 578). Comentando
dicha estancia 59 escribe Faría que Camões introduce la «fábula gentilica» que
constituye la prosopopeya del gigante porque «enseña en ella que no hay osadías
insolentes sin castigo», véase la col. 580 A (Faría 1639a: I, col. 580).Lusiadas, I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 540 B-C: «Y por lo que toca al misterio o alegoría aún es más estupenda, para que se vea que
en este poema no introdujo figura alguna vana o superficialmente sino que después de
sazonarnos todos los sentidos del cuerpo y potencias del alma con la invención,
orden y armonía, se entra por las puertas del pensamiento más vivo, aturdiéndole con
lo misterioso y profundo del pensar. (…) Este Gigante, pues, no representa aquí otro
personaje que a Mahoma
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 540).Lusiadas, I, Tomo I,
Canto V, estancia 50, col. 543 D-E: «Dice más allí, que el
Gigante al responder revolvió los ojos y torció la boca, que es rechinar con los
dientes y todo esto son señales de condenado al infierno, cual lo es Mahoma, como lo
vimos en las notas a aquel verso y singularmente en los lugares de Dante. Y es
término de la Escritura sagrada, diciendo que en los condenados al infierno “
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 543). Sobre
los «gestos» como indicio de lo demoníaco, además de la erudición que despliega Manuel
de Faría (remite a Mateo, 8, 12, en erit fletus et stridor dentium”, y con estas señas queda también
este Gigante representando a Mahoma, que está en el infierno atormentándose con
estos horribles gestos.Vulgata 1975), véase el breve
ensayo de Daniel Arasse, Le portrait du diable (Arasse 2009:
90-101). Cita Arasse a Denis le Chartreux, que afirma que la deformidad de los
condenados aumenta su dolor al verse unos a otros en el infierno («Diformitas damnatorum quod mutuus aspectus auget in eis dolorem magis», apud Arasse 2009: 90 y 115).Tormentorio y hoy de
Buena EsperanzaLusiadas,
I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 539 B-C: «Como no era
conocido no tenía nombre y los portugueses le dieron el de Tormentorio cuando
Bartolomé Díaz le descubrió, por las grandes tormentas padecidas en aquel mar, que
fue también ocasión del gran miedo que se derramó de él en Portugal oyéndolas
relatar. Pero el rey don Juan el Segundo que le hizo descubrir, haciendo con real
corazón esperanzas de esos miedos, le llamó después Cabo de Buena Esperanza, por la
que su descubrimiento le daba del de la India por aquellos mares, y así este nombre
le quedó hasta hoy
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 539).
85. Que se llama el jayán Adamastor, y que este nombre se deduce de adamo,
adamas, que es enamorar. Con que es Mahoma, porque fue enamorado de mujer ajena y
concedió el trato de muchas en su setaLusiadas, I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 545 C-D: «el poeta formó este nombre de Adamastor (…) también del verbo
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col.
545).adamo, que vale enamorar, pues el poeta le finge luego muy perdido
de amores por Tetis. Y Mahoma fue primero enamorado de mujer ajena, aunque después
fuese suya, y tan enamorado de mujeres que para hacer lícito el tener cuantas amaba,
lo concedió a todos en su secta.
Que el tal gigante, peñasco, cabo o promontorio de piedra es Mahoma, porque está en
sepulcro de piedra imánLusiadas, I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 555 E: «todo Mahoma viene a parar en piedra, por sí y por su sepulcro. Y esta piedra está
junto a la piedra imán o calamita, que atrae a sí la de ese sepulcro, guarnecida de
hierro para poder ser atraída, en virtud de esta imán, y de este modo está una
piedra junto de otra
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col.
555).
Que Mahoma es también de piedra, porque los moros echan por entre los muslos unas
piedras hacia atrásem. : tras ABLusiadas, I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 556 A: «También usó Mahoma de una ceremonia por veneración de Venus y la usó
su gente, que era echar por entre los muslos unas piedras hacia atrás, las cuales él
besaba y aun adoraba. (…) Y así siendo esta acción y castigo tan propios de Mahoma,
síguese que este Gigante con ellas le representa a él.
» [1639_lusiadas]
(Faría 1639a: I, col. 556).
Que rodean al cabo las ondas del mar, y Mahoma murió hidrópico, que es lo mismoLusiadas, I, Tomo I, Canto V,
estancia 50, col. 559 C: «Concluye que por más tormento le anda
Tetis ciñendo con sus aguas. Esto en Mahoma tiene estas correspondencias: él murió
hidrópico
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 559).
86. Que el tal cabo por lo menos es el demonio en figura de MahomaB : Mohoma A [Enmienda consignada
en la fe de erratas. Corrección manuscrita en el testimonio A: Mahoma.Lusiadas, I, Tomo I, Canto V, estancia 50, col. 564 A: «y
visto también que Baco se pinta con gran barriga, y que con ella tal murió Mahoma
hidrópico
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 564).
¿Pero adónde vamos? Que en estas vanísimas y mendicantísimas alusiones gasta este
hombre veinticinco columnas de a folioLusíadas, canto V, estancia 50 [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col.
538-565).
Ingenti studio componit aranea telam Camerarius emblem. 73 centur 4. et tamen a cunctis spernitur illud opus. Sic magnas magno promis molimine nugas dum vigilas studiis vane, * Faria * Sophista , tuis.Florens Schoonhoven, Emblemata, partim moralia, partim etiam ciuilia(Goudae: apud Andream Burier, 1618), emblema 64, «In Sophistas»: «Ingenti studio componit aranea telam, / et tamen a cunctis spernitur illud opus. / Sic magnas magno promis molimine nugas / dum vigilas studiis vane, Sophista, tuis» (1618: 190). En una nota marginal, El Lunarejo consigna la lección «Sophista» de Schoonhoven, sustituyéndola por la mención de Faría, convertido así en sofista por antonomasia. La remisión marginal a «Camerarius» es incorrecta, como lo ha señalado Jorge Terukina (2004: 636-639): al hablar de centuria cuarta, Espinosa Medrano debe referirse a losSymbolorum et Emblematum ex aquatilibus et reptilibus desumptorum centuria quarta(Leipzig: typis Voegelinianis, 1604) de Joachim Camerarius hijo (1534-1598), pues se trata del único libro de emblemas organizado por centurias y firmado por un Camerario entre las producciones de Bartolomeo Camerario (1497-1564), Joachim Camerarius padre (1500-1574), Philipp Camerarius (1537-1624), Ludwig Camerarius (1573-1651), Johann Rudolf Camerarius (1578-1635), y Giorgio Camerario, autor de unosEmblemata amatoria(Venecia, 1627). El emblema 73 de la centuria cuarta de losSymbolorum et Emblematumlleva por título: «Pellit mendacia verum», ‘La verdad repele las mentiras’; el epigrama, que en este libro es un dístico seguido por un comentario en prosa, dice así: «Lumine perculsae cessant maledicere ranae / Et victus veri luce Sophista tacet», ‘Heridas por la luz cesan las ranas de decir maldades y, vencido por la luz de lo verdadero, se calla el sofista’ (Camerarius 1604: f. 74r). En la sección X, § 106-107, Espinosa Medrano retoma la dicotomía apuntada por Camerario entre las ranas sofistas y la luz de la verdad, contraponiendo a los poetas en figura de ranas con «la verdad y [el] desengaño de las Escrituras». El error de remisión nos indica que El Lunarejo conocía este emblema, traído aquí por una confusión sobre la figura del sofista y posiblemente desplazado con respecto a los párrafos sobre las ranas que se encuentran en la sección X delApologético.
87. Toda esta exposición es lo mejor y más misterioso que él celebra en su libro, que
todo se funda en gestos, hidropesía, amo, amas, barriga grande, piedra
imán, etcApologético. El «amo,
amas», además de repetir la fantasiosa etimología de Adamastor propuesta por
Faría («Que se llama el jayán Adamastor, y que este nombre se deduce de adamo adamas, que es enamorar»), es burla de su conocimiento en latín, al ser
la conjugación del presente del primer tipo de verbos latinos, uno de los rudimentos
por excelencia de la lengua.Olvidábaseme lo mejor, si ya no fue misterioso el olvido
»A . n. BLusiadas, I, Tomo I, Juicio del
poema, § 24, col. 87, D [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 87).Aut.).
88. Sobre quién es el dios nocturno (de quien hace mención Camões en el canto 2,
estancia 1Lusíadas, canto II,
estancia 1 [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 371-372).pesado hablador
», y con la hinchazón que suele, dice que
a él y a JacoboB : Iocabo A [Enmienda consignada en la fe de erratas. En el testimonio A leemos
la siguiente corrección manuscrita: Iacobo.em. : acobus Durantius A || Jacob. Durant. Bes el
Sol
»Lusiadas, I, Tomo
I, canto II, estancia 1, col. 374, B-C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 374):
«Trae un lugar de san Jerónimo y otro de Marciano Capela, en que se acuerda de este
dios Jacobo Durancio allá en la junta de críticos a que Grutero llamó “tesoro
crítico”, tomo 3, fol. 247, adonde se puede ver lo que acumula a este propósito con
que dice explica el lugar de Plauto, que yo entiendo no está explicado en lo tocante a
este dios, y menos en Lambino, pesado hablador, y de los que en el fuero exterior son
abundantes comentadores. Ahora a ambos a dos quisiera yo dar a entender allí a Plauto
con el mismo Plauto, autor de ese dios, pues en él hallan principio todos los que de
él se acuerdan. Digo que este dios nocturno es el sol».em. : Lambincus A ||
Lambin.Lusíadas de
Camões, leemos: «Ya en este tiempo el lucido planeta, que va destinguiendo las horas
del día, llegaba a la deseada y templada meta, encubriendo la celeste luz a las
gentes: y el Dios Nocturno le estaba abriendo la puerta de la secreta y marítima casa»
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 371).A : Austin BB : Getilicas A [Corrección
manuscrita en el testimonio A: Gētilicas.La ciudad de Dios, libro 6, cap. 9, «De officiis
singulorum deorum» (1978: 336 -351). El capítulo entero es una violenta burla
de la multiplicación de los dioses paganos, que proliferan según el Hiponense en
virtud de su dedicación exclusiva a una única función, de manera que ahí donde el
monoteísmo concentra los poderes en una divinidad, el politeísmo los reparte en
multitud de patronos. Es especialmente jocoso el catálogo de los dioses varios que
favorecen el acto sexual. El argumento de Faría se opone a la multiplicación
agustiniana de los dioses de la gentilidad, porque asimilar el dios Nocturno al dios
Sol supone concentrar lo que en opinión del Hiponense está necesariamente
separado.Credo edepol equidem dormire Solem, atque appotum
probe
»em. : Amphytrin ABAnfitrión,
acto I, v. 282: «Credo edepol equidem dormire Solem, atque adpotum
probe»: «tengo la impresión de que el sol está durmiendo después de haber
bebido a base de bien» (traducción de Mercedes González Haba en Plauto 1992:
25).Lusiadas, I, Tomo I,
canto II, estancia 1, col. 374, D: «Y esta sin duda fue la idea
de Plauto en ese lugar citado en que habla Sofía, diciendo “Yo creo que está
Nocturno durmiendo borracho”. Y esto era porque le parecía larga la noche, queriendo
decir que dormía el Sol ya con exceso, como borracho, pues tardaba tanto en abrir el
día. Pruébolo ahora con el propio Plauto, como ofrecí. Volviendo el mismo Sosia
luego abajo a repetir la misma queja de que se dilataba mucho la noche, dice casi
con las propias palabras: “
» [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 374).Credo edepole quidem dormire Solem, atque
appotum probe”. Luego si la queja es la misma hasta en los términos y sobre
el propio motivo, síguese que llama Sol en este lugar a lo que en ese otro llamó
Nocturno. Por las razones que apunté, para que Nocturno sea lo mismo que el
Sol.
89. La razón filosófica con que confirma este dislate es graciosa. Oídla: «Digo que este dios Nocturno es el Sol, porque el sol es autor de la
noche con su ausencia
»Lusiadas, I, Tomo I, canto II, estancia 1, col. 374, C [1639_lusiadas] (Faría
1639a: I, col. 374).Categorías, 12 a 26 – 12 b 5 (2002: 55-56). En la traducción de Miguel Candel
Sanmartín: «La privación y la posesión se dicen acerca de la misma cosa, v.g.: la
vista y la ceguera, acerca del ojo; para decirlo en general, cada una de ellas se dice
acerca de aquello en lo que surge por naturaleza la posesión. Entonces decimos que
cada cosa está privada de las cosas susceptibles de posesión cuando estas no se dan de
ningún modo en aquello en lo que es natural que se den y cuando es natural que se den;
en efecto, llamamos desdentado no al que no tiene dientes, y ciego no al que no tiene vista, sino al que no lo tiene cuando es
natural que lo tenga: pues algunas cosas carecen desde el nacimiento de vista y de
dientes, pero no se llaman desdentadas ni ciegas.
El estar privado de y el poseer un estado no es privación y posesión: en efecto,
posesión es la vista, privación la ceguera, pero el tener vista no es la vista, ni el
ser ciego es la ceguera» (Aristóteles 1982b: 66). Por lo demás, en la Física, I, 7-9, y en particular en 192 a 1-13, Aristóteles distingue la privación de la materia y de la forma (1990: 49).Aut.).
90. Dando de ojos en principios filosóficosA : Ecriturista
Bpidiendo Ezequías a Esaías señal de la certeza de su salud, le dijo el profeta: “
»Vis, ut ascendat umbra decem lineis, an ut revertatur?” Adonde
explican algunos autores que quiso decir si quería que el Sol volviese atrás o pasase
adelante. Y el mismo profeta en el cap. 38. refiriendo el propio suceso: “Et reversus est Sol decem lineis”. Luego si lo que allá es sombra, es Sol
aquí, y la sombra es la noche, bien es Nocturno el SolLusiadas, I, Tomo I, canto II, estancia 1, col.
375, A-B [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 375).em. : Belox ABin horologio
Achaz
»B : c. AVulgata, Libro de los Reyes (trad. de San Jerónimo), IV (Liber Regum
quartus), cap. 20, v. 11 (Vulgata 1975): «invocavit
itaque Esaias propheta Dominum et reduxit umbram per lineas quibus iam descenderat
in horologio Ahaz retrorsum decem gradibus». Véase también: Vulgata, Isaías (trad. de San Jerónimo), 38, v. 7 (Vulgata
1975): «ecce ego reuerti faciam umbram linearum per quas descenderat in
horologio Ahaz in sole retrorsum decem lineis et reuersus est sol decem lineis per
gradus quos descenderat», (‘he aquí que yo haré volver la sombra de las líneas,
por las cuales había descendido en el reloj de sol de Ahaz, diez líneas en sentido
retrógrado; y el sol retrocedió diez líneas por los grados que había
descendido’).B : Nocturuo AA : y erras B
Et reduxit umbram per lineas, quibus iam descenderat in horologio Achaz retrorsum decem gradibus»
91. Prosigamos aprendiendo algunas doctrinas que ostenta supra (III, § 11).los naranjos, cidros y limones son los pomos de oro que guardaban las
Hespérides y cogió Hércules, y los que se echaron entre las tres diosas, por premio de
la hermosura, y a Atalanta para grillos de ella
»Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, col. 146, B: «los
naranjos, cidros y limones de la e. 56 son los pomos de oro, que guardaban las
hespérides y cogió Hércules, y los que se echaron entre las tres diosas, por premio de
la hermosura, y a Atalanta para grillos de ella» [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II
(IV), col. 146).
92. No ignoramos que toda fruta de color pajizo llama la poesía pomos de oro, como
observan los intérpretes profanos sobre el «Aurea mala
decem missi
»Bucólicas, 3, v. 71: «aurea
mala decem misi» (Virgilio 1992a: 52): «[envié] diez manzanas como el oro»,
trad. Tomás de la Ascensión Recio García en Virgilio 1990 (183).Mala aurea in
lectis argenteis
»B : c. AVulgata, Proverbios (trad. de San Jerónimo), cap. 25, v. 11 (Vulgata 1975).
Quidam volunt indicari mala aurea, hoc est Medica seu citria»Citria B: CitraA[Enmienda consignada en la fe de erratas, que añade una declinación errónea, al traer en vez de «Citra», «Citrae». En el testimonio A, corrección manuscrita: Citria.
myla» lo significan todo
En roscas de cristal, serpiente breve, por la arena desnuda el Luco yerra. Góngora, Canción de la toma de Larache, v. 1-2 [OC223.1-2]. Es precisamente el Luco o Lucus, el río que desemboca en Larache, el que forma en el estuario los meandros que Plinio asimila al dragón de las Hespérides. Véase Aldrete 1614 (512).
93. Otros pensaron que las Hespérides fueron hijas del famoso astrólogo Héspero, o
Atlante, que por especular el movimiento de los cielos dijeron de ellas guardaban en el
occidente las manzanas de oro. Esto es, observaban las estrellas que por su esplendor
dorado y su rotundidad bermeja parecen pomos de oro, fingiendo que solo en el occidente
nacía tal fruta, porque solo al ocaso del sol comienzan a brillar los astros. Y el
dragón jardinero hicieron al zodiaco de los signos que como sierpe en luciente rosca
voltea por todo el globo. «At quis est Draco qui haec mala
servabat? Signiferum circulum nonnulli sunt arbitrati»
: Natal CómiteMythologiae siue Explicationum fabularum libri decem
(Venetiis: [ad signum Fontis], 1568), lib. 7, cap. 7, «De Hesperedibus» (1568: f.
217v): «Hesperides igitur ut alii volunt Hesperi
filiae fuerunt, ut alii Atlantis, quae sidera sunt. Earum pater coelum aut
vespertinum tempus fuit, quod quasi frater est coeli. Dictae sunt habere hortos in
occidente, in quibus essent mala aurea, quoniam stellarum natura est ut tanquam
aurum splendeant et rotunda appareant; eaque non nisi in occidente nasci solita
sint quia sole occidente stellae apparent, cum lumine solis per diem occultentur.
At quis est draco, qui haec mala servabat hortumque ambibat? Signiferum circulum
non nulli sunt arbitrati. Fuerunt qui mala Hesperidum oves esse in occidente
dixerint, in insula quae perpetuo flumine circundabatur in serpentis modum sinuoso
et reflexo.
», (‘Las Hespérides, pues, según opinión de algunos, fueron
hijas de Héspero, como en opinión de otros lo fueron de Atlas, porque son estrellas.
Su padre es el cielo, o el atardecer, porque este es casi como hermano del cielo. Se
dice que tenían unos huertos en Occidente en donde se criaban manzanas de oro,
porque es de la naturaleza de las estrellas que resplandezcan como el oro, y tengan
aspecto redondo, y suelen nacer en Occidente, porque al ponerse el sol aparecen las
estrellas, que durante el día se ocultan con la luz del sol. Y ¿quién es el dragón,
que guardaba estas manzanas y abrazaba el huerto? Algunos han juzgado que es el
cerco del zodíaco. También hay quien dijo que las manzanas de las Hespérides eran
ovejas de una isla situada en Occidente, que estaba ceñida por un río perpetuamente
fluyente y sinuoso y retorcido al modo de una serpiente’). Sobre el uso de El
Lunarejo del término «zodiaco» para traducir el «circulum» latino,
Diccionario de Autoridades refiere que el zodiaco es «uno de los
círculos máximos que consideran los astrónomos en la esfera, en forma de banda (…) y
es el camino y espacio en que andan los planetas con su curso natural y propio, de
poniente a oriente (…)». El párrafo entero de El Lunarejo es pues una traducción
fiel de Natale Conti. Véase también, para las fuentes antiguas de Natale Conti,
Graves (2011: 207).A : c. B
94. Más luces que las de su zodiaco conduce a esta opinión una agudeza de Augustino.
Reparó en que sobre distribuir estrellas a sus deidades el gentilismo, andaba el astro
matutino en desidio sobre si había de ser de Venus o de Juno, porque unos adjudicaban el
lucero a la una y otros a la otra: «Luciferum enim quidam
Veneris, quidam dicunt esse Iunonis
»A : om. Bquamvis de illo fulgentissimo sydere
apud eos, tanquam de malo aureo Iuno Venusque contendant
». Pero en verdad que
por estrella de Venus aclaman al lucero todos los crepúsculos del alba, todos los
arreboles del ocaso, porque Venus al fin vence como suele, «sed ut solet, Venus vincit
»La ciudad de Dios,
libro 7, cap. 15: «quamvis de illo fulgentissimo sidere apud eos tamquam
de malo aureo Iuno Venusque contendant. Luciferum enim quidam Veneris, quidam dicunt
esse Iunonis; sed, ut solet, Venus vincit» (1978: 426). Este pasaje alude al
juicio de Paris en el monte Ida, cuando el hijo de Príamo tuvo que elegir a la más
hermosa de las diosas Venus, Juno y Minerva. San Agustín asimila el lucero
matutino-vespertino al trofeo de este juicio, la manzana de oro por la que compitieron
las tres diosas. Este es el único lugar en el que la remisión de El Lunarejo a La ciudad de Dios, que aparece por ejemplo en IX, § 88 y X, § 96,
viene acompañada de una serie de citas, aunque breves. Teniendo en cuenta la
abundancia de ediciones del obispo de Hipona, sólo podemos decir que hay, en las
últimas palabras del fragmento citado, una variante que permite descartar la edición
de Luis Vives del texto agustiniano. En efecto, como puede comprobarse en el Tomus V operum D. Aurelii Augustinii, Hipponensis episcopi, De civitate dei
libros XXII a cargo de Juan Luis Vives (Basileae: ex officina frobeniana,
1569), la lección propuesta es: «sed, ut solet, Venus Iunonem vincit» (Agustín 1569:
394), a diferencia de la que trae El Lunarejo.A : porada Bel apropriar a esta fruta el color de oro es
frecuente, y no solo eso, sino llamarla totalmente pomos de oro
»Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, est. 56, col. 155, D
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 155). El portugués se refiere en este
fragmento al color de la naranja, que Espinosa Medrano confunde, conforme al uso
latino, con el limón y la cidra. También así lo hacía Faría: véase supra y Manuel de Faría, Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX,
col. 146, B: «los naranjos, cidros y limones de la e. 56 son los pomos de oro»
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 146).en ruecas
de oro rayos del sol hilan
»Polifemo, v. 400 [OC255.400].Diccionario
de Autoridades concuerdan las definiciones latinas del limón («malum citreum, pomum citreum, malum medicum») y de la naranja («malum aureum citreum, vel medicum»).
95. Ilustre necedad decir que se echaron limones para el certamen de hermosura entre
las diosas y mayor el motivo de haberse ellas desnudado, pues dice que fue limón «sobre el que se desnudaron las diosas, por ser fruta exquisita
entonces
». Reparad mucho el porqué. ¿Por qué se desnudaron? «Por ser fruta exquisita entonces
»Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, est. 56, col. 155, D
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 155). Espinosa Medrano corrige una errata
del ejemplar de Faría que consultamos, que reza: «y el sobre que se desnudaron las
diosas».Pulchriori?
»motto inscrito en la
manzana de la discordia según la tradición humanística. La forma más corriente de la
inscripción es «detur pulchriori» (‘que se dé a la más hermosa’):
así la recoge Giordano Bruno y en general la iconografía del juicio de Paris (Damisch
2011: 215, 285, 354).No por el huevo, sino por el
fuero
»Refranes
o proverbios en romance de Núñez de Guzmán (1621: f. 78r).
Iudicium Paridis, spretaeque iniuriae formae. Virgil. Eneid lib. 1 Virgilio, Eneida, libro I, v. 27: «manet alta mente repostum /iudicium Paridis spretaeque iniuria formae» (2009: 6). En la traducción de Javier de Echave-Sustaeta: «No se habian borrado de su mente las causas de su enojo / ni su amargo pesar. Queda en lo hondo de su alma fijo el juicio de Paris» (Virgilio 1992b: 140).
Díganlo los griegos desnudándose en el Olimpo por un ramo de encina, díganlo los romanos vertiendo su sangre por una guirnalda de grama. Además, que es disparate sin más fundamento que el antojo de decirlo, decirnos que era fruta esquisita entonces el limón, naranja, cidra o toronja. Pruébolo con evidencia. Esa fruta lo es de Venus y su árbol es dedicado a su deidad.
Aurea sunt Veneris poma haec: iucundus amaror amaror indicatA: amatorBAlciato, ,Emblemas(Omnia Andreae Alciati v. c. emblemataeditados por Claudio Minoe), emblema 206 (Alciato 1583: 648): «Estos como de oro son frutos de Venus: su alegre amargura lo indica.» (trad. Pilar Pedraza, véase Alciato 1985: 249). Como queda dichosupra, Espinosa Medrano tenía un «Alçiato» entre sus libros (Guibovich 1992: 28).Alciat. emb. 206
dice Alciato de la cidra y, aquí, Claudio Minoe: «Medica
malus, quae et citrus, et apud nostros ob aliquam cum auro similitudinem nomen
reperit, Amoris potest esse nota
»Emblemas (Omnia Andreae Alciati v. c. emblemata editados por Claudio Minoe),
emblema 206 (Alciato 1583: 648): «Medica malus, quae et citrus, et apud
nostros ob aliquam cum auro similitudinem nomen reperit, non inconcinne amoris
potest esse nota» (‘la manzana médica, que también se llama limón y que toma
entre nosotros su nombre de áurea por alguna semejanza con el oro, puede ser con razón
signo del amor’).em. : Planena ABA : eram BA : l. BMythologiae siue Explicationum
fabularum libri decem, lib. 7, cap. 7, «De Hesperedibus»
(1568: f. 217r): «at Pherecydes lib. 10 ubi nuptias
Iunonis commemorauit, terram oceano proximam in occidente aurei coloris poma tulisse
inquit
» (‘pero Ferécides en su libro 10, allí donde recuerda las bodas de
Juno, dice que la tierra próxima al océano en Occidente daba manzanas de color
dorado’).
Ex Hesperidibus ferre, ex Hiperboreis Iunoni Junoni poma aurea Iuppiter, quae in nuptiis habuit,em.: IunonisABin Iunonis sponsalibus ut pro pulcherrima dote essent. Ioan. Tzetzes Histor. Chiliad. Chiliad. 2em.: ChilsadABIoannes Tzetzes, Joannis Tzetzae variarum historiarum liber, versibus politicis ab eodem Graecè conscriptus, et Pauli Lacisii Veronensis opera ad verbum latinè conversus(Basileae: Johann Oporinus, 1546), «Ioannis Tzetzae liber historicus», lib. II, cap. 36 («De Hercule»), v. 357-359 (1546: 26): ‘Desde las tierras de las Hespérides, desde las regiones hiperbóreas, llevó a Juno Júpiter manzanas de oro, el día de sus bodas con Juno, para que le sirvieran [a la diosa] de preciosa dote’. La remisión marginal de El Lunarejo copia el título repetido en el margen superior del poema histórico de Tzetzes, que reza «Ioannis Tzetzae» en las páginas pares e «Histor. Chilias. II.» en las impares.
Luego no se desnudara Juno porque la fruta era exquisita, cuando por dote suya había tanto que la conocía y poseía. Venus mucho menos, pues si el pomo era un limón, como el otro quiere, no había menester certamen o litigio para llevarse lo que notoriamente era suyo, como ni Palas se desnudara para llevársela si fuera aceituna. Luego Venus ni por esa fruta, ni con ese motivo, hizo el célebre alarde de su hermosura,
la vez que se vistió Paris la garnacha de Licurgo, cuando Palas, por vellosa, y, por zamba, perdió Juno. Gongora in fabu. Pyrami Góngora, Fábula de Píramo y Tisbe, v. 77-80 [OC317.77-80].
96. El que fuesen también limones los que entorpecieron la velocidad de AtalantaDiuinarum institutionum, lib. 1 «De falsa religione», 11: «Danaen violaturus, aureos numos
largiter in sinum eius infudit». Entre las abundantes ediciones de la obra de
Lactancio, véase por ejemplo L. Coelii Lactantii Firmiani Opera quae
extant omnia (Lugduni Batauorum: ex officina Petri Leffen, 1652) en Lactancio
1652 (32).Monita amoris virginei siue
officium puellarum in castis amoribus, emblema 30, «Auro omnia
pervia». La alusión es insuficiente para indagar la edición que pudo manejar El
Lunarejo: consulto la de Amstelredam: Willem Iansz Blaeuw, 1622. Antes de las glosas
en holandés, latín y francés, leemos la cita siguiente de Cicerón: «nihil
est tam sanctum quod non uiolari, nihil tam munitum quod non expugnari pecunia
possit» (1622: 77). La cita original reza: «nihil esse…»
(Cicerón 1928: 72).Mythologiae siue Explicationum fabularum libri decem, lib. 1, cap. 18, «De Perseo»: «Quod Danae inclusa ita fuerit, et Iupiter in
aurum versus illam vitiarit, nihil aliud significat, quam largitionibus cuncta
patere, et ab avaritia nihil esse tutum» (1568: f. 234v). B : caep AA : 18 BLa ciudad
de Dios, libro 18, cap. 13: «vel Danaes per imbrem aureum
adpetisse concubitum, ubi intellegitur pudicitia mulieris auro fuisse
corrupta», ‘o bien solicitó acostarse con Dánae mediante lluvia de oro, en que se
entiende que la honestidad de la mujer fue corrompida por el oro’ (1965: 408).ad hominem (como dicen los artistas), reconviniéndole Es buen remedio de alcanzar damas que huyen por la campaña del
rigor, echarles
B : echarle A [Enmienda consignada en la fe de erratas.
Aunque venga Salomón disfrazado en un soneto, no hallaré mejor conceto, que en las letras de un doblón.» Manuel de Faría, Lusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, est. 76, col. 219, D [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 219). Espinosa Medrano introduce una leve variante al anunciar la coplilla, pues en el original leemos: «ya veo que lo dijo la copla por ellas».
97. En el canto 2 sobre el «auri sacra
fames
»Eneida, libro III, v.
57 (2009: 77). En la traducción de Javier de Echave-Sustaeta, el «auri
sacra fames» es la «maldecida sed de oro» (Virgilio 1992b: 209).
»sacrílega, y así se ha de entenderB : entendr A
[Enmienda registrada en la fe de erratas.Lusiadas, I, Tomo I, Canto II,
estancia 52, col. 470, A-B [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 470).sacrílega por sacra, y no que
con aquella arrogantísima decisión, que a prorrumpirla parece que se encaramó a la
universal cátedra del mundo. Diciendo: «Así se ha de entender este
lugar y no de otra manera
», nos obliga a que veamos si se puede entender de
otra manera. Dejo que la inteligencia de sacrílego, si es lo mismo aquí que execrable, o
maldito por sacro, es común y vulgar, que no hemos menester que ahora nos la enseñe
B : necessaria A [Enmienda registrada en la fe de
erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita: necessario.em. : Fectus A ||
Festus 3 BA : Pontan BSymbolarum
Libri XVII (Augustae Vindelicorum: ad insigne pinus, 1599), lib. 8 «ad tertium Aeneidos», comentario al verso 57 (Pontanus 1599: col. 994,
por errata marcada como col. 964): «Homo sacer is est, inquit Festus,
quem populus iudicauit ob maleficium neque fas est eum immolari, sed qui eum
occidit, parricidii non damnatur. Ex quo quiuis homo malus, atque improbus sacer
appellari solet», (‘Es hombre sacro, dice Festo, aquel de quien el pueblo juzgó
que a causa de su crimen ni siquiera es lícito inmolarlo, aunque quien lo mata no es
reo de parricido. Por lo que a cualquier hombre malvado e inicuo se le suele llamar
sacro’).os sacrum, o sacra spinasacra spina».ignis
sacerTesoro de
Covarrubias (1611), en la definición de «erisipula». En su comentario al verso en
cuestión (Virgilio, Eneida, lib. III, v. 57), Jacobo Pontano
menciona ya la acepción médica del «sacer morbus» (Pontanus 1599:
995).sacra fames no se dirá por esa inteligencia? Decid lo que quisiereis del fuego
sacro, llamándole así por pestilente, mortífero y abominable, que no lo habéis de decir
del espinazo. Symbolarum Libri XVII, lib. 8
«ad tertium Aeneidos», comentario al verso 57: «Item
sacrum saepe magnum apud poetas graecos» (Pontanus 1599: col. 995).sacra fames
». Advertid aquí, por si os place
saberlo, que ese hueso espinal se llamó sacro por ser eso en las
hostias y sacrificios lo primero que consagraba a sus dioses la gentilidad, como dice
san Isidoro Hispalense. «Ideoque, ex hostia id primum a
gentilibus Diis suis dabatur, unde et sacra spina dicitur»
.Etimologías, lib. XI, cap. 1, 96, en la definición de «sacra spina» (Isidoro 1989 y 1599a: 209).
98. De improbus también dice Labor
omnia vincit improbus
»B : Virg. AGeórgicas, libro 1,
v. 145-146: «labor omnia vicit / improbus» (1982: 7).Improbus labor est indefessus,
continuus, requietis impatiens labor
»A
: Georg. BSymbolarum Libri XVII, lib. 2 «ad primum
Georgicorum», comentario al verso 145 (Pontanus 1599: col. 267).B : derle A [Enmienda consignada en la fe de
erratas. En el testimonio A, corrección manuscrita darle.Et si non dabit
eo quod amicus eius sit, propter improbitatem tamen eius surget et dabit»
. He
ahí Vulgata, Lucas, cap. 11, v. 8 (Vulgata 1975):
«et si non dabit illi surgens eo quod amicus eius sit, propter
inprobitatem tamen eius surget et dabit illi quotquot habet necessarios», (‘y
si no se levanta a darle lo que pide por ser amigo suyo, sin embargo a causa de la
importunidad se levantará y le dará cuanto el otro necesite’).improbitas, la instancia, importunidad, tesón y porfía. Dejo
losem. : om. ABlabor improbus, trabajo continuo, es menester
antífrasi ni ironía.
99. También se metió en escarbar etimologías y dícenos que teta se
dijo en castellano de tita, cierta letra griega, que parece teta, y píntala así ʘ _ ʘA : Can. BLusiadas, II, Tomo IV, Canto IX, est. 56, col. 157, A: «Sirve aquí lo que dice
Orozco en su Tesoro, verbo “teta”, pareciéndole con agudeza
ingeniosa se dijo de tita, letra griega, que se escribe así: ʘ _ ʘ,
en que se ven pintados los limones con su redondez y pezón, con que se imitan esas
propias tetas.» [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col. 157). En el Tesoro de Covarrubias (Sebastián de Covarrubias Orozco) aparece en efecto la
etimología que Faría repite.Aut.), por oposición a los aciertos, postergados por la “libranza” o
“libramiento”, «la orden que se da por escrito para que el tesorero, administrador o
mayordomo pague alguna cantidad cierta de dinero» (Aut.). Ese pagaré
cobra un cariz incierto por oposición a los errores pagados «de contado»: en «dineros
contados» (Aut.). El verdadero acierto, consistente en no ponerse en
la tesitura de etimologizar, juega con un doble sentido de la libranza, que en
definitiva será «el acto de librar a otro de algún daño, riesgo o peligro» (Aut.).Origines verborum qui
tradunt —dice Juan Grial sobre Isidoro— periculosae tractant plenum opus
aleae
»Ad Etymologiarum
libros»: «Origines verborum qui tradunt, siue se intra
grammaticorum fines contineant, siue philosophandi studio latius euagentur, siue
utrumque (quod S. Isidorus fecit) sequantur; periculosae tractant plenum opus
aleae», (‘Los que hacen comercio de los orígenes de las palabras, ya se
contengan en los límites de la gramática, ya salgan de ellos y vayan a cazar en las
tierras de la filosofía, ya hagan ambas cosas, como Isidoro, son tratantes en una
mercancía peligrosa y llena de azares’). La cita se encuentra en la primera parte de
la edición regia de Isidoro, Diui Isidori Hispal. Episcopi opera
(Madriti: ex typographia regia, 1599), véase el prólogo a las Etimologías en Isidoro 1599a (f. ¶¶2r). Es posible que la metáfora comercial
del contado y la libranza provenga de estas líneas de Juan Grial.Aut.).Glosa de las Decretales in 6A : elect. BRoma quasi rodat manus
»B : Barbos ACollectanea doctorum tam veterum quam
recentiorum in ius pontificium universum, Tomus quartus […], Lugduni: sumptibus
Laurentii Durand, 1637, libro I, In proemium libri VI Decretalium,
título VI «De electione et electi potestate», cap. 17 «Fundamenta», § 17, p. 50. Espinosa Medrano ofrece dos remisiones marginales
sucesivas que concuerdan con este lugar del libro de Barbosa.
100. Riose del disparate aquel varón doctísimo, fray Juan de Quaestiones quodlibeticae et relectio theologica de Christi regno
ac dominio (Salamanticae: ex typographia Michaelis Serrani de Vargas, 1588), en
la quaestio a la que remite El Lunarejo, Alfonso de Mendoza explica,
en un claro sentido contrarreformista, el triple fundamento del pontificado. El
primero de los tres fundamentos es la potestad universal del apóstol Pedro, nombrado
pastor de la Iglesia por Cristo: «tu es Petrus et super hanc petram
aedificabo ecclesiam meam». Véase Vulgata, Mateo, cap. 16,
vers. 18, ‘tú eres Pedro y sobre esa piedra edificaré mi Iglesia’ (Vulgata 1975). Con la «gracia» que El Lunarejo encuentra en las etimologías,
aunque sin burla ni sorna, Alfonso de Mendoza glosa este versículo a partir de la
etimología del nombre Pedro, en lo que le parece casi un juego de palabras: «et quasi vocabulo ludens diceret “Tu es Petrus”, idest “Tu habes nomen
deductus a petra”». Véase Alfonso de Mendoza, Quaestiones
quodlibeticae, «quaestio quarta scholastica», § 1 (1588: 296).roedora de manos, y si dijera
roedora de queso, pensáramos que era de casta de ratones
»Los ocho libros de la primera parte
de la Monarchia Eclesiastica, Zaragoza: imprenta de Grabiel Dixar, 1576, lib.
I, cap. 17, § 2, col. 260.
101. Todo lo ingenioso de esta etimología consiste en que dice que teta es una letra, que lo parece por ser como una ʘ, en cuya mitad puesto un
punto representa el pezón en medio del pecho. Pero consultad a ClenardoA : Clenard. BInstitutiones absolutissimae in
linguam graecam (Parisiis: ex officina Thomae Brumennii, 1563), «Graecorum literae» (1563: f. 2r). De las tres grafías que da Clenardo para la
letra theta («thita»), El Lunarejo apunta dos de ellas en su nota marginal; la tercera
corresponde a la forma «larga y angosta» que rechaza.tita si es mayúscula y circular (porque
dejemos las minúsculas, que son largas y angostas, y sin la figura que em. : No tienen ABA : carracter B
O multum ante alias infoelix littera Theta. Isidoro, Etimologías, lib. I, cap. 3, 8: «Secunda Θ, quae mortem [significat]. Nam iudices eandem litteram Θ adponebant ad eorum nomina, quos supplicio afficiebant. Et dicitur Theta ἀπὸ τοῦ θανάτου, id est a morte. Vnde et habet per medium telum, id est mortis signum. De qua quidam: “O multum ante alias infelix littera theta”.» (Isidoro 1989). Véase también Isidoro 1599a (2). En la traducción de José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero: «La segunda, la Θ, que significa la muerte. En efecto, los jueces colocaban el signo Θ delante de los nombres de los condenados a muerte. Se la llamazeta[theta], por derivar dethanatos, esto es, muerte. De aquí también el que presente en la mitad una cuchillada, es decir, una señal de muerte. Alguien dijo de ella: “¡Oh, letra zeta, la más desdichada de todas!”» (Isidoro 2004: 271).
102. Así mismo en los padronos o matrículas de milicia, se usaba de las dos letras Tau
y Tita. Los soldados vivos denotábanse con la T o Tau, signo de vida, los que
habíanA : avia BΘ vero ad uniuscuiusque defuncti nomen apponebatur,
unde habet per medium telum, idest, mortis signum
»Etimologías, lib. I, cap. 24, 1: «In
breuiculis quoque, quibus militum nomina continebantur, propria nota erat apud
ueteres, qua inspiceretur quanti ex militibus superessent quanti que in bello
cecidissent. Τ Tau nota in capite uersiculi posita superstitem designabat; Θ Theta
uero ad uniuscuiusque defuncti nomen apponebatur. Vnde et habet per medium telum, id
est mortis signum. De qua Persius ait: “Et potis est nigrum uitio praefigere
theta.”» (Isidoro 1989). Véase también Isidoro 1599a (16). En la traducción de José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero:
«También en los registros en que nuestros antepasados escribían los nombres de los
soldados se utilizaban unas siglas particulares por las que se hacía el recuento de
cuántos eran los soldados supervivientes y cuántos los caídos en la lucha. Una T, tau,
delante del nombre indicaba que era un superviviente; una Θ, zeta [theta], en cambio,
era lo que se colocaba junto al nombre del caído. De ahí que esta letra presente en su
mitad una cuchillada, es decir, una señal de muerte. De ella dice Persio (4, 13): “Y
puedes una negra zeta anteponerle al vicio”» (Isidoro 2004: 271).
Et potis est nigrum vitio praefigere theta. Persius Persius saty. 4A: Persiu†BPersio, Sátiras, IV, v. 10: «et potis es nigrum vitio praefigere theta» (2004: 88). Véase la traducción en la nota anterior.
Y Marcial:
Nosti mortiferum quaestoris, Castrice, signum? Est operae pretium discere theta nouum. Martial. lib. 7 epigr. epigr. 36.A: epig.BMarcial, Epigramas, lib. VII, 37, v. 1-2 (Marcial 1990: 223): «¿Conoces, Cástrico, la señal mortífera del cuestor? / Merece la pena aprender la nueva señal de muerte» (traducción de A. Ramírez de Verger en Marcial 2001b: 25).
Mirad ahora qué diferencia hay de lanza a pezón, de línea a punto, de centro a
diámetro, pues toda esa distancia va del dicho de
A : figura Btheta>teta) que traía en su Tesoro Sebastián de Covarrubias: tales son los «desvaríos ajenos» que
el portugués aplaude.
103. Olvidábasenos lo mejor («si ya no fue misterioso el
olvido»
»Lusiadas, I, Tomo I,
Juicio del poema, § 24, col. 87, D [1639_lusiadas] (Faría 1639a:
I, col. 87). Espinosa Medrano se burla de Faría con un pastiche, repitiendo sus
palabras, después de dedicar sección y media del Apologético a
desacreditarle exponiendo sus errores y magnificándolos, como cuando le rebate
incluso «desvaríos » que le son «ajenos».B : en alçarle AA: soberano
BA : à pice BA : intelligencias BA : infallibilidad BA : coroboran BAsí pues en este poema —dice Faría por la
»Lusiada—
se ve tanto de esto, que me persuado a que Luis de Camões arrebatado todo de un
divino espíritu procuró imitar aquella admirable Escritura con esta. Y que, si se
puede decir de algún modo que hay alguna parecida a ella en esto, es esta solamente,
porque siendo tan suave y fácil de estilo, esa fácil y suave claridad contiene
profundo entendimiento, y para lo que esa profundidad nos hace difícil, apenas hay
lugar en este poema para embarazarnos el entendimiento, que en el mismo no hallemos
otros que nos le allanen, sembrados para eso con providencia más que
humanaLusiadas, I, Tomo
I, Juicio del poema, § 24, col. 88, D-E [1639_lusiadas] (Faría
1639a: I, col. 88). Una leve variante introduce El Lunarejo respecto al original,
que reza: «imitar a aquella admirable Escritura».B : qua AEste rarísimo poeta fue
singularmente
B :
singularmenʇe A [La errata del testimonio A consiste en la
inversión de la t.Lusiadas, I, Tomo I, Juicio del
poema, § 24, col. 88, C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 88).ad extra, como las demás personas, con el
concurso general también influye con el jumento al rebuzno, como con el poeta al soneto.
Si piensa que asiste ese espíritu porque él es el soberano piélago de las gracias y el
dador liberalísimo de los dones gratis datos y así reparte las artes,
habilidades y ciencias a quien y como es servido, también es cierto, pero de ninguna
singular excelencia como él quiere, pues también los sastres, carpinteros, bordadores y
otros artífices mecánicos son asistidos del
Et impleui eum spiritu Dei sapientia, intelligentia et scientia in omni opere ad excogitandum fabre quicquid fieri»fabre quicquid fieri poterit ex auro et argentoA: quidquid fabrefieriB
Quod gratiae donum consecuti sunt socii Beseleel? Donum peritiae aedificandi. Quaedam enim est industria texendi, alia colendi agros, alia medendi. Unaquaeque tamen harum donum Dei est, ad usum hominum concessum» (‘¿Qué don de la gracia han conseguido los compañeros de Beseleel? El don de la pericia en construir. Porque hay una destreza en el tejer, otra en cultivar los campos, otra en curar. Cada una de ellas sin embargo es un don de Dios, concedido para el provecho del hombre’). Véase por ejemplo el primero tomo de los
Spiritu Dei, per quem mechanica fiunt»
104. Ilustre y famosísimo poeta fue Ovidio Nasón, y por menor desatino que el de
Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez y Pelayo, libro III,
§ 5 (2003: 440-447).Dicebant non aliter esse corpus Christi in pane altaris quam in
alio pane et in
»A : ln BA : Cesar. Heisterb. BDialogus miraculorum, «distinctio quinta de daemonibus», cap. 22 «De haereticis
Parisiis exustis» (1851: 304).A : yera B
en lo misterioso que se encierra en toda esa perfección»
105. ¡Oh ignorancia atrevida, que osaste a equiparar con los sagrados oráculos lo mismo que asemejaste a las profanidades gentílicas! Son las
Quae societas luci ad tenebras? Quae autem conventio Christi ad Belial? Qui autem consensus templo Dei cum idolis?»
106. Por aquellas ranas de Egipto, plaga inmunda de la gitanaQui iustius comparantur foeditati ranarum quam poetae
perstrepentes in theatris ridicula figmenta fabularum?
»A : † BDe sancta trinitate et operibus eius, lib. 10, In
Exodum (1972: 623). Véanse, para la remisión marginal de Espinosa Medrano, los Ruperti abbatis tuitiensis theologi libri XLII (Lovanii: expensis
viudae Arnoldi Birckmanni, 1551), Ruperto de Deutz 1551 (f. 115v).
Bach. Quos cantus, obsecro? Cha. Ranarum, velut olorum. Aristophanes in Ranis Aristófanes, Las ranas(Ranae), versión latina de Nicodemus Frischlin (Nicodemi Frischlini), acto I, escena IV. VéaseNicodemi Frischlini Aristophanes Veteris Comoediæ Princeps, Francoforti ad Moenum: excudebat Ioannes Spies, 1586 (f. 245r).
Y apenas la mohosa barca esgrimió el remo en las perezosas ondas del lago Estigio,
cuando comenzó a saludarle el disonante número de ruiseñores de cuatro pies en verso y
números poéticosFábula de Polifemo y Galatea (OC255.381, véase Blanco 2010: 211); los ruiseñores tienen cuatro pies porque
cuatro pies tienen las ranas, pies que a su vez corresponden en un doble sentido a los
«números del verso».
Aquae paludosa stirps, laudum modos consonos dicamus hic concentibus canoris, etc. Aristófanes, Las ranas(Ranae), versión latina de Nicodemus Frischlin (Nicodemi Frischlini), acto I, escena V (1586: f. 245r).
107. Y ciertamente que aunque a los mejores poetas del orbe en el cieno de la profanidad y erudición mundana los admiremos cisnes, otra cosa son al viso de la verdad y al desengaño de las
108. Todavía le admitimos a
si se puede decir»
si se puede decir» no pudiese haberle servido de hipérbole.
109. En fin, en todas materias yerra nuestro Diccionario de
Autoridades, significa «usar de algún artificio o cautela para defraudar a otro
de alguna cosa» (Aut.).
Confiteorque tulit, nec enim benefacta maligne detrectare meum est… Ovid. lib. 13 Meta. Ovidio, Metamorfosis, libro 13, v. 270-271 (1981: 307): «Admito que se armó, pues no me gusta denigrar los méritos ajenos». El Lunarejo toma prestados versos de Ulises en su contienda con Áyax, una disputa dialéctica en la que están en juego las armas de Aquiles y en la que vencerá el de Ítaca.
110. En lo que
carmini est parva gratia, nisi eloquentiae»eloquentiae sit summa: historia quoquo modo scripta delectatB: eloquentiaA
Sunt enim homines natura. Esta es la razón que aquel gran juicio da de que historia cualquiera agrade y no regale poesía cualquiera. Más fácil juzgó la senda para la fama en quien camina por el llano delnatura curiosi —prosigue Plinio— et qualibet nuda rerum cognitione capiuntur, ut qui sermunculis etiam fabellisque ducantur»A: naturâBPlinio Cecilio Segundo (Plinio el Menor), Epistulae, lib. 5, ep. 8, párrafo 4 (1958: 155): «En efecto, los hombres son curiosos por naturaleza, y se dejan seducir, por simple que sea el relato de los hechos, de tal modo que son atraídos con los comentarios y las anécdotas más irrelevantes.» (trad. de Julián González Fernández en Plinio Cecilio Segundo 2005: 165-166). Cabe señalar que la epístola discurre en los párrafos siguientes por el camino que separa la oratoria y la historia: ambas narran, pero con estilos diferentes, siendo el de la historia más llano y dulce que el de la oratoria.
111. Del mesmo sentir fue Alciato, que reconoció en la historia tan de suyo el agrado y
tan nativo el ganarse al lector para su aplauso, que dice no ha menester atavíos el
estilo historial, pues aun el desaliñado aplace, y cualque mediocre narración es
gustosa: «Tantum ex se iucunda est lectorisque gratiam
aucupatur, ut quoquo modo scripta sit, lectio eius plurimum delectet»
. Nace esta majestad en la historia del mismo
objeto y ministran las materias todo el hechizo de las atenciones. Bueno es A : advers. BA : Tac. BAndreas
Alciatus Iuriscon. Galeacio vicecomiti V. C. et Eq. S. P. D.»: «Adde quod etiam tantum ex se iucunda est, lectorisque gratiam sic aucupatur, ut
quoquo modo scripta sit, lectio eius plurimum delectet» (Tácito 1544: f. T1r). La epístola en cuestión constituye el prólogo a las anotaciones de
Alciato sobre los Anales de Cornelio Tácito. Espinosa Medrano
citaba ya el mismo folio en la sección V, § 42, véase supra. En la
remisión marginal, El Lunarejo recoge el título corriente de «Annotationes» que
puede leerse en el f. T2r y que aparece también mencionado en la portada (Tácito 1544: f. aa1r).Lusiadas, y
Afonso de Alburquerque, gobernador de la India lusitana. Espinosa Medrano hace un
elogio de la historia portuguesa con implicaciones polémicas en lo que se refiere a
Faría y a Camões. Para denigrar al Faría poeta así como al Faría crítico, Espinosa
Medrano alaba su talento de historiador, pero a renglón seguido afirma que la historia
portuguesa es materia lo bastante noble como para agradar en «cualquier pluma». Luego
ancla en el pasado la gloria lusitana, acontecida «en mejores tiempos que este», y
dice de los héroes mencionados que «tejer pueden historia que en cualquier estilo
asombre y en cualquier trompa retumbe». Cabe recordar, como se ve en la sección IX del
Apologético, que los Alfonsos, Manueles, Gamas y Albuquerques que
encarnan la historia portuguesa son personajes de las Lusiadas y del
comentario de Faría. Decir que tal historia es válida para «cualquier pluma» supone
rebajar al historiador Faría, pero mucho más grave es sugerir que dicha historia
también es válida para «cualquier trompa», sabiendo que la trompa es el instrumento
del poeta épico, y por ende el de Camões. Sin embargo, aunque sus connotaciones sean
claras, la palabra trompa es un hapax en el Apologético, y cuando en
la sección XI el párrafo 114 separa la épica de la lírica, los intrumentos aducidos
para la primera son la trompeta y el clarín. Así, lo que sugiere Espinosa Medrano con
intención polémica y pies de plomo, es que la historia portuguesa se escribe sola,
tanto en prosa como en verso, tanto en la pluma de Faría como en la trompa de
Camões.B : Poeitca A [Enmienda consignada en la fe de erratas.
Corrección manuscrita en el testimonio A: Poetica.Diccionario de Autoridades, es «ave doméstica muy semejante al cisne, aunque
algo menor y de color pardo, lo mismo que ganso o pato», mientras que lo “palustre” es
«lo propio de la laguna» (Aut.). Góngora, al contrario, es el cisne
del Betis, el cisne cordobés. La animalización es glosa de la que Góngora desarrolla
en el soneto contra sus detractores, contra «Lope de Vega y sus secuaces», llamándolos
«patos de la aguachirle castellana» y «palustres aves», al tiempo que les exige
veneración hacia «los cisnes» (OC463, citas en v. 1, 13 y 9, respectivamente).
Recordemos que El Lunarejo lee el soneto en el Segundo tomo de las Obras
de Don Luis de Gongora comentadas por Salcedo Coronel, numerado como soneto 144
(Salcedo Coronel 1644: 632), y así lo cita en la sección VII, § 57.B : conocio A [Enmienda consignada en la fe de
erratas. En el testimonio A, en el margen: concedio.
112. El comento de Camões (con ser que allí abrió todo el almacén de sus estudios),
prescindiendo las sofisterías, palillosAut.). Puede significar también «los primeros principios o reglas
menudas de las artes y ciencias» (Aut.). En el primer caso, El
Lunarejo aludiría a las críticas de Góngora, juzgándolas insustanciales; en el
segundo, a los comentarios de Camões, juzgándolos superficiales y rudimentarios, lo
cual recuerda el inicio del § 18, en la sección IV: «De estos principios pues, mal
entendidos y peor aplicados, infiere Faría su pésimo discurso».Aut.): críticas repetitivas y estúpidas son por tanto las
de Faría hacia los poetas enumerados en la sección IX, § 77, y de hecho repetidos en
el § 113.judicioso docto
»Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 46, col. 72 B, [1639_lusiadas]
(Faría 1639a: II, col. 72).Aquí no solamente se descubren y deleitan las galas de
la poesía —habla de la de Camões—, sino se ejecutan y aprovechan los aciertos de la
historia con tal conocimiento de sus veras, que parece que aun lo que toca de paso es
su principal intento
»A : Co-Comentar BLusiadas por Manuel de Faría y Sousa:
«Por el ordinario y por los señores del Real consejo, vio este libro don Tomás Tamayo
de Vargas, coronista mayor de su majestad en Castilla y en las Indias, y ministro en
el Consejo de órdenes y en el de la Santa Inquisición», dada en Madrid el 18 de julio
de 1637) [1639_lusiadas] (Faría 1639a: f. †2r).B : om. A [Enmienda consignada en la fe de erratas. En
el testimonio A la omisión está indicada con un subrayado manuscrito.
113. Mucho más que su locuencia había menester Non
invenuste solet dicere aliud esse eloquentiam, aliud loquentiam
»Epistulae, lib. 5, ep. 20,
párrafo 5: «itaque Iulius Candidus non invenuste solet dicere aliud esse
eloquentiam, aliud loquentiam.» (1958: 169). En la traducción de Julián
González Fernández: «Por ello Julio Cándido solía decir no sin gracia que una cosa era
la elocuencia y otra la locuacidad»; en nota se aclara que «Tiberio Julio Cándido
Mario Celso fue consul sufecto el 86 y cónsul ordinario el 105» (Plinio Cecilio
Segundo 2005: 265). No puede descartarse sin embargo que Espinosa Medrano, jugando con
las palabras, tache Faría de ‘loco hablador’ con la alusión a su «locuencia».Carmini est parva gratia, nisi eloquentia
sit summa, historia quoquo modo scripta delectat
»supra, Plinio Cecilio Segundo (Plinio el Menor:
Plinius Junior), Epistulae, lib. 5, ep. 8, párrafo 4 (1958: 155): «y
a la poesía se le concede poco favor, a no ser que se elev[e] a las más altas cotas de
la elocuencia, pero la historia, de cualquier modo que se escriba, causa placer al
lector» (trad. Julián González Fernández en Plinio Cecilio Segundo 2005: 265).Diccionario de Autoridades, las frialdades son «el
temperamento frío y húmedo de algún país o sitio» y por extensión «la enfermedad que
se contrae por habitar en parajes húmedos y fríos», pero «significa también necedad,
dicho o despropósito sin gracia ni viveza, que deja frío al que lo oye» (Aut.). Jugando con el doble sentido, Espinosa Medrano representa a Faría
sobrepasando los límites de su talento para entrar en un locus
poético compuesto en que se mezcla el Parnaso, el monte de los poetas, con las aguas
de la fuente de Aganipe, que inspiran a estos. Este lugar de la poesía, aun siendo
«aquella amenidad» como le corresponde por tradición, es un locus
horridus para el intruso, todo «espesuras» y «aguas», lo cual le provoca a
Faría los vómitos de frialdades que El Lunarejo copia a continuación. Este doble
sentido de la “frialdad” y del locus poético, ameno para el poeta y
hórrido para el intruso, lo prolonga el doble sentido de “sabandija”, pues como tal
entra Faría a las aguas de Aganipe: según el Diccionario de
Autoridades, la “sabandija” es «animalillo imperfecto de los que se crían de la
putrefacción y humedad de la tierra» y «por translación significa la persona pequeña o
despreciable por su forma, acciones o estado».mero
prosista
»Fuente de Aganipe,
Parte segunda, «Prólogo y discurso sobre los géneros de composiciones de que consta
esta segunda parte de las siete de nuestras rimas», § 8 (1644: f. []8r). Véase
1644_aganipe.Fuente de Aganipe,
Parte segunda, «Prólogo y discurso sobre los géneros de composiciones de que consta
esta segunda parte de las siete de nuestras rimas», § 4 sobre las octavas: «El
licenciado Joseph de Valdivieso tiene gran copia, que si bien no son muy poéticas, son
limpias y tiernas y propias para el asunto piadoso. Libro es que si su autor le
hubiera mondado, a lo menos en la cuarta parte, mereciera las manos de los ingenios mondados, cual no era el suyo
, como los más de
esta vanísima edad» (1644: f. []7r). Véase 1644_aganipe.Lusiadas, II,
Tomo IV, Canto X, est. 3, col. 299, E [1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (IV), col.
299): «Bonísimo está el “finísima” en el Boyardo, que aunque fue
gran hablador y mero romancista
, tiene lances de gentil ingenio, y que
merece gran veneración, por ser el primero que escribió en aquel género con desahogo y
muchos aciertos, que no se le pueden negar».duro
»Fuente de Aganipe, Parte segunda, «Prólogo y
discurso sobre los géneros de composiciones de que consta esta segunda parte de las
siete de nuestras rimas», § 9: «ingenio grande, mas duro» (1644: f. []8r). Véase
1644_aganipe.Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 B,
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 135): «don Luis es el
Mahoma de la poesía
».Fuente de Aganipe, Parte segunda, poema IV, «Tamiras y las
Musas», «Advertencias y discurso acerca del género de los números esdrújulos
antecedentes», § 3: «Jorge de Montemayor en su Diana fue el primero
que los escribió en España, si bien con poca felicidad, aunque felicidad es el empezar
alguna cosa adonde nadie osó empezarla» (1644: f. 63r).Fuente de Aganipe, Parte segunda,
poema V, «Gelia y Flaminio», «Advertencias sobre esta Fábula de Gelia y Flaminio», §
4: «arrogancia de que supo (con no saber mucho, no siendo poco
arrogante)
huir el Marino, intitulando “Lira suya”, y no de Apolo, a uno de
sus tomos de Rimas» (1644: f. 84r).desnudo
de erudición
»Lusiadas, I, Tomo I, Juicio del poema, § 24, col. 88, A
[1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 88).Lusiadas, II, Tomo III, Canto VIII, est. 47, col. 489, E
[1639_lusiadas] (Faría 1639b: II (III), col. 489): «Mírese como lo llamaría al gran Torcuato, que es el coco de los abobados en un estilo cultísimo,
casi desnudo de este artificio
.». Según el Diccionario de
Autoridades, el coco es «cierto gusanillo o especie de polilla que se cria o
introduce en las semillas y frutas y las daña de manera que no pueden servir».A :
Rodondillero Bsupra sección I, § 2, y Manuel de Faría, § IV, así como Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo I, Vida del poeta, § 24, col. 48,
C [1639_lusiadas] (Faría 1639a: I, col. 48): «Lope de Vega muchas cosas escribió con
felicidad en versos mayores, pero nadie dudará de que en las redondillas se aventajó
mucho y que es el que las enseñó a escribir en Castilla, imitando el aire de las de
nuestro poeta». El displicente término de «redondillero» no aparece bajo la pluma de
Faría y es maldad de Espinosa Medrano para desacreditar a su oponente.
«Finalmente cada uno se tenga su alma en su palma, pero no haga comparación deGóngora conLuis de Camões , porque los estilos y asuntos a que cada uno se dio no lo sufren. Y es la razón por que yerranlos que le llaman Homero a Góngora, y por que no errarán en llamarHomero yVirgilio aCamões , yMarcial aGóngora en las burlas. Y si susSilvas yPolifemo yPanegírico agradan, llámenleEstacio , con que también agrada a muchos, ni yo pretendo que desagraden. Pretendo sólo reírme de todos aquellos que pretendieren medir con una misma vara a los dos en esto que se llama espíritu poético científico, ejecutado en obras artificiosas y profundas, con principio, medio y fin. Porque comparar aGóngora conCamões en esto es como contender Aracne con Palas, Marsias con Apolo y la mosca con el águila. Esto digo yo de los que acertaron a leer enteramente estos dos autores, que de los que dicen queGóngora es mejor que elCamões , no solo sin haber entendido alCamões , sino ni leídole (de que hay muchos), aun después de muerto espero reírme.»Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 D – 136 A, [1639_lusiadas] (Faría 1639a: II, col. 135-136). En tres puntos se aleja Espinosa Medrano levemente del original, que reza: «erraránllamandoHomero y Virgilio a Camões», «llámenle Estacio,que escribió Silvas y Lucos» y «la Mosca conlaÁguila».
114. También en este punto habla apasionado
Et Pyrrus an Caphias vel Phyton melior musicus videretur interrogatus, Poliperconta meliorem ducem respondisse fertur» (Romae: Mazochius, 1522: f. LXXVIv). La cita es una paráfrasis de un fragmento de la «vida de Pirro» en las
No se haga comparación de Góngora con Luis de Camões, porque los estilos y asuntos a que cada uno se dio no lo sufren»
115. Dice también que yerranA :
verran BItaque minime mirari
oportet, si Aelius Verus Imperator solitus est singulari affectu prosequi lepores
atque iocos poetae Martialis suumque Virgilium vocare
»B : v†care AVita Martialis. La Vita Martialis
de Pietro Crinito aparece en su De poetis latinis, opúsculo que se
publicó muchas veces unido a su obra más leída, el De honesta
disciplina, a partir de la edición conjunta de 1508 (Paris: ex aedibus Josse
Bade). La cita de El Lunarejo se encuentra en De poetis latinis,
lib. IV, 69 («M. Valerius Martialis»): véase Crinito, 1508 (f. Eiir). Por otra parte,
Según el inventario de su biblioteca, Espinosa Medrano tenía un «Martial con Radero»
(Guibovich 1992: 22). La primera edición los M. Valerii Martialis
Epigrammaton Libri Omnes del jesuita Matthaeus Raderus (Ingolstadii: ex
typographeio Adami Sartorii, 1602) no recoge la Vita Martialis de Crinito: «Scripserunt eandem Martialis vitam: Calderinus, Sipontinus, Georgius
Alexandrinus, Petrus Crinitus et alii hos secuti. Nos ex ipso Martiale Martialem
voluimos depingere» (Marcial 1602: 4). Sin embargo, la biografía de Crinito se
encuentra en la segunda edición (Antuerpiae: ex oficina Martini Nutii, ad insigne
duarum Ciconiarum, 1604). Véase por tanto la M. Val. Martialis Vita ex
Petro Crinito en Marcial 1604 (13).quae sunt eadem uni tertio”» (sección X, § 104), en
realidad «quae sunt eadem uni tertio sunt eadem inter se». Como
queda patente en la argumentación de este párrafo, dos equivalentes equivaldrán
también a cualquier otro equivalente a uno de ellos.
116. Aquí es menester reconvenir con sus palabras a era invencible en las burlas, porque esas no constaban de
ciencia, sino de ingenio y genio para ellas
»supra, Manuel de Faría § VII y también Manuel de Faría Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 135 C, [1639_lusiadas]
(Faría 1639a: II, col. 135).
Relata sunt a C. Plinio permulta de ingenio et eruditione Val. Martialis»
Tantum concessit ipsius ingenio atque doctrinae, ut viuenti adhuc illi imaginem more veterum in sua bibliotheca posuerit»
117. Añade que no iguala Góngora al Camões en obras científicas y profundas, que tienen
principio, medio y finsupra, Manuel de
Faría § IX: «Pretendo sólo reírme de todos aquellos que pretendieren medir con una
misma vara a los dos en esto que se llama espíritu poético científico, ejecutado en
obras artificiosas y profundas, con principio, medio y fin» (Faría 1639a: II, col.
135-136). Sobre este tema de la trama de los poemas gongorinos discurría ya el
apartado Manuel de Faría § VIII y el inicio de la sección IX del Apologético (§ 68-75).Apologético, el de la falta de una traza con
principio, medio y fin en los poemas gongorinos. No entra tampoco a discutir el
«espíritu poético científico», puesto que ya el «alma poética» de Faría ha sido
rebatida en la sección II.
118. Vemos que puede responder si se puede
decir de algún modo que hay alguna parecida a ella en esto es esta solamente».
Véase supra y Manuel de Faría, Lusiadas, I, Tomo
I, Juicio del poema, § 24, col. 88, E [1639_lusiadas] (Faría 1639a:
I, col. 88). Ahora, sin embargo, el ataque pinta a Faría utilizando la analogía
proporcional («la proporcionalidad y la analogía del “en su tanto”») de la que hablaba
El Lunarejo en el párrafo 114, el primero de esta sección XI, diciendo que Faría
debería haberla usado en lugar de comparar directamente a Camões con Góngora. Es la
analogía proporcional aquella que establece comparación entre especies distintas:
Marcial en las burlas no es menor que Camões en la épica, tal es la única respuesta
posible a la pregunta que cierra el párrafo 117 («si las obras de Marcial tienen
principio, medio y fin, porque si no los tienen, y con todo son de igual estimación
que la de Camões, ¿por qué no lo serán las de Góngora, ya que a Faría le plugo
equipararle con Marcial?»). Así acaba pues el argumento: donde Faría debería utilizar
la «analogía del “en su tanto”» no la utiliza y donde no debería introducir su «de
algún modo» lo introduce con un «si se puede decir» por añadidura. El Lunarejo traza
así la figura de un pésimo gramático con los rasgos de Manuel de Faría.supra Manuel de Faría § IX y también Lusiadas, I, Tomo II, Canto III, estancia 94, col. 136 A, [1639_lusiadas]
(Faría 1639a: II, col. 136): «Porque comparar a Góngora con Camões en esto es como
contender Aracne con Palas, Marsias con Apolo y la mosca con el águila». Al Lunarejo
le parece niñería la serie de comparaciones hiperbólicas entre tres aspirantes y tres
modelos, que representarían al Góngora aspirante y al poeta Camões. Aracne pretendía
tejer mejor que Palas y esta la transformó en araña (Grimal 1999: 43); Marsias
pretendía tocar mejor la flauta que Apolo y recibió duro castigo (Grimal 1999:
277-278) y la mosca que pretende volar como el águila es alimento de la rapaz.A : respueta B
119. Concluye
En el cuadro de un jardín de un gran señor castellano estaba un César romano de mármol, medalla en fín. Mirándole un paje un día le dijo: “César, albricias, si ver el laurel codicias de la antigua Monarquía, que hoy el cielo decretó vuelvas a reinar en Roma.” Mira si placer se toma, pues la estatua se rio y estuvo así muchos días, hasta que el paje volviendo le dijo: “¿Qué estás riendo con esperanzas tan frías? Que Octavio es rey, César fiero.” Y el mármol como le oyó, dicen que a poner volvió la boca como primero. Lope de Vega p. 11 Comedia Principe perfeto. Lope de Vega, Onzena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio(en Madrid: por la viuda de Alonso Martín de Balboa, a costa de Alonso Pérez, mercader de libros, 1618),El príncipe perfeto, acto primero (1618: 126v).
120. Así se reirá nuestro muertoA : objectiones Bcaeterum ad haec quae obiecistis, numera an binis verbis
respondeam
»A : Apuleus BA : Apologa BApologia, párrafo 103 (1972: 114): «Por otra parte, comprueba si respondo en
dos palabras a cada uno de los cargos que has presentado contra mí.» (trad. Santiago
Segura Munguía en Apuleyo 1980: 223).Apologético, supra. em. : continuos ABB : Parece A [Enmienda consignada en la fe de
erratas.Apologético.Apología de Apuleyo. En la
traducción de Santiago Segura Munguía, a continuación de la cita recién transcrita,
leemos: «“Haces brillar tus dientes”: excusa mi limpieza. “Te miras en los espejos”:
un filósofo debe hacerlo. “Haces versos”: está permitido componerlos. “Examinas los
peces”: Aristóteles lo enseña. “Consagras una estatuilla de madera”: Platón lo
aconseja. “Tomas esposa”: lo mandan las leyes. “Tiene más edad que tú”: suele suceder.
“Has perseguido un lucro”: toma el contrato sobre la dote, recuerda el acta de
donación, lee el testamento.» (Apuleyo 1980: 223-224). Apuleyo resume su respuesta a
ocho cargos, que El Lunarejo amplia hasta cubrir una nómina de once. La imitación y
amplificatio es patente también en las cláusulas finales, que
aumentan a cinco la triple respuesta final del original al último cargo rebatido.
Sobre la relación del Apologético con la tradición de la «apología»
véase la introducción.
121. Cese aquí la pluma, cese ya el celo de sacudir calumnias, de persuadir
escarmientos. Sépase la mordacidad que la serpiente fue célebre símbolo de la ciencia,
quizá porque aunque la erudición yace simplemente enroscada entre las flores de su
inocencia, tal vez, pisada de grosero pie, fue áspid que espeluce las escamas, que muña
el silbo, que vibre la lengua, que clave los colmillos y torne los antídotos en
venenoslatet anguis in herba» de Virgilio, Bucólicas, égloga 3, v. 93 (Virgilio 1894: 18): ‘la sierpe se esconde entre la
hierba’. El topos es frecuente en Góngora, que suele comparar a Amor con el áspid que
se oculta entre las flores, como en el soneto «La dulce boca que a gustar convida»:
«Amor está, de su veneno armado, / cual entre flor y flor sierpe escondida» (OC41.7-8). Aquí, Espinosa Medrano recuerda un pasaje de la Soledad segunda, v. 314-327: «Estimando seguía el peregrino, / al venerable
isleño, / de muchos pocos numeroso dueño, / cuando los suyos enfrenó de un pino / el
pie villano, que groseramente / los cristales pisaba de una fuente. / Ella, pues,
sierpe, y sierpe al fin pisada / (aljófar vomitando fugitivo / en lugar de veneno), /
torcida esconde, ya que no enroscada, / las flores que de un parto dio, lascivo, /
aura fecunda al matizado seno / del huerto, en cuyos troncos se desata / de las
escamas que vistió, de plata.» (OC264C.314-327). En las líneas de El Lunarejo, el «grosero pie» responde al
«pie villano, que groseramente / los cristales pisaba de una fuente»: sierpe «ya no
enroscada» entre las flores de la Soledad segunda, pero sí
«enroscada entre las flores de su inocencia» en el Apologético,
hasta que, invirtiendo el ataque de la sierpe gongorina (que «en lugar de» veneno echa
agua), aquí «torn[a] los antídotos en venenos».supra, obelar es señalar
errores.A : astechar BA : neustra BApologético haciendo alarde de modestia
frente a la envidia que achaca a Faría desde la sección I. La modestia de Espinosa
Medrano oculta un último ataque a Faría, cuando afirma que sólo por justa venganza se
alza contra el portugués. Y es que la consigna del crítico modesto es que ningún
ingenio merece ataques, pero Góngora los merece menos aún que Faría. En el momento
pues de declarar la paz («cese ya el celo de sacudir calumnias»), el peruano le da la
puntilla al defensor de Camões.em. : arresgando
ABIlliberale facinus —dice bien Escalígero— propter nescio quas
»A : hamanitus BA : Put.
BA : Hagen BA : essos BHoc solent facere arguti
homunciones, qui in huiusmodi acanthologias totam aetatem contriuerunt
»Catulli, Tibulli, Propertii noua editio. Josephus Scaliger
Julii Caesaris Filius recensuit. In eosdem Castigationum liber. Ad Claudium Puteanum
consiliarium regium in suprema curia Parisiensi (Paris: apud Mamert Patisson in
officina Robert Estienne 1577), epístola dedicatoria «Cl. Puteano
consiliario regio in suprema curia Parisiensi Iosephus Scaliger Iul. Caesaris F. S.
P. D.» (Scaliger 1577: f. a5v): «Illiberale enim facinus propter
nescio quas verborum quisquilias aut propter errorem aliquem qui humanitus
contigerit, tantorum hominum eruditionem, atque adeo totum nomen et famam in
periculum vocare. Hoc solent facere stolide arguti homunciones, qui in huiusmodi
ἀκανθολόγιαις totam aetatem contriverunt», (‘Considero poco generoso delito,
por no sé qué naderías de palabras o por algún error que es inevitable en los seres
humanos, poner en entredicho la erudición de hombres tan grandes, y hasta su buen
nombre y fama. Esto suelen hacerlo estúpidamente unos hombrecillos demasiado agudos,
que han gastado todo su tiempo en semejantes gramatiquerías’). En la cita, la palabra
griega ἀκανθολόγια está formada sobre ἀκανθεών, “arbusto espinoso”: quiere por tanto
decir “que trata en espinas” y se aplica satíricamente al gramático. En su biblioteca,
El Lunarejo contaba con un «Propercio, Catulo y Tíbulo por Escalígero» (Guibovich
1992: 27), que corresponde a la exitosa edición de Joseph Scaliger cuya príncipe
consultamos aquí.A : de BQuis ferat rhamnos illos humi repentes —dice
Matías Hauzeur— et solis spinis ac aculeis satyricis gloriosos supra cedros Libani
regnare praesumentes?
»B : Math AA :
Aug. BEpitome totius augustissimae doctrinae B. Augustini episcopi
(Parisiis: apud Michaelem Soly, Matthaeum Guillemot, Georgium Iosse et Petrum
Guillemot, 1646), tomo primero, «Praefatio ad lectores» (Agustín de
Hipona 1646: f. ¶1r). Con el título de Epitome que El Lunarejo anota
en su remisión, el compendio de obras de San Agustín por Mathias Hauzeur (Verviers,
Bélgica, 1589 – Lieja, 1676) sólo puede corresponder a la edición en dos tomos de
1646.
122. A todos había de intimarse aquella célebre sentencia de Apolo que promulgó el
discretísimo Trajano Boccalini y con elegancia tradujo el otro más florido Sousa y
cortesanoA : Cortezano Bgratulari, que aquí
significa “agradecer”. Por ser riguroso en sus censuras, el crítico de Boccalini
recibe la condena de limpiar un trigal de las flores de neguilla que crecen en los
sembrados, para luego venderlas si encuentra comprador o regalarlas si encuentra quien
agradezca tan inútil obsequio.Que si las inmundicias que algunos sacaban de las
cosas
»A : cofas BA : amarguas BA : agones BB : Traja. AA : Regual. BA : om. BDiscursos políticos y avisos del Parnasso, traducción de Fernando
Peres de Sousa (Madrid: por Maria de Quiñones, a costa de Pedro Coello, 1634), aviso
39, «Refuta Apolo una censura que le presentó un crítico hecho sobre un poema de un
lucido sujeto italiano» (1634: f. 105v-107r). La cita se encuentra en los folios
106v-107r y respecto a la lección que da Espinosa Medrano presenta la variante
siguiente: «y amontonó y guardó inútil e imprudentemente las espinas». En las
ediciones posteriores de la traducción de Peres de Sousa el aviso 39 cambia de
contenido y en la edición de 1653, aparece como el centésimo de la primera centuria.
Véanse las ediciones de Huesca, por Juan Francisco Larumbe, 1640 (f. 70v-71v) y de
Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1653 (1653, I: 64v-67v y 1653, II: f. 75r-76r,
cf. I: f. 176v-177r). En su remisión marginal, El Lunarejo menciona estos Discursos por el título a la italiana con el que se conocían, los Raguallos,
titulados por Boccalini Ragguagli di Parnaso. En su Agudeza y arte de ingenio, Gracián alude al menos en dos ocasiones a este
título: «Ingeniosos son los Raguallos del Boquelino» (Gracián 1648: 318) y «Trajano Bocalino en sus críticos Raguallos del Parnaso» (344).A : sensuras B
123. Esto debiera hacer nuestro Apologético de las posiciones teológicas de Espinosa Medrano, más allá
de su declarado tomismo. En las coordenadas cuzqueñas y universitarias que son las
suyas, esta pulla puede entrar dentro de la guerra abierta entre los jesuitas y el
clero seglar, al que pertenece El Lunarejo, apoyado por los dominicos. Sobre este
conflicto teológico y administrativo, véase Rodríguez Garrido (1997) y Pedro Guibovich
(2006). No queda sin embargo aclarado cuáles son los teólogos que merecen tan amargo
sermón por parte de El Lunarejo, aparte de la posibilidad de que sean jesuitas. Sea
como fuere Espinosa Medrano se construye una posición moderada, hecha de erudición y
modestia, que le permite juzgar a Faría, pero sobre todo superar a los «teólogos
modernos». La reaparición del hipérbaton en estas líneas, así como la asimilación de
estos teólogos con Faría y en definitiva con el antigongorismo, indica que El Lunarejo
puede estar criticando a algún teólogo que lo hubiera atacado a él o a sus sermones,
en los que aspiraba a igualar a Paravicino para convertirse en nuevo «Góngora de los
declamadores» (sección VIII, § 61-63). Con estas palabras, Espinosa Medrano le da por
tanto sentido al anuncio hecho en los preliminares hasta cuatro veces, y en su
dedicatoria a Luis Méndez de Haro: «Si al duque, mi señor y mecenas de este papel, no
desagradare esta ofrenda humilde, tenme por animado a mayores empresas. Ocios son
estos que me permiten estudios más severos». El Apologético permite
al Lunarejo vestir la túnica del juez de teología y erudición, calificándolo para
estudios de más enjundia.
124. Viva pues el culto y floridísimo Góngora, viva a pesar de las envidias, «rumpantur et ilia Codro
»Bucólicas, 7, v. 26: «invidia rumpantur ut ilia
Codro» (1992a: 80): «hasta que revienten de envidia las entrañas de Codro»
(trad. Tomás de la Ascensión Recio García en Virgilio 1990: 202). La cláusula viene en
un parlamento del poeta Tirsis, que dice: «Pastores, adornad con hiedra al novel
poeta, Arcades, hasta que revienten de envidia las entrañas de Codro; o si le alabare
más de lo justo, ceñidle de bácara la frente, no sea que su lengua maldiciente [la de
Codro] dañe al futuro vate.» (Virgilio 1990: 202).Aquel que fue cisne, fue águila, fue
fénix en lo canoro, en lo agudo y en lo estremado
»Agudeza y arte de ingenio, discurso III (Gracián
1648: 11).fue
este culto poeta cisne en los concentos, águila en los conceptos y en toda especie de
agudeza eminente
»Agudeza y arte de
ingenio, discurso V (Gracián 1648: 26).Tomé los ejemplos de la lengua en que los
hallé, que si la latina blasona al relevante Floro, también la italiana al valiente
Tasso, la española al culto Góngora, y la portuguesa al afectuoso Camões
»Agudeza y arte de ingenio, «Al lector» (Gracián
1648: f. []4r).Ut sic meruit totius
»B : Villalpad. lib. AEpitomes
delictorum in quibus aperta vel oculta invocatio daemonis intervenit libri IV
(Hispali: apud Ildephonsum Rodriguez Gamarra et Franciscum de Lira typographos, 1618),
libro I «In magiam diuinatricem», cap. 7: «ut sic
merito totius encyclopediae laude unus nostro aeuo clarissimus conciuis, et amicus
noster D. Ludouic. de Gongora» (1618: f. 14r).
Boetis oliuiferi Gongora primus honor. Nicol. Albiz elog. ad com. Christophori Salaçarii Nicolás de Albiz , enCristóbal de Salazar Mardones ,Ilustración y defensa de la Fábula de Píramo y Tisbe , «Epigramas latinos de algunos ilustres ingenios de esta Corte, en alabanza del comentador de esta Fábula», «Del Contador Nicolas de Aluiz», v. 4. (1636: f. §6v). El «com. Christophori Salaçarii» al que remite Espinosa Medrano es pues otra de las piezas fundamentales de la polémica gongorina que conoce y maneja, laIlustración y defensa deCristóbal de Salazar Mardones . 1636_ilustracion.
Pero son breve esfera los andaluces términos que opulentamente bañan sus espumasCui allusit
»em. : allussit ABA : Anto. BMethodica delineatio de metu (Madridii: ex typographia
Francisci Martinez, 1634), lib. 2, cap. IV, § 15 (1634: 108). Es muy probable que la
cita provenga de Cui allusit alter Pyndarus, Crysis pater, Cordubae decus et
ornamentum totiusque, Hesperiae orbisque, portentum D. Ludouicus a Gongora”»
(1636: f. 88r). 1636_ilustracion.
Salve tú, divino poeta, espíritu bizarro, cisne dulcísimo. Vive a pesar de la
emulación, pues duras a despecho de la mortalidad. Coronen el sagrado mármol de tus
cenizas los más hermosos lilios del Helicon, «manibus date
lilia plenis
»Eneida, libro
VI, v. 883 (Virgilio 1989: 77): «Dadme lirios a manos llenas» (trad. Javier de
Echave-Sustaeta en Virgilio 1992b: 228). El verso se encuentra en las exequias de
Anquises al joven Marcelo, hijo de Octavia y sobrino del emperador Augusto.A : situan BDixi
Laus deo.