L’édition comporte trois niveaux de notes. note[@place="bottom"] : notes d’éditeur (décimal par défaut) note[@place="margin"] : notes marginales de l’auteur (pas de numérotation) note[@type="app" rend="I"] : notes d’apparat (I = romain)
Tácito, Cayo Cornelio:
Accademia della Crusca:
Faria e Sousa, Manuel de:
Salcedo Coronel, José García de:
Suárez de Figueroa, Cristóbal:
Tácito, Cayo Cornelio:
Vera Mendoza, Fernando de:
Bergman, Hannah:
Blanco, Mercedes:
Cacho Casal, Rodrigo:
Castaldo, Daria:
Chremis, Crystal Anne:
Conde Parrado, Pedro:
Garrison, David:
Gates, Eunice Joiner:
Góngora, Luis de:
Jáuregui, Juan de:
Micó Juan, José María:
Núñez Rivera, Valentín:
Parkes, Ruth:
Pérez Lasheras, Antonio:
Ponce Cárdenas, Jesús:
Suárez de Figueroa, Cristóbal:
Terry, Arthur:
Vázquez Siruela, Martín:
Waley, Pamela:
Wilson, Edward M.:
LAUREANO. ¿Qué trata ese cuaderno cuaderno: «El conjunto o agregado de algunos pliegos de papel doblados
y cosidos en forma de libro» (Aut.). Esta es la única alusión en la
obra a un «cuaderno», y se trata probablemente de un manuscrito en que el mismo Rosardo
ha reunido unas poesías de Góngora. Rosardo, al responder a la pregunta de Laureano, se
refiere a «su autor», lo cual indica que todas las composiciones contenidas en el
manuscrito son de don Luis. Sin embargo, más allá de los «dos romances…, el uno de
Píramo y Tisbe, el otro de Leandro y Hero», de los que hace mención Rosardo más abajo,
SF no proporciona otros detalles sobre las poesías que figuran en este manuscrito.
ROSARDO. Hallele entre otros papeles esta mañana, y holgueme mucho con él, por tener de su autor mucha noticia.
FLORINDO. ¿Vive?
ROSARDO. No, ya es muerto, mas dije mal, que no puede morir quien tan
ilustre ha de vivir en las memorias de tantos siglos. Este es aquel monstruo de los
ingenios, aquel fénix de las agudezasSpongia (1617)
realizada por Pedro Torres Rámila, amigo de nuestro autor, es muy probable, y parece que
se le alude a SF en la réplica de la facción lopista el año siguiente, la Expostulatio Spongiae (Conde 2015: 17). La actitud de SF hacia Lope antes de la
redacción de la Spongia es menos hostil; la mención del gran
dramaturgo en la Plaza universal (1615), en el “Discurso XCI: De los
Comediantes y Autores de Comedias”, es al parecer positiva («un famoso Lope de Vega»)
(Suárez de Figueroa, Plaza universal de todas ciencias y artes,
Madrid: Luis Sánchez, 1615, f. 323v), y Lope había firmado una aprobación en 1612 para
la España defendida de SF. Y, aunque SF se pronuncia contra la comedia
nueva en El pasajero (Suárez de Figueroa 1988: 214-235), no llega a
criticar a Lope directamente.El pasajero como el máximo de los poetas españoles
(Suárez de Figueroa 1988: 191).Epigramas, en 15 libros, compuestos
entre 86 y 101. Son composiciones breves (la mayoría en dísticos elegiacos) que tratan
de varios aspectos de la vida cotidiana de su tiempo en tono frecuentemente mordaz. La
comparación entre Góngora y Marcial se encuentra también en el Panegírico
por la poesía (1627) de Vera y Mendoza: «Don Luis de Góngora nació en la calle de
Marcial, y sin ninguna duda con mayor sal y no menores nervios en las veras que agudeza
en las burlas» (Vera y Mendoza, Panegírico por la poesía, Montilla:
Manuel de Payva, 1627, f. 53v). Pero lo cierto es que la presentación de Góngora como un
nuevo Marcial no es exclusiva de los textos de SF y Vera y Mendoza; véase Ponce (2015:
55-65). En esto, sin embargo, demuestra SF cierta inconsistencia, ya que en la «Cuarta
Junta» de la miscelánea los interlocutores opinan: «[LAUREANO.] Lo que yo no puedo
sufrir, habiendo leído entre diversos de ciencias algunos librillos de humanidad, es ver
cuán humanos se muestran sus autores. Y como por la mayor parte estos tales se leen y
estudian en la adolescencia, no puede ser lo que tratan para aquella tierna edad sino de
ejemplo depravado. Lascivos son Marcial y Ovidio, y quizá más que otros mejores
frecuentados. Radero castró a Marcial, mas le apetecen obsceno, pareciéndoles consiste
en aquello su mayor agudeza. [FLORINDO.] Hállanse genios dados totalmente a semejantes
bajíos, y ancianos, que debe ocasionar más extraña maravilla. Tengo noticia de un
jurisconsulto que casi todas las noches se encomienda cuando va a dormir a las
epigramillas del que tuvo en Calatayud nacimiento: ¡ved qué devotas oraciones!, y cierto
que por no mentir pasa su edad del año climatérico, conservando siempre en la memoria
las más picantes, por no decir las más deshonestas» (Suárez de Figueroa, Pusílipo. Ratos de conversación en los que dura el paseo, Nápoles: Lazzaro
Scoriggio, 1629, p. 197).Tebaida es un poema épico en 12 libros que
relata la guerra de los Siete contra Tebas y la lucha por la supremacía entre Eteocles y
su hermano Polinices. Dejó inacabada otra épica, la Aquileida, y en
los últimos años de su vida publicó sus Silvas, 32 poesías en diversos
metros. La asociación de Góngora y Estacio se encuentra también en el Antídoto de Jáuregui [1614_antidoto], aunque este emplea la figura del
napolitano, cuya poesía tenía fama de intricada y difícil, para establecer una
comparación –formal– negativa: «Estacio Papinio, insigne poeta, es tenido por áspero y
atrevidísimo, y osaré apostar que no se halla en toda su Tebaida tan
espantoso grimazo como el menor de los que Vuestra Merced [Góngora] emprende» (Jáuregui
2002: 19-20).
SILVERIO. Todas sus obras consisten en variedad de fragmentos, que,
aunque son pedazos de oro, es lástima no se haya aplicado ingenio tan superior a una larga
y proseguida, que, sin duda, fuera un cielo todo grabado de joyas Polifemo en la
misma categoría que las otras poesías del cordobés desentona, y, aunque es comprensible
que SF juzgara fragmentarias las Soledades, su estado inacabado no
descarta el intento de Góngora de escribir un poema ambicioso del tipo que desea el
vallisoletano.
LAUREANO. Cuanto tiene escrito admira, sirviendo de generoso estímulo a los de su profesión, pues desean con ligeras alas (sin ser posible) llegar a la alteza donde él mismo tan felizmente se levanta.
FLORINDO. A otros sirve su elevación de tristeza, por no atinar con las galas que en él eran tan naturales.
ROSARDO. Ese es género de envidia Ion platónico: el de
la inspiración, o ardiente furor de origen divino o celeste, del que se deriva la poesía
en los grandes poetas, un movimiento arrebatado o espíritu que desde estos se comunica a
otros poetas menores, y en Platón a los aedos o rapsodas que interpretan la poesía
homérica, y de ahí también a los oyentes. La idea es ampliamente desarrollada por
Vázquez Siruela en su Discurso sobre el estilo de don Luis de Góngora
(1645_discurso-siruela), allí donde habla del influjo de Góngora en sus contemporáneos e
incluso en sus mismos adversarios, que, pese a su aversión afectada o envidiosa, no
pudieron dejar de recibir su impronta y mejoraron grandemente con ella, siendo
desiguales a sí mismos: «Y si las causas de esta desigualdad se inquieren, la razón del
tiempo, y el mismo suceso de las cosas arguye que nació del estilo nuevamente hallado
por Góngora, porque, comunicadas al mundo sus composiciones, aquel espíritu que las
animaba, insensiblemente, y lo que más es repugnándolo, se imprimió en ellos, y
juntándose al suyo los levantó a mayor alteza que a la que por sí solos pudieran llegar»
(Vázquez Siruela 1995: 94).Pusílipo…, Nápoles: Lazzaro Scoriggio, 1629, p. 194-196).El pasajero (Suárez de Figueroa 1988: 185-190). El cambio significativo
reside en que ahora SF niega contundentemente que las técnicas poéticas de Góngora
crearan la oscuridad. Est videre apud illos argentea vasa, legatis et principibus
eorum muneri data, non in alia vilitate quam quae humo finguntur» (‘Se puede ver
que no consideraban los vasos de argento, regalados a sus legados y caciques, de mayor
consecuencia que los de barro’). Álamos de Barrientos recapitula el detalle de manera
más o menos fiel en su traducción: «Porque vemos que de algunos vasos de estos metales
[plata y oro] que se presentaron a sus embajadores y príncipes no hacen más caso que si
fueran de barro» (Tácito español, ilustrado con aforismos […], Madrid:
Luis Sánchez, 1614, p. 931). Por tanto, se puede decir con bastante certeza que SF no
deriva esta curiosidad de una consulta textual directa.
Terso marfil su esplendor, no sin modestia, interpuso entre las ondas de un sol y la luz de dos carbunclos. Libertad dice llorando llorando: La versión de SF es la única que propone esta lectura; la opción mayoritaria (y la aceptada por Carreira) es «llorada».el corvo süave yugo de unas cejas, cuyos arcos no serenaron diluvios. Luciente cristal lascivo, la tez, digo, de su vulto, vaso era de claveles y de jazmines confuso. Árbitro de tantas flores, lugar el olfato obtuvo, en forma, no de nariz, sino de un blanco almendruco. Un rubí concede o niega (según alternar le plugo), entre doce perlas netas, veinte aljófares menudos. De plata bruñida, era, proporcionado cañuto, el órgano de la voz, la cerbatana del gusto. Las pechugas, si hubo Fénix, suyas son; si no la hubo, de los jardines de Venus pomos eran, no maduros [OC317.45-72]. .
Yo, en ninguno de cuantos librillos revolví de este género, he
descubierto elocuencia tan dichosa, y modos de figurar tan valientes y desusados, aun en
las menudencias de sales y argucias, en que hasta ahora ninguno le igualó, como ni en las
verasDe raptu
Proserpinae (en latín) y la fragmentaria Gigantomaquia (en
griego). Claudiano comienza a ejercer cierta influencia en el ámbito poético español a
partir del último tercio del siglo dieciséis (Micó 2008: 95), y se reconocen
precisamente, como señala SF, sus dotes técnicas y estilísticas. La asociación de
Góngora y Claudiano recurre frecuentemente en los años de la polémica; por ejemplo, en
su manuscrito Juicio final de todos los poetas españoles muertos y
vivos, Vélez de Guevara habla de «el culto cordobés don Luis de Góngora,
Claudiano andaluz, que murió de sus Soledades como de un tabardillo»
(Bergman 1983: 220).
LAUREANO. ¡Oh cuánto en este género le viene a deber nuestro idioma, a
quien deja enriquecido de tan curiosas novedades, de tan extravagantes