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El Parecer es una carta escrita por Francisco Fernández de Córdoba,
abad de Rute, a su amigo Góngora para darle su opinión sobre las Soledades. Góngora, consciente de la novedad de su poema, quiso conocer la
valoración de algunos de los mejores lectores de su tiempo, antes de difundirlo en la
Corte. Mandó primero las Soledades al humanista Pedro de Valencia para
solicitar su juicio y éste redactó dos cartas censorias para responderle: una que sirvió
de borrador y que probablemente nunca envió, de junio de 1613, y la carta que debió de
ser remitida a Góngora con fecha de 30 de junio de 1613Soledades entre finales de
1613 y principios de 1614Parecer fue compuesto entre el invierno de 1613-1614 y el verano de 1614, pues
el abad de Rute habla de la carta de Pedro de Valencia que vio «el verano pasado», es
decir durante el verano de 1613, en casa de un amigo común (Orozco 1969b: 57, n.
4).Parecer. El abad de Rute le contestó mediante la carta erudita que
editamos a continuación.
Estas son las más conocidas, aunque no las únicas contribuciones que conservamos de la
primera etapa de la polémica gongorina, en la cual Góngora reunió opiniones autorizadas
sobre su poema. También conservamos otro «parecer» anónimo, editado por Antonio Carreira
en fecha reciente
El título de Parecer es pues una categoría genérica y no el nombre
que dio voluntariamente el abad de Rute a su primera intervención en la polémica
gongorina. Este título le fue dado por el compilador del llamado «manuscrito Gor», único
testimonio que recoge la carta de Fernández de Córdoba, en el que se introduce el texto
de la siguiente manera: «Parecer de don Francisco de Córdoba acerca de las Soledades a instancia de su autor». Nombre genérico, decimos, porque los
pareceres son una categoría tradicional de la literatura polémica, como lo atestiguan
por ejemplo el Parere in difesa dell’ Ariosto de Francesco Patrizi, de
1584, escrito a raíz de la polémica entre los partidarios de Tasso y los de Ariosto; o
también, esta vez entre las piezas de la polémica de Dante, el Parere del
Dubbioso intorno alla riposta del primer argomento del Castravilla, escrito por
Francesco Bonciani, en una fecha desconocida
Como su propio nombre indica, el Parecer es una opinión personal, una
valoración de las obras de Góngora contenida en una carta íntima, aunque pensada para
ser leída por un grupo de personas alrededor del poeta. Que el abad de Rute esperaba ser
leído por un grupo de personas, y no sólo por Góngora, es evidente, porque la lectura
pública de cartas de temas literarios era una práctica común en aquel entonces y, sobre
todo, porque el autor del Parecer escribe que leyó la correspondencia
semi-privada, semi-pública entre Pedro de Valencia y Góngora, lo cual indica que sabía
que su propia epístola era susceptible de conocer la misma difusión. En efecto, un
estudio atento de la documentación disponible demuestra que alguien como Juan de
Villegas, alcalde de Luque, coleccionaba las cartas de Pedro de Valencia (y quizás de
otros admiradores de Góngora), seguramente para organizar la defensa del poetaDiscursos apologéticos. Se puede leer en (Góngora 2008: II, 518).
Sería lógico que Góngora hablara de la carta publicada por Díaz de Rivas, porque
corresponde con la utilización que ese amigo de Góngora efectivamente hizo de ella.
También coincide con la cronología que conocemos: la misiva publicada por Díaz de
Rivas le llegó a Góngora en mayo, se la pasó a Juan de Villegas durante el verano y el
4 de septiembre el alcalde de Luque todavía la tenía. En cambio cuesta imaginar que
Juan de Villegas haya podido conservar la carta censoria de Pedro de Valencia desde
1613 y que solo en septiembre de 1614 Góngora se la reclame. Coincidimos pues con
Dámaso Alonso (1982c), pese a las objeciones de Joaquín Roses (1994: 13).Parecer.
La autoría del Parecer es segura: el título del manuscrito de Gor,
por el cual conocemos este texto, atribuye explícitamente el Parecer
al abad de Rute y todos los indicios biográficos diseminados en la carta lo confirman.
Francisco Fernández de Córdoba habla de su antigua amistad con Góngora; se presenta como
muy ocupado por las responsabilidades de la iglesia (era racionero de la catedral de
Córdoba), que le dejan ya poco tiempo para la escritura poética; alude al proceso de
corrección de la recién terminada Didascalia multiplex, que estaría a
punto de imprimirse en Lyon por estas fechas de 1614Didascalia multiplex (Marín López 1972).Didascalia multiplex: el abad de Rute despliega, en ambos
escritos, una erudición considerable, y reutiliza en el Parecer todo
un utillaje conceptual elaborado en diferentes capítulos de la DidascaliaParecer, el capítulo XX de la Didascalia multiplex
(«Cual sea el fin de la poesía. Lugares de algunos autores
concordados») y también recurre al capítulo I («De mira Dæmonis
impostura, qua nominum mentibus ante Christi servatoris adventum illusit; poëtarum
loca aliquot explicata»), donde Fernández de Córdoba estudió el origen del
grito de las Bacantes, para convencer a Góngora de que las lascivas Bacantes no
constituyen una metáfora idónea para evocar las castas zagalas de la primera Soledad. Toda esta larga digresión está un poco lejos del poema de
Góngora, pero muestra que el abad de Rute tenía el tema en mente.
Francisco Fernández de Córdoba nació alrededor de 1565 en Baena, pequeña ciudad cerca
de Córdoba. Don Francisco era un vástago ilegítimo de la poderosa familia de los
Fernández de Córdoba, que acumuló los títulos de nobleza. Entre sus antepasados se
contaba el Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515), primer duque de
Sessa, un destacado jefe militar de la Reconquista y de las campañas militares en
Italia, en las cuales se ganó el sobrenombre. La hija del Gran Capitán se casó con don
Luis Fernández de Córdoba, IV conde de Cabra, tío abuelo de nuestro erudito. El hermano
de éste, don Pedro de Córdoba, abuelo de nuestro abad de Rute, no heredó el título de
conde de Cabra por ser segundón de la familia, aunque sí obtuvo el cargo de corregidor
de la ciudad de Toledo y otras dignidades. Su hijo (padre de don Francisco), llamado don
Luis Fernández de Córdoba, fue menino de Felipe II y desempeñó un papel militar activo
en la rebelión de los moriscos de Granada y en la batalla naval de Lepanto
El hecho de ser hijo ilegítimo llevó a don Francisco a abrazar la condición
eclesiástica, como era habitual en esta familiaHistoria de la casa de Córdoba: «Hasta aquí son los
hijos legítimos del Conde, además de los cuales tuvo algunos fuera de matrimonio cuyos
nombres son: don Martín, don Bernardino, don Luis, don Diego de Cabra, y doña Leonor.
Detrás de estos hijos hace mención el mismo Conde en su testamento, y aunque sin
declarar los nombres: Mando (dice) a los muchachos que sabe Rodrigo de Valenzuela, que se procure con ellos que sean religiosos» (Fernández de Córdoba
1962: vol. 83, 395).
Don Francisco se crió y se educó en GranadaHistoria, evoca con cariño la
antigua colegiata de los santos Justo y Pastor que sirvió de sede al colegio de la
CompañíaParecer, el abad de Rute cita al padre Juan Luis de la Cerda,
famoso jesuita, autor de comentarios a las obras de Virgilio y Tertuliano que, según
dice, releyó la Didascalia multiplex y le corrigió pequeños errores.
Los poemas preliminares de esta obra corren a cargo de los siguientes jesuitas: «Petri Manjonij societatis Iesu Theologi […] epigrama»,
«P. Ioannis Baptistae Benitez Societatis Iesu Theologi […] epigrama»; «P. Benedicti Sojo Societatis Iesu Theologi et in Cordubensi Collegio
Eloquentiae Professoris […] epigramma» (ese Benito Sojó fue
lector de teología en la universidad de Vilna en la Provincia de Lituania). A
continuación se lee una carta de alabanza del abad de Rute firmada por «Petrus de Hojeda Societatis Iesu Theologus» (Ese Pedro de Hojeda fue teólogo,
catedrático de escritura del Colegio de la Compañía de Córdoba, autor de una Información en defensa de la Limpia Concepción de la Madre de Dios,
Sevilla, 1616). En cambio no me consta que los dos siguientes firmantes de poemas
preliminares pertenecieran a la Compañía de Jesús: «Joannis Aquilarii humaniorum
literarum antiquariae doctoris […] epigramma» y un tal Gonzalo de Córdoba, teólogo.
Además, dentro de la obra, el autor aprovecha la explicación de un fragmento del Libro de Job (párrafo 31) para hacer la alabanza de dos jesuitas que
explicaron el mismo lugar, aunque en esta circunstancia no está de acuerdo con ellos:
Martín de Roa (tío de su amigo Díaz de Rivas y autor de una Historia de
los jesuitas en Andalucía) y Juan de Pineda (Fernández de Córdoba, Didascalia multiplex, Lugduni: Sumptibus Horatii Cardon, 1615, p. 21). A su
vez, el abad de Rute participó en 1611 en los preliminares de otra obra publicada por
un padre de la Compañía: el Arte Retórica de Francisco de Castro,
catedrático de retórica en Córdoba.
Francisco Fernández de Córdoba completó su formación en Roma, donde pasó por lo menos
diez años de su vida, a la sombra del V duque de Sessa, don Antonio Fernández de
Córdoba, su primo segundo, quien lo llevó consigo cuando fue nombrado embajador español
en la Santa Sede, desde el 21 de junio de 1590Historia de la casa de Córdoba (Fernández
de Córdoba 1958: vol. 77, 211).
De vuelta a España (como muy tarde en 1603), la vida de don Francisco transcurrió
principalmente en Rute, donde residió de modo permanente, aunque con viajes frecuentes a
Córdoba, Baena, Granada y Luque, como lo indican los fragmentos publicados de su
correspondencia. En cambio, no vivió en Andújar, ni recibió allí las Soledades, como se puede leer a vecesParecer daba Joaquín Roses (1994: 15). El fragmento es el siguiente: «Digo,
pues, volviendo, como dicen los juristas, post liminio, por no decir
‘a cabo de rato, a Andújar’, al recaudo que se me dio en nombre de V. m […]» Andújar
no es la ciudad donde recibió las Soledades, sino que forma parte de
un refrán, utilizado para ponderar graciosamente la larga digresión que ha hecho. El
error ha circulado, e incluso se hace eco de él Robert Jammes, justamente admirado por
su escrupuloso rigor (Jammes 1996: 626).
La amplia formación humanística y la erudición de don Francisco se pusieron de
manifiesto, vuelto ya a España, en diferentes trabajos. Su libro más conocido, por el
cual ha pasado a la posteridad, es la Didascalia multiplex, una
miscelánea de erudición en latín, que pertenece al género de las variae
lectiones. La obra se publicó en 1615, pero estaba terminada en noviembre de
1611, como lo prueba la fecha de la aprobación de Bernardo Aldrete, canónigo de la
catedral de CórdobaPrimos laborum meorum fructus (vereor ne praecoces et insuaves) excellentissime
Dux, cui potius quam tibi Cordubensis familiae in Vaënae domo principatum tenenti
dicarem ego ex eadem ortus familia, ac in eodem oppido Vaëna (Baniana, ut credo,
Ptolemai) natus et altus?». ¿A quién mejor que a ti, que tienes el principado
de la familia de Córdoba en la Casa de Baena, podría dedicar yo los primeros frutos de
mis trabajos, me temo que agrios por falta de madurez, siendo como soy salido de la
misma familia, nacido y criado en la ciudad de Baena? (Fernández de Córdoba, Didascalia…, 1615, f. *2rv).
La obra contiene dos capítulos de teoría literaria, uno dedicado a las tragedias de
final feliz y el otro a investigar las finalidades de la poesíaDidascalia…, 1615, cap. XX, p. 2011 y cap.
XXI, p. 222. Estos capítulos fueron traducidos al español y analizados por Nicolás
Marín López (Marín López 1994b y 1994c).Antigüedad y excelencias de Granada de
Francisco Bermúdez de Pedraza, Madrid, 1608 y un epigrama en latín publicado en el De arte rhetorica de Francisco de Castro, Córdoba, 1611. Además el abad
de Rute habla en su correspondencia con Pedro Díaz de Rivas (1623) de un epigrama que
compuso y le corrigió el licenciado Juan de Aguilar; y, en el Parecer,
menciona haber escrito una silva titulada Prometeo que nadie hasta
ahora ha podido localizardocumentos gongorinos de
la misma autora no recogen estas informaciones (Gates 1960).Parecer, a principios de 1614, ya ha
dejado de componer versos, según confiesa. Esto no le impidió participar activamente en
la polémica gongorina entre los años 1614 y 1620 con tres contribuciones: el Parecer que editamos a continuación, la Apología y el
Examen.
Estos trabajos no eran por entonces lo principal de su actividad como escritor, puesto
que desde la década de 1610 estaba trabajando en su Historia y descripción
de la antigüedad y descendencia de la Casa de Córdoba, la obra que le ocupó más
años y permaneció inédita hasta el siglo XXHistoria de la ciudad de Córdoba y origen de la Casa de Alcaudete, que retoma
únicamente fragmentos seleccionados del primero (BNE, ms. 2077). La Real Academia de
Córdoba la editó por entregas entre 1954 y 1972 en su Boletín (es
decir, entre los números 71 y 92) con paginación separada (Fernández de Córdoba
1954-1972).Didascalia al duque de Sessa que publicaría alguna obra histórica sobre
la casa de Córdoba (prueba de que ya la había empezado) y, cosa significativa, en el Carmen phaleucium que abre la miscelánea se le identificaba primero como
historiadorIn te nobilitas refulget ingens: / Qui,
cum plurima signa plurimorum / Heroum referas, imaginesque, / Maioresque tuos Duces,
Dynastas, / Multos adnumeresque Marchiones» (Fernández de Córdoba, Didascalia…, 1615, f. *4v).Historia de
la casa de Córdoba revela el inmenso trabajo de investigación que realizó en los
archivos de Baena, de la catedral de Córdoba, de los señores de Luque, de Lucena, etc. y
las lecturas exhaustivas que realizó de los grandes historiadores locales o nacionales.
Su correspondencia, que de momento sólo se conoce a partir de los fragmentos editados
por Dámaso Alonso, nos muestra también a un hombre de letras que se apasiona ya no por
la teoría literaria, sino por la historia antigua y las antigüedades, tomando partido a
propósito del escándalo de los falsos cronicones que por aquellas fechas interesaba a
los eruditos andaluces.
En estas cartas también se ve cómo toma sus distancias con respecto a Góngora, que deja
de ser un tema de conversación con Díaz de Rivas. Critica incluso la adulación excesiva
que mostró Góngora en el Panegírico hacia el duque de LermaCasa de Córdoba (carta de abril de 1626)
poco tiempo antes de morir, el 26 de julio de 1626.
Así, el abad de Rute aparece como un erudito de gran curiosidad intelectual y un historiador escrupuloso. Compartió con otros historiadores el interés por la poesía y los debates teóricos acerca de poética. Por su cercanía con diferentes miembros de la alta nobleza (el VI duque de Sessa en particular) era un aliado de peso en las contiendas literarias.
Las circunstancias de redacción del Parecer se deducen de las
primeras líneas de la carta. El carácter semi-público de la carta explica que Fernández
de Córdoba se haya molestado en recordarlas, pues un lector exterior que descubriera la
carta del abad de Rute tenía que enterarse de qué tipo de texto estaba leyendo.
Vino a mis manos, por las del señor Francisco de Gálvez, la primera parte de susSoledadesde vuestra merced, y lo que tiene hecho de la segunda, con que me intimó un mandato de vuestra merced preciso: que las viese y le dijese mi sentimiento.
El abad de Rute subraya que no tuvo la iniciativa del escrito que introduce en estas
líneas, reforzando así el parentesco entre su carta y la de Pedro de Valencia, escrita
también a petición de Góngora. Tanto Pedro de Valencia como Fernández de Córdoba alaban
encarecidamente la obra, ennobleciendo sus expresiones elogiosas con versos latinos.
Ambos autores no solo se contentan con dar una opinión acerca de la obra en su conjunto,
sino que señalan los fragmentos que, según ellos, merecen ser corregidos. Tienen el
mismo deseo de «aprovechar» a Góngora, es decir, de serle útil, para que éste «dé partos
propios y dignos de su ingenio»multiplicatis
intercessoribus, restituya vuesa merced a su casa la claridad y venustidad
antigua, con que han salido y sido tan justamente celebradas por el mundo sus obras».
O también: «El primero [pecadillo] más grave, y en que (si hubiese lugar de
penitencia) sería bien usar de enmienda, es…», etc.Parecer y la carta censoria del zafrense, como
por ejemplo el diferente aprecio que les merecen los poetas italianos. Pedro de Valencia
aconseja a Góngora que no los imite, mientras que Francisco Fernández de Córdoba coloca
a los poetas italianos en un puesto de honor en su Parnaso. También discrepan los dos
lectores en su apreciación de las alusiones burlescas diseminadas en las SoledadesSoledades que llegó al abad de Rute ya había sido «depurada» de la
mayoría de las alusiones burlescas tachadas por Pedro de Valencia. Es verdad, pero
cabe añadir que quedaban algunas cuantas, más discretas eso sí, y que, si se juzga por
la manera de escribir del abad de Rute, que se caracteriza por un desfase constante
entre una materia seria, austera a veces, y la inserción de refranes, juegos de
palabras, alusiones chistosas, palabras familiares, etc., bien podemos sospechar que
este aspecto de la escritura gongorina no le debió de disgustar (Jammes 1995:
128).
Una lectura atenta del Parecer demuestra que, si bien la carta
censoria de Pedro de Valencia es el primer texto que conservamos de la polémica, no fue
el primero de esta naturaleza en escribirse. Descubrimos, en efecto, que Góngora hizo
llegar a Francisco Fernández de Córdoba la Canción a la toma de
Larache y el Polifemo, antes de consultar a Pedro de Valencia
sobre sus poemas. El abad de Rute le contestó por escrito, puesto que su opinión circuló
y fue comentada y criticada por otras personas. Se perdió la correspondencia entre
Góngora y el abad de Rute de fecha anterior al documento que editamos, pero sabemos de
su existencia por el propio Fernández de Córdoba:
A lo primero [ver las
Soledades] obedecí con muy buen gusto, pero no a lo segundo [dar mi parecer], porque tengo, y no sin fundamento, por tan sospechosas y mal acreditadas para con vuestra merced mis advertencias como mi silencio. De éste [el silencio] hice prueba en laCanción al Larache, donde se juzgó por culpable en mí lo que otros advirtieron del «si, no» demasiadamente frecuentado. De aquéllas [las advertencias] en lo que, por mandado de vuestra merced, advertí acerca delPolifemo, en que, diciendo (Dios me es testigo) sinceramente mi sentimiento, con notar lo que pudiera, a mi parecer (por ventura mal fundado) reformarse, vuestra merced, por algunas razones que debe tener,dimisso ablegatoque consilio, siguió su dictamen.
El abad de Rute expresa sin rodeos su decepción de que Góngora no
aprovechara mejor su primera contribución al debate y tampoco disimula cierta
contrariedad. En cambio, el detalle de lo que pasó en esta etapa anterior de la polémica
no está muy claro. Hay una aparente contradicción entre el «silencio» que el abad de
Rute dice haber mantenido en el caso de la Canción a la toma de
Larache y, por otra parte, la mención de unos reproches sobre el uso excesivo del
giro sintáctico «si, no». Entonces, ¿guardó silencio o expresó reparos acerca de este
poema? Se puede entender el fragmento de la forma siguiente: Francisco Fernández de
Córdoba dice que guardó silencio acerca de la Canción a la toma de
Larache y podemos creerlo, no dijo nada. Sin embargo Góngora pensaría que el abad
de Rute era la fuente «de lo que otros advirtieron del “si, no” demasiado frecuentado» e
imaginaría que Fernández de Córdoba le hacía llegar sus críticas por la mediación de
otras personas, lo que crearía una pequeña tensión entre los dosCanción a
la toma de Larache fue la ocasión de una desavenencia entre los dos
amigos.Polifemo, el abad de
Rute sí expresó directamente una serie de censuras, para que su amigo pudiera corregir
el poema, pero fueron desaprovechadas por Góngora. No sabemos qué contenido exacto
tuvieron estas advertencias. Es probable que el abad de Rute criticara ya la oscuridad y
el exceso de ornato que señala también acerca de las Soledades en el
Parecer y es posible que recomendara a Góngora elegir una materia
más grave y heroica, en vez de una simple fábula de amores y transformaciones, con la
esperanza de que un ingenio tan eminente como el suyo diera a España el gran poema épico
que le faltaba. En efecto, cuando alude a este mismo tema al principio del Parecer, parece recordar sus antiguos consejos desatendidos por Góngora:
[…] me corre obligación de saber la excelencia de los [poemas] de vuestra merced, la ventaja que hacen a los demás, sus agudezas peregrinas, la eminencia de su ingenio ya mejor aplicado que hasta aquí a cosa que participa de lo serio y continuado. Ojalá fuera la materia más grave, heroica, como algunas veces lo he procurado, si bien no he podido persuadir a vuestra merced, y no quedara nuestra España (como está hoy) sin alabanza alguna en ese género.
Esta situación algo espinosa explica las precauciones que Fernández de Córdoba toma
antes de dar su opinión a Góngora esta vez en el Parecer. Primero, no
escatima las alabanzas, para que quede bien clara su admiración por la obra de su amigo.
Segundo, justifica la necesidad de hacer revisar sus obras: el amor propio puede cegar a
uno; dos pares de ojos ven mejor que uno. Alega como ejemplo su propia actitud cuando
supo aceptar la censura de otros en el momento en que publicó sus obras. Saca a relucir
la calidad de su propio censor, el sapientísimo Juan Luis de la Cerda, autor de unos
comentarios modélicos a la obra de Virgilio y dice que la censura que éste hizo de su
Didascalia no le restó ni prestigio, ni autoridad. Esta pequeña
puesta en escena tiene la ventaja de presentarle ahora en la posición del padre de la
Cerda, comentando al nuevo Virgilio de las letras españolas: Góngora. Como tercer
argumento, achaca la defensa a ultranza de la obra gongorina, pese a sus «evidentes»
defectos, a dos vicios: la adulación o la pretensión (alardear de listo e ingenioso para
demostrar que sí se pueden entender fácilmente los versos de Góngora). En cuarto lugar,
presume de ser muy amigo de don Luis y, en nombre de esta amistad, le promete darle su
parecer con mucha sinceridad, para que éste pueda corregir y mejorar sus obras. Tomadas
todas estas precauciones, pasa a dar su opinión que consiste en una serie de reparos,
entre los cuales el de la oscuridad es desarrollado con mayor énfasis y detalle.
Detectamos orgullo herido en la respuesta del abad de Rute, por el poco caso que le hizo
Góngora, al no responder a su censura del Polifemo y advertencias
sobre la Canción a la toma de Larache.
Otro punto que pudo desagradar a Fernández de Córdoba fue la tardanza con que le
llegaron oficialmente las López Bueno
(2011). Entre otras ventajas, esta cronología permite entender la
reutilización que harán las Soledades, casi un año después que a Pedro
de ValenciaSoledades desde el verano de
1613, cuando vio la carta de Pedro de Valencia en Granada. Difícilmente se puede
imaginar que leyera la censura del erudito zafrense sin tener a mano una copia del
poema gongorino. Pero no cambia el hecho de que para un hombre como el abad de Rute,
para quien la caballerosidad y los compromisos entre personas de calidad parecen tener
tanta importancia, pudo ser un pequeño agravio que Góngora solicitara tan tarde su
valoración de la obra.Advertencias y las cartas de Lope y
Góngora de fragmentos del Parecer.Soledades fuera de Córdoba, seguida por este aparente retroceso.
También extraña que Góngora esperara varios meses, después de obtener la respuesta de
Pedro de Valencia, para pedir el juicio del abad de Rute. Lo cierto es que en el momento
de redacción del Parecer (entre finales de 1613 y principios de 1614),
la polémica silva había circulado bastante, pues el abad de Rute menciona otras
reacciones críticas a la obra gongorina:
Bien sé, mi señor, que a vuestra merced le han advertido de esto [la oscuridad es mala] antes de ahora, y avisádole que sienten lo mismo en Córdoba, en Granada, en Sevilla, en Madrid, pues de allí un hombre de tanta erudición cuanto cualquiera otro de este siglo, y de juicio igual a la erudición, que es Pedro de Valencia, lo escribió y advirtió a vuestra merced.
Cuando le llegaron oficialmente las Soledades a
Fernández de Córdoba, venían precedidas por un rumor de discusiones apasionadas y
posiciones enfrentadas: «Crea vuestra merced que muchos ven esto [la oscuridad es mala]
aunque se lo digan pocos, parte de los cuales lo dejan por no confesarse menos agudos en
el entender, parte por no atreverse, parte por mostrarse eruditos», escribió también el
abad de Rute a Góngora en el Parecer, haciendo eco a estas discusiones
que estaban a punto de cuajar en verdadera polémica. Tal vez esta circunstancia explique
en parte el tono de malhumor de las primeras líneas de la carta y que se sintiera
injustamente relegado el fiel amigo de Góngora.
Aunque solo se conserve un testimonio manuscrito del Parecer, este
texto tuvo una amplia difusión, como lo muestra la reutilización de varios elementos
(argumentos, citas, referencias, maneras de enfocar el debate) por otros polemistas.
Lope de Vega lo aprovechó tanto en sus cartas «anónimas» contra Góngora –detalle que
permitió rectificar la fecha de composición de las cartas en cuestiónParecer es inmediatamente anterior al cruce epistolar
entre los círculos de Lope y Góngora, que hay que situar en los años
1615-1616.La
FilomenaAdvertencias de Almanza y Mendoza recogen ideas e imágenes del Parecer («aborto de su ingenio»), lo que aboga en favor de una
anterioridad de este texto, con respecto al Parecer
De forma más sorprendente también lo aprovechó Juan de Jáuregui en el Antídoto contra la pestilente poesía, como señalaron Saiko Yoshida y José Manuel
Rico GarcíaParecer al Examen» tratamos de
recopilar y comentar las coincidencias entre ambos textosParecer seguramente fue un factor desencadenante para que Jáuregui se
lanzara a escribir su panfleto, y utilizó el Parecer como fuente de
ideas, referencias, argumentos y citas.
Al final del Parecer el abad de Rute se comprometía a defender a
Góngora, en el caso de que éste fuera atacado. Resulta irónico que su propio texto
sirviera de cantera de argumentos para el peor adversario de las Soledades. Por eso, la difusión del crítica turba al fin, si no pigmea, / su diente afila…» (Góngora 2008:
I, 449).
En este contexto en que los enemigos de Góngora cerraban filas, el enemigo principal
con el que Francisco Fernández de Córdoba se propuso lidiar fue Jáuregui, seguramente
porque era el que más lo había comprometido ante los ojos de Góngora. A él tenía que
contestar y, remontándose a la fuente de sus improperios, a los argumentos que había
lanzado en su Examen es un ejercicio de reescritura de la argumentación del Parecer
La estructura del Parecer está muy clara y se puede describir de la
siguiente forma. En el exordio, el autor recuerda en qué circunstancias le llegó el
texto de las Soledades, cómo Góngora le pidió su parecer y por qué
accedió a darlo, pese a sus reticencias iniciales. También convence a Góngora de que
tiene que aceptar los consejos ajenos para mejorar su obra y se cita como ejemplo de
autor que supo aceptar las correcciones de los «reformadores», en el proceso de revisión
de la Didascalia.
Luego viene la primera parte, de solamente un párrafo
Así empieza la segunda parte, muy extensa, dedicada esencialmente a mostrar que la
oscuridad, causada por una sobrecarga de tropos, es el mayor defecto que afea la obra.
Después de los argumentos de autoridad, antiguos y modernos, el abad de Rute ataca la
oscuridad poética desde diferentes frentes, acumulando rationes, es
decir, argumentos dialécticosdisputatio medieval, codificada por la escolástica y
así defininida por la profesora Béatrice Périgot (2007: §. 7): «La dispute implique
l’usage de la dialectique, c’est-à-dire l’usage d’un raisonnement codifié par Aristote
d’abord, puis par Boèce et par les traités de logique qui vont se succéder durant le
moyen âge. La dialectique ne s’appelle presque jamais
En la tercera parte, el autor censura otros siete «pecadillos», es decir, una serie de detalles que también desmerecen del conjunto: versan sobre la propiedad de algunas metáforas, la corrección de algún giro gramatical o la licitud de utilizar determinados tropos en español, de uso tradicional en otros idiomas pero no en castellano.
En la conclusión, el abad de Rute pondera que, a pesar de los defectos, la obra sigue siendo meritoria y se compromete a defenderla, si fuera necesario.
Esta organización rigurosa de la argumentación es completada por la seriedad y la exhaustividad con la que el abad de Rute quiso aportar a su amigo referencias precisas y agumentos de autoridad. Por eso acumula en su carta citas, sacadas principalmente de Aristóteles, Quintiliano y Horacio, y sus respectivos comentaristas modernos. Lo hace con los libros abiertos en la mesa de trabajo, de forma precisa, detallada: ha releído estas fuentes y ha seleccionado los fragmentos que mejor servirán para su demostración e indica en el margen la referencia exacta de los fragmentos. Por lo general, no comenta estas autoridades y a veces solo menciona el autor, seguido por la cita. Se trata de ofrecer un material explotable para que Góngora se deje convencer de que tiene que corregir sus obras.
Existe un contraste entre, por un lado, el rigor de la estructura general y la seriedad del contenido y, por otra parte, cierta libertad redaccional que deja espacio para digresiones, paréntesis, ocurrencias graciosas que dan mucha naturalidad al discurso y amenizan la lectura. La progresión de las ideas está muy controlada siempre, pero se desarrolla con una estética de la espontaneidad.
El hecho de que este parecer sea una carta deja una inconfundible huella en su diseño
retórico: todo el exordio lleva la marca de este carácter epistolar con el recordatorio
de cómo nació el Parecer y la alusión a los pareceres anteriores que
seguramente tuvieron el mismo formato epistolar. Fernández de Córdoba se dirige
continuamente a Góngora, al que trata de vuestra merced, y entabla un imaginario diálogo
con él, prestándole posibles objeciones y descartándolas mediante nuevos argumentos. Así
ocurre en el siguiente fragmento, en el que Fernández de Córdoba pone en boca de Góngora
dos argumentos para defender la licitud de la oscuridad: «Dirame vuestra merced a esto
dos cosas: la primera, que […]; la segunda, que […]. Respondo a lo primero que […]. A lo
segundo respondo que […]». Del mismo modo, toda la tercera parte del Parecer, dedicada a censurar «pecadillos», se presenta retóricamente como una
serie de respuestas del abad de Rute a cosas que dijo Góngora: «Dice
luego vuestra merced de los muchos conejos que […] está bien dicho, pero […]. También en
la primera parte dijo vuestra merced […] y extraño esto». Vemos, pues, cómo dentro de un
largo monólogo, Fernández de Córdoba recupera algo que normalmente es característico del
diálogo: el enfrentamiento de ideas y la rapidez de los intercambios. Se pone en escena
la contienda entre dos posiciones enfrentadas, como en un diálogo socrático o una de sus
imitaciones renacentistas. Que este modelo esté presente en la mente del abad de Rute es
seguro, porque cita una obra que tiene este formato: Navagero. Della
poetica, de Girolamo Fracastoro, 1555. Imaginar las posibles objeciones del
interlocutor es lo que hace avanzar la discusión, según una mayéutica al final poco
alejada de la que se construye en los diálogos renacentistas, donde un autor único
(Girolamo Fracastoro en el ejemplo citado) se desdobla en dos personajes y crea
artificialmente posiciones enfrentadas, una progresión de las ideas y, en el mejor caso,
la emergencia de una verdad consensuada entre los dos dialogantes. Cabe observar que el
abad de Rute volverá a utilizar y perfeccionar este diseño retórico en el Examen. En esta obra también el monólogo avanza en forma de falso diálogo,
aunque con tintes mucho más agresivos, gracias a las herramientas proporcionadas por la
dialéctica aristotélica, a su vez desarrollada por la escolástica. En efecto la
escritura del abad de Rute recibe también la influencia de la forma de pensar y escribir
de Tomás de Aquino, por ejemplo, en la Summa theologiae, que progresa
a partir de preguntas (quaestio), de tesis, y refutaciones (refutatio) de las mismas tesis, que aparentemente se oponen a la tesis.
Se trata de escrutar las posibles contradicciones del pensamiento y de resolverlas con
el uso de la lógica. El formalismo lógico y la jerga utilizada («lo bueno de su
naturaleza es comunicable a todos, según los filósofos») son caractéristicos de esta
tradición intelectual.
La inscripción de las dos cartas (el Parecer y el Examen) en esta doble tradición de los diálogos greco-renacentistas y de la
escolástica favorece un tono un poco vivo, picante, irónico a veces, obviamente con
diferencias de grado entre los dos textos, ya que Góngora es un amigo y Jáuregui un
enemigo. Pero cabe reconocer que el peso de estos modelos, seguramente presentes
inconscientemente en el momento de redacción del Parecer, ha podido
favorecer cierta agresividad involuntaria en este textoUt quos, obscuri victos ambagibus oris, /
legimus infandae Sphinga dedisse neci».Examen, esta vez para zaherir, sin tapujos ni remilgos,
a Jáuregui.
Los autores que son la base de la reflexión del abad de Rute son Aristóteles (la Poética y la Retórica), Horacio (el Arte
poética), Quintiliano (Institución oratoria) y, en menor
medida, Cicerón (Del supremo bien y del supremo mal, Cuestiones académicas,
De la naturaleza de los dioses). Fernández de Córdoba ha releído atentamente los
capítulos claves de algunas de estas obras, con seguridad de las cuatro primeras, para
construir una reflexión sólida sobre la claridad de la elocuciónPoética son sacadas del mismo capítulo 22 de dicho tratado –lleva el número 21
en la edición manejada por nuestro autor–, es decir, el consagrado a la calidad de la
elocución, donde Aristóteles desarrolla ideas muy afines a las de la Retórica. El abad de Rute deja de lado toda la esencia y novedad de este
tratado: nunca habla de imitación, ni de fábula poética, etc. El Aristóteles del abad de
Rute es esencialmente el autor de la Retórica.
La observación de las fuentes modernas confirma esta impresión. El siglo XVI
corresponde en Italia al momento del redescubrimiento de la Poética a
través de numerosas ediciones, traducciones y comentarios. Además, muchos autores
italianos se dedicaron a escribir poéticas, desde los planteamientos de la Poética aristotélica, pero extendiendo las consideraciones a otros campos no
abordados por el Estagirita en su obra. Pues, aunque el abad de Rute cite a muchas
autoridades modernas italianas, no cita a ninguno de los grandes comentaristas de la Poética y a pocos autores de poéticas que escribieron desde esta
perspectiva (con la salvedad de Escalígero, Minturno y Tasso, de los cuales volveremos a
hablar). He aquí, en orden alfabético, la «biblioteca moderna» empleada en el Parecer tal y como pudimos reconstruirla:
Es obvio que el abad de Rute leyó atentamente la mayoría de estos tratados (o por lo
menos algunos capítulos claves que podía seleccionar a partir de la tabla de materias) y
que escribió su Parecer después de un tiempo de lecturas o, mejor
dicho, de relecturas. Prueba de ello es que se inspira a menudo de la argumentación de
cada uno de estos autores y, antes o después, cita escrupulosamente una frase o dos para
dejar un discreto testimonio del préstamo que hizo, cuando en realidad todo el fragmento
lleva la huella de lo que precede o sigue la cita en su contexto original. En las notas
de la edición señalamos estos préstamos
Cabe observar en segundo lugar que estas obras son relativamente antiguas en cuanto a
su concepción y, en menor medida, en cuanto a su difusión. Esto contribuye a que la
mayoría de ellas mantengan un enfoque exclusivamente retoricista. El Arte
poética de Vida, escrito en 1517, es claramente anterior a todo el movimiento de
lectura, traducción y comentario de la PoéticaDe arte
poetica […] existe en un mundo pre-platónico y pre-aristotélico, en el cual no
existe ninguna de las fructíferas ideas de estas dos tradiciones. Son casi únicamente
Horacio y los grandes rétores [Quintiliano y Cicerón, se aclara a continuación] quienes
constituyen el contexto de esta obraArte poética de Horacio compara la obra de Horacio con la de Aristóteles, pero
se trata de un Aristóteles poco «aristotélico» todavía, y muy «horacianizado», si así se
puede decirDe poeta de Minturno, de
1559, todavía muy marcado por los preceptos de Cicerón, en vez de su Arte
poetica, de 1564, más claramente aristotélicoDe poeta de 1559, citado por el abad de Rute) y la
segunda versión en italiano (el Arte poetica de 1564) se produce,
además del paso de un idioma a otro, un cambio de orientación filosófica hacia un
«aristotelismo moderado» (Minturno 2009: 13). En efecto, como Carlos de Miguel Mora
explica, el De poeta tiene todavía una fuerte impronta retoricista,
y de hecho Minturno se apoya en primerísimo lugar en el diálogo De
oratore de Cicerón (Miguel Mora 2000). Lo confirma también Michel Magnien
(1990: 56): en el De oratore, dice, «los análisis aristotélicos se
difuminan […] entre los de otros teóricos antiguos (Platón, Horacio, Quintiliano),
porque el eclectismo de Minturno lo lleva a utilizar las informaciones de la Poética, antes que a seguir su estética o su método. La fuerte
influencia de la retórica ciceroniana en la totalidad de sus teorías hace del público,
de sus expectativas y exigencias, el propio fundamento de su reflexión poética»
(traduzco la cita).Topica
poetica de Gilio da Fabriano es la culminación de este enfoque retoricista de la
reflexión sobre la poesía: «este tratado de “retórica poética”, que constituye una
pervivencia tardía de los catálogos tópicos, propone un catálogo de lugares de la
invención, ilustrados por citas de poetas exclusivamente italianos. En el fondo, el
único elemento poético de este tratado son los ejemplos, sacados de poetas; si no fuera
el caso, nada lo distinguiría de una retórica» explica Teresa Chevrolet
Obviamente no entran en esta categoría de «obras ajenas al redescubrimiento de la Poética aristotélica» el Poetices libri VII de
Escalígero y los discursos de Tasso, dos autores que fueron justamente lectores atentos
de la Poética y divulgadores de su contenido en Europa. Sin embargo,
el abad de Rute hace una lectura muy selectiva de estas obras y cita exclusivamente
fragmentos que tratan de la elocutio. Del Discurso del
poema heroico menciona un fragmento donde, significativamente, Tasso comenta al
Aristóteles de la Retórica y concluye que la principal virtud de la
elocución es su claridad. De la misma forma, utiliza del tratado de Escalígero (que
ofrecía, sin embargo, una teoría sistemática del arte poética, cuya relación complicada
con Aristóteles no podemos desarrollar aquí
Vemos también que las obras modernas son utilizadas siempre para confirmar las
autoridades antiguas: Vida expresa con mayor fuerza aún que Horacio, dice el abad de
Rute, el ideal renacentista de una obra que dé una engañosa sensación de facilidad al
lector; Vida y Fracastoro concuerdan con Horacio sobre la necesidad de utilizar para
cada género un estilo adecuado; como ya vimos, Tasso confirma a Aristóteles, etc. Es
posible que en algunos casos haya sido la autoridad moderna la que condujo al abad de
Rute a la autoridad antigua
Otra fuente utilizada por Fernández de Córdoba es la literatura polémica publicada en
Italia, al final del siglo XVI. En el Parecer cita explícitamente la
polémica entre Tasso y la Academia de la Crusca, cuando aborda el tema de los
neologismos:
[introducir neologismos] viene a ser lenguaje pedantesco fidentiano, de que le culpa a Torcuato Tasso, como a usurpador y frecuentador de palabras peregrinas, la Academia de la Crusca en la defensa del
Furioso, diciendo que Aristóteles concedió que cayese en los poemas agua de palabras forasteras, pero no que tempestase.
El abad de Rute se muestra atento a un detalle que ya fue objeto de polémicas en otra área lingüística y cultural. Reconoce en la poesía gongorina una característica común con la de Tasso, que también podría ser objeto de críticas; los ataques sufridos por el poeta italiano son un precedente que justifica las advertencias a Góngora.
Otras veces utiliza herramientas conceptuales o categorías lógicas que fueron empleadas
con anterioridad en otras polémicas italianas. Así los términos de «fin arquitectónico»
y «fin instrumental», utilizados para analizar las finalidades de la poesía, proceden de
Aristóteles, pero fue Giambattista Guarini quien los introdujo en el debate literario
para comparar y distinguir la tragedia, la comedia y la tragicomediaPastor Fido en esta polémica:
Guarini, Il Verrato, ovvero difesa di quanto ha scritto M. Giason
Denores, contra le tragicomedie et le pastorali, in uno suo discorso di poesia,
in Ferrara: ad instanza di Alfonso Caraffa, 1588. Segunda intervención: Guarini, Il Verato secondo overo replica dell’ Attizzato accademico ferrarese in
difesa del Pastor Fido, in Firenze: per Filippo Giunti, 1593. Reunió los
elementos teóricos de la discusión en: Guarini, Compendio della poesia
tragicomica, Venecia, appresso Gio. Battista Ciotti, 1601. Citaré siempre por
Guarini (2008).Pastor Fido, respondió a
los ataques de Jasón Denores, que le echaba en cara el carácter supuestamente monstruoso
de la tragicomedia, inconciliable con la Poética de Aristóteles.
Guarini replicó haciendo un análisis detallado de las partes de la tragedia y de la
comedia y de sus finalidades respectivas. Después de definir la tragicomedia como poema
mixto, expone la finalidad instrumental de la tragicomedia (imitar cosas trágicas y
cómicas mezcladas) y su finalidad arquitectónica (purgar la melancolía, como en el caso
de la comedia)Didascalia multiplexDidascalia…, 1615, cap. XX, p.
211: «quid sit poeticae finis, aliquot autorum conciliata loca».Parecer, ni en el Examen
donde se volverán a utilizar estas categorías, Fernández de Córdoba mencione la
fuente.
Otra influencia que dejó el intercambio de discursos y panfletos entre Guarini y Jasón
Denores en el Parecer es cierta definición del decoro, entendido como
adaptación del estilo a un determinado género literarioDe arte poetica, III, v.170-176) y Girolamo Fracastoro (2005:
82-84), citados por el abad de Rute, también desarrollan esta idea. Sin embargo, es
muy probable que el hecho de utilizar la noción de decoro para criticar el estilo de
las Soledades venga de Guarini y Denores, lectura de predilección de
Fernández de Córdoba, pues ambos lo utilizan para atacar o defender una obra
literaria.Discorso intorno a que' principii, cause et accrescimenti che la comedia, la
tragedia et il poema eroico ricevono dalla filosofia morale e civile e
da'governatori delle republiche, in Padova: appresso Paolo Meieto, 1586, f. 39
v.Pastor
Fido fuera demasiado figurada, con ornamentaciones más propias del estilo lírico
que de una obra dramáticaApologia di
Jason [sic] Denores contra l’autor del Verato en GUARINI, Delle opere del cavalier Battista Guarini, in Verona: per Giovanni
Alberto Tumermani, 1737, II, p. 323.Soledades era adaptado al género
bucólico, dentro del cual sitúa las Soledades en esta primera etapa de
la polémicaExamen cambiará de
opinión al respecto y considerará que las Soledades pertenecen al
género lírico.Soledades son un poema bucólico, no es lícito utilizar en ellas un estilo
sublime y, así, la oscuridad (que sí sería legítima en un poema sublime) no es apropiada
para las Soledades. Vemos pues que, como en el caso precedente,
Fernández de Córdoba se inspira de algún argumento y de una manera de pensar y los
utiliza en un contexto y con una finalidad distinta que en la polémica del Pastor Fido.
Además de las obras teóricas, el abad de Rute cita numerosos versos de poetas, para
expresar una idea personal con palabras prestadas o adornar con versos ajenos la
reflexión propia. Es un uso mundano de la erudición, destinado a crear una connivencia
con el interlocutor. El Virgilio de la Eneida es el poeta más citado;
el de las Bucólicas, menos. Ovidio ocupa el segundo lugar más
importante en el panteón personal del abad de Rute: se le cita por los Amores, los Fastos, las Metamorfosis.
Fernández de Córdoba muestra una gran familiaridad con este poeta y da la sensación de
citar de memoria diferentes fragmentos breves que pasaron a ser frases hechas para las
personas cultas de su tiempo («non oculi tacuere tui», «medio ibis
tutissimus»). También cita a menudo la Biblia y, de hecho, en
un fragmento del Examen explicará que ésta contiene verdaderos
fragmentos de poesía líricaParecer.Prometeo. Las otras obras citadas son: las Elegías de
Propercio, las Silvas de Estacio, la Farsalia de
Lucano, los Idilios de Teócrito (en traducción latina), las Silvas de Policiano, La Andriana de Terencio y Pséudolo de Plauto. Además de citar, pondera a varios poetas: a Catulo
por sus epitalamios; a Persio como paradigma de dificultad reprobable; a Torcuato Tasso
como contramodelo de poeta que pulió demasiado sus obras, en detrimento de la obra
corregida, convirtiendo a la Gerusalemne liberata en la Conquistata; a Tibulo, modelo de aparente facilidad y labor
limae. Luego, «Teócrito, Bión, Virgilio, Calpurnio, Severo, Petrarca, Sannazaro,
Pontano, Marco Rosiglia, Gerónimo Benivieni, Bernardo Tasso, Luis Alemanni y el divino
Garcilaso» son citados como poetas bucólicos que han escrito en un estilo claro. Valerio
Flaco y Estacio son presentados como modelos de poetas cuya oscuridad es tolerable
porque escriben poemas heroicos. También se mencionan los Epigramas de
Marcial, el De plantis de Teofrasto (en traducción latina), los Endecasílabos, los Epitafios y los Túmulos de Bembo y los Triunfos de Petrarca.
La prosa es citada o mencionada con menor frecuencia: diálogos, obras dramáticas,
trabajos de historiadores, científicos o padres de la Iglesia. En este caso también
utilizó probablemente diferentes herramientas de erudición o diccionarios que organizan
temáticamente las citas de los prosistas siguientes: Plauto, Mostellaria; Luciano de Samosata, traducido al latín: Jupiter
tragœdus (Júpiter trágico); Máximo de Tiro, en traducción latina, Sermones sive Disputationes XLI; Eliano, De varia historia
(Historias curiosas); San Jerónimo, Comentario a Ezequiel o Comentario a Nahum; Plinio, Historia natural; Cornelio
Tácito, Anales; y Diodoro Sículo, Bibliotheca historica,
sive historiae priscae.
Finalmente, podemos rastrear la utilización de obras no citadas explícitamente, pero de
las cuales echa mano para sacar citas. Que el abad de Rute utilice diccionarios,
manuales, Tesoros o antologías no es de extrañar, pues eran muy
comunes en la época, y no por eso desmerece su cultura, que es verdaderamente asombrosa
por su extensión y variedad. Por ejemplo, según pudimos advertir, finge citar un verso
de las Bacantes de Eurípides, en alguna traducción al latín, sin
precisar que lo que de verdad reproduce es la paráfrasis que Natale Conti dio de este
fragmento en sus MythologiaeAdagia de Erasmo. La
honradez intelectual prevalece al final por encima de las ganas de lucir erudición.
De todo lo dicho se desprende que el abad de Rute es un lector muy culto, que sabe manejar instrumentos de erudición variados. Sabe a la perfección cómo y dónde encontrar fuentes de información. Es más un compilador del saber y de las ideas ajenas que un autor capaz de inventar conceptos nuevos.
El abad de Rute establece las bases de las futuras discusiones sobre la oscuridad en
los textos posteriores de la polémicaSoledades, porque procede de un exceso de figuras y, en particular,
de tropos. Cada tropo puede potencialmente convertirse en una fuente de oscuridad; una
acumulación de tropos acentúa aún más este riesgo. Debe huirse de la oscuridad, dice,
porque impide alcanzar las dos finalidades propias de la poesía: deleitar y enseñar.
Francisco Fernández de Córdoba concede que puede haber un placer de leer cosas
difíciles, por lo menos para los lectores más doctos, pero, dice, la oscuridad no
permite que los lectores menos cultos entiendan a fondo el contenido moral y por eso no
podrán aprovecharse de la obra. Además, una obra absolutamente buena no puede tener
ninguna parte mala, ni le puede faltar nada: que le falte perspicuidad es contradictorio
con la idea de perfección.
Luego acude a otro argumento, totalmente nuevo en la polémica y que tendrá bastante
transcendencia en las futuras discusiones: la oscuridad es intolerable en el caso de las
Soledades porque no hablan de misterios de religión que deban
permanecer escondidos. Matiza después la idea de que pueda existir un placer de leer
cosas difíciles, diciendo que seguramente sus lectores se van a cansar de descifrar
enigmas. Y subraya que la sensación de pérdida que experimenta el lector cuando trata de
entender la obra gongorina es intolerable, porque le hace sentir como si estuviera
leyendo un idioma extranjero y no fuera capaz de entenderlo. Cuestiona que sea el lector
quien no esté a la altura de la obra. Otro tema presente y estrechamente vinculado al
anterior es la identidad de lo que podríamos llamar el censor legítimo de la poesía:
ningún poeta, afirma el abad de Rute, puede prescindir de la aprobación popular; el
pueblo es un censor legítimo de las creaciones literarias. De ahí se deriva la
ilegitimidad de escribir solo para los doctos, en lenguaje cifrado o con enigmas a los
que solo unos escasos lectores muy cultos tendrían acceso. La obra realmente buena es
aquella que goza de una aprobación universal.
Acaba enunciando un ideal estético muy difundido y que podemos considerar típicamente
clásico: que la complejidad y dificultad de composición de la obra permanezcan
escondidas y que el lector experimente una engañosa sensación de facilidad. «Venustidad
y perspicuidad virgiliana», equilibrio, buen gusto y elegancia: así se puede cifrar el
ideal estético del abad de Rute. El buen poeta es aquel que conoce perfectamente la
tradición poética e imita a los mejores modelos grecolatinos e italianos. El abad de
Rute se cita como ejemplo de poeta que practicó la imitatio en su
silva PrometeoParecer.
El abad de Rute es heredero de una jerarquía de los estilos, en la cual el heroico es
el más digno de todos. Por eso animó a Góngora (en sus pareceres perdidos sobre el Polifemo y la Canción a la toma de Larache) a cultivar
este género, en el cual no cree que entren las Soledades. Está,
implícita en toda esta reflexión, la noción de decoro que supone que conviene utilizar
el estilo adecuado al género en que uno escribe. Fernández de Córdoba reconoce que los
recursos estilísticos que utiliza Góngora en las Soledades (y que
crean la oscuridad) son buenos en sí, pero son propios del estilo sublime y no del
bucólico.
Otro tema muy presente en el Parecer es la repetición de palabras y
de ideas y el uso excesivo de determinadas figuras. El abad de Rute nota la creación de
una especie de idiolecto, la repetición y transformación de metáforas en base a la
asociación de las mismas palabras claves. También critica el uso excesivo de dos tropos:
hipérbatos e hipérboles, propios del estilo sublime que definió anteriormente.
El tema de la «propiedad» de las imágenes, es decir su adaptación a la realidad, está
también diseminado en todo el Parecer. No es conveniente escribir que
una campesina tiene la tez blanca, porque no puede tenerla, al trabajar siempre fuera.
La propiedad también se entiende como adaptación a la realidad de la mitología,
establecida por la tradición de los poetas: las doncellas de la Soledad I no deberían ser calificadas de «bacantes» ya que están desarmadas y no
llevan tirso, al contrario de cómo las representaron los buenos poetas. Lo sorprendente
en esta manera de pensar es que, incluso cuando el abad de Rute se pregunta si una cosa
puede existir en el mundo real (la tez blanca de una campesina o un barco de haya) busca
la respuesta en las obras de los poetas y en la tradición literaria. Tiene mucho sabor
el fragmento en el que el autor del Parecer se presenta, junto a su
amigo Francisco de Gálvez, revisando en Teofrasto y Plinio si pueden existir navíos de
haya. Bastaría con que alguna autoridad hubiera utilizado esta sinécdoque para que fuera
aceptable en Góngora. En efecto, la mejor forma de imitar la naturaleza es imitar a los
poetas que ya la imitaron. Encontramos aquí el germen de la futura actitud crítica de
los comentaristas (Díaz de Rivas, Salcedo Coronel, Pellicer) que intentarán justificar y
disculpar la novedad de las Soledades, a partir de la tradición
poética, acumulando presuntas fuentes.
El tema de la novedad o modernidad de la poesía gongorina se cierne sobre todas las
reflexiones acerca de la utilización de tropos. El abad de Rute cita por ejemplo una
serie de hipálages o metonimias en latín, otras en italiano y se pregunta si la poesía
en lengua española tendrá capacidad para integrar las figuras arriesgadas y el ornato
difícil que admiten idiomas de mayor tradición poética. También censura la excesiva
audacia de algunas construcciones anfibológicas, subrayando que lo que está en juego no
es la comprensión literal de los fragmentos, sino la excesiva maleabilidad de las
estructuras gramaticales: «aunque todos lo entiendan, será bien aclararlo más», dice. La
defensa de la novedad y de la libertad creativa serán afirmadas más rotundamente aún en
el Examen
Si el principal interés del Parecer es ofrecer, dentro de la polémica
gongorina, la primera reflexión ordenada y completa sobre la noción de oscuridad,
también constituye un primer esbozo de lo que serán, en las siguientes décadas, los
comentarios de la obra de don Luis, bajo la pluma de Díaz de Rivas, Salcedo Coronel y
Pellicer. Pocos versos son comentados en el Parecer, y lo son desde
una perspectiva esencialmente crítica, para señalar los fragmentos que merecen ser
enmendados, cuando los tres citados comentaristas tuvieron como objetivo principal
defender e ilustrar la obra de Góngora. Sin embargo, pese a esta diferencia esencial, la
metodología es similar. Cuando un fragmento presenta alguna dificultad, el abad de Rute
(y los comentaristas señalados) buscan en otras autoridades grecolatinas versos que
hablen del mismo tema o que contengan el mismo tipo de figuras. Se trata de legitimar o
deslegitimar las audacias estilísticas y las creaciones poéticas de Góngora a partir de
otras obras canónicas. Por ejemplo, que ninguna autoridad griega o latina haya utilizado
la sinécdoque de materia «haya» para designar un barco es motivo suficiente para
censurar su uso en la obra de Góngora. Este tropo no tiene legitimidad porque no tiene
tradición literaria suficiente. Al revés los tres comentaristas se empeñarán en acumular
fragmentos de autores canónicos para avalar la escritura de Góngora. Por otra parte, el
abad de Rute no cree que un poeta español se pueda permitir tanta audacia como la que
usaron los poetas grecorromanos o italianos. De momento, la lengua castellana no ha
alcanzado aún un grado de madurez suficiente para que sea el caso. De hecho, Góngora
podría contribuir a realzar la lengua castellana, piensa el abad de Rute, si accediera a
escribir el gran poema heroico que España necesita. Por ejemplo, el uso de la metonimia
le parece perfectamente lícito en las obras de Virgilio o Petrarca, pero duda en
recomendarla en castellano: «En nuestro vulgar no sé si puede usarse, creo que, a poder,
no fuera tan ridículo».
Para encontrar lugares con los cuales comparar los fragmentos que comenta, el abad de
Rute utiliza las mismas herramientas de erudición que los demás comentaristas:
diccionarios, índices de las obras completas de algún autor, manuales de retórica, obras
comentadas de un clásico. Y cae en la misma tentación de acumulación de erudición que
sus seguidores. Por ejemplo, cuando comenta la metáfora de las bacantes, encuentra en el
Diccionario de Calepino referencias de textos que hablen de tirsos.
Localizadas las citas, acude a las obras completas de los autores en cuestión y de allí
copia la cita (una escrupulosidad de la que no siempre harán gala los demás
comentaristas
El Parecer es un compendio de erudición escrito para convencer a
Góngora de que debía corregir sus poemas y restituir su obra a la claridad y
perspicuidad virgiliana que solía tener antes de que se lanzara a escribir el Polifemo y las Soledades. No cabe duda de la profunda
admiración que don Francisco tenía por la obra de Góngora: absolutamente sincera es su
convicción de que es Góngora el mejor poeta de España, como dictaminará en la Apología. Pero, en esta etapa de la polémica, considera que la nueva
propuesta literaria de Góngora es errónea y que el poeta todavía está a tiempo de
corregir el tiro. La oscuridad es «afectada», analiza, es decir, buscada deliberadamente
y ninguna autoridad puede respaldarla. También otros «pecadillos» afean la obra,
desmereciendo del conjunto, y todos tienen que ver con una elocutio
sobrecargada de tropos. Seguramente las circunstancias previas a la escritura del Parecer pudieron predisponer al abad de Rute a responder con cierta
irritación a Góngora (éste acudió tarde a su amigo para valorar las Soledades y desatendió los primeros consejos del abad de Rute, redactados en
unos pareceres hoy perdidos sobre el Polifemo y la Canción a la toma de Larache) pero, en el fondo, lo que resalta es la falta de
adhesión inicial del abad de Rute a la nueva propuesta estética de Góngora. El ataque de
Jáuregui, que cosechó en el Parecer numerosos argumentos en contra de
las Soledades, puso al abad de Rute en la obligación de reconsiderar
su argumentación y reescribirla en parte en el Examen. La evolución de
una posición a otra muestra que, incluso entre los lectores a priori más favorables a la
obra de Góngora, la revolución poética de las Soledades no se impuso
sin sobresaltos.
De momento solo contamos con un manuscrito que recoja el Parecer: el
llamado manuscrito Gorope ingenii las erratas que contiene y, en el caso de los
abundantes errores que contenían las citas en latín e italiano, remontándonos a la
fuente consultada por Fernández de Córdoba. Si aparecieran otros testimonios de este
texto, quizás permitieran corregir otros errores que pasaron desapercibidos.
Para subsanar las citas nos fue útil identificar las ediciones que manejó el abad de
Rute, de los autores que cita, guiándonos por las peculiaridades de las citas. El abad
de Rute cita la Poética de Aristóteles en la edición y traducción de
Alessandro Pazzi, publicada por primera vez en Venecia en 1536Aristotelis Poetica per Alexandrum Paccium, patritium florentinum, in
latinum conversa, Venetiis, in aedibus Aldi et Andreae Asulani soceri,
1536.princeps, puesto
que ésta presenta el texto latino a continuación del texto griego en un solo bloque, sin
indicación de los capítulosObras
completas de Aristóteles, que reutilizaron la traducción de Pazzi. Nótese que el
orden de los capítulos varía con respecto a las ediciones modernas. Luego, Fernández de
Córdoba cita la Retórica de Aristóteles en la edición y traducción de
Jorge de TrebizondaRhetoricorum Aristotelis ad
Theodecten libri tres, Georgio Trapezuntio interprete, Lugduni: apud Seb.
Gryphium, 1545.princeps o
alguna reimpresión, pues dicha traducción fue reeditada varias veces a lo largo del
siglo XVI.
Las numerosísimas citas de la Cito la edición parisina ( También el siguiente
fragmento : Para terminar veamos la definición de la hipérbole: Institución oratoria presentan
características que nos permiten afirmar que el abad de Rute no utilizó la edición más
difundida del siglo XVI, establecida por Pellegrino Pasquali y Dionigi Bertocchi en
Venecia en 1482 y reimpresa muchas veces. Las citas corresponden todas con una edición
parisina mucho menos conocida: De institutione oratoria libri XII,
Parisiis, apud Audoënum Parvum, in via quae est ad D. Iacobum, sub insigni Lilii, 1549.
Las diferencias entre ésta y las demás ediciones citadas, antiguas y modernas, son
numerosasM. Fabii Quintiliani, oratoris eloquentissimi, De institutione
oratoria…, 1549) y, entre corchetes, el texto de la edición antigua más
difundida: Institutiones oratoriae, [Paulus de Ferraria],
Dionysius [Bertochus] Bononiensis et Pereginus [de Pasqualibus], Treviso: 22 octubre
1482:Quid si plerumque accidit, ut faciliora sint ad
intellegendum et lucidiora multo, quae a doctissimo quoque dicuntur? Nam et prima
est eloquentiae virtus perspicuitas, et quo quisque [en vez de «quis» en la
edición de 1482; así como en Quintiliano 1975-1980 y Quintiliano 2009] ingenio minus valet, hoc se magis attollere et dilatare conatur, ut statura
breves in digitos eriguntur et plura infirmi minantur. Nam tumidos et corruptos et
tinnulos et quocumque alio cacozeliae genere peccantes, certum habeo non virium,
sed infirmitatis vitio laborare, ut corpora non robore, sed valetudine inflantur
et recto itinere lapsi [lassi] plerumque divertunt
[devertunt]. Erit ergo obscurior etiam [etiam oscurior] quo quisque deterior.Plus tamen est obscuritatis in contextu et
continuatione sermonis, et plures modi. Quare nec sit tam longus, ut eum prosequi
non possit intentio: nec trajectione tam tardus, ut in hyperbaton [nec
transjectone ultra modum hiperbati] finis ejus differatur. O éste: In
hoc malum etiam a quibusdam laboratur [In hoc malum a quibusdam etiam
laboratur…]; neque id novum vitium est […]ementiens
superjectio (Quintiliano, De institutione oratoria, 1549),
en vez de lo que se lee en todas las ediciones modernas: «Est haec
decens veri superjectio» (Quintiliano 2009 y 1975-1980); o en las demás
ediciones antiguas publicadas en Venecia que rezan así: «est haec de
mensuris subjectio» (Quintiliano, Institutiones oratoriae,
1482). En mi edición he respetado pues el texto de Quintiliano, De
institutione oratoria 1549, enmendando solamente los evidentes errores de
ortografía.
En cambio no pudimos encontrar qué edición del Arte poética de
Horacio utiliza, porque las citas no presentan errores, ni variantes características
(solo son de notar algunas aproximaciones, que parecen indicar que el abad de Rute
restituye algunos fragmentos de memoria). Por la misma razón tampoco pudimos encontrar
en qué edición cita las obras de Cicerón: De finibus, [Del supremo bien y del supremo mal], Academicorum […] liber [Cuestiones académicas], De natura
deorum [De la naturaleza de los dioses]; las de Elio Donato:
Ars grammatica major; y las de Diomedes: Diomedis artis
grammaticae libri III; si es que las consultó directamente.
La «bibliografía hipotéticamente consultada por el polemista» que logramos reconstruir a partir de las particularidades de la traducciones al latín de unos textos inicialmente escritos en griego (Diodoro de Sicilia, Eliano, Diogenio Laercio, Luciano de Samosata, Máximo de Tiro…) nos permitió corregir numerosos errores de transcripción del copista.
Decidimos ofrecer una traducción al español de todas las citas que utiliza el abad de Rute en su texto. En la mayoría de los casos, las traducciones son nuestras, salvo en aquellos casos en que utilizamos alguna traducción publicada, y así lo mencionamos.
Alamanni, Luigi:
Aristóteles:
Calepino, Ambrosio:
Calpurnio (Titus Calpurnius Siculus):
Cerda, Juan Luis de la:
Conti, Natale, (Natale Comitis):
Denores, Giasone:
Diodoro de Sicilia (también llamado Diodoro
Sículo):
Eliano, Claudio:
Endelequio, Severo Santo (Severus Sanctus
Endelechius, también llamado Severus Retor):
Escalígero, Julio César:
Fernández de Córdoba, Francisco:
Fracastoro, Girolamo:
Gilio da Fabriano, Giovanni Andrea:
Guarini, Giambattista:
Laercio, Diogenes:
Luciano de Samosata:
Luisio, Francesco (también llamado Francesco
Luigini o Franciscus Luisinus Utinensi o también Franciscus Lovisini):
Licóstenes, Conrado:
Major, Georg:
Máximo de Tiro:
Minturno, Antonio:
Policiano, Ángel:
Quintiliano, Marco Fabio:
Rosiglia, Marco:
Salviati, Lionardo:
Simposio (también llamado Symposius o
Symphosius):
Tasso, Torcuato:
Teócrito:
Teofrasto:
Vida, Marco Girolamo:
Antonio, Nicolás:
Benivieni, Girolamo en:
Covarrubias, Sebastián:
Denores, Giasone:
Diogeniano:
Eliano, Claudio:
Eurípides:
Fernández de Córdoba, Francisco:
Guarini, Giambattista:
Lope de Vega:
Minturno, Antonio:
Quintiliano, Marco Fabio:
Rosiglia, Marco:
Tasso, Bernardo:
Tasso, Torcuato:
Vaca de Alfaro, Enrique:
Vulgata:
Alatorre, Antonio:
Alonso, Dámaso:
Amo Lozano, Milagros del:
Aristóteles:
Artigas, Miguel:
Aulo Gelio:
Azaustre Galiana, Antonio:
Balavoine, Claudie y Laurens,
Pierre:
Balsamo, Jean:
Bessiere, Jean, Kushner, Eva y
Mortier, Roland:
Blanco, Mercedes:
Calpurnio:
Carreira, Antonio:
Catulo, Gayo Valerio:
Cervantes y Saavedra, Miguel de:
Chevrolet, Teresa:
Cicerón:
Conti, Natale:
Correas, Gonzalo:
Cruz Casado, Antonio:
Daza Somoano, Juan Manuel:
Di Monti, Michele:
Diodoro de Sicilia:
Diomedes:
Donato, Elio:
Eliano, Claudio:
Elvira, Muriel:
Endelequio, Severo Santo:
Erasmo de Róterdam:
Escalígero, Julius Caesar:
Estacio:
Fernández Ariza, Carmen:
Fernández de Avellaneda, Alonso:
Fernández de Córdoba, Francisco:
Fracastoro, Girolamo:
Galand, Perrine y Hallyn,
Fernand:
Gates, Eunice Joiner:
Góngora, Luis de:
González de Amezúa y Mayo, Agustín:
Gracián, Baltasar:
Guarini, Giambattista:
Guzmán Arias, Carmen:
Heineccius, Johann Gottlieb y Vicente y Caravantes, José de:
Horacio:
Huard, Emmanuelle:
Huarte de San Juan:
Jammes, Robert:
Jerónimo, San:
Largaiolli, Matteo:
López Bueno, Begoña:
Lucano:
Luciano de Samosata:
Magnien, Michel:
Marcial:
Marín López, Nicolás:
Martínez Arancón, Ana:
Matas Caballero, Juan:
Máximo de Tiro:
Miguel Mora, Carlos de:
Minturno, Antonio:
Molina Recio, Raúl:
Moya del Baño, Francisca:
Orozco, Emilio:
Osuna Cabezas, María José:
Ovidio:
Pérez Lasheras, Antonio:
Pérez López, Manuel María:
Pérez Molina, Miguel E.:
Périgot, Béatrice:
Petrarca, Francesco:
Plauto:
Policiano:
Pontano, Giovanni:
Propercio:
Quevedo, Francisco de:
Quintiliano:
Ramírez de Arellano, Rafael:
Rico García, José María:
Roccasalva, Alessandro:
Romanos, Melchora:
Roses Lozano, Joaquín:
Sannazaro, Jacopo:
Scroffa, Camillo:
Sliwa, Krzysztof:
Sobejano, Gonzalo:
Tácito, Cornelio:
Tasso, Bernardo:
Tasso, Torcuato:
Terencio:
Tiro, Máximo de:
Tubau, Xavier:
Valerio Flaco:
Vida, Marco Girolamo:
Virgilio:
Weinberg, Bernard:
Yoshida, Saiko:
Vino a mis manos, por las del señor Francisco de GálvezJusta poética a la pureza de la Virgen nuestra Señora,
celebrada en la parroquia de San Andrés de la ciudad de Córdoba, en quinze de enero de
1617, como reza la relación que se hizo de dicha justa (Sevilla: por Gabriel
Ramos Bejarano, 1617). La presencia en estas justas de numerosos participantes
renombrados de la polémica gongorina alrededor de su campeón confirma que Francisco de
Gálvez se contaba entre los partidarios y defensores activos de Góngora. Escribió para
la ocasión un soneto que empieza así: «Este imperioso soberanamente / purísimos candores
coronado…» (Fernández Ariza 2005). Además, Fernández de Córdoba lo vuelve a nombrar en
el Parecer más adelante, y lo presenta en plena lectura de Plinio y
Teofrasto, para investigar si el haya puede ser la materia prima de los navíos y, por lo
tanto, si la metonimia de llamar haya a un barco es lícita o no.
Cedite romani scriptores, cedite Graii, Nescio quid majus nascitur Iliade Propercio, ;Elegías , II, 34, v. 65-66. «Silencio, escritores romanos, silencio, griegos: algo está naciendo superior a laIliada» (traducción propia). Así hablaba Propercio de laEneida, aún en gestación, cuando escribió estos versos. El abad de Rute compara la novedad que causarán lasSoledadesaún inacabadas, con la novedad que causó laEneida, también inacabada, cuando fue conocida y valorada por Propercio. El uso ingenioso de estos dos versos para ponderar la idea de que una obra moderna es capaz de superar una obra canónica de la antigüedad era bastante común en el Renacimiento. Ralph G. Willliams explica que el Papa León X utilizó estos mismos versos para saludar el inicio de la escritura de losChristiados libri sexde Vida (uno de los autores de predilección del abad de Rute) y sugerir que Vida era un poeta épico incluso mejor que Virgilio (Vida 1976: XIX).
y cierto que, si dijo
Graio nobilior Melete Baetis Baetis ,em. : BoetisGMantua, Baetim Baetim provocare noliem. : BoetimGEstacio, ,Silvae, lib. II, 7, v. 34-35. El «Genethliacon Lucani ad Pollam» es un poema escrito para celebrar el nacimiento de Lucano. «Río Betis, más famoso que el Melete griego; Mantua, no provoques al Betis» (traducción propia inspirada en Estacio 1995: 114). Los tres topónimos citados son metonimias para designar a los poetas que los vieron nacer: el río Betis designa a Lucano, nacido en Bética, la actual Andalucía; Mantua, ciudad a orillas del Po, es la patria de Virgilio; y el Melete es un río de Jonia, a cuyas orillas se supone que había nacido Homero. Estacio dice pues en estos versos que la poesía de Lucano supera la de Virgilio y Homero, y Fernández de Córdoba extiende esto a Góngora. La comparación tácita entre Lucano y Góngora es muy oportuna, porque los dos eran de Córdoba. Obsérvese que la edición moderna de referencia de la biblioteca de Oxford ofrece una versión ligeramente diferente en el v. 35, sin que por eso cambie el sentido: «Baetim, Mantua, provocare noli» (Estacio 1905).
que sin escrúpulo de consciencia lo podremos aplicar a vuestra merced.
Y de mí confieso que, cuando por otros fines y ocupaciones no hubiera dado de manoDar de mano: despreciar.Ars poetica, v.
372-373: «Mediocribus esse poetis / non homines, non Di, non concessere
columnae». «Ni los hombres, ni los Dioses, ni las columnas [de los pórticos bajo
los cuales solían estar las tiendas de los libreros en Roma] permitieron que los poetas
fuesen mediocres» (traducción propia inspirada en Horacio 1961: 221). El juicio de
Horacio es calificado de «tan experimentado a costa de muchos» porque, reconoce el abad
de Rute, hay muchos poetas mediocres e intolerables.
Nubes excedit Olympus […] Pacem summa tenent Luca. lib 2º Lucano, .Farsalia , lib. II, v. 271 y 273. El fragmento completo es el siguiente: «…nubes excedit Olympus. / Lege deum minimas rerum discordia turbat; / Pacem summa tenent». «El olimpo está más arriba de las nubes. Por una ley de los dioses, la discordia conturba a los seres más pequeños; los grandes conservan la paz» (Lucano 1984: 68).
Y, si ya no es profanar la sagrada escritura («mons Dei
(que en aquel lenguaje quiere decir altísimo, inaccesible) mons, in quo
beneplacitum est Deo habitare in eo»Vulgata), v. 17: «montaña de Dios […] montaña donde a Dios le place residir». Es
una manera de decir que la poesía de Góngora es «divina», es decir, muy buena,
valiéndose también del lugar común según el cual el buen vate es inspirado de los
dioses, como lo confirman las líneas posteriores de la carta.
Et sacri vates et divum cura vocamur. Sunt etiam qui nos numen habere putent Ovidio, Amores , lib. III, elegía 9, v. 17-18. Elegía por la muerte de Propercio: «a los poetas se nos llama seres sagrados y favorecidos por la divinidad; hay incluso quien considera que tenemos algo de divino» (Ovidio 1989: 327). Los dos versos que siguen en el poema de Ovidio son también de interés: «Scilicet omne sacrum mors importuna profanat, / omnibus obscuras inicit illa manus». «Pero la muerte inoportuna profana todo lo sagrado y pone por igual en todos su invisible mano». Permiten observar que en Ovidio la descripción de los vates como seres que participan de lo divino se oponía a la mortalidad de los poetas, reflexión nacida a raíz de la muerte de Propercio. El abad de Rute solo conserva la idea de la divinidad de los poetas y abandona tanto el contexto de elegía, como la idea de que los poetas también son mortales, no haciendo excepción a la ley común de los hombres.
y
Est deus in nobis agitante, calescimus illo Ovidio, .Fastos , lib. VI, v. 5. «Hay un dios en nosotros; cuando él nos agita, entramos en calor» (Ovidio 1988: 200). El abad de Rute no cita el v. 6, inmediatamente posterior, aún más explícito:Impetus hic sacrae semina mentis habet: «Este impulso produce la simiente de una mente consagrada». Esta cita y la anterior eran tópicas en los siglos XVI y XVII para hablar de la inspiración y del entusiasmo, propios de la creación poética. Cervantes las utiliza en el mismo orden enEl licenciado Vidriera(Cervantes 1994: 662) y aparecen en varias antologías de lugares poéticos selectos, por ejemplo:Sententiae veterum poetarum per locos communes digestaede Georg Major, Lipsiae, Johannes Rhamba excudebat, 1564, f. 27r, posible fuente, entre otras.
«ut dixit quidam ex illis
proprius ipsorum propheta»
cretenses semper mendaces, malae bestiae,
ventres pigri» («los de Creta siempre son mentirosos, malas bestias, vientres
perezosos»).
Digo, pues, volviendo (como dicen los juristas post liminiopost liminio: ley del derecho romano que permitía
reintegrar, con todos los derechos a la vida ciudadana, a aquellos que habían sido
prisioneros del enemigo. Aquí la expresión es empleada en sentido metafórico,
equivalente a «después de una larga interrupción», como lo confirma la otra locución que
sigue (Heineccius 1842: 59).«a cabo de rato, a
Andújar»
lo primero: ver las Soledades.lo segundo: darle a Góngora su parecer sobre las Soledades.éste: el
silencio.
«dimisso ablegatoque consilio»
Neque quod dixi flocci aestimat Plaut in Most Plauto, ;Mostelaria , acto I, escena 1, v. 76. Las ediciones modernas leen el verso de esta forma: «neque quod dixi flocci existumat» (Plauto 1961: 21), lo que no cambia el sentido del texto: «No le importa para nada lo que dije».
antesAntes: conjunción adversativa con el sentido
de «antes bien».
non oculi tacuere tui Ovid. amor. 2° eleg 5ª Ovidio, .Amores , lib. II, elegía 5, v. 17: «Tus ojos no supieron callar».
Y así me pareció que era impertinente cualquier
«quandoque bonus dormitat Homerus»
«suum cuique pulchrum»
Saepe etiam est olitor valde opportuna locutus Lib 2° cap. 6º «A menudo incluso el hortelano dice cosas muy oportunas». El abad de Rute finge citar directamente a Aulo Gelio, pero no es así. En efecto, Aulo Gelio cita en griego una locución de contenido similar pero literalmente diferente en sus ;Noctes Atticae (Noches Áticas), lib. II, 6 (Πολλάκι καὶ κηπωρὸς ἀνὴρ μάλα καίριον εἶπειν) y la traduce y parafrasea así: «Nemo quisquam tam efflictis est moribus quin faciat aut dicat nonnumquam aliquid quod laudari queat». Macrobio,Saturnalia(Saturnales), lib. 6, 7 retoma escrupulosamente de Aulo Gelio la cita en griego y su paráfrasis en latín. Un refrán parecido aparece también enAdagia sive proverbia graecorum ex Zenobio, seu Zenodoto, Diogeniano et Suidae partim edita nunc primum, scholiisque parallelis illustrata, ab Andrea Schotto, Antuerpiae: ex officina Plantiniana, apud viduam et filios Joannis Moreti, 1612, VII, 8. En realidad fue Erasmo quien acuñó la fórmula tal como la cita el abad de Rute en losAdagiosIV, X, 40 (Erasmo 2011: 2430), pero es muy probable que el abad de Rute encontrara la cita en Licóstenes, a quien menciona a continuación. Se podría señalar como sinónimo el refrán español siguiente: «Por necio que el necio sea, dice y hace alguna cosa buena».
que Apeles, pintor sumo (según de otros refiere Apophthegmata que organizan en orden temático los de Erasmo. La anécdota del
hortelano aparece en el apartado titulado «De judicio in re ignota non ferendo».
Fernández de Córdoba deja entender que ésta fue su fuente para citar la sentencia,
apresuradamente atribuida a Aulo Gelio, sentencia que sólo aparece en las ediciones más
tardías de los Apophthegmata, las aumentadas por el impresor Jacobus
Stoer (Apophthegmata ex probatis graecae latinaeque linguae scriptoribus a
Conrado Lycosthene collecta [Genavae]: excudebat Jacobus Stoer, 1609, anécdota
p. 364, cita p. 490.).«Sapiens
corde praecepta suscipit et stultus caeditur labiis»
La Biblia
vulgata latina traducida en español y anotada conforme al sentido de los santos padres
y expositores católicos por el padre Felipe Scio de San Miguel, en Valencia: en
la oficina de Joseph y Thomas de Orga, 1790-1793, vol. V, p. 473). En nota el traductor
explica así este proverbio: «Escucha y da oídos a los avisos que se le dan; pero estos
mismos avisos y correcciones son intolerables para los necios, porque los miran como un
azote y se irritan con lo que se les dice. Puede también exponerse en este otro sentido:
el necio se hiere y lastima por sus mismos labios o por las necedades y locuras que
profiere».«Qui diligit disciplinam, diligit scientiam,
qui autem odit increpationes, insipiens est»
La
Biblia vulgata latina, 1790-1793, vol. V, p. 475)serlo: ser ignorante
(insipiens en la cita).
Viniendo, pues, en particular a lo que juzgo de las
Arboribus densam veniens signator in Idam, Anxius ingentis circumspicit omnia silvae, Unde opus incipiat, quae primo justa labori Causa sit: haud alia mentem ratione fatigat Nunc mihi materiae pondus grave fine carentis Teócrito, .Eydillia, XVII, v. 15-19. El texto citado esTheocriti Syracusani Idyllia triginta sex, latino carmine reddita Helio Eobano Hesso interprete, Haganoae: per Joan. Secerium, 1530. Esta traducción en latín realizada por Helio Eobano Hesso, en hexámetros dactílicos, se aleja en muchas ocasiones del original griego. Doy aquí una traducción literal del latín: «Llegando el leñador al monte Ida con su apretada arboleda, ansioso, recorre con inquieta mirada la inmensa selva, [para saber] dónde empezará la labor, a qué árbol dedicará justamente su primer esfuerzo: no por una razón diferente la pesada carga de una materia desprovista de término cansa ahora mi mente».
que después imitó
Unde ego tantarum repetam primordia laudum? Aut qua fine sequar? Facit ingens copia laudis [sic] Ancipitem [sic] El texto citado por el abad de Rute es correcto gramaticalmente, pero no se corresponde con ninguna de las ediciones que pude consultar, que rezan: « . Sic frondifera lignator in Ida,Aut qua fine sequar? Facit ingens copia rerum[y nolaudis] /Incertum[y noancipitem]…» (Policiano 1987). Es probable que el abad de Rute conociera el texto de Policiano por la edición anotada de Sánchez de las Brozas, pero que cite estos versos de memoria (Angeli Politiani Sylvae, nutricia, manto, rusticus, ambra illustratum per Franciscum Sanctium Brocensem, Salmanticae: excudebat Andreas a Portonariis, 1554).Stat dubius, vastae quae primum robora sylvae Vulneret, […] Policiano, Silvae, «Manto», v. 39-43. «¿Por dónde empezaré a cantar sus alabanzas? ¿Por dónde proseguiré y terminaré? La abundancia de cosas que loar me vuelve inseguro. Lo mismo hace el leñador en el Monte Ida frondoso, se mantiene dudoso preguntándose qué encina del bosque herirá primero» (traducción propia).
y yo imité de ambos en mi silva
«per se nota»
Oh bienaventurado albergue, a cualquier hora [OC264B.94-95] ,
la de la navegación del océano, la de los juegos de carrera y lucha, y el
epitalamio (superior, a mi juicio, a los de carmen 61 y el 62, son modélicos y, de hecho, Góngora se inspiró en varios
rasgos formales y temáticos para escribir el suyo de la primera Soledad (v. 767-844)Soledad
un fragmento que llegaba por lo menos hasta el verso 171, final del canto del peregrino.
Corresponde con lo que dice al principio de su carta: «Vino a mis manos […] la primera
parte de sus Soledades de vuestra merced, y lo que tiene hecho de la
segunda».
Juzgo, mi señor, que lo que a la hermosura de estas
«Dictionis autem virtus, ut perspicua sit non tamen humilis»
«Quid si plerumque accidit, ut faciliora sint ad intellegendum et lucidiora multo, quae a doctissimo quoque dicuntur? Nam et prima est eloquentiae virtus perspicuitas, et quo quisque ingenio minus valet, hoc se magis attollere et dilatare conatur, ut statura breves in digitos eriguntur et plura infirmi minantur. Nam tumidos et corruptos et tinnulos et quocumque alio cacozeliae genere peccantes, certum habeo non virium, sed infirmitatis vitio laborare, ut corpora non robore, sed valetudine inflantur et recto itinere lapsi plerumque divertunt. Erit ergo obscurior [etiam] quo quisque deterior»
«Nam et per totam actionem vitanda est obscuritas»
«Non minus autem cavenda erit, quae nimium corripientes omnia sequitur, obscuritas; satiusque est aliquid narrationi superesse, quam deesse»
«Vitia orationis generalia sunt tria: obscurum, inornatum, barbarum»
Raimondo imitator della severa, Rigida antichità […] Torcuatto Tasso, ,Gerusalemne liberata , canto V, octava 39, v. 1-2. «Raymundo, imitador de la severa, rígida Antigüedad».
Poetices libri
VII, Lugduni: Sumptibus Horatii Cardon, 1561; Francisco Luisio, también conocido
como Francesco Luigini, Franciscus Luisinus Utinensis o Franciscus Lovisini (1524-1568)
–según los habituales cambios de nombres de los humanistas en el siglo XVI– que fue un
filósofo, poeta, maestro y secretario de Alejandro Farnesio, autor de un Commentarius a las obras de Horacio en 1554; Torquato Tasso (1544-1595), citado
aquí como tratadista y no como poeta, autor del Discurso del arte
poética y del Discurso del poema heroico; y un poco más abajo
Marco Girolamo Vida (1480-1566), llamado aquí Jerónimo Vida, humanista y poeta, autor
del De arte poetica.
«Nec vero (ut quibus horum utendum sit ad plane ornateque dicendum, cognoscamus) ignorandum est locutionis esse virtutem, ut perspicua illa sit, non humilis, non abjecta»
«At perspicuum idem quod pellucidum vulgus transparens vocat, etcEl fragmento eliminado contiene una palabra en griego que, probablemente, el copista no entendió. El impreso original reza así: « .Talis esse debet oratio, etenim in obscura»At perspicuum idem quod pellucidum: vulgus transparens vocat: Graeci διαϕανές:». Conservo la puntuación del original, coherente con el corte realizado en el texto original.
haeret animus, neque transmittit se ad rem quam significat; in perspicua nihil obstat menti nostrae, quin aciem suam ad rem usque ipsam appellat»
«tres virtutes in omni narratione requiruntur: perspicuitas, brevitas, probabilitas, quae, si omnes adhibitae sunt, oratio omnes numeros habet»
«Ma la virtù della elocuzioneelocuzione , se crediamo adem. : elocutioneGad Aristotele, è che sia chiara, non umile»em. : aG
Horacio Decipimur specie recti, brevis esse laboro Obscurus fio […] Horacio, .Ars poetica , v. 24-25. «[Nosotros los poetas] somos engañados por la apariencia del bien. Procuro ser breve, me vuelvo oscuro» (Horacio 2008).
Pero nace en esta composición la oscuridad de la demasía de tropos y esquemas,
paréntesis, aposiciones, contraposiciones, interposiciones, sinécdoques, metáforas y otras
figuras artificiosas y bizarras cada una de por sí, y a trechos y lugares convenientes,
mas no para amontonadas. Porque ¿quién duda que para aumentar la hermosura de las damas se
inventasen para la cabeza apretadores, rosas de diamantes, rubíes, esmeraldas, plumas de
la misma materia; para las orejas, zarcillos, arracadas de oro y pedrería; para el cuello
y pecho, cadenas, cabestrilloscabestrillo: cadena
delgada de oro, plata o aljófar, que se llevaba al cuello.brinco: joyel pequeño que colgaba
de las tocas.em. : considerara Gconsiderado: el que
actúa con meditación y reflexión.ofuscar: oscurecer y hacer
sombra.De
Institutione oratoria de Quintiliano. Prueba de que tenía en mente este texto el
abad de Rute es que lo cita explícitamente algunas líneas más adelante. La única
diferencia es que Quintiliano aplicaba la imagen a un cuerpo masculino, en vez de un
cuerpo femenino.
Singula quaeque locum teneant sortita decenter Horat in arte Horacio, ;Ars poetica , v. 92: «Que cada género tenga su lugar y que se repartan según la conveniencia todos los géneros». Es decir «úsese para cada género el estilo conveniente». El sentido de la cita es que hay que adaptar el estilo que se emplea (y en particular el uso de tropos) en función del tema y género de cada poema.
porque según, tratando de lo mismo, afirma em. : Hieronimo de Vida G
Obscuros aliter crepitus et murmura vana Miscebis, ludesque sonis fallacibus aures Poet. lib 3º Marco Girólamo Vida, .De arte poetica , lib. III, v. 341-342. «De otra forma [si no hablas claro] mezclarás estrépitos oscuros y murmullos vanos y burlarás los oídos con sonidos falaces». (traducción propia inspirada en Vida 1976).
Oigamos a
«Praeterea, incongrua sit oratio, cum nos reddideris, nisi conjunxeris utrique congruentiam; ut, sonum aut colorem videre quidem commune non est, sentire vero. Obscurum autem etiam cum dicis non apponendo, sed multa interserendo, hoc pacto. “Constitui enim, cum tecum haec atque haec et sic collocutus essem, proficisci”»
«Peregrinum voco varietatem linguarum, translationem, extensionem, tum quodcumque a proprio alienum est. Verum si quis haec omnia simul congerat, vel ænigma efficiet vel barbarismum; ænigma quidem, si translationes; barbarismumvero, si linguas»
«Atque mensura eaque omnibus partibus regula est, nam si quis translationibus, linguis, cæterisque hujus generis, vel indecenter, vel afectate usus fuerit, pari ratione ridicula struxerit»
«Plus tamen est obscuritatis in contextu et continuatione sermonis, et plures modi. Quare nec sit tam longus, ut eum prosequi non possit intentio: nec trajectione tam tardus, ut in hyperbaton finis ejus differatur. Quibus adhuc pejor est mixtura verborum, qualis in illo versuQuintiliano, :De institutione oratoria , VIII, cap. 2. El texto de Quintiliano citado por el abad de Rute está deturpado, sigue la traducción textual de este impreso:De institutione oratoria libri XII, 1549, p. 119. Después de hablar de la oscuridad procedente de algunas palabras aisladas, Quintiliano pasa a hablar de la oscuridad de una frase larga o de un discurso: «Sin embargo, la oscuridad se encuentra más a menudo en la contextura y la continuidad de un discurso y puede darse de varias maneras. Por eso, que no sea el discurso tan largo que la atención no pueda seguirlo, y que su final no sea diferido de forma excesiva por la trasposición del hipérbaton. Peor aún es la mezcla de palabras, como ocurre en este verso…» (Quintiliano 1887).“Saxa vocant Itali mediis quae in fluctibus, aras”»
El
«Ma quella saràsarà grave, laquale useràem. : seraGuserà vocaboli vocaboli affatto peregrini; peregrini chiamaem. : usaravo caboliGAristotele la varietà delle lingue, l’accorciamento e l’allungamento, e ciascuno altro nome, che non sia proprio. Ma s’alcunos’alcuno mescolasse insieme tutte queste cose farebbe enigma o barbarismo»em. : se alcunoG
Aut prodesse volunt aut delectare poetae Aut utrumque simul Horacio, Ars poetica , v. 333-334. Es probable que el abad de Rute cite de memoria, puesto que el v. 334 es inexacto. El texto original es el siguiente: «Aut simul et jucunda et idonea dicere vitae» (Horacio 1961). La cita del abad de Rute se podría traducir así: «Los poetas quieren o que sus obras sean instructivas, o divertidas, o las dos cosas a la vez».
que es lo más cierto, siendo el fin ultimado y arquitectónico el
aprovechar, y el deleitar el subordinado (según lo probéem. : probre G
«Itaque et Apollinem in dandis oraculis rideria nonnullis video, dum multa securo animo involvit et data opera obscurat, ne omnino audientes otio indulgeant, sed expendant versiculos»
«Multa dicuntur(dice él)in parabolis et ænigmatibusÆnigmatibus , ut qui habet aures audiendi, audiat. Omnisque prophetia in obscuritate continet veritatem, ut discipuli intrinsecus audiant: vulgus ignobile, et foris positum, nesciat quid dicatur»em. : enigmatibusG
«Et dicemus, ideo scripturam sanctam his difficultatibus esse contextam, et maxime prophetas qui enigmatibusÆnigmatibus pleni sunt, ut difficultatem sensuum difficultasquoque sermonis involvat, ut non facile pateat sanctum canibus, et margaritae porcis, et prophanis sancta sanctorum»em. : enigmatibusG
Tu quid ego, et populus mecum desideret, audi Horat. in Arte Horacio, .Ars poetica , v.153. «Escucha lo que yo, y conmigo el pueblo, echamos de menos».
Poeta cum primum animum ad scribendum appulit, Id sibi negoti credidit solum dari, Populo ut placerent quas quas fecisset fabulasem. : quaeGTerencio, .La Andriana, prólogo, v. 1-3. «El poeta, cuando por primera vez tomó la decisión de escribir, creyó que la única preocupación que se le ofrecía era la de dar gusto al público con las comedias que escribiera» (Terencio 2008).
«Poeta autem
diligitur en vez de diligatur, en la
edición manejada por el polemista) que no cambia el sentido de la frase.Maximi tyrii philosophi Platonici Sermones sive Disputationes XLI. Ex Cosmi
Paccii Archiepiscopi Florentini interpretatione. Ab Henrico Stephano […] enmendata. Ex oficina Henrici Stephani Parisiensis typographi, 1547,
sermo XXIX, p. 224). Máximo de Tiro (Cassius Maximus Tyrius en latín) fue un filósofo
griego (125-185), afín al platonismo. En el fragmento citado, Máximo de Tiro compara el
filósofo que «ofrece al vulgo una enseñanza gravosa y difícil» con el poeta. Traduzco
literalmente: «El poeta en cambio es considerado como agradable y es apreciado de la
muchedumbre, como podrá hacerlo cualquiera que es valorado por el placer que procura».
También doy la traducción del griego al español de Juan Luis López Cruces que, como
suele ocurrir, es bastante diferente: «El poeta en cambio ofrece una enseñanza elegante
y popular, estimada por el goce que procura, pero cuya virtud es ignorada» (Tiro 2005:
IV, 159).Aenigmata Symposii poetae cum
scholiis Josephi Castalionis Anconitani, Romae: Apud Franciscum Zannettum,
1581.
Ut quos, obscuris victos ambagibus oris, Legimus infandae Sphinga dedisse neci Ouid in ibim Ovidio, ;Ibis, v. 377-378. «Como los que, vencidos por los enigmas oscuros de su boca, leemos que entregó la Esfinge a nefanda muerte». Antes de que Edipo lograra descifrar el enigma de la Esfinge, ésta solía devorar a los viajeros de Tebas. El abad de Rute juega aquí con el sentido figurado del verbo matar del que se vale en su prosa («matándose por entender») y el sentido propio, actualizado por la cita de Ovidio (no entender un enigma conduce a la muerte).
y dirán lo que de «Qui
Qui es una variante textual en la
transmisión de este texto. Quem en otras ediciones.
Has quidem Pol credo, nisi Sybilla legerit, Interpretari alium posse neminem Act. 1º scena 1ª Plauto, .Pséudolo , Acto 1, escena 1. «Realmente, por Pollux, creo que a menos que la Sibila pueda leer [estas letras], nadie podrá entenderla» (traducción propia). El abad de Rute saca la cita de su contexto, pues Pséudolo hablaba de la letra (la caligrafía) y no de la oscuridad del texto que lee.
No, por amor de Dios, que a la verdad es terrible cosa que en mi lengua
materna haya yo de andar como en un Sátiras.
«Satisne igitur videor vim verborum tenere, anan sum etiam nunc græceem. : autGloqui vel latine docendus? Et tamen vide, ne, si ego non intelligam, quid Epicurus loquatur, cum græce, ut videor, luculenter sciam, sit aliqua culpa ejus, qui ita loquatur ut non intelligatur»
«In hoc maloPequeño error de copia del abad de Rute o del copista ( etiam a quibusdam laboratur, neque id novum vitium est, etc. Unde illa scilicet egregia laudatio, “tanto melior; ne ego quidem intellexi”»in hoc maloen vez dein hoc malum, en la edición consultada por el polemista) que no cambia el sentido de la frase.
Ex noto fictum carmen sequar; ut sibi quivis Speret idem: sudet multum frustraque laboret Ausus idem in arte Horacio, Ars poetica , v. 240-242. «Partiendo de lo conocido, iré tras un nuevo poema, tal que si alguno pretende lo mismo, sude no poco y en vano se esfuerce en su intento» (Horacio 2008: 297).
y Ne nimiam ostendas, quaerenda talia,
curam». «Tenga cuidado en no mostrar demasiado esfuerzo, procurando estas cosas»,
es decir, el ornamento de sus versos a partir del uso de figuras.12: Error de lectura achacable al
abad de Rute (en realidad se trata del capítulo 42), que se explica por la mala
impresión del número del capítulo (el «XLI» se confunde con un «XII»), en la edición
consultada (referencias en la nota siguiente).
«Itaque ea nolui scribere, quae nec indocti intelligere possent, nec docti legere curarent»
Dirame vuestra merced a esto dos cosas: la primera, que la oscuridad causada de
locuciones extraordinarias, palabras peregrinas y muchedumbre de figuras hace y engendra
el hablar grande y estilo sublime; la segunda, que hay otros muchos poetas de los de más
nombre oscuros y, con dificultad, inteligibles. Respondo a lo primero que es así que el
hablar figurado demasiadamente y con palabras peregrinas (como no dé endar en enigma: convertirse en enigma.Examen volverá a utilizar
estas mismas referencias, dando esta vez más detalles: cita primero la Poética de Aristóteles y después los Discursos de Torcuato
Tasso («Da una medisima cagione suol nascer l’obscurità e la grandeza, e
derivar quasi da un medisimo fonte»). En cuanto a Escalígero tan solo citará un
fragmento en el cual valora la obra de Horacio, diciendo que, aunque lírica, es sublime
y grande. Pero no alude a ningún fragmento en que asocie explícitamente oscuridad y
estilo sublime.em. : la Gadd.Soledades son un poema bucólico y que, por lo tanto, el estilo no ha de correr parejo con el heroico.el Sileno: designa la
[…] Cynthius aurem Vellit et admonuit: «Pastorem, Tytire, pingues Pascere oportet oves deductum dicere carmen» Virgilio, ,Bucólicas , VI, v. 3-5. «[Dispuesto yo a cantar reyes y batallas], me tiró de la oreja Cintio [=Apolo] y me advirtió “Conviénele al pastor apacentar sus pingües ovejas, Títiro, y recitar versos ligeros”» (Virgilio 1990: 195). Es probable que el abad de Rute cite lasBucólicaspor la edición comentada del padre de la Cerda:Publii Virgilii Maronis Bucolica et Georgica argumentis, explicationibus et notis illustrata a Joanne Ludovico de la Cerda, [Francofurti]: e nobilis Francorum vadi collegio Paltheniano, 1608, p. 109.
enseñanza no poco repetida de
«Sicut enim vestis aurea, quamquam per se pulcherrima sit, apposita tamen rustico non modo decorem et ornatum non afferetafferet , sed risum concitabit magis; ita et si rebus comicis majestatem heroicam addas, omnia facies indecora. Hac ergo concinnitate et convenientia siem. : affertGsi omnia scribas, et comedia, et lyrica, et alia [partes erunt poeticae]»em. : sicG
A lo segundo respondo que, aunque haya habido poetas oscuros, no es bueno imitarlos en
esa parte, siendo viciosa, sino seguir antes la majestad con la venustidad y perspicuidad
virgiliana; demás de que (como he dicho) los más tomaron diferente asunto, y en quien es
la oscuridad menos culpable, naciendo de afectar grandeza, como losem. : lo GArgonáuticas, que narran la búsqueda del vellocino de oro por algunos héroes
griegos, montados en la nave Argos.Tebaida, que cuenta,
entre otras cosas, la guerra de los llamados «siete contra Tebas»; y la Aquileida, que cuenta la infancia de Aquiles y su crianza por el centauro
Quirón.«Est autem omnino duriusculus: penitus vero
nudus gratiarum comitate»
sátiro: adj. con el sentido de «mordaz». Es
un italianismo (Persio satiro es la forma habitual de llamar a este
poeta en italiano).«Persii vero stilus morosus, et ille ineptus,
qui cum legi vellet quae scripsisset, intelligi noluit quae legerentur»
Poetices libri VII, 1561,
lib. 6, cap. 6, p. 323, D1. «A decir verdad el estilo de Persio es abstruso y fue inepto
queriendo que leyeran lo que había escrito y no queriendo que los que leyeren lo
entiendan».
Bien sé, mi señor, que a vuestra merced le han advertido de esto antes de ahora y
avisádole que sienten lo mismo en Córdoba, en Granada, en Sevilla, en Madrid; pues de allí
un hombre de tanta erudición, cuanto cualquiera otro de este siglo, y de juicio igual a la
erudición, que es
Nobis non licet esse tam disertis Qui musas colimus severiores Marcial, .Epigramas , IX, 11, v. 16-17. «A nosotros, que rendimos culto a unas Musas más severas, no se nos permite ser tan expresivos» (Marcial 2003: 375). El verso de Marcial alude al hecho de que las reglas de la versificación latinas son más severas que las griegas, puesto que en latín no se permite la apócope de las vocales átonas que facilita la tarea del poeta griego. Por generalización, puede entenderse que los griegos son menos disciplinados y menos rigurosos de lo que dicen. El abad de Rute saca la cita de su contexto: dice que no puede adular a Góngora, porque se lo impide un ideal de poesía demasiado alto («musas severiores»).
Vuestra merced, por amor de Dios, se temple en esta parte, que como su servidor y amigo se lo suplico.
Lo mismo deseo haga en el uso de palabras peregrinas, digo derivadas de latín y Ars poetica, v. 46-72. Vida, De
arte poetica, v. 276-287.
In verbis etiam tenuis cautusque serendis Horat. de arte Horacio, ;Ars poetica , v. 46. «Mostrándose fino y prudente al trenzar las palabras» (Horacio, 2008: 386).
pues, de otra suerte, viene a ser lenguaje pedantesco fidentianofidentiano: alusión a los Cantici di
Fidenzio
Pero no solo en la repetición de las extranjerasirse a la mano: con cautela y moderación.«mariposa de cristal», «mariposa de esto», «mariposa de eso
otro»
Soledad segunda: «Éntrase el mar por un arroyo breve / que a recibillo con sediento paso / de su roca
natal se precipita, / y mucha sal no solo en poco vaso, / mas en su ruina bebe, / y a
su fin, cristalina (mariposa / no alada, sino undosa) / en el farol de Tetis
solicita» [OC264C.1-8].«mal lunada la frente»
media luna las armas de su frente [OC264B.3] .
En la primera hace vuestra merced navíos y en ésta barcos de
«haya»
«bisagra de una y otra playa»
«bisagra de un océano y otro»
«leños»
«cuernos»
«elegancias, facetias, lepores», y en los
«charites, veneres, cupidines, lirios»
«rosas, violas, lilios, jacintos, primavera, coronas, Marte, Palas, Venus,y otroscharites, laurel, mirto, ungüento, lágrimas, mirra, musas, Clío, Aganipe»
«casas, fuegos, campos, bosques, husillos, espigas, sacrificios»
[…] Et fortasse cupressum Scis simulare Horacio, ,Ars poetica , v. 19-20. Reproduzco aquí un fragmento más extenso: «…Et fortasse cupressum / scis simulare;[quid hoc si fractis enatat exspes / navibus, aere dato qui pingitur?]». «También sabes, tal vez, representar un ciprés; pero eso ¿a qué viene, si quien te paga lo hace para que lo pintes a él nadando desesperado después de un naufragio?» (Horacio 2008).
siendo vuestra merced tan rico y abundante de esta mercancía como todo el mundo sabe y, cual lo estuviéramos ambos, de hacienda.
El hipérbaton con todas sus especies (sea tropo o figura, que en duda lo pone De institutione oratoria, lib. IX, cap. 1 expone la diferencia entre
tropos y figuras; y en el lib. IX, cap. 4, §. 3 explica que el hipérbaton puede
pertenecer a ambas categorías.De institutione oratoria, lib. VIII,
cap. 6, §. 62-67. Alusión al fragmento siguiente: «Con razón contamos también entre las
virtudes del lenguaje al hipérbaton, esto es el trastorno de las palabras; el cual
frecuentemente requiere la naturaleza y hermosura de la composición. Porque muchísimas
veces se hace la oración áspera y dura, lánguida y malsonante si las palabras se reducen
a su riguroso orden y se juntan con las inmediatas según se presentan, aun cuando no se
puedan unir. Débense, pues, dejar unas para otro lugar y anteponer otras; y como sucede
en las fábricas de piedras toscas, cada una debe colocarse en el lugar en que mejor
viene. Porque no somos nosotros capaces de recortarlas ni pulirlas de manera que puestas
juntas tengan mejor unión entre sí mismas, sino que se ha de hacer uso de ellas tales
cuales son, y se les ha de acomodar el puesto que más les cuadre» (Quintiliano
1887).bernardinas: «bernardinas son unas razones que ni atan, ni desatan, y no
significando nada, pretende el que las dice, con su disimulación, engañar a los que le
están oyendo. Pienso tuvo su origen en algún mentecato llamado Bernardino, que razonando
decía muchas cosas sin que una se atase con otra» (Cov.). Sobre el uso
de «bernardinas» en el Siglo de Oro en el contexto de las sátiras anticultas, véase
Sobejano (1966).
De la hipérbole juzgo lo mismo; porque si la hipérbole es «dictio aut sententia
fidem excedens augendi minuendive causa»
, como dicen e. Donat. de
tropis.De vitiis et ornatibus orationis». Esta es la
definición completa: «hyperbole est dictio fidem veritatis excedens, sive
sententia augendi minuendive gratia: augendi, ut nive candidior, velocior euro:
minuendi, sicut tardior testudine leviorque foliis; item ut “extractam puteo situlam
qui ponit in horto / ulterius standi non habet ipse locumˮ». (Diomedes 1857: 1,
461). Elio Donato, Ars grammatica. Ars major. De tropis, 16. «Hyperbole est dictio fidem excedens augendi minuendive causa: augendi, ut
nive candidior, minuendi, ut tardior testudine» (Donato 2007: §. 17).«ementiens superjectio»
De Institutione oratoria, 1549,
que usa el abad de Rute está muy deturpada. En este fragmento las ediciones modernas dan
la siguiente definición de hibérbole: «Est haec decens veri
superjectio» (Quintiliano 2009 y 1975-1980). También el texto establecido por
Dionisio Bertocchi, Paolo da Ferrara y Pellegrino de Pasquali, en 1482, es diferente y
reza así: «est haec de mensuris subjectio».em. : pierde Gquedarse a buenas
noches: «quedarse a oscuras» (Aut.).«Sed hujus quoque rei servetur mensura quaedam. Quamvis
enim est
add. Enmiendo a
partir de De institutione oratoria, 1549.alt. debet esse G. Enmiendo a partir de De institutione oratoria, 1549.De institutione oratoria, lib. VIII,
cap. 6, §. 73-74. (Quintiliano, De Institutione oratoria, 1549, p.
132, A). Traducción propia: «Pero en esto también debe observarse una cierta medida.
Porque aunque toda hipérbole es decir más de lo que se cree, sin embargo no debe ser
desmesurada; pues por ninguna otra vía se incurre más en la cacocelía o afectación.
Vergüenza causa hacer relación de los muchísimos vicios que de aquí han tenido su
principio, especialmente no teniendo nada de desconocidos ni ocultos».
Medio tutissimus ibis «Por el medio irás muy seguro». Advertencia extraída de Ovidio, Metamorfosis , II, v. 137. Se trata de un consejo dado por Apolo a su hijo Faetón, antes de que éste condujera el carro del sol, para que no volara demasiado alto, ni demasiado bajo, para no quemar ninguna de las constelaciones celestes. Se utiliza para recomendar cautela y evitar extremos. He aquí la cita completa: «medio tutissimus ibis / neu te dexterior tortum declinet ad Anguem, / neve sinisterior pressam rota ducat ad Aram, / inter utrumque tene!». Sobre el uso del mito de Ícaro y Faetón en el contexto de la polémica gongorina véase Rico García (1999).
¿Cómo se ha de ver lo grande sin oposición de lo pequeño? Si todo es en
grado superlativo, ¿qué harán del positivo y comparativo los pobres gramáticos?Apología, [1615_apologia] el
abad de Rute se calificará de «teólogo gramatical o gramático teologal» (Gates 1951: 22,
modernizo la ortografía).
Esto es, en común, lo que siento de las
Reparo después en aquellos versos:
El sileno buscaba de aquellas que la sierra dio bacantes, ya que ninfas les niega ser, errantes, el hombro sin aljaba, [OC264B.271-274]
porque en este lugar cosa cierta es que quiere decir vuestra merced que
el hombro desarmado de aljaba mostraba no ser ninfas las zagalas. Supuesto lo cual (aunque
no era impedimento para ser o parecer ninfas el dejar de traer aljaba, pues, de ellas,
solas las dedicadas al servicio y ejercicio de Diana andaban cargadas de semejante
pesadumbre), digo que tampoco podían parecer bacantes, pues no traían tirsos en las manos
(tirso era, como vuestra merced mejor sabe, una lanza cubierta de pámpanos o yedra, que
era lo más ordinario; y así lo afirma «hederaque thyrsum
tradidi illo tempore»
Bacchae],
v. 25. Aparentemente el abad de Rute cita las Bacantes de Eurípides en
una traducción al latín, pero he comprobado que no se trata ni de la traducción de
Gasparo Stiblino (1562), ni la de Felipe Melanctón (1562), ni la de Aemilius Portus
(1597), ni la de Giulielmus Canterus (1602), que citamos en la bibliografía. En
realidad, el abad de Rute no cita directamente la tragedia de Eurípides, sino que cita
la glosa que de ella hizo Natale Conti en su obra Mythologiae sive
explicationum fabularum libri X, Parisiis: apud Arnoldum Sittart, 1583, lib. V,
cap.13 «De Baccho», p. 478. He aquí la cita completa: «Consuevit et pro
sceptro thyrsum gestare, quae hasta erat frondibus vitium aut haederae aliquando
suaviter ornata, et cervi pellem, quam nebrida vocabant, ut scripsit Euripides in
Bacchis: [aquí aparece el texto citado en griego, seguido por lo que se presenta
aparentemente como una traducción, pero que es en realidad una glosa o paráfrasis del
griego en latín] Thebasque primas urbem adivi Graecia, / Ibi fremuique,
pelle sumpta nebride, / Hederaque thyrsum tradidi illo tempore». Es decir: «Tuvo
por costumbre también llevar, en lugar de cetro, un tirso, que era una lanza
graciosamente adornada con ramas de vid o, algunas veces, de hiedra, y una piel de
ciervo, que llamaban nébride, según escribió Eurípides en las Bacantes: ‘A Tebas, la primera de esta tierra helena, la he hecho vibrar con mis
gritos ciñendo al cuerpo la nébride y entregando en sus manos el tirso, dardo de
hiedra’ «(Conti 1988: 354).«escuadrón de amazonas desarmado»
[…] Vosne acrior aetas O juvenes, propriorque meae, quos arma tenere, Non thyrsos, galeaque tegi, non fronde, decebat? Lib 3º Ovidio, ,Metamorfosis, III, v. 540-542. «Vosotros, de más áspera edad, más cercana a la mía, oh jóvenes, a los que era más conveniente sostener armas, no tirsos, y de gálea cubriros, no de fronda» (Ovidio 2008).
y después:
Prima suum misso violavit Penthea thyrso Mater Ovidio, […];Metamorfosis, III, v. 712-713: «su madre fue la primera en violentar al Penteo suyo, arrojándole su tirso» (Ovidio 2008).
a vuelta de cabeza: al
menor descuido.«At Messalina non alias solutior luxu, adulto autumno simulacrum
vindemiae per domum celebrabat. Urgeri prela, fluere lacus; et feminae pellibus
accinctae adsultabant ut sacrificantes vel insanientes Bacchae; ipsa crine fluxo thyrsum
quatiens, juxtaque Silius haedera vinctus, gerere cothurnos, jacere caput, strepente
circum procaci choro»
«Unde et in multis graecis
urbibus triennio Bacchides mulieres conveniunt
«ojos honestos»
y
«métrica armonía»
métrica harmonía
debió de ser muy comentada. Fue percibida como típicamente gongorina, porque aparece en
la sátira antigongorina de Quevedo, la Receta para hacer Soledades en un
día: «Quien quisiere ser culto en sólo un día, / la jeri (aprenderá) gonza
siguiente: / fulgores, arrogar, joven, presiente, / candor, construye, métrica armonía»
(Quevedo 1963: 1085).
Dice luego vuestra merced de los muchos conejos que uno traía a cuestas:
trofeo ya su número es a un hombro, si carga no y asombro [OC264B.307-308] .
Que sean trofeo y carga a un hombro muchos conejos está bien dicho, pero
que le sean asombro no sé cómo pueda decirse, porque el asombro se causa en el corazón o
la imaginativaExamen de Ingenios (1989: 36). El abad de
Rute observa que atribuir una capacidad de asombro al hombro es, stricto
sensu, incorrecto, salvo que se entienda como una hipálage, muy común en la
poesía latina (en particular en Virgilio que será citado a continuación), pero todavía
escasa en castellano, como herramienta capaz de contribuir a la forja de un estilo
grande. Véase Blanco (2013: 29). En esta etapa de la polémica, Fernández de Córdoba duda
que el castellano haya alcanzado un grado de madurez suficiente para poder permitírselo.
Corregirá esta idea en el Examen (Artigas 1925: 465) escribiendo: «Los
modos referidos […] han sido y son de los poetas griegos y latinos, de los toscanos y
españoles, de aquéllos por necesidad, de éstos por gala; por tales los han frecuentado
el Chiabrera, el Tasso, Monseñor de la Casa, el Guarini, el Marino y otros. Véanse sus
Rimas sembradas de ellos; pues ¿qué tiene nuestra lengua? ¿es tenida
en menos cuenta que las demás, para que sea incapaz del ornato que reciben ellas? ¿es
alabanza de algún idioma venderse por estrecho de tragaderas? No pienso yo tal»
(modernizo la ortografía).«bella figura
(dice Juan Andrea
Gilio) ma più usata da latini che da Toscani poeti»
[…] dare classibus austros Virgilio, Eneida, III, v. 61. Literalmente «dar los vientos a la flota», en vez de «dar la flota a los vientos», citado después.[…] tepidaque recentem Caede locum […] Virgilio, Eneida, VIII, v. 455-456. Literalmente «el lugar reciente de la tibia matanza», en vez de «el lugar tibio de la matanza reciente».[…] socii cesserunt aequore jusso Virgilio, ,Eneida, X, v. 444. Literalmente «los compañeros se retiraron del espacio ordenado» en vez de «los compañeros obedientes a la orden se retiraron del lugar».
en vez de dare classes austris, locum tepidum recenti caede,
socii iussi cesserunt aequoriTopica
poetica, 1580, f. 51. Sin embargo, para el segundo ejemplo, el abad de Rute corrige
ligeramente la traducción en prosa de Andrea Gilio, manteniéndose más fiel al texto
virgiliano. Andrea Gilio escribía como equivalente de la hipálage: «tepidus
locus novae caedis, sive pro nova caede».
L’altro è colui che’l re di Siria cinse D’un magnanimo cerchio, Petrarca, Trionfi , «Trionfo della Fama», I, 76-78. La cita proviene de Andrea Gilio,Topica poetica, 1580, f. 51r., que modifica el texto original de Petrarca: «Eravi quei che’l re di Siria cinse / d’un magnanimo cerchio, e co la fronte / e co la lingua a sua voglia lo strinse».
en que dio el epíteto de magnánimo al cerco, debiéndosele a PopilioCayo Popilio Lenate: embajador de Egipto que trató de
convencer a Antíoco IV de Siria de que se retirara de aquel país al que había invadido.
Como Antíoco demoraba su respuesta (sobre si iba o no a dejar de hacer la guerra al
reino de Egipto), el embajador romano Popilio, con un bastón, dibujó en torno a él un
círculo (el «cerco») y le prohibió atravesarlo sin haber dado la mencionada respuesta.
Véase Petrarca (2003: 255).le: el cerco.a poder, no fuera tan
ridículo: si fuera posible (usar hipálages en las lenguas romances), no sería tan
ridículo.
La nueva es más peregrina que ha llegado a tus narices No sé cuál es el origen de esta cita que puede ser un fragmento de comedia, un refrán, o simplemente una frase inventada y fraguada según el modelo de los refranes. ‘Nueva’ significa aquí novedad. El abad de Rute ha subrayado antes que las hipálages no se adaptaban bien a los idiomas latinos pero, en un segundo momento, concede que, si se pudieran usar, no serían tan ridículas. De forma chistosa subraya que Góngora es muy innovador. .
En este fragmento de la segunda
«centauro espumoso»a la ría o arroyo
Al «bien nacido cuerno»
no le hallo sujeto capaz deadd.
Ruiseñor en los bosques, no, más blando el verde robre, que es barquillo ahora, saludar vio el Aurora [OC264C.37-39] El abad de Rute censura que el verbo «ver» se pueda construir aparentemente con dos sujetos (la Aurora y el ruiseñor) así como el verbo «saludar» (el ruiseñor y el robre). Sin embargo la principal dificultad del verso no es dicha anfibología, que, como señala el abad de Rute «se entiende», sino la confusión entre el plano real (el joven que canta en el barco) y el plano metafórico (el ruiseñor que canta en un árbol).
es anfibológico y, aunque todos lo entiendan, será bien aclararlo más.
«Cándidas»
llama vuestra merced a las hijas del pescador, y creyera yo que
daba ese epíteto a su bondadDidascalia multiplex. El objeto del debate era la edición e interpretación
correcta de los versos siguientes de la primera égloga de Garcilaso: «La blanca Filomena
/ casi como dolida / la compación movida / dulcemente responde al son moroso». El
Brocense pensó que el epíteto «blanca» era una errata y lo enmendó por «la blanda
Filomena» (Marín López 1994a).
[…] a quien debe su púrpura la rosa, el lilio nieve [OC264C.220-221] .
También en la primera parte dijo vuestra merced lo mismo de las serranas
y vaquerasAntídoto [1614_antidoto].em. : lacteas Gadd.
«Nolite me considerare quod fusca sim quia decoloravit me sol»
Yo he dicho lo que he sentido sinceramente, a ley de cristianoa ley de cristiano: modismo utilizado para apoyar la verdad que se
declara.
Vir bonus et prudens versus reprehendet inertes; Culpabit duros; incomptis allinet atrum Transverso calamo signum; ambitiosa recidet Ornamenta; parum claris lucem dare coget, Arguet ambigue dictum, mutanda notabit: Fiet Aristarchus. Nec dicet : «Cur ego amicum Neces una variante textual en la transmisión de este texto.Nonen otras ediciones.Offendam in nugis?» Hae nugae seria ducent In mala derisum semel exceptumque sinistre Horacio, Ars poetica, v. 445-452. «El hombre honrado y sabio criticará los versos sin arte, los duros los condenará, y a los pocos esmerados les pondrá con el cálamo de través una negra señal; los adornos pretenciosos los podará y obligará a iluminar los puntos oscuros; censurará las ambigüedades y anotará lo que deba cambiarse. Hará de Aristarco, y no dirá: ¿Por qué voy a molestar a un amigo con cosas de poca importancia? Esas cosas sin importancia lo pondrán en aprietos muy serios, cuando se ríen de él y lo acojan de mala manera» (Horacio 2008: 409).
A mí me ha tocado esto, y a vuestra merced el hacer lo que aconseja en su
«tecum paratus sum, et in carcerem et in mortem [ire]»
[…] comitem casus amplector in omnes […] Seu pacem, seu bella geram, tibi maxima rerum Verborumque fides […] Virg. Enei. 9°. Virgilio, Eneida , IX, v. 277 y v. 279-280. Reproducimos un fragmento traducido más extenso. La parte citada por el abad de Rute está al final: «En cuanto a ti, muchacho digno de todo honor, yo, cuyos años siguen tan de cerca a los tuyos, te doy entrada en mi alma desde ahora y te abrazo y te tomo por compañero mío, en cada trance; en paz y en guerra pondré en ti toda mi confianza en obras y en palabras» (Virgilio 1992: 417).
dende luego me ofrezco (gustando vuestra merced) a ser su campeón y salir
en defensa suya a cualquiera estacada, armado de pluma y libros; y de mi gentil ánimo de
servir a vuestra merced, a quien guarde Dios largos años. De casa…